domingo, noviembre 04, 2007

Luis del Pino, Analisis de la sentencia (III), el alcance de la derrota

Análisis de la sentencia (III): El alcance de la derrota
4 de Noviembre de 2007 - 14:43:49 - Luis del Pino
¿Han sido "derrotadas" las tesis que cuestionaban la versión oficial?
Ése es el mensaje que se pretendió trasladar con la escenificación de la lectura de la sentencia, pero ¿es cierto que han sido derrotadas?
A lo largo de las investigaciones, hemos ido poniendo sobre la mesa indicio tras indicio de la falsedad de las pruebas del caso. Por ejemplo, de la mochila de Vallecas. Nunca ha habido nadie que pudiera contestarnos que alguno de esos indicios era falso, es decir: nunca ha habido nadie que pudiera argumentar que nos habíamos inventado un indicio o nos lo habíamos sacado de la manga. Porque los datos que publicábamos eran ciertos. Era cierto, por ejemplo, que la mochila de Vallecas tenía dos cables desconectados. Era cierto, por ejemplo, que esa mochila no figura en el listado de objetos catalogados en la comisaría de Puente de Vallecas, y así sucesivamente... La única argumentación que hemos recibido como respuesta, a lo largo de tres años, es que todos esos indicios, que son veraces, no "demostraban" nada. Que se trataba de meros indicios que no implicaban que las pruebas fueran falsas.
Además de acumular indicio tras indicio de la falsedad de las pruebas, hemos ido poniendo de manifiesto en estos tres años las falsificaciones documentales que del propio sumario se desprendían. ¿Alguien ha sido capaz, en estos tres años, de contestar a las evidencias que publicábamos al respecto? No. Porque cuando hemos denunciado, por ejemplo, que el teléfono de un policía fue sustituido por el del inspector Parrilla en los listados telefónicos es porque disponíamos de las evidencias documentales que lo acreditaban. En consecuencia, ¿cuál ha sido la política de aquéllos que defienden la versión oficial, a la hora de contestar a estas denuncias de falsificación documental? El silencio.
Además de poner sobre la mesa los indicios de falsedad de las pruebas y las evidencias de falsificación documental, hemos ido también denunciando, de manera sistemática, la ocultación de datos y la destrucción de pruebas en las investigaciones. ¿Ha podido alguien decir que mentíamos cuando denunciábamos que los trenes habían sido desguazados, que las prendas de ropa de las víctimas habían sido incineradas, que las cintas de la intervención policial de Leganés habían sido borradas? Por supuesto que no, porque era cierto. ¿Cuál ha sido, entonces, la contestación? Pues en unos casos el silencio, y en otros afirmar que se trata de algo irrelevante. ¿Qué más da, por ejemplo, nos decían, que se hayan destruido los trenes?
Así pues, a lo largo de tres años, hemos estado sacando a la luz pública indicios de falsedad de las pruebas, evidencias de falsificación documental y denuncias de destrucción u ocultación de pruebas. Sin que en ningún momento nadie haya sido capaz de cogernos en una sola mentira. Sin que en ningún momento nadie haya podido echarnos en cara ni una sola manipulación de los datos. Sin que en ningún momento nadie haya podido decirnos que estábamos intentando engañar a aquéllos que nos leen.
Pero no sólo eso. A lo largo de estos tres años, nuestras denuncias no sólo no han sido nunca refutadas, sino que algunas de ellas han tenido consecuencias antes de la propia conclusión del juicio. Así, por ejemplo, cuando denunciamos que nos estaban ocultando los análisis efectuados en la mañana del 11-M y que no se sabía en realidad qué fue lo que estalló en los trenes, y el tribunal nos dio la razón al ordenar un nuevo análisis de los explosivos. O cuando denunciamos que era mentira el episodio del tiroteo en Zarzaquemada previo a la localización del piso de Leganés, y la Fiscalía se vio obligada a dejar caer ese episodio en su escrito final de calificación.
En estas condiciones, para que las tesis de los que cuestionamos la versión oficial hubieran sido derrotadas, habría sido necesario que las sesiones del juicio o la propia sentencia nos pillaran en algún renuncio. No fue así durante el juicio, desde luego, en el que cada una de las declaraciones confirmó, punto por punto, lo que habíamos venido escribiendo y diciendo.
