viernes 30 de noviembre de 2007
En defensa de Pío Moa
Contra la historia resentida
Es imposible, pues, combatir la persecución que sufre el historiador Pío Moa sin hacerse cargo del resentimiento y odio del que se nutre el alma purulenta de la "historiografía" oficialista, de la falsa historiografía, que apoya a este Gobierno.
Agapito Maestre
Ofrezco aquí una leve reflexión para apoyar a Pío Moa. Hace un par de años El Mundo publicó una colección de libros de "Historia" con el lema "la identidad de España está en su historia". Lo que inmediatamente cabe preguntarse ante esto es qué cosa será la identidad y, sobre todo, qué entendemos por historia en la actual circunstancia de España. Abandono al instante la cuestión de la identidad, entre otras razones porque soy incapaz de hacer ideología o mitología, y digo que la historia, la crítica de la historia, es crítica política y moral o no es nada. Si aceptamos esta lección del pensamiento liberal, lo decisivo, ahora, no es saber cuál sea la concepción de la historia de esta colección, o de un determinado historiador, sea la de Pío Moa o la de cualquier otro, sino comprender y contrastar cuáles son los tipos de historia, los modos de historiar, que están en juego en las últimas décadas de España.
En otras palabras, ¿hay un genuino conflicto de interpretaciones de la historia de España que permita avanzar en una historia genuinamente común y nacional? ¿Existe o no un pacto tácito entre las fuerzas democráticas españolas de que sólo a partir de la apropiación crítica del pasado podría crearse una conciencia nacional y democrática? Sospecho que no sólo no existe ese consenso sobre la necesidad de debate serio sobre nuestra historia, sino que dificultarlo ha sido y es la principal tarea en la que se afana una parte decisiva de la "historiografía académica" española, especialmente la universitaria, y los intelectuales orgánicos del PSOE. Así las cosas, la historia reciente de España ya no parece cosa de vencidos o vencedores, de razones o sinrazones, sino de algo peor, muchísimo más grave, de "historiadores" resentidos que quieren eliminar, incluso físicamente, al que disienta de sus modos ideológicos y peregrinas hipótesis sobre la Segunda República y la Guerra Civil. Esa historia "academicista" es una historia resentida, o sea, una historia fracasada.
Hoy por hoy, insisto, a nadie debería importarle que unos consideren la Historia de España, escrita con mayúscula, como una secuencia de matanzas de inocentes y otros, por el contrario, vean en ella un camino de liberación de pueblos y ciudadanos. Quizá esta cuestión tenga sentido en el ámbito de la "identidad", pero nada de eso es, en mi opinión, relevante en la situación actual de nuestra nación, que está al borde de la fragmentación porque el PSOE así lo ha querido y el PP ha mirado para otro lado. La falta de materia gris en el socialismo español por un lado, y los excesos de complejos de inferioridad en los representantes de la idea de nación española del PP, por otro, nos han llevado a una situación peor que delicada. Estamos, o mejor, sufrimos una "historia" falsa y ridícula, salvaje y resentida.
He ahí el preciso contexto para entender los ataques de la izquierda al honrado historiador Pío Moa. Es imposible, pues, combatir la persecución que sufre el historiador Pío Moa sin hacerse cargo del resentimiento y odio del que se nutre el alma purulenta de la "historiografía" oficialista, de la falsa historiografía, que apoya a este Gobierno.
http://www.libertaddigital.com/opiniones/opinion_40671.html
viernes, noviembre 30, 2007
Jorge Vilches, El rojo orgullo y el socialismo manso
viernes 30 de noviembre de 2007
El PSOE y la imagen
El rojo orgulloso y el socialista manso
El zapaterismo, en fin, sigue siendo lo que fue desde el año 2000, cuando Alfonso Guerra y Maragall decidieron que aquel diputado silente impidiera el paso a José Bono: nada.
Jorge Vilches
Hemos asistido a una legislatura de violencia verbal programada, en la que el enfrentamiento ha constituido un elemento calculado. Ha sido un estilo propicio para lograr la adhesión de los radicales nacionalistas y de izquierdas, y tapar el vacío ocasionado por la ausencia de una política de Estado. Sin más programa que aguantar en el poder, los zapateristas han buscado las alianzas necesarias para conservarlo moldeando las iniciativas gubernamentales al ansia de los aliados parlamentarios.
La crispación premeditada y los pactos del Tinell han servido para marginar a la oposición y provocar una imagen del PP como un residuo filofranquista. Porque treinta y cinco años después de la muerte del dictador, la gran baza zapaterista ha sido la resurrección de los tópicos sedicentes de la Segunda República y la Guerra Civil. A esto han unido ese confederalismo inopinado e impensable, y el llamado "proceso de paz". Y los zapateristas y sus medios afines la han llamado "derecha extrema" a los que han protestado por esta política, llegando incluso a criminalizar a la AVT.
La errante política doméstica del Gobierno, y no hace falta referirse a los Chávez, Castro y Mohamed VI, ha generado un malestar en el electorado de izquierdas. Por un lado, los radicales siempre han entendido, históricamente, que un periodo de gobierno propio o afín es una etapa de ajuste de cuentas, de revolución inmediata, y cualquier medida por extrema que parezca siempre les parece poco. Tan es así que la Ley de Memoria Histórica resulta para este radicalismo una ocasión perdida. Pero, por otro lado, los socialistas no zapateristas han visto que este Gobierno ha desperdiciado la ocasión para construir una opción de izquierdas moderna y sólida, nacional y europea, equiparable a la de Tony Blair.
