miercoles 2 de julio de 20008
Y Carme cogió su fusil…
José Meléndez
U NA vez que su venturosa maternidad le ha permitido prescindir del nutrido grupo de médicos que la acompañaron en sus viajes y ahora sólo necesita una niñera y una caja de Nutribén, Carme (ha renunciado a la ene de su nombre de pila porque la ene que verdaderamente la importa es la del nacionalismo catalán) ha vuelto a empuñar el primer fusil del Reino que un capricho zapateril puso en sus manos. Y la pacifista reconvertida en ministra del Ejército vuelve con renovados bríos y un programa tan dilatado como inquietante.
José Luis Rodríguez Zapatero, especialista en crear problemas y experto en pronunciar promesas que no se cumplen, había puesto un tope de tres mil soldados destinados en las misiones que el Ejército español tiene en el exterior en cumplimiento con sus deberes con la OTAN y la ONU. Como su postura ante la guerra de Irak le llevó al poder y todavía la recuerda para mantenerse en trances difíciles, tenía que encontrar una fórmula para cubrir el contrasentido de enviar efectivos a conflictos bélicos, amparándose en que estos envíos estaban determinados por las obligaciones españolas con sus aliados pero les puso una barrera que ahora dice la ministra que se ha quedado obsoleta. Y es verdad. Tenemos tropas en el Líbano, en Afganistán, en Kosovo, en Bosnia y en el Chad y hemos de enviar mas a Somalia, donde los pescadores españoles han sufrido la piratería que cunde por esas revueltas aguas. Por tanto, la ministra está acertada en esta decisión, si es suya, porque en este gobierno no se sale nadie de la línea que marca Zapatero si no es con autorización previa. Carme no pronunció la cifra de 3.000, -como nadie en el PSOE pronuncia ahora la palabra “crisis”- para no mostrar explícitamente que el gobierno da un paso atrás en una ley orgánica, pero dejó constancia de que puede ser rebasada, aunque adornó el tema con la postura tan conocida de los socialistas de pedir colaboración parlamentaria para arbitrar los procedimientos que autoricen una nueva misión o ampliar los efectivos en las ya existentes.
Aunque el reclutamiento en nuestro Ejército profesional ha mejorado, tampoco está el número de nuestros efectivos como para derrochar soldados por el planeta sin que se resienta la tarea principal que es la defensa nacional. Se impone, por lo tanto, un estudio serio y efectivo de la tropa con que se cuenta y yo la recomendaría que no emplee en ello a su fichaje Constantino Méndez, porque si el antiguo delegado del gobierno en Madrid cuenta los soldados con el mismo método que empleaba para contar la asistencia a las manifestaciones antigubernamentales, le resultaría que nuestro ejército cabe en los camiones que Queipo de Llano paseaba por Sevilla para asustar a los viandantes.
Mucho más inquietante y más trascendente para el consumo interno es esa profunda renovación de la cúpula militar, de la que no dio mas detalles que el relevo del actual jefe del Estado Mayor de la Defensa, general Félix Sanz Roldán, del que, sin embargo, no prescinde, sino que según dice, seguirá contando con su “experto y leal consejo”.
Siempre es delicado tocar la cúpula militar y debe haber razones poderosas para hacerlo. Carme Chacón no las ha dicho y, por tanto, no sabemos que es lo que hay tras de esa renovación y cuales son los motivos. Y eso, en tiempos revueltos como los que vivimos, no deja de ser inquietante. Habrá, por tanto, que esperar acontecimientos para ver esas razones y sus resultados.
Su mención a la modernización del material de guerra que usan nuestras fuerzas en sus misiones en el exterior, se redujo a dos aspectos: el reconocimiento de que hay retrasos en el despliegue en Afganistán de los blindados “Lince”, aptos para resistir a minas LMV, cuya ausencia ha costado ya la vida a varios soldados españoles y la ambigüedad en la adquisición de nuevo material blindado para sustituir a las unidades que están operando con mas de treinta años de servicio a cuestas y que determinó recientemente el vuelco de un blindado en el Líbano, con pérdida de vidas humanas. En un ministerio como el de Defensa, que tiene uno de los presupuestos más altos del actual gobierno, esos retrasos son inexplicables.
Por tanto, habrá que ver si el fusil de Carme es efectivo o no pasa de ser la escopeta nacional de Berlanga. Y que no le salga el tiro por la culata.
http://www.vistazoalaprensa.com/contraportada.asp
miércoles, julio 02, 2008
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