¿Y qué pasa con la sentencia?
¿Ha conseguido demostrar la sentencia que alguna vez hemos publicado un dato falso, aunque sea uno solo? No.
¿Refuta la sentencia alguna, aunque sea una sola, de las denuncias de falsedad documental que hemos formulado? No.
¿Niega la sentencia alguno, aunque sea uno solo, de los episodios de ocultación o destrucción de pruebas? No.
No sólo eso, sino que la sentencia viene a corroborar, con toda la solemnidad del "hecho juzgado", las denuncias que en su día formulamos contra una de las cuatro pruebas fundamentales del caso, el Skoda Fabia, que queda descartado como prueba por la propia sentencia. Igual que viene a corroborar, de manera explícita, que "no sabemos con exactitud la marca del explosivo que estalló en los trenes", tal como nosotros denunciamos en su día
Es decir, que la sentencia no sólo no cuestiona ni uno sólo de los datos que hemos publicado, sino que nos da la razón en lo que al Skoda y a los explosivos se refiere. ¿Dónde está la "derrota" de nuestras tesis?
Se ha querido "vender" la idea de que nuestras tesis habían sido derrotadas porque el tribunal ha admitido como "pruebas ciertas" los otros tres pilares fundamentales del caso: la furgoneta Kangoo, la mochila de Vallecas y el suicidio de Leganés. Bien. Entonces, si ése es el criterio para ver si hemos sido derrotados, habrá que entrar a analizar en detalle la argumentación que el tribunal proporciona para cada una de esas tres pruebas.
Por ejemplo, imaginemos que el tribunal hubiera escrito: "Estas tres pruebas son ciertas porque a mí me da la gana". ¿Sería eso una derrota? Evidentemente, no. Sería un trágala, pero nunca una derrota, porque nuestras tesis estarían muy lejos de haber sido refutadas.
Nuestras tesis habrán sido refutadas si el tribunal proporciona en la sentencia una argumentación razonable que permita descartar como irrelevantes los indicios de manipulación que nosotros hemos puesto sobre la mesa, ¿verdad?
¿Y es eso lo que hace la sentencia? Lo veremos en próximos artículos. Pero antes hablaremos de algunas cuestiones previas importantes.
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Análisis de la sentencia (II): La última carga de la brigada ligera
3 de Noviembre de 2007 - 13:40:29 - Luis del Pino
"Baraja siempre tú, Woody. Quizá pierdas de todos modos, pero ni tanto, ni con tanta frecuencia. Y cuando pierdas, sonríe" (Robert Heinlein)
Lo que más sorprende de la sentencia, una vez leída en su totalidad, es comprobar que se trata de la mejor sentencia que el PP podría lograr. Que el PP podría lograr sin entrar a cuestionar el funcionamiento de los aparatos del Estado, quiero decir.
Antes del juicio, toda la "verdad judicial", recogida en los sucesivos autos del juez instructor, en los diversos escritos de la Fiscalía y en los diversos informes policiales, afirmaba que ETA no tenía nada que ver con el 11-M; que el 11-M era un atentado yihadista provocado por la guerra de Irak; que la instrucción del caso había sido correcta; que las pruebas eran verdaderas y suficientes, que los inductores eran unos personajes claramente vinculados a organizaciones islamistas... Y que, por tanto, estaba claro que el PP mintió entre el 11 y el 14 de marzo, cuando se empeñaba en atribuir el atentado a una ETA de la que no había pista alguna en las investigaciones.
Después del juicio, sin embargo, nos encontramos con un panorama radicalmente distinto. Con una nueva "verdad judicial" que altera de manera llamativa la posición que antes existía. La desaparición de los autores intelectuales y la eliminación de la Guerra de Irak como motivación de los atentados convierten al PP en el gran beneficiario de la sentencia.
Después del pronunciamiento del tribunal, si el PSOE afirma "No fue ETA", el PP tiene ahora la respuesta: "Tampoco fue Al Qaida". Si el Gobierno dice que "Todo estaba claro", el PP contesta: "No sabemos quién fue el que dio las órdenes, lo que demuestra que hay que seguir investigando". Si alguien acusa al PP de mentir entre el 11 y el 14-M, la respuesta es inmediata: "Entonces mintieron también aquéllos que vincularon la masacre con el tema de la Guerra de Irak".