La verbena palabrera del zapaterismo y su política errada se paga en las urnas. Por esto, el ingente comité de sabios reunido en Ferraz ha decidido que ha de darse una nueva imagen, no una nueva política, porque esto podría separarla de sus valiosos aliados nacionalistas. Esa cara novedosa que quieren presentar ahora se basa en reforzar la identificación del PSOE con Zapatero, al que se le adorna con las virtudes del líder beatífico, siguiendo la vieja tradición de la izquierda: honesto, solidario, adelantado a su tiempo, ecologista, feminista, científico, sensato, educado, tranquilo, sonriente... vamos, un verdadero santo laico. Y se le rodea de hombres moderados y españolistas, españolistas pero modernos, como Solbes y Bono.
Y en frente, la turbamulta, el hedor franquista, el títere de Aznar, del Gobierno invisible de FAES y los neocons, el Bush español, la crispación, el catastrofismo, las tinieblas... El zapaterismo, en fin, sigue siendo lo que fue desde el año 2000, cuando Alfonso Guerra y Maragall decidieron que aquel diputado silente impidiera el paso a José Bono: nada. Esa especie de frentepopulismo que "inventó" Zapatero, que le llevó a decir de forma tan anacrónica como carca que era un "rojo", ahora trocarse en socialismo manso. Pues, aún así, pudiera parecer que este viaje zapateresco llega tarde, pero estamos en la sociedad de la memoria frágil y el Gobierno lo sabe. Atentos.
http://www.libertaddigital.com/opiniones/opinion_40674.html
El PSOE y la imagen
El rojo orgulloso y el socialista manso
El zapaterismo, en fin, sigue siendo lo que fue desde el año 2000, cuando Alfonso Guerra y Maragall decidieron que aquel diputado silente impidiera el paso a José Bono: nada.
Jorge Vilches
Hemos asistido a una legislatura de violencia verbal programada, en la que el enfrentamiento ha constituido un elemento calculado. Ha sido un estilo propicio para lograr la adhesión de los radicales nacionalistas y de izquierdas, y tapar el vacío ocasionado por la ausencia de una política de Estado. Sin más programa que aguantar en el poder, los zapateristas han buscado las alianzas necesarias para conservarlo moldeando las iniciativas gubernamentales al ansia de los aliados parlamentarios.
La crispación premeditada y los pactos del Tinell han servido para marginar a la oposición y provocar una imagen del PP como un residuo filofranquista. Porque treinta y cinco años después de la muerte del dictador, la gran baza zapaterista ha sido la resurrección de los tópicos sedicentes de la Segunda República y la Guerra Civil. A esto han unido ese confederalismo inopinado e impensable, y el llamado "proceso de paz". Y los zapateristas y sus medios afines la han llamado "derecha extrema" a los que han protestado por esta política, llegando incluso a criminalizar a la AVT.
La errante política doméstica del Gobierno, y no hace falta referirse a los Chávez, Castro y Mohamed VI, ha generado un malestar en el electorado de izquierdas. Por un lado, los radicales siempre han entendido, históricamente, que un periodo de gobierno propio o afín es una etapa de ajuste de cuentas, de revolución inmediata, y cualquier medida por extrema que parezca siempre les parece poco. Tan es así que la Ley de Memoria Histórica resulta para este radicalismo una ocasión perdida. Pero, por otro lado, los socialistas no zapateristas han visto que este Gobierno ha desperdiciado la ocasión para construir una opción de izquierdas moderna y sólida, nacional y europea, equiparable a la de Tony Blair.
La verbena palabrera del zapaterismo y su política errada se paga en las urnas. Por esto, el ingente comité de sabios reunido en Ferraz ha decidido que ha de darse una nueva imagen, no una nueva política, porque esto podría separarla de sus valiosos aliados nacionalistas. Esa cara novedosa que quieren presentar ahora se basa en reforzar la identificación del PSOE con Zapatero, al que se le adorna con las virtudes del líder beatífico, siguiendo la vieja tradición de la izquierda: honesto, solidario, adelantado a su tiempo, ecologista, feminista, científico, sensato, educado, tranquilo, sonriente... vamos, un verdadero santo laico. Y se le rodea de hombres moderados y españolistas, españolistas pero modernos, como Solbes y Bono.
Y en frente, la turbamulta, el hedor franquista, el títere de Aznar, del Gobierno invisible de FAES y los neocons, el Bush español, la crispación, el catastrofismo, las tinieblas... El zapaterismo, en fin, sigue siendo lo que fue desde el año 2000, cuando Alfonso Guerra y Maragall decidieron que aquel diputado silente impidiera el paso a José Bono: nada. Esa especie de frentepopulismo que "inventó" Zapatero, que le llevó a decir de forma tan anacrónica como carca que era un "rojo", ahora trocarse en socialismo manso. Pues, aún así, pudiera parecer que este viaje zapateresco llega tarde, pero estamos en la sociedad de la memoria frágil y el Gobierno lo sabe. Atentos.
http://www.libertaddigital.com/opiniones/opinion_40674.html
Juan Carlos Girauta, Acercate Mas...
viernes 30 de noviembre de 2007
CiU y PP
Acércate, Mas...
