martes, julio 01, 2008

Terror en Zimbabwe, los esbirros de Mugabe atacan de nuevo a los granjeros blancos

Hace falta una intervención internacional contundente

Terror en Zimbabwe: los esbirros de Mugabe atacan de nuevo a los granjeros blancos

elmanifiesto.com

1 de julio de 2008
Declaración hecha por William Bruce Rogers y Annette Mary Rogers
7 de Mayo de 2008

El 6 de Mayo de 2008, a las 13:00 aproximadamente, recibí la visita de tres hombres en nuestra granja, la granja Chigwell. Me dijeron que tenía dos minutos para abandonar la propiedad o volverían con más gente, y “no merece la pena sacrificar mi vida por la casa”…pues perderíamos la vida. Dijeron que eran como leones hambrientos.

Mi esposa denunció el incidente en la policía de Chegutu, nombrando a la gente envuelta. En el momento, les pregunté si reaccionarían ante cualquier incidente que pudiera ocurrir y le dijeron a mi mujer que hablarían con el inspector. Mi mujer también lo vió antes de hacer la denuncia y le informó de la visita. El inspector le dijo que hiciera una denuncia en la oficina correspondiente.

Sobre las 17:00 del mismo día, un pickup Datsun 1800 blanco, llegó a la portada con unos 10 o 12 hombres. Demandaron que les abriese porque querían “hablar conmigo”. Me negué y me encerré en la casa con mi mujer. Vinieron hasta la casa pidiéndome que saliera “para hablar”. Por supuesto, me negué. Empezaron a romper las ventanas y echaron a bajo la puerta delantera. Uno de ellos nos apuntó con una escopeta y nos llevaron escaleras arriba.

Disparó un tiro directamente sobre mi cabeza y muy cerca de la de mi mujer. Obviamente, había intentado matarnos. Después de disparar, salió de la casa. Trás un corto silencio, oímos tres disparos provenientes de la zona de los trabajadores. Regresaron con los trabajadores y dispararon una vez más fuera de la casa.

Me las arreglé para ponerme en contacto con el inspector y la policía de Chegutu, pidiendo ayuda antes de que empezara a haber cadáveres. Me dijo que debía telefonearlo de nuevo en media hora. Mientras tanto, mi mujer estaba al teléfono, hablando con amigos que estaban en la oficina de policia pidiendo ayuda, sin conseguir nada. Llamamos también al representante en el parlamento, pero se negó a contestar.

Se hizo de noche y se fue la electricidad, por lo que nos quedamos en la oscuridad más absoluta, siendo imposible identificar a nuestros propios empleados. Entonces los agresores utilizaron a los trabajadores como escudo, de manera que se infiltraron de nuevo en la casa. Empezaron a entonar sus cánticos violentos y nos amenazaron.

Enviaron a uno de los empleados escaleras arriba para pedir que les diera la escopeta. Me negué y el empleado se quedó con nosotros. Entonces tomaron al hijo de este empleado nuestro y amenazaron con matarlo si no volvía abajo con la escopeta. Bajó con la escopeta. Cinco minutos después, enviaron a los trabajadores escaleras arriba cantando, usándolos como escudo de nuevo.

Intentamos identificar a los trabajadores uno por uno, tal y como subían, y mi esposa esperaba al final de la escalera con un bote de gas anti-agresión. Como no podía identificarlos, usó el gas y todos corrieron escaleras abajo y salieron de la casa.

Los cafres se enervaron y rompieron la puerta trasera, empezando un incendio, en la casa, bajo nuestros pies. Como tenemos el suelo del primer piso de madera, pensamos que arderíamos vivos. Dije que saldríamos si nos dejaban salir en paz. Dijeron que sí.

Le pedimos al jefe de la banda que se identificase. Bajamos y nos pidieron la escopeta, que yo tenía cargada y con el seguro quitado. Me negué. Insistieron, y tal como empecé a descargarla, me atacaron. Después cogieron a mi mujer por el cuello y ella empezó a gritar. Mientras intentaban quitarme la escopeta, que es semiautomática, se escaparon tres tiros al suelo. Finalmente me la quitaron, me tiraron al suelo, me golpearon con palos o tubos y me patearon. Sacaron a mi mujer de la casa y estuvieron apunto de estrangularla. Se las arregló para morderle la mano a su agresor y este comenzó a golpearla. La golpearon al menos entre cuatro.

Me ataron y me arrojaron a la parte trasera del pick up, cuando aun golpeaban a mi mujer. Cuando terminaron de golpearla, uno de ellos la agarro por el pelo y la arrastró hasta el vehículo. Entonces, le pidió que se pusiera de pie y se metiera dentro. Lo hizo. La registraron y encontraron las llaves del coche. Le preguntaron de qué vehículo eran.No pudieron encontrar las llaves de la otra camioneta. Aparcaron mi coche junto al pick up donde me encontraba atado. Uno de ellos se fue con el vehículo y nunca más lo vimos. Aun tenían a todos los empleados cantando forzados alrededor de una hoguera.

Cuatro o cinco de ellos nos vigilaban y nos insultaban, amenazando constantemente con matarnos y hablando de cómo iban a hacerlo. Esto duró alrededor de una hora. Me quemaron la planta de los pies con cigarrillos. Entonces vimos las luces de un vehículo y le dijeron a mi mujer que saliera del vehículo. Fue arrastrada hacia las luces del mismo. Cuando llegó al vehículo vio que eran cuatro policías armados de la Oficina de Kadoma que preguntaban que había pasado. Se lo explicó brevemente y pidió que me ayudasen, pues temía por mi vida. Uno de los cafres me desató y me llevó hacía la policía.

Les describimos el incidente con más detalle en el interior de la casa, donde fuímos a por nuestra ropa. Una vez en la casa, vimos que me habían robado mis armas. Informé sobre ello. Entonces los policías nos metieron en el coche y nos llevaron a la oficina a hacer una denuncia.

En la oficina de policía esperamos a un oficial superior para que nos tomara declaración. No llegó hasta que estabamos camino del hospital de Harare para recibir atención médica urgente. Ninguna autoridad parece haber tomado ningún tipo de interés en nuestra demanda.

Tengo fracturas vertebrales, la nariz y los pómulos rotos, cardenales y rotura interna de tejidos en la cara y la espalda, y un mordisco en el lóbulo de la oreja derecha.

Las lesiones de mi mujer son: pómulos rotos, fracturas en los huesos occipitales, tímpano perforado, costillas rotas y quemaduras en la cara, cuello y espalda.

W.B. ROGERS
A.M. ROGERS

http://www.elmanifiesto.com/articulos.asp?idarticulo=2461

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