¿Qué puede haber sucedido para que el PP arranque un empate técnico partiendo de una posición de perdedor? O, dicho de otro modo, ¿qué puede haber forzado al Gobierno a conceder ese empate técnico a última hora?
Antes de responder a estas preguntas, déjenme que haga una precisión: en realidad, no creo que ese empate técnico haya sido concedido "a última hora". Personalmente, una de las cosas que más me llamó la atención en el juicio fue todo lo relacionado con la prueba pericial de traducción de las conversaciones de El Egipcio. Y me llamó la atención por un aspecto que entonces no supe cómo interpretar: por primera y única vez durante el juicio, los peritos nombrados por la Policía (en concreto, por la UCIE) se alinearon con las tesis de la defensa y en contra de sus colegas italianos, que sostenían una traducción de las conversaciones mucho más comprometedora para ese supuesto autor intelectual de los atentados.
Si tan importante era conseguir al menos un autor intelectual, el Ministerio de Interior podía haber dado la batalla. Podía haber elegido otros peritos, dispuestos a defender a capa y espada la posición de la Fiscalía, aunque esa posición fuera aberrante. Como hizo, por ejemplo, en el caso de los análisis de explosivos, en el que los peritos oficiales fueron capaces de sostener tesis sonrojantes con el mayor desparpajo, con tal de que el chiringuito de la versión oficial no se derrumbara. Eso es lo que me sorprendió: que la UCIE podría perfectamente haber nombrado otros traductores que avalaran las tesis de los italianos, en lugar de las de la defensa. Y no lo hizo.
No creo que sea casual. Como tampoco creo que sea casual que el mismo Ekaizer señalara, desde las páginas de El País, durante el desarrollo de la vista oral, la endeblez de las acusaciones contra los autores intelectuales. Preparando el terreno, que se llama. Pero estoy dispuesto a conceder que todo eso no son sino paranoias mías. En realidad, lo importante no es el cuándo, sino el por qué se ha llegado a conceder el empate. Lo importante es determinar qué puede haber sucedido para que el Gobierno renunciara a pelear por las piezas que se han entregado.
Para entender el por qué, nada mejor que fijarse en el profundo divorcio existente entre la propia sentencia y su escenificación. Mientras que la sentencia en sí representa un retroceso de las tesis oficiales que devuelve al PP a la situación de empate, el resumen de la sentencia estaba cuidadosamente elegido para poner en la picota a aquéllos que hemos estado cuestionando la validez de las pruebas.
Incluso aunque la propia sentencia certifica la caída de una de esas pruebas fundamentales del caso (el Skoda Fabia), el resumen leído en la sala del juicio evitaba cuidadosamente cualquier mención al tema, lanzando un mensaje contundente de apoyo a la instrucción judicial, de apoyo a las investigaciones policiales y de corroboración de las pruebas sometidas a cuestión.
Algunos de los periodistas presentes en la sala de prensa de la Casa de Campo interpretaron correctamente quiénes eran los destinatarios del mensaje emitido por el Tribunal: "¡Pobre Luis del Pino!", decían, mientras celebraban visiblemente cada párrafo leído por Bermúdez. Por supuesto, el destinatario del mensaje no era sólo yo, sino todos aquéllos que se han atrevido a poner el dedo en la llaga de la falsedad de las pruebas: Luis del Pino, pero también los restantes periodistas que han estado investigando la masacre o difundiendo los resultados de esas investigaciones. Y no sólo los periodistas, sino cualquier otra persona que se atreva a cuestionar la lógica absurda de lo que nos han contado y, en especial, ese hatajo de conspiranoicos que se hacen llamar peones negros y que han cometido la osadía de ayudar en investigaciones paralelas, que son, por definición, absolutamente intolerables.
El mensaje no podía estar más claro, y he de decirle a los miembros del tribunal que lo hemos entendido todos a la perfección: el funcionamiento de los aparatos del Estado no se discute. Y pobre del que lo haga, porque será sometido a escarnio público en vivo y en directo. Mensaje recibido, señorías. Muchas gracias.
