jueves, mayo 04, 2006

Notas de fin de curso

viernes 5 de mayo de 2006
Notas de fin de curso
Javier del Valle
S E acerca el momento en que los equipos de Primera División recibirán las notas de fin de curso. Algunos apuntan a sobresaliente con opción a matrícula como el Barcelona, que ya está plenamente concentrado en lograr el título de la Liga de Campeones, otros no tendrán derecho a examen final como el Málaga, descendido tras su derrota ante el Racing de Santander. El Madrid, por su parte, sólo aspira al aprobado raspado que le permita, como los estudiantes mediocres, librase de los deberes durante el verano (fase previa de la Liga de Campeones). Analicemos los tres casos por separado. En Barcelona la mayor preocupación del aficionado durante los últimos días ha sido conseguir una entrada para la final de la Copa de Europa en París. La prensa de la Ciudad Condal, donde he pasado los últimos días festivos, dedicaba las páginas principales a explicar los mecanismos del sorteo de localidades celebrado ayer, que ha dejado a un 89 por ciento de los socios solicitantes de entrada sin su localidad. Sólo algunos más, aquellos que tengan capacidad económica para pagar un billete de avión y que hayan estado espabilados acudiendo los primeros a la agencia de viajes oficial del club, habrán accedido a la posibilidad de presenciar el segundo título del Barça en la máxima competición europea. Como siempre, el perjudicado es el aficionado de base, aquel que domingo y miércoles alienta al equipo y que año tras año sacrifica una parte de sus honorarios en sufragarse un abono, rendimiento económico seguro para la entidad que preside Joan Laporta. El reparto de entradas ha marginado a estos fieles aficionados, en beneficio de otros privilegiados, principalmente compromisos institucionales y patrocinadores, lo que quiere decir que gran parte de las entradas irán a parar a los políticos de turno o los enchufados por directivos de las empresas colaboradoras con el Barcelona, que viajarán a París sin pagar ni un duro y más para presumir que como acto de fidelidad a unos colores. Otra hinchada, la malacitana, asistió el domingo a la confirmación del descenso de su equipo a Segunda División. El Málaga ha pasado en menos de tres años de llegar hasta los cuartos de final de la Copa de la UEFA a sufrir una temporada calamitosa consumando el desastre tres jornadas antes de la finalización de la competición. La economía volvió a mandar y los dirigentes se vieron obligados a vender a sus mejores jugadores año tras año, remodelando un equipo que era elogiado precisamente por saber recomponerse a pesar de los constantes cambios. Esta temporada el acierto a la hora de fichar no ha sido el mismo, pero muchos sabíamos que el Málaga jugaba año tras año con el riesgo de volver a Segunda División. Es fácil comparar al Málaga con el Villarreal, ya que el conjunto blanquiazul accedió a jugar la Copa de la UEFA precisamente tras eliminar al equipo castellonense en esa competición veraniega llamada Intertoto. Sin embargo, el Villarreal no ha dejado de invertir en jugadores y ha obtenido su premio, llegar a semifinales de la Liga de Campeones. El Málaga asumió el riesgo de convertirse en un club vendedor y ha pagado la devaluación de su plantilla con un fracaso acorde a su ambición. Antes de las notas definitivas, el Real Madrid se aplicó en Pamplona y logró derrotar al Osasuna (0-1). El resultado fue producto de intento desesperado del mal estudiante que se pega el atracón el día antes del examen final. Los blancos sufrieron un extraño ataque de orgullo ante un ambiente hostil, y a veces violento, que aplastaba al equipo madrileño en sus últimas visitas al estadio de El Sadar (recientemente rebautizado como Reino de Navarra). Los comentarios han resaltado la actitud peleona de los pupilos de López Caro, pero han dejado en segundo plano la pobreza del juego madridista, que se llevó la victoria, entre otros factores, porque el osasunista Puñal erró un penalti. Desde la prensa deportiva de Barcelona, exageradamente ácida con el Real Madrid, se resaltaba una vez más pésimo estado de salud del conjunto del Bernabéu, que se tiene que aferrar a la entrega a falta de otras armas propias de los clubes grandes: talento, juego colectivo y superioridad a la hora de mover el balón y crear ocasiones de gol.

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