miércoles, noviembre 21, 2007

Television y violencia de genero

jueves 22 de noviembre d e2007
Televisión y violencia de género
LA decisiva influencia de los medios de comunicación en la sociedad actual tiene como contrapartida una fuerte exigencia de responsabilidad. La televisión marca pautas de comportamiento y determina la forma de pensar y actuar de mucha gente. Los programas basados en la vida privada, ya sea de los «famosos» o de la gente corriente, discurren con frecuencia al borde de los límites admisibles en el terreno jurídico y moral. Los problemas de pareja y las disputas familiares pertenecen al ámbito íntimo de las personas y no deberían salir a la luz pública como medios de diversión para curiosos o entrometidos. La situación es mucho más grave cuando está en juego el problema de la violencia doméstica, que alcanza en nuestro país cifras intolerables, por mucho que se aprueben leyes, se creen juzgados y observatorios o se realicen campañas publicitarias. De ahí que sea una grave irresponsabilidad «sorprender» sin aviso previo a una mujer maltratada que se encuentra en un programa de televisión con su maltratador y recibe ante los espectadores una oferta de matrimonio en términos humillantes para la dignidad más elemental. No cabe tratar con frivolidad los sentimientos ni jugar con emociones que escapan muchas veces del control de sus protagonistas. Ante determinadas situaciones, hay que aplicar un código ético puesto que la vida, la dignidad y la libertad de las personas están por encima del éxito de un programa o de los beneficios económicos.
Esta es la gran lección que la sociedad española y los medios de comunicación deben extraer del dramático suceso de Alicante. Cuatro días antes de ser asesinada en el portal de su vivienda, la joven Svetlana acudió a un plató de televisión para dejar claro que no volvería con su antiguo novio, al que hace unos meses acusó de malos tratos y luego perdonó. La escena lamentable del hombre arrodillado ofreciendo un anillo de compromiso generó sin duda una reacción violenta en un individuo cuyo perfil apunta al clásico maltratador que considera a la víctima como un objeto de su propiedad. Para colmo de males, el futuro asesino se paseaba por los estudios mientras la Justicia era incapaz de localizarle para entregar una orden de alejamiento. Esta cadena de despropósitos culminó con una nueva víctima mortal de la violencia de género, que eleva el número a 69 en un año especialmente dramático. La tragedia de Alicante debe servir de punto de partida para una seria reflexión por parte de los responsables de ciertos contenidos televisivos, porque la brutalidad y el exhibicionismo de determinados sujetos se potencian hasta el límite del crimen cuando están por medio un micrófono y una cámara. Los muchos problemas que plantea una lucha eficaz contra este tipo de violencia se ven incrementados si se ofrece una publicidad gratuita a los actuales maltratadores.

http://www.abc.es/20071122/opinion-editorial/television-violencia-genero_200711220328.html

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