domingo, mayo 07, 2006

La identidad nacional

lunes 8 de mayo de 2006
La identidad nacional
Miguel Ángel García Brera
L OS tratadistas, que tan estudiado tenían el concepto de nación, andan ahora en nuevos análisis para tratar de reencajar el término en el nuevo orden práctico aportado por el risueño Rodríguez Zapatero, a la vera de los Estatutos de Autonomía catalán y andaluz. En mi corto discurrir sobre derecho político –pese a haber alcanzado matrícula de honor al examinarme de la materia en la Universidad de Valladolid, con el inteligente, pero “hueso” catedrático Teodoro González- no alcanzo a definir qué sea la identidad nacional; pero, al hilo de los sucesos acaecidos recientemente en España, tal vez baste hacer un mínimo recordatorio para sacar conclusiones; dejo libre a cada lector para obtenerlas sin darle mi prejuicio. Aportará, por ejemplo, elementos a la cuestión, y en orden al cómo se entiende hoy la libertad de expresión, el hecho de que un pobre muchacho, luchador en los ruedos para zafarse del hambre y librar a su familia de lo mismo, se haya visto empujado hasta el insulto soez y el empujón contra los persistentes periodistas o pseudoperiodistas - ¡vaya Vd. a saber! – que le vigilan a él y a los suyos, y cada uno de los movimientos que realizan, aprovechando el vistazo para apostillar cuanto graban en sus cámaras con el permanente recuerdo de que la esposa del torero, presuntamente, ha cometido alguna irregularidad, reprochable, pero tal vez no mayor que la que supone la intromisión diaria en la vida de los demás, por muy gente pública de que se trate. También habrá que valorar para conocer nuestra actual identidad nacional el hecho de que ciertos policías, incluidos algunos autonómicos, venían deteniendo a traficantes de droga, al sólo objeto de hurtarles el dinero que poseían y la mercancía, para revenderla ellos. Parece que el grupo lo dirigía un abogado experto en asuntos penales relacionados con los estupefacientes. Otros “servidores del orden público” intervenían, legítimamente, discos piratas e, ilegítimamente y en su propio beneficio, se los vendían a los dedicados al “top manta”. Aquí cabe también recordar a Marbella y a todo un Ayuntamiento comprometido en auténticas barbaridades urbanísticas dirigidas, presuntamente, por un tal Roca, dado a placeres faraónicos y a disecar animales selváticos. Nuestra nueva identidad nacional parece haberse expresado en Cataluña, cuando al ganar el Barcelona la Liga de fútbol, no se ha encontrado mejor camino para celebrarlo que destrozar cuanto mobiliario urbano o automóvil se ha hallado al paso. Claro que en Cataluña, desde que presume de nación en los preámbulos estatutarios, pocas cosas tienen sentido y la que menos que la Ezquerra, que tanto dio la lata con lo de la reforma, decida ahora, sin dejar la coalición que gobierna, votar no en el próximo referéndum. Particular expresión de la nueva identidad nacional española, merece la petición que un letrado ha hecho ante los Tribunales para que expulsen a la Inmaculada del patronazgo que mantiene, desde siglos, sobre el Colegio de Abogados de Sevilla, porque le crea inseguridad jurídica. El Tribunal Superior de Justicia le ha quitado la razón, asegurándole que esa devoción tradicional no le impone a él creencia alguna, ni culto o práctica religiosa. ¿Se acuerdan Vds. de aquello de la católica España? Una vez más los ateos o los agnósticos se muestran incoherentes. Yo, como no creo en Buda, jamás pediría que quitaran sus estatuas de sitio alguno, ni me molesta en absoluto que, cuando viene a mi casa un buen amigo de Bangla Desh, se ponga todas las mañanas un delantal y haga todo tipo de genuflexiones en honor a su creencia. Ayer, mientras esperaba un autobús, había un mozalbete que rondaba los 30, sentado, y presencié cómo llegaba en un taxí, una señorita que le besó amorosamente, sin que él se levantara ni se moviera, tal si la cosa no fuera con él. Pensé que estaría impedido, pero cuando llegó el transporte público, se puso en pie, subió el primero y le siguió su acompañante. Siento mucha pena por esas mujeres que, -tal vez eso forme parte del feminismo-, que consiente esa zafiedad en los hombres. La falta de respeto en general, y a la mujer en particular, engendra con el tiempo mayores males. Acaba de matar a una, su excompañero, que se suicidó después. Me parece que lo romántico –aunque no recomendable– es suicidarse por amor, pero nada hay más criminal, ni más egoísta, que la conducta de quien decide suicidarse, pero, antes, matando lo que dice amar. En fin, el pasado día 3 se ha promulgado la nueva Ley de Educación, que empieza el próximo día 24 a regir. De la futura identidad nacional será bien responsable ese texto, pero no parece que sus redactores hayan hecho nada que no esté inspirado por sus intereses políticos. Y, como es sabido, los males de la humanidad crecen a medida que el egoísmo y el partidismo de los gobernantes aumentan. Es doloroso pensar, a este respecto, que dos dictadores furibundos, cuyos pueblos pasan hambre y necesidades, figuran entre los diez hombres más ricos del planeta. Un mundo en el que se dan estas situaciones, no tardará en estallar; estoy convencido, aunque no tiemblen. Reconozco ser realista, y eso, en los tiempos que corren, se acerca mucho al pesimismo.

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