El 18 de mayo de 2005, CiU propuso en el Congreso de los Diputados una reforma legal "en orden a fijar un mínimo de un 50 por ciento de participación del Censo Electoral en la celebración de un referéndum para que el mismo pueda ser declarado válido".
Juan Carlos Girauta
"Acércate más, y más, y más, pero mucho más...", que diría el cubano Oswaldo Farrés, para contestarse acto seguido: "Quizás, quizás, quizás." Quizás se acerque más Artur Mas al PP de lo que algunos piensan. Quizás en su propuesta de refundación del catalanismo no llame a las cosas por su nombre porque en realidad no quiere decir lo que todos pensábamos. Quizás la "nación plena" y el "derecho a decidir" sean salvas en honor del voto soberanista y no supongan nada a fin de cuentas.
No digo que sea así. Sólo digo que quizás. Veamos. A diferencia de Carod, Mas no ha puesto fecha en el calendario a ningún referéndum de autodeterminación. A pesar de lo cual ha recibido del portavoz socialista en el Parlament, Miquel Iceta, esta sorprendente réplica:
No sería bueno que la respuesta [a una sentencia desfavorable del TC] fuese un enfrentamiento con la legitimidad democrática española, cosa de efectos nefastos para Catalunya como ya demostró por siempre jamás el triste episodio del 6 de octubre de 1934.
Sorprendente porque "el triste episodio" lo protagonizó un señor de ERC, el partido de los socios del PSC en el Gobierno catalán. Asombrosa porque el "enfrentamiento con la legitimidad democrática" lo urdieron prohombres del PSOE, el partido de Iceta, que, mira tú por dónde, no le reconocía al Gobierno español legitimidad democrática alguna ya que, en su lógica, la CEDA, a pesar de haber ganado las elecciones del 33, no podía entrar en el gobierno. Si alguien duda aún de la responsabilidad del PSOE, atienda al Prieto del exilio: "Me declaro culpable ante mi conciencia, ante el Partido Socialista y ante España entera, de mi participación en el movimiento revolucionario de Octubre. Lo declaro como culpa, como pecado, no como gloria." (1942)
Volviendo al presente, la condición que le pone Mas al PP es que retire el recurso de inconstitucionalidad contra el Estatuto. Condición discutida y discutible, toda vez que CiU no le da un valor político y jurídico relevante al resultado del referéndum estatutario. Sí, han leído bien.
El 18 de mayo de 2005, CiU propuso en el Congreso de los Diputados una reforma legal "en orden a fijar un mínimo de un 50 por ciento de participación del Censo Electoral en la celebración de un referéndum para que el mismo pueda ser declarado válido". En su justificación consta: "Las normas de juego de la democracia (...) exigen, como mínimo, una participación de la mitad del Censo Electoral para tener un valor político y jurídico relevante".
En el referéndum del estatuto catalán la participación no llegó a la mitad: la abstención fue del 50’59 %. Ergo su resultado carece de valor político y jurídico relevante para CiU. Que refunde pues Mas lo que desee pero que deje de impostar y de exigir.
Juan Carlos Girauta es uno de los autores del blog Heterodoxias.net.
http://www.libertaddigital.com/opiniones/opinion_40666.html
CiU y PP
Acércate, Mas...
El 18 de mayo de 2005, CiU propuso en el Congreso de los Diputados una reforma legal "en orden a fijar un mínimo de un 50 por ciento de participación del Censo Electoral en la celebración de un referéndum para que el mismo pueda ser declarado válido".
Juan Carlos Girauta
"Acércate más, y más, y más, pero mucho más...", que diría el cubano Oswaldo Farrés, para contestarse acto seguido: "Quizás, quizás, quizás." Quizás se acerque más Artur Mas al PP de lo que algunos piensan. Quizás en su propuesta de refundación del catalanismo no llame a las cosas por su nombre porque en realidad no quiere decir lo que todos pensábamos. Quizás la "nación plena" y el "derecho a decidir" sean salvas en honor del voto soberanista y no supongan nada a fin de cuentas.
No digo que sea así. Sólo digo que quizás. Veamos. A diferencia de Carod, Mas no ha puesto fecha en el calendario a ningún referéndum de autodeterminación. A pesar de lo cual ha recibido del portavoz socialista en el Parlament, Miquel Iceta, esta sorprendente réplica:
No sería bueno que la respuesta [a una sentencia desfavorable del TC] fuese un enfrentamiento con la legitimidad democrática española, cosa de efectos nefastos para Catalunya como ya demostró por siempre jamás el triste episodio del 6 de octubre de 1934.
Sorprendente porque "el triste episodio" lo protagonizó un señor de ERC, el partido de los socios del PSC en el Gobierno catalán. Asombrosa porque el "enfrentamiento con la legitimidad democrática" lo urdieron prohombres del PSOE, el partido de Iceta, que, mira tú por dónde, no le reconocía al Gobierno español legitimidad democrática alguna ya que, en su lógica, la CEDA, a pesar de haber ganado las elecciones del 33, no podía entrar en el gobierno. Si alguien duda aún de la responsabilidad del PSOE, atienda al Prieto del exilio: "Me declaro culpable ante mi conciencia, ante el Partido Socialista y ante España entera, de mi participación en el movimiento revolucionario de Octubre. Lo declaro como culpa, como pecado, no como gloria." (1942)
Volviendo al presente, la condición que le pone Mas al PP es que retire el recurso de inconstitucionalidad contra el Estatuto. Condición discutida y discutible, toda vez que CiU no le da un valor político y jurídico relevante al resultado del referéndum estatutario. Sí, han leído bien.
