martes 2 de mayo de 2006
ARGENTINA
Si esto no es un fracaso…
Por Martín Krause
¿Cuánto tiempo hace falta para que un Gobierno comprenda que cierta política es un fracaso? Para el argentino, mucho; incluso décadas. La legislación laboral se originó en este país a inicios del siglo XX. Antes, tan sólo seis artículos del Código Civil regulaban todo tipo de contrato por servicios. Con esa mínima regulación ingresaron cientos de miles de inmigrantes en busca de las numerosas oportunidades que el país ofrecía.
No obstante, desde el Gobierno de Perón, la legislación laboral se hizo omnipresente. El caudillo populista había sido agregado militar en Italia durante los años de Mussolini, y parece que le gustó lo que allí pudo ver. Cuando fue nombrado secretario de Trabajo, y especialmente luego, cuando fue presidente, introdujo legislación copiando la Carta del Lavoro del Duce.
Esta legislación de inspiración fascista ha estado presente desde entonces, con todo tipo de Gobierno, militar o democrático, más o menos intervencionista, y los líderes sindicales se han convertido en el grupo de presión más exitoso de la historia. Todo ello basado en una doctrina jurídica que considera la relación laboral sustancialmente dispareja, por lo que el Estado debe legislar en "beneficio" del trabajador.
Pero miremos los hechos. Argentina atravesó su peor crisis económica en el año 2002, y el desempleo se disparó por encima del 20%. Y a pesar de que la economía se ha recuperado a un ritmo sólido del 9% anual, la tasa de desempleo todavía es del 10,1%. Aunque representa una mejoría, en el sector informal laboran 4,8 millones de personas, lo cual corresponde al 45% de los empleos en Argentina.
Esta participación de la informalidad apenas se ha modificado en los últimos años, y aunque la economía se ha recuperado completamente la tasa de empleo informal está ocho puntos porcentuales por encima de cuando comenzó la depresión, en 1998.
La razón del crecimiento del empleo informal es la extrema rigidez de la legislación laboral. Según el programa 'Haciendo Negocios' del Banco Mundial, que compara la flexibilidad de los contratos laborales de las economías de todo el mundo, el mejor lugar lo ocupa Singapur, con un indicador de 33 (sobre 100), mientras que la Argentina tiene 71. En cuanto a las condiciones de empleo, a Singapur le asignan 26 y a Argentina 81. Y en cuanto a la flexibilidad de despidos, el pequeño país logra un índice de 1 y Argentina de 46.
¿Acaso un empleo informal del 45% no pone a pensar a los funcionarios sobre la ineficiencia de la política laboral argentina? En absoluto: ellos creen que se debe a la avidez de lucro de los capitalistas, que buscan eludir todo tipo de cargas impositivas sobre el empleo. Nunca piensan que si las regulaciones se cumplieran esos empleos dejarían de existir, ya que la mayoría del empleo informal ocurre en pequeñas empresas que no podrían subsistir con esos costos.
Pero, lamentablemente, los empleos en el mercado negro no son realmente empleos en un mercado libre, por la ausencia de instrumentos legales que garanticen el cumplimiento de los contratos.
Si los políticos mantienen las actuales regulaciones, Argentina puede terminar teniendo un mercado bastante desregulado, cuando la informalidad sea general. A pesar del evidente fracaso de las políticas laborales argentinas, no hay reacción alguna de parte de políticos y funcionarios.
© AIPE
Martín Krause, rector de la Escuela Superior de Economía y Administración de Empresas (Buenos Aires).
Gentileza de LD
lunes, mayo 01, 2006
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