lunes 7 de enero de 2008
El pacto de Zapatero con ERC, clave de la campaña electoral
POR PABLO SEBASTIÁN
EL presidente de la Conferencia Episcopal, Ricardo Blázquez, ha dicho a los obispos que no miren a la izquierda o la derecha de los terrenos del César, mientras Zapatero anuncia que no revisará las relaciones del Estado con la Iglesia, en la charla con los informadores que siguió a la celebración de la Pascual Militar, en la que la figura del Rey Don Juan Carlos emergió, una vez más, en este 30 cumpleaños de la Constitución, como la figura más notable del momento español, donde la clase política no parece a la altura de la incierta situación económica e institucional.
Ahora se lamentan algunos dirigentes socialistas de que Zapatero no haya querido adelantar las elecciones generales en el pasado mes de septiembre, antes de que ETA volviera a matar y que la crisis económica enseñara los dientes. Ahora están, en La Moncloa, echando cuentas sobre los diputados en juego en veinte provincias, dando por bueno el empate entre PSOE y PP que anuncian las encuestas y que podría proyectarse sobre el reparto de los escaños (obligando a un pacto global con todos los nacionalistas o a la gran coalición). Pero ni en el PSOE, ni en su entorno mediático, nadie se atreve a analizar las causas de su situación que confirma el deterioro del liderazgo de Zapatero y el acelerado desgaste de su gobierno a pesar de los éxitos económicos que reclaman como propios, de sus conquistas sociales, de la debilidad del PP y del poderoso aparato audiovisual que ha mitigado los errores y ensalzado los aciertos.
Enumerar la lista de desvaríos y errores de la legislatura no les conviene a estas alturas del proceso electoral a quienes en el PSOE temen la derrota o un empate en diputados que les obligaría a un pacto de «rendición» con los nacionalistas. Ni siquiera se atreven a señalar el error crucial: el pacto con Esquerra Republicana, el partido que apoyó a Zapatero y que comparte y sostiene el gobierno de Montilla en la Generalitat. El partido que ha sido el verdadero cáncer de la legislatura. Porque de ese pacto, «contra natura» democrática y constitucional con ERC, nació la metástasis institucional española, la ruptura confederal del modelo autonómico, la negociación con ETA y los ataques a la Corona. Y también la crisis del PSC, con la caída de Maragall, y la radicalización de CiU. Y todo esto, amén de la fractura de la convivencia nacional y del regreso a los debates de la Guerra Civil, ha ocurrido bajo el mandato de Zapatero, sin que nadie se atreva en el PSOE a plantear la ruptura con ERC, que ha sido el motor de explosión de los pactos de la transición y de la unidad contra ETA. Naturalmente, con la complicidad, y por la levedad, de Zapatero y el silencio interesado del PSOE y de su entorno mediático y empresarial. Los que pretenden ocultar todo esto, aparentando normalidad, quitando hierro a la crisis económica y desviando la atención del debate electoral.
No tardarán los estrategas de Zapatero en comparar a su jefe de filas con Barak Obama, intentando asimilar a Rajoy con cualquiera de los líderes confesionales del bando republicano de los Estados Unidos. Para ello insistirán en la promesa del demócrata de color de retirar las tropas USA de Irak y tratarán de activar, como ha hecho Obama, el voto de los jóvenes que en las elecciones españolas incorporarán a 1.700.000 nuevos electores. Un suculento cuerpo electoral sobre el que están esparciendo los alquileres de subvención. Convencidos, como están en el PSOE, de que los nuevos votantes están más interesados en la vivienda y el cambio climático que en la crisis institucional, y que su mayor adversario radica en la abstención.
Por ello, Zapatero está deseando debatir con Rajoy, en cualquier canal de televisión, porque necesita el cuerpo a cuerpo, pasear la sonrisa y provocar la crispación del jefe de filas del PP, que fue la táctica del presidente para ganar al líder de la oposición los debates parlamentarios sobre el Estado de la nación. Ahora, sin embargo, nos acercamos al momento de la verdad, con paro, inflación y endeudamiento familiar creciendo, mientras mengua sin parar el consumo, el crecimiento, el crédito y la competitividad, lo que no servirá de mucho a Zapatero para presentar al vicepresidente Solbes como el mago salvador de la situación que ellos no habían previsto ni preparado.
Ahora bien, ¿quién es el Merlín económico de Rajoy? ¿Acaso Arias Cañete o Costa?, o puede que el presidente del PP esconda en la bocamanga, en la que permanecen ocultos sus candidatos electorales —dicen que Gallardón ya está ahí—, grandes sorpresas, prestigiosos nombres como Rato o Pizarro. O puede que nadie en especial, mientras avisa que tiene un misterioso plan económico que cabe esperar que lo revele en el programa electoral.
El misterio y la incertidumbre, política, económica y electoral, marcan el momento español y se proyectan sobre una legislatura preocupante en la que los votantes se enfrentan a una encrucijada muy especial. Sin que en las elecciones aparezca, en el PSOE o en el PP, un liderazgo contundente capaz de movilizar una victoria con una mayoría suficiente que garantice la fuerza del Gobierno, la primacía del Estado y la estabilidad. Aunque los electores ya saben, o deberían saberlo, quién de los dos, entre Zapatero y Rajoy, todavía podría empeorar la situación. El pacto del presidente y del PSOE con ERC es, para quien tenga alguna duda, el dato crucial.
http://www.abc.es/20080107/opinion-firmas/pacto-zapatero-clave-campana_200801070817.html
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