El 18 de mayo de 2005, CiU propuso en el Congreso de los Diputados una reforma legal "en orden a fijar un mínimo de un 50 por ciento de participación del Censo Electoral en la celebración de un referéndum para que el mismo pueda ser declarado válido". En su justificación consta: "Las normas de juego de la democracia (...) exigen, como mínimo, una participación de la mitad del Censo Electoral para tener un valor político y jurídico relevante".
En el referéndum del estatuto catalán la participación no llegó a la mitad: la abstención fue del 50’59 %. Ergo su resultado carece de valor político y jurídico relevante para CiU. Que refunde pues Mas lo que desee pero que deje de impostar y de exigir.
Juan Carlos Girauta es uno de los autores del blog Heterodoxias.net.
http://www.libertaddigital.com/opiniones/opinion_40666.html
Alberto Recarte, Impacto de la crisis en España
viernes 30 de noviembre de 2007
Crisis financiera y precio de la energía (y 3)
Impacto de la crisis en España
La crisis financiera internacional está actuando ya como acelerador del proceso de ajuste de la economía española.
Alberto Recarte
El presente ensayo de Alberto Recarte, que hemos publicado en tres entregas, es un análisis de la presente crisis a nivel mundial y de los efectos que pueda tener para España, realizado como base de un discurso ante la Asociación para el Progreso de la Dirección (APD). Puede consultar la primera y segunda entregas. Cualquier duda o consulta sobre este artículo será, como siempre, respondida en el consultorio económico de Libertad Digital Televisión: tomasyrecarte@libertaddigital.tv.
7. Consideraciones sobre el efecto de la crisis en España
En España apenas hay hipotecas subprime. Las entidades financieras controlan, a diferencia de las norteamericanas, el proceso de concesión de hipotecas, la tasación, las garantías y la evolución de los pagos de las cuotas hipotecarias. Por supuesto que hay hipotecas peores de lo normal, pero ese fenómeno, a pesar de los fallidos y del incremento de la mora, no existe, como tal, en España.
Por el contrario, en España hay una cantidad enorme de créditos al promotor, para compra de suelo o para financiar la construcción que, en muchas ocasiones, no tiene garantías adicionales a las del propio proyecto inmobiliario. Se trata de auténticas project finance. Si el parón de ventas de viviendas –que ya se ha producido– continúa en el tiempo y si las compañías a las que se han concedido créditos promotor no tienen fondos propios suficientes para afrontar una situación de retraso significativo de ventas, el previsible aumento de existencias sin vender, junto con el incremento de su endeudamiento, provocarán la suspensión de pagos de numerosas empresas, lo que repercutiría en el sistema financiero.
El sistema financiero español ha reaccionado con sensatez. Ha aumentado las exigencias de garantías a los prestatarios, en particular a los de tipo inmobiliario y ha subido el spread de tipos de interés. Y, mientras, intenta resolver sus problemas de financiación de su balance aumentando la remuneración de depósitos e imposiciones a plazo, a la vista de la dificultad que supone financiarse, a largo plazo, en condiciones similares a las de antes de la crisis de agosto.
Para la economía española, esa dificultad de financiación del sistema financiero es, de hecho, una dificultad de financiación del modelo de crecimiento español; se está resolviendo con un parón significativo de nuevos créditos y a tipos de interés mucho más altos para todo tipo de operaciones. Lo que no es incompatible con un euribor más bajo. La dificultad, hoy, es para España como economía, y para nuevos proyectos, no para créditos ya concedidos, que se continúan desembolsando a las condiciones previamente aprobadas, ni para créditos hipotecarios al comprador, para los que incluso podrían disminuir las cuotas hipotecarias. El problema es la nueva actividad, hipotecaria o no.
En España, confluyen, pues, diferentes fenómenos: primero, la dificultad de financiarse a largo plazo, en nuestro caso empezando por las propias entidades financieras; segundo, el peso de los créditos al promotor en muchas entidades; y tercero, la parálisis en las ventas de bienes inmuebles, que han provocado comentarios como el de Greenspan, que ha declarado que España le preocupa y que cree que hay aquí tanto riesgo inmobiliario como en Estados Unidos.
El sector de la construcción tiene un enorme peso en la economía española. Casi el 9% del PIB se obtuvo, en 2006, construyendo viviendas. Si la actividad se reduce, no ya un 50%, sino un 30%, será imposible que el PIB crezca ni tan siquiera el 2% en 2008. Las cifras que resultan son inferiores. Con un cálculo matemático, estático, es decir, en una situación rebus sic stantibus, un descenso del 30% del 9% significa una aportación negativa al crecimiento, en 2008, de 2,7 puntos. Tema aparte serían las apreciaciones sobre cómo esa merma de actividad puede afectar al consumo y, en otra ronda, a la propia inversión en sectores diferentes del de la construcción.
El panorama que se nos echa encima podría ser el de una Formación Bruta de Capital que pasara del 30% del PIB a cifras cercanas a los promedios europeos; en torno al 21% - 23% del PIB. Ese paso, que puede ocurrir más rápidamente de lo que muchos imaginan, transcurre necesariamente por una recesión o por una etapa de crecimiento claramente inferior al 2% durante bastante tiempo.