Lo cual nos lleva a contestar a la pregunta que planteábamos antes: ¿por qué el Gobierno concede un empate, si partía de posición ganadora? Creo que la respuesta es obvia: porque hace mucho tiempo que la Brigada de los conspiranoicos había puesto el dedo en la única llaga donde, por definición, no se puede poner: en el papel que las cloacas del Estado jugaron en el golpe de régimen del 11-M.
Desde el principio, nos intentaron encerrar a todos los españoles en la falsa disyuntiva: o ETA o Al Qaida. Desde el principio, intentaron asociar esa imaginaria "teoría de la conspiración" con una inexistente defensa de la autoría de ETA.
Pero el problema surgió cuando algunos nos negamos a aceptar el terreno de juego que nos planteaban. Cuando algunos empezamos a cuestionar la propia validez de las pruebas que nos estaban presentando. Cuando algunos nos empeñamos en señalar algo que resulta evidente para cualquiera que no esté cegado por sus propias convicciones: que las pruebas falsas no las pudo poner ni ETA, ni Al Qaida. No fue Josu Ternera quien depositó un Skoda Fabia en Alcalá tres meses después de los atentados. Ni tampoco Ben Laden.
Por eso hacía falta conceder el empate: para clarificar una posición en la que los propios servicios del Estado estaban empezando a ser sometidos a escrutinio. Y por eso hacía falta que el Tribunal lanzara un mensaje contundente desaconsejando semejante osadía.
Y con esto podemos responder también a una pregunta que dejé en el aire en el artículo anterior: ¿qué piezas han caído a cambio de aquéllas que las blancas se han visto obligadas a ceder? ¿Qué piezas exigieron las blancas que fueran entregadas a cambio, por ejemplo, de renunciar a disponer de autores intelectuales, o a cambio de renunciar a la Guerra de Irak como motivo de los atentados?
¿De qué piezas se exigió el sacrificio para conceder ese empate del que antes hablábamos? Pues está muy claro: de nosotros, de la Brigada de los conspiranoicos. Al fin y al cabo, para eso estamos los soldados de a pie: para hacer de carne de cañon. Cañón mediático en este caso, pero cañón.
¿Y cuál ha sido el resultado de esa masacre mediática, de ese fusilamiento público? ¿Son ciertas las noticias que nos hablan de que esa Brigada fue gloriosamente aniquilada en su última carga?
Veremos la respuesta en futuros artículos.
P.D. para achiperr: Muy buena tu observación sobre el papel de Bouchar en Leganés y lo absurdo que resulta que no le consideren autor material. Como verás, he incluido una referencia a ese aspecto en el artículo de El Mundo de hoy.
408 comentarios
Análisis de la sentencia (I): De derrota en derrota...
2 de Noviembre de 2007 - 11:32:05 - Luis del Pino
Iniciamos hoy una serie de artículos con el análisis de la sentencia. Iremos cubriendo a lo largo de sucesivas entregas el contenido del fallo judicial, su interpretación, sus consecuencias y los aspectos políticos colaterales.
Comencemos con una constatación: la teoría de la conspiración ha sido derrotada. O al menos eso dicen algunos medios. Por decimotercera o decimocuarta vez, desde que en noviembre de 2004 Zapatero anunciara en la Comisión de Investigación del 11-M que "todo estaba claro", la teoría de la conspiración ha muerto, nos anuncian los heraldos.
Así que aquí andamos, alanceados, derrotados y hundidos, los que queremos saber la verdad de ese Golpe de Régimen que se produjo el 11-M. O, mejor dicho, los que queremos demostrarla, porque la verdad ya la intuimos todos.
¿Estamos de verdad derrotados, como nos dicen? Admitamos provisionalmente que sí. Vamos a suponer que lo estuviéramos. ¿En qué habría consistido esta derrota definitiva?
En algunas partidas de ajedrez, a veces las posiciones se complican tanto, son tan cerradas, que aquel jugador al que el reloj le aprieta más, o aquél que pierde los nervios, o aquél que teme que esa complejidad termine derivando en una amenaza, se decide a "limpiar" el tablero por el simple procedimiento de intercambiar piezas: "te como un caballo, me comes un alfil, te como un peón, me comes otro, te como una torre y tú, una de las mías". El resultado es una posición mucho más despejada.
