jueves, mayo 04, 2006

De pedos propios, de ajenos y de la victoria de Alejo

viernes 5 de mayo de 2006
De pedos propios, de ajenos y de la victoria de Alejo
Miguel Martínez
S I alguno de mis queridos reincidentes viaja a Cádiz y tiene allí algún conocido, no será extraño que, cuando éste le vea aparecer, en vez de dirigirse a él por su nombre de pila, lo haga llamándole “pisha”. No crean que este trato se deba a que tenga usted cara de pito, ni de cualquier otra cosa que –reincidente malpensado- se le venga a la cabeza; sencillamente es una manera peculiar de referirse a cualquier persona del sexo masculino. Por idéntica razón, en el caso de que sea usted mujer, y sin que, igualmente, tenga nada que ver con su aspecto, se dirigirán a usted con el apelativo de “shosho”. Los que ya somos veteranos en esto de pasar algunos días en Cádiz, o sus alrededores, ni nos inmutamos cuando se nos llama de este modo cariñoso, asumiendo que es una forma de expresarse propia de la zona, de la misma manera que el de Castefa llama “neng” a todos sus colegas. La forma característica que emplean los gaditanos no es sino un idioma si nos atenemos a la segunda acepción que el diccionario de la RAE otorga a ese vocablo: modo particular de hablar de algunos, o en algunas ocasiones. Y por mucho que haya quien -a uno y otro extremo del espectro político- prefiera que el idioma sea un instrumento que sirva para separar a los que lo conocen de los que no, éste no deja de ser sino un medio para que los humanos (en sentido genérico, que no literal, que hay mucho asno por ahí suelto que rebuzna incluso en varios idiomas) nos comuniquemos los unos con los otros. Llegados a este punto, no sabe uno muy bien por qué, es lo cierto que sucede con los idiomas –ruego me disculpen los académicos- lo mismo que sucede con los pedos: que toleramos con enorme placidez los propios, pero nos molestan sobremanera los ajenos. Vean ustedes, si no, un par de muestras. Dentro de las protestas que los inmigrantes latinos están llevando a cabo en los Estados Unidos, reclamando mayores facilidades para su regularización, un grupo de hispanos grabaron el himno norteamericano cantando su letra en castellano. El presidente Bush, molesto ante lo que para él era poco menos que un sacrilegio, saltó raudo al cuadrilátero para afirmar –o amenazar, dado su currículo- que sólo aquellos que hablen inglés pueden llegar a ser norteamericanos. No le alcanzaban las entendederas al pobre Bush para comprender que a aquellos tipos, tan morenos ellos, les llegase el intelecto para expresarse también en el idioma de Shakespeare. En las manifestaciones posteriores, especialmente en aquéllas llevadas a cabo el día primero de mayo en la mayoría de capitales estadounidenses, numerosos latinos replicaron de revés al Presidente, exhibiendo pancartas –escritas en inglés para que las pudiera leer incluso Bush- con el texto: “Bush, nosotros hablamos inglés y español. Te llevamos ventaja ”. Y no sólo al otro lado del Atlántico hay a quienes les huelen mal los pedos y los idiomas ajenos, que en nuestro suelo patrio tenemos floridas y variadas muestras de esa especie de grima que se apodera de algunos cuando su prójimo se expresa en otro idioma que no sea el del Imperio. Así tenemos a Alejo Vidal Cuadras (o Aleix Vidal-Quadras cuando es época de elecciones al Parlamento de Cataluña) que se bate en lucha en Bruselas, cual Espartaco con sobredosis de Red Bull, para evitar que catalanes, mallorquines, valencianos, gallegos y vascos puedan expresarse en sus lenguas vernáculas –lenguas también oficiales y españolas- ante la Eurocámara. Dirá el hombre que para qué, que menuda chorrada y que, total, quedan aún lejos las elecciones autonómicas y las europeas; que, tal como ha planteado el PP el tema del Estatut, tampoco es que tenga él mucho que hacer en Cataluña, y que, de perdidos, al río. El caso es que Don Alejo, con la colaboración de sus socios populares europeos, se ha salido con la suya, y sólo vamos a poder comparecer ante la Eurocámara hablando en cristiano, o sea, en el idioma del Imperio. Enhorabuena, Alejo. Has triunfado. Estás hecho un campeón. Aunque permíteme que te haga un par de preguntas: ¿Qué problema tienes en que nos expresemos ante la Eurocámara en cualquiera de las lenguas oficiales y también españolas? ¿Tan mal huelen nuestros pedos? ¿Huelen mejor los castellanos? ¿No son todos europedos? ¿Tendrán la culpa las “mongetes” –judías- de Castellfollit? ¿Podrán llamarte “pisha” los gaditanos sin que te ofendas? Y aquí encaja que ni pintada aquella frase con la que Joan Manel Serrat respondía a la pregunta de en qué idioma –castellano o catalán- prefería cantar: “En el que más me prohíban”. Moltes gràcies, Aleix. Que Déu t’ho pagui.* * Muchas gracias, Alejo. Que Dios te lo pague.

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