Podría parecer que la inversión en obra civil por parte de las Administraciones Públicas pudiera compensar, en parte, esa ralentización. Pero esta posibilidad es muy remota, pues las grandes obras de infraestructuras necesitan entre 5 y 10 años para obtener los permisos oportunos y, por otra parte, nuestro absurdo sistema de financiación de las autonomías y entidades locales y su obligado equilibrio financiero va a resultar en una restricción adicional a sus inversiones en los próximos años. El sector público, en tanto en cuanto inversor, no va a poder compensar a corto plazo la merma de actividad del sector privado de construcción de viviendas, lo que conllevará, a su vez, a una reducción adicional de la inversión en bienes de equipo; por eso creo en un desplome de la Formación Bruta de Capital.
¿Y el petróleo? Nada es estratégico en una economía globalizada, pero la evolución del precio del petróleo y su peso en la economía justifica que dediquemos un apartado a su previsible evolución.
Habrá un coste adicional que se traducirá en forma de transferencias al exterior y en menor crecimiento. España importa al año, aproximadamente, 1,5 millones de barriles de petróleo al día. Si el precio medio fuera de 70 dólares, como había programado el Ministerio de Economía, los pagos al exterior por este concepto serían, en 2008, de 38.300 millones de dólares.
Pero si el petróleo tuviera un precio medio de 95 dólares, los pagos subirían hasta alcanzar los 52.000 millones de dólares. Es decir, 11.700 millones de dólares más. Como, simultáneamente, se esperaba un tipo de cambio de 1,34 dólares por euro, la revalorización de la moneda europea, si se mantiene en el entorno de 1,45 dólares, significa que los pagos al exterior, en euros, crecerán en 2008 en 8.700 millones de euros sobre lo programado, el 0,8% del PIB; siempre que se mantenga la importación de la misma cantidad de petróleo, aunque lo lógico es que disminuyera.
Por tanto, el sector exterior podría restar más al crecimiento de lo que todos suponíamos.
8. Conclusión
El peor de los mundos posibles sería el del agotamiento del enorme impulso al crecimiento que ha significado la globalización. Si ésta fuera la situación, los bancos centrales de los principales países o áreas económicas tendrían que subir los tipos de interés si consideraran que es imposible mantener el crecimiento mundial a las cotas centrales, por falta de recursos humanos o de infraestructuras suficientes o de inversiones aún mayores en sectores como el de la energía, para evitar que la inflación se desbocara, como ocurrió a finales de los años setenta del siglo pasado. Pero, si creyeran que la subida de los precios de algunos bienes y de los activos es un fenómeno coyuntural y que lo fundamental es mantener el crecimiento y que esto es posible, terminarán por bajar los tipos de interés de intervención. Pero para que esa política monetaria laxa tenga éxito, como la ha tenido en los últimos quince años, es necesario que se reduzca la incertidumbre de los inversores últimos.
En ese entorno, en España confluyen, en cualquiera de los casos, dos fenómenos: una restricción sustancial del crédito y la crisis del sector de la construcción, que ha impulsado el crecimiento en los últimos años. De esta situación se sale moderando el consumo y la inversión, y aumentando el ahorro nacional. La situación de bonanza para familias y empresas habría terminado
En definitiva, la crisis financiera internacional está actuando ya como acelerador del proceso de ajuste de la economía española. Nuestro ahorro tendrá que aumentar en torno a los diez puntos del PIB, que hoy gastamos en exceso, para lo que será necesario reducir drásticamente la Formación Bruta del Capital y, moderar, significativamente, el crecimiento del consumo.Y las familias, las empresas y las Administraciones Públicas, tendrán que emprender un lento proceso de recuperación de la productividad, como el que ha permitido a Alemania, tras diez años de ajustes, ser capaz, hoy, de tener unas cuentas públicas casi equilibradas, un sector exterior en positivo y unas mejores expectativas de crecimiento, a pesar del fortalecimiento del euro o, mejor dicho, del desplome del dólar norteamericano.
http://www.libertaddigital.com/opiniones/opinion_40668.html
Crisis financiera y precio de la energía (y 3)
Impacto de la crisis en España
La crisis financiera internacional está actuando ya como acelerador del proceso de ajuste de la economía española.
Alberto Recarte
El presente ensayo de Alberto Recarte, que hemos publicado en tres entregas, es un análisis de la presente crisis a nivel mundial y de los efectos que pueda tener para España, realizado como base de un discurso ante la Asociación para el Progreso de la Dirección (APD). Puede consultar la primera y segunda entregas. Cualquier duda o consulta sobre este artículo será, como siempre, respondida en el consultorio económico de Libertad Digital Televisión: tomasyrecarte@libertaddigital.tv.
7. Consideraciones sobre el efecto de la crisis en España
En España apenas hay hipotecas subprime. Las entidades financieras controlan, a diferencia de las norteamericanas, el proceso de concesión de hipotecas, la tasación, las garantías y la evolución de los pagos de las cuotas hipotecarias. Por supuesto que hay hipotecas peores de lo normal, pero ese fenómeno, a pesar de los fallidos y del incremento de la mora, no existe, como tal, en España.
Por el contrario, en España hay una cantidad enorme de créditos al promotor, para compra de suelo o para financiar la construcción que, en muchas ocasiones, no tiene garantías adicionales a las del propio proyecto inmobiliario. Se trata de auténticas project finance. Si el parón de ventas de viviendas –que ya se ha producido– continúa en el tiempo y si las compañías a las que se han concedido créditos promotor no tienen fondos propios suficientes para afrontar una situación de retraso significativo de ventas, el previsible aumento de existencias sin vender, junto con el incremento de su endeudamiento, provocarán la suspensión de pagos de numerosas empresas, lo que repercutiría en el sistema financiero.
El sistema financiero español ha reaccionado con sensatez. Ha aumentado las exigencias de garantías a los prestatarios, en particular a los de tipo inmobiliario y ha subido el spread de tipos de interés. Y, mientras, intenta resolver sus problemas de financiación de su balance aumentando la remuneración de depósitos e imposiciones a plazo, a la vista de la dificultad que supone financiarse, a largo plazo, en condiciones similares a las de antes de la crisis de agosto.
Para la economía española, esa dificultad de financiación del sistema financiero es, de hecho, una dificultad de financiación del modelo de crecimiento español; se está resolviendo con un parón significativo de nuevos créditos y a tipos de interés mucho más altos para todo tipo de operaciones. Lo que no es incompatible con un euribor más bajo. La dificultad, hoy, es para España como economía, y para nuevos proyectos, no para créditos ya concedidos, que se continúan desembolsando a las condiciones previamente aprobadas, ni para créditos hipotecarios al comprador, para los que incluso podrían disminuir las cuotas hipotecarias. El problema es la nueva actividad, hipotecaria o no.
En España, confluyen, pues, diferentes fenómenos: primero, la dificultad de financiarse a largo plazo, en nuestro caso empezando por las propias entidades financieras; segundo, el peso de los créditos al promotor en muchas entidades; y tercero, la parálisis en las ventas de bienes inmuebles, que han provocado comentarios como el de Greenspan, que ha declarado que España le preocupa y que cree que hay aquí tanto riesgo inmobiliario como en Estados Unidos.
El sector de la construcción tiene un enorme peso en la economía española. Casi el 9% del PIB se obtuvo, en 2006, construyendo viviendas. Si la actividad se reduce, no ya un 50%, sino un 30%, será imposible que el PIB crezca ni tan siquiera el 2% en 2008. Las cifras que resultan son inferiores. Con un cálculo matemático, estático, es decir, en una situación rebus sic stantibus, un descenso del 30% del 9% significa una aportación negativa al crecimiento, en 2008, de 2,7 puntos. Tema aparte serían las apreciaciones sobre cómo esa merma de actividad puede afectar al consumo y, en otra ronda, a la propia inversión en sectores diferentes del de la construcción.
El panorama que se nos echa encima podría ser el de una Formación Bruta de Capital que pasara del 30% del PIB a cifras cercanas a los promedios europeos; en torno al 21% - 23% del PIB. Ese paso, que puede ocurrir más rápidamente de lo que muchos imaginan, transcurre necesariamente por una recesión o por una etapa de crecimiento claramente inferior al 2% durante bastante tiempo.
Podría parecer que la inversión en obra civil por parte de las Administraciones Públicas pudiera compensar, en parte, esa ralentización. Pero esta posibilidad es muy remota, pues las grandes obras de infraestructuras necesitan entre 5 y 10 años para obtener los permisos oportunos y, por otra parte, nuestro absurdo sistema de financiación de las autonomías y entidades locales y su obligado equilibrio financiero va a resultar en una restricción adicional a sus inversiones en los próximos años. El sector público, en tanto en cuanto inversor, no va a poder compensar a corto plazo la merma de actividad del sector privado de construcción de viviendas, lo que conllevará, a su vez, a una reducción adicional de la inversión en bienes de equipo; por eso creo en un desplome de la Formación Bruta de Capital.
¿Y el petróleo? Nada es estratégico en una economía globalizada, pero la evolución del precio del petróleo y su peso en la economía justifica que dediquemos un apartado a su previsible evolución.
Habrá un coste adicional que se traducirá en forma de transferencias al exterior y en menor crecimiento. España importa al año, aproximadamente, 1,5 millones de barriles de petróleo al día. Si el precio medio fuera de 70 dólares, como había programado el Ministerio de Economía, los pagos al exterior por este concepto serían, en 2008, de 38.300 millones de dólares.
Pero si el petróleo tuviera un precio medio de 95 dólares, los pagos subirían hasta alcanzar los 52.000 millones de dólares. Es decir, 11.700 millones de dólares más. Como, simultáneamente, se esperaba un tipo de cambio de 1,34 dólares por euro, la revalorización de la moneda europea, si se mantiene en el entorno de 1,45 dólares, significa que los pagos al exterior, en euros, crecerán en 2008 en 8.700 millones de euros sobre lo programado, el 0,8% del PIB; siempre que se mantenga la importación de la misma cantidad de petróleo, aunque lo lógico es que disminuyera.
Por tanto, el sector exterior podría restar más al crecimiento de lo que todos suponíamos.
8. Conclusión
El peor de los mundos posibles sería el del agotamiento del enorme impulso al crecimiento que ha significado la globalización. Si ésta fuera la situación, los bancos centrales de los principales países o áreas económicas tendrían que subir los tipos de interés si consideraran que es imposible mantener el crecimiento mundial a las cotas centrales, por falta de recursos humanos o de infraestructuras suficientes o de inversiones aún mayores en sectores como el de la energía, para evitar que la inflación se desbocara, como ocurrió a finales de los años setenta del siglo pasado. Pero, si creyeran que la subida de los precios de algunos bienes y de los activos es un fenómeno coyuntural y que lo fundamental es mantener el crecimiento y que esto es posible, terminarán por bajar los tipos de interés de intervención. Pero para que esa política monetaria laxa tenga éxito, como la ha tenido en los últimos quince años, es necesario que se reduzca la incertidumbre de los inversores últimos.
En ese entorno, en España confluyen, en cualquiera de los casos, dos fenómenos: una restricción sustancial del crédito y la crisis del sector de la construcción, que ha impulsado el crecimiento en los últimos años. De esta situación se sale moderando el consumo y la inversión, y aumentando el ahorro nacional. La situación de bonanza para familias y empresas habría terminado
En definitiva, la crisis financiera internacional está actuando ya como acelerador del proceso de ajuste de la economía española. Nuestro ahorro tendrá que aumentar en torno a los diez puntos del PIB, que hoy gastamos en exceso, para lo que será necesario reducir drásticamente la Formación Bruta del Capital y, moderar, significativamente, el crecimiento del consumo.Y las familias, las empresas y las Administraciones Públicas, tendrán que emprender un lento proceso de recuperación de la productividad, como el que ha permitido a Alemania, tras diez años de ajustes, ser capaz, hoy, de tener unas cuentas públicas casi equilibradas, un sector exterior en positivo y unas mejores expectativas de crecimiento, a pesar del fortalecimiento del euro o, mejor dicho, del desplome del dólar norteamericano.
http://www.libertaddigital.com/opiniones/opinion_40668.html
¿Que mas les espera a las victimas?
30-XI-2007
¿Qué más les espera a las víctimas?
Lo que es seguro es que, desgraciadamente, cabe esperar muchas más cosas -y todavía peores- que las que ya lleva sufridas las victimas del terrorismo en esta sucia ruta que José Luis Rodríguez Zapatero no piensa abandonar.
EDITORIAL
Con ocasión de la bochornosa querella socialista que trata de criminalizar y cercenar la libertad de expresión del presidente de la Asociación Víctimas del Terrorismo, el diputado del PP Alejandro Ballesteros ha afirmado que "hoy concluye la hoja de ruta del señor Zapatero con las víctimas del terrorismo". Nosotros, sin embargo, nos decantamos más por ese interrogante de futuro que se ha planteado el propio Alcaraz al preguntarse "qué es lo próximo que le tiene preparado" este Gobierno.
Ciertamente, ¿qué más pueden esperar Alcaraz, las víctimas y, con ellas, todos los españoles, de este Gobierno empeñado en maquillar de paz sus alianzas políticas con los secesionistas?
¿Qué se puede esperar de un Gobierno que ha devuelto a la legalidad y a la subvención pública a los proetarras y que ya compartió con ellos la alegría de ver aprobada en Estrasburgo una resolución que daba interlocución a los pistoleros?
¿Qué se puede esperar de un Gobierno que prenegoció una tregua y que maquilló de "comunicado de paz" lo que nunca fue otra cosa más que un chantaje a la espera del cumplimiento de toda una serie de compromisos? ¿Qué esperar de un Gobierno que dijo haber verificado una "voluntad de paz" que contradecían incluso las propias advertencias y amenazas de los terroristas y que llegó a cuestionar la existencia de cartas de extorsión a empresarios vascos y navarros, a pesar de que los propios etarras las justificaban por razones de financiación?
¿Qué se puede esperar de un Gobierno que ha silenciado –si no ordenado– un chivatazo policial que advertía a los extorsionadores de ETA de que estaban siendo vigilados por orden de un juez? ¿Qué se puede esperar de un Gobierno que, a través de la Fiscalía General del Estado, hizo suya la reivindicación de ETA de "que la ley no sea obstáculo" en un mal llamado y no repudiado "proceso de paz"?
¿Qué se puede esperar de un Gobierno que llegó a llamar a jueces y fiscales a "ensuciar sus togas por el polvo del camino"? ¿Qué se puede esperar de un Gobierno que trató de excarcelar al sanguinario e irredento Ignacio de Juan Chaos o que instó a la fiscalía a retirar sus denuncias contra Arnaldo Otegi? ¿Qué esperar de quien califica a Arnaldo Otegi o Josu Ternera como "hombres de paz"?
No creemos que el Gobierno tenga ya "preparado" su próximo paso, entre otras cosas porque todo dependerá de la docilidad o resistencia que encuentre. Pero lo que es seguro es que de este Gobierno se puede esperar muchas más cosas –y todavía peores– que las que ya llevan sufridas las víctimas del terrorismo en esta sucia ruta que José Luis Rodríguez Zapatero no piensa abandonar.
http://www.libertaddigital.com/opiniones/opinion_40678.html
¿Qué más les espera a las víctimas?
Lo que es seguro es que, desgraciadamente, cabe esperar muchas más cosas -y todavía peores- que las que ya lleva sufridas las victimas del terrorismo en esta sucia ruta que José Luis Rodríguez Zapatero no piensa abandonar.
EDITORIAL
Con ocasión de la bochornosa querella socialista que trata de criminalizar y cercenar la libertad de expresión del presidente de la Asociación Víctimas del Terrorismo, el diputado del PP Alejandro Ballesteros ha afirmado que "hoy concluye la hoja de ruta del señor Zapatero con las víctimas del terrorismo". Nosotros, sin embargo, nos decantamos más por ese interrogante de futuro que se ha planteado el propio Alcaraz al preguntarse "qué es lo próximo que le tiene preparado" este Gobierno.
Ciertamente, ¿qué más pueden esperar Alcaraz, las víctimas y, con ellas, todos los españoles, de este Gobierno empeñado en maquillar de paz sus alianzas políticas con los secesionistas?
¿Qué se puede esperar de un Gobierno que ha devuelto a la legalidad y a la subvención pública a los proetarras y que ya compartió con ellos la alegría de ver aprobada en Estrasburgo una resolución que daba interlocución a los pistoleros?
¿Qué se puede esperar de un Gobierno que prenegoció una tregua y que maquilló de "comunicado de paz" lo que nunca fue otra cosa más que un chantaje a la espera del cumplimiento de toda una serie de compromisos? ¿Qué esperar de un Gobierno que dijo haber verificado una "voluntad de paz" que contradecían incluso las propias advertencias y amenazas de los terroristas y que llegó a cuestionar la existencia de cartas de extorsión a empresarios vascos y navarros, a pesar de que los propios etarras las justificaban por razones de financiación?
¿Qué se puede esperar de un Gobierno que ha silenciado –si no ordenado– un chivatazo policial que advertía a los extorsionadores de ETA de que estaban siendo vigilados por orden de un juez? ¿Qué se puede esperar de un Gobierno que, a través de la Fiscalía General del Estado, hizo suya la reivindicación de ETA de "que la ley no sea obstáculo" en un mal llamado y no repudiado "proceso de paz"?
¿Qué se puede esperar de un Gobierno que llegó a llamar a jueces y fiscales a "ensuciar sus togas por el polvo del camino"? ¿Qué se puede esperar de un Gobierno que trató de excarcelar al sanguinario e irredento Ignacio de Juan Chaos o que instó a la fiscalía a retirar sus denuncias contra Arnaldo Otegi? ¿Qué esperar de quien califica a Arnaldo Otegi o Josu Ternera como "hombres de paz"?
No creemos que el Gobierno tenga ya "preparado" su próximo paso, entre otras cosas porque todo dependerá de la docilidad o resistencia que encuentre. Pero lo que es seguro es que de este Gobierno se puede esperar muchas más cosas –y todavía peores– que las que ya llevan sufridas las víctimas del terrorismo en esta sucia ruta que José Luis Rodríguez Zapatero no piensa abandonar.
http://www.libertaddigital.com/opiniones/opinion_40678.html
Que las urnas lo callen
30-XI-2007
Que las urnas lo callen
Nada nos gustaría más que el gorila rojo fuera derrotado en las urnas y este lo admitiera sin ambages. Pero parece el más improbable de los escenarios.
Mientras la televisión de Prisa emitía en sus informativos un publirreportaje sobre el régimen chavista intentando presentarlo como una mera socialdemocracia preocupada por los pobres, en la propia Venezuela la oposición congregaba a cientos de miles de personas esperanzadas con la posibilidad de que, por fin, las urnas le den un revés a Chávez. Le han dado alas las protestas estudiantiles, los ecos del cierre de Radio Caracas Televisión y la certeza de que tras esta votación el gorila rojo podrá acelerar la implantación del totalitarismo al que llama "socialismo del siglo XXI" y que no se diferencia nada del impuesto a sangre y fuego en el XX.
El domingo 2 de diciembre no se votará una reforma constitucional sino una Constitución nueva, tan amplios y profundos son los cambios propuestos a 69 artículos. La novedad que más ha llamado la atención ha sido la posibilidad de que Chávez se eternice en el poder, pero esto es de una importancia insignificante si se compara con el resto de las reformas, que indican qué podrá hacer con ese poder. Y lo que se le permitirá es mucho.
El nuevo texto reconoce la propiedad privada pero no la califica ya de derecho, abre la puerta a la expropiación sin ninguna causa que la justifique y promueve todo tipo de "propiedades" cuya única función es poner. No hace falta irse a los teóricos liberales para reconocer que esto pone en sus manos un poder absoluto; basta recordar lo que dijera Trostky: "En un país donde el único patrono es el Estado, la oposición significa la muerte por debilidad lenta. El viejo principio de que quien que no trabaje no comerá ha sido remplazado por uno nuevo: el que no obedezca no comerá". La eliminación de la propiedad privada significa, simple y llanamente, la destrucción de toda libertad, porque nadie dispondrá de un espacio en el que el Estado no pueda entrometerse.
Además, la Constitución complemente los tres poderes clásicos definidos por Montesquieu con el "poder popular", cuyas características se desconocen y no son precisadas, pero es de sospechar que se refiera a las comunas, una organización al estilo de los soviets con las que Chávez pretende eliminar cualquier posibilidad de independencia de los poderes regionales y municipales. También ofrece la posibilidad de decretar un estado de excepción en el que muchas garantías quedan anuladas, incluyendo la libertad de expresión.
Todas estas razones han llevado a una parte de lo que se denomina como "chavismo social", es decir, los partidarios no radicales, a decantarse por el no y hacerlo crecer