Eso es lo que ha sucedido anteayer en la sala de la Casa de Campo: una auténtica orgía de intercambio de fichas. Los defensores de la versión oficial reclaman su victoria, afirmando que en ese intercambio de piezas han terminado por devorar, de manera irremisible, las pocas que les quedaban a las negras en el tablero de juego. Como ya he dicho, supongamos que es así.
¿Y qué piezas son las que las blancas han tenido que entregar a cambio, para derrotar definitivamente a los teóricos de la conspiración? Pues lo que resulta, cuando uno analiza la totalidad de la sentencia, es que ese intercambio de fichas le ha salido tremendamente oneroso a las blancas. Si los teóricos de la conspiración han sido derrotados, desde luego lo han sido a costa de que los defensores de la versión oficial cedan tres piezas de enorme importancia estratégica. Porque en esta derrota definitiva, en este vapuleo a las negras, en este auto de fe en el que hemos sido quemados en la hoguera los conspiranoicos, la versión oficial ha perdido:
a los autores intelectuales del crimen,
todas las referencias a la Guerra de Irak como motivación de los atentados
y una de las cuatro pruebas principales del caso: el Skoda Fabia.
Las referencias a Al Qaeda ya se habían perdido hace mucho en la versión oficial de los atentados, en cuanto comenzaron a aparecer las primeras conexiones inconvenientes que obligaron a cortar los hilos que llevaban a los dueños de la casa de Morata. Pero la Fiscalía había conservado un "modelo teórico" en el que la masacre se justificaba por el apoyo de España a la Guerra de Irak, y en el que tres personas de aparente perfil islamista figuraban como presuntos inductores o cerebros de la masacre. Y todo eso ha desaparecido, junto con las referencias a ese Skoda Fabia colocado en Alcalá tres meses después de los atentados y cuya falsedad habíamos puesto en evidencia nosotros, los conspiranoicos.
Que esas piezas tienen una importancia estratégica lo pone de manifiesto el hecho de que ése ha sido el titular principal en todos los medios internacionales. En los titulares de urgencia publicados inmediatamente después de la masacre, esos medios no centraban su atención en si la teoría de la conspiración ha sido derrotada o en si las condenas eran más altas o más bajas, sino en el hecho de que el 11-M se había quedado sin cerebros, al haber sido absueltos los acusados de ser autores intelectuales de la matanza.
Analizaremos lo referido al Skoda en un futuro artículo. Por el momento, quedémonos con que el 11-M, según la sentencia, fue cometido por una célula de islamistas en conjunción con una serie de delincuentes/mercenarios marroquíes y con la colaboración de un grupo de asturianos que traficaban con explosivos y que estaban comandados por un confidente policial.
¿O es al revés? ¿Fue el 11-M cometido por un grupo de asturianos comandado por un confidente policial, utilizando a una serie de delincuentes/mercenarios marroquíes y a una célula de islamistas? ¿O el 11-M fue cometido por un grupo de delincuentes/mercenarios marroquíes, utilizando a una célula de islamistas y a un grupo de asturianos comandados por un confidente policial?
Al haber desaparecido la "motivación" del atentado representada por la Guerra de Irak, la sentencia vale tanto para un roto como para un descosido. ¿A quién correspondía la voz cantante, puesto que los "cerebros" han desaparecido? En realidad, el cuerpo de la sentencia, y en especial el episodio de Leganés, parecen poner el foco sobre el aspecto islamista, pero lo cierto es que la autoría intelectual queda en el aire. Además, ninguna de las tres máximas condenas ha recaído sobre ningún islamista. Tenemos a Trashorras, el confidente policial asturiano; a Otman el Gnaoui, delincuente de origen marroquí, del que las mismas conversaciones telefónicas grabadas que han servido para condenarle revelan que nada tiene de islamista; y, finalmente, Jamal Zougham, que nada tiene que ver con ninguno de los tres grupos mencionados: ni el de islamistas, ni el de asturianos, ni el de delincuentes marroquíes.
¿Quién decidió poner 12 bombas en los trenes de cercanías madrileños a tres días de unas elecciones, matando a 192 personas? ¿El autor intelectual era alguien perteneciente al grupo de los islamistas? ¿O estaba, por el contrario, relacionado con ese grupo que Trashorras comandaba? ¿O era alguien que daba órdenes a los delincuentes/mercenarios marroquíes? ¿O se trata de alguna persona o conjunto de personas situados completamente al margen de uno u otro de los grupos en que los condenados se estructuraban?
En futuros artículos, analizaremos el por qué ha sido necesario para las blancas ceder las tres piezas que mencionábamos. También analizaremos la letra pequeña de la sentencia, veremos qué piezas hemos tenido nosotros que ceder y veremos en qué queda la afirmación de que la teoría de la conspiración ha sido definitivamente derrotada.
Quedémonos por el momento con el hecho de que alguna de las piezas que la versión oficial se ha visto obligada a ceder tienen, como revela la reacción internacional a la sentencia, una importancia capital. Entonces, si es verdad que hemos sido definitivamente derrotados, habrá que añadir la constatación de que los daños causados al enemigo durante la batalla definitiva convierten nuestro final en una pírrica victoria de las blancas.
¡Pues me siento orgulloso, oiga! ¡Por lo menos han servido de algo todos nuestros trabajos! Tres varapalos más a la teoría de la conspiración como éste que hemos que acabamos de vivir y la versión oficial se queda sin piezas que ceder.
Pero todo esto que comentamos presupone, como decíamos al principio, que estamos dando por cierto que quienes buscan la verdad han sido derrotados.
En realidad, ¿qué piezas hemos perdido nosotros como resultado de la sentencia? Lo veremos en próximos artículos.
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Varapalo a la conspiranoia, ¿o no?
31 de Octubre de 2007 - 15:12:28 - Luis del Pino
¡Para qué nos vamos a engañar! La sentencia que hoy se ha leído en la Casa de Campo representa todo un varapalo para nosotros los conspiranoicos. ¿O no?
El tribunal ha comprado toda la versión oficial de los atentados, prueba a prueba. ¿O no?
Además, lo ha hecho con una escenificación claramente dirigida a desaconsejar cualquier intento de cuestionar la versión oficial, por muy infumable que sea, por muy incongruente que sea, por muchos indicios de manipulación de pruebas que se hayan puesto sobre la mesa. ¿O no?
El tribunal ha comprado, incluso, las pruebas que él mismo se encargó de poner en evidencia, como por ejemplo esa lista de IMEIs anotada por unos hindúes y que nos permitió, supuestamente, conocer qué teléfonos usaron en los atentados los terroristas. ¿O no?
El tribunal ha avalado las tesis oficiales incluso sin molestarse en explicarnos cómo es posible que la máxima condena recaiga sobre un español que, además, es confidente policial. Incluso sin molestarse en explicarnos cómo es posible que ninguno de los tres máximos condenados tenga ni la más mínima vinculación con el islamismo. ¿O no?
Pues a lo mejor resulta que no.
Porque, detrás de la parafernalia mediática, detrás de la aparente contundencia contra nosotros los conspiranoicos, lo cierto es que la letra pequeña de la sentencia dista mucho de justificar esa aparente euforia oficialista.
¿Dónde está, por ejemplo, el Skoda Fabia, estimados miembros del tribunal? Se ha caído como prueba, ¿verdad? Y, si no era una prueba válida, ¿quién lo colocó en Alcalá de Henares tres meses después de los atentados? ¿Por qué la sentencia no dice una sola palabra sobre una prueba que tan crucial resultó para meter en la trama a Allekema Lamari, el supuesto séptimo suicida? ¿Por qué esa prueba se desvanece en la nada, sin que nos digan por qué sí o por qué no? ¿Era una prueba falsa? ¿Y quién la falsificó?
Me temo que esa letra pequeña de la sentencia, por mucho que trate de avalar la versión oficial, no puede nunca dotar a ésta de algo de lo que carece: lógica y sentido común. Los parches no mejoran la calidad de las telas, sólo tapan temporalmente los agujeros.
Pero, de todos modos, he de confesar que hay algo que me gusta enormemente de esta sentencia: el hecho de que permita que todo el mundo se retrate. Creo que resulta muy útil para entender las cosas que van a suceder en este país en los próximos meses.
¿O no?

http://www.libertaddigital.com/bitacora/enigmas11m/

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