miercoles 21 de noviembre de 2007
Apoyar a las familias numerosas
UNA y otra vez, las familias numerosas llaman la atención de los poderes públicos y del conjunto de la sociedad española acerca de sus problemas, casi endémicos. La política integral de apoyo a la familia no sólo es una exigencia constitucional, sino también una obligación ineludible hacia una institución que vertebra la realidad social. Sin embargo, el Gobierno evita afrontar en serio esta cuestión, limitándose al anuncio de gestos electoralistas, como el pago de 2.500 euros por nacimiento. Ahora resulta que las parejas de hecho que no estén registradas y tengan dos hijos podrán «burlar» la ley y recibir el mismo trato que un matrimonio con tres o más hijos. No es extraño que la Federación Española de Familias Numerosas haya expresado su protesta ante una medida que crea inseguridad jurídica y provoca agravios comparativos. No obstante, lo peor sigue siendo el carácter muy reducido de los beneficios que la ley otorga a este tipo de familias, que tienen que atender a la educación y la manutención de varios hijos sin que los poderes públicos tengan en consideración esa circunstancia. Aún peor, en alguna comunidad autónoma gobernada por el PSOE se ha retirado la preferencia que se otorgaba a este sector de familias para acceder a determinados centros educativos. En definitiva, carece de sentido hablar de fomento de la natalidad a base de medidas coyunturales cuyo único propósito parece ser gastar el dinero de todos al servicio del interés electoral del partido gobernante.
Desde el punto de vista económico, todos los estudios serios destacan la aportación decisiva de las familias al bienestar social. Buena parte de ellas siguen cuidando de los mayores, lo que supone un fuerte ahorro de dinero público en servicios sociales. Los jóvenes permanecen muchos años en el hogar familiar y gracias a ello se alivia en parte el grave problema de la vivienda. Por supuesto, psicólogos y sociólogos están de acuerdo en los valores afectivos que transmite la institución, y de ahí la alta valoración de la misma según todas las encuestas. Todo esto se multiplica en el caso de las familias numerosas, que merecen el apoyo del Estado y de los demás poderes públicos sin escatimar en gastos ni reducir al mínimo las prestaciones. Sin embargo, incluso los beneficios fiscales por descendiente a cargo del contribuyente resultan extremadamente reducidos, con cifras muy inferiores a las habituales en otros países de nuestro entorno. Se oyen muchas quejas acerca del fracaso de la familia en el ámbito educativo, pero nadie está dispuesto a poner los medios para mejorar la situación a través de una asignación racional y eficaz de recursos públicos. No es extraño que cunda a veces el desaliento entre este numeroso colectivo, que no debería resignarse a que sus justas reivindicaciones caigan una y otra vez en saco roto.
http://www.abc.es/20071121/opinion-editorial/apoyar-familias-numerosas_200711210250.html
martes, noviembre 20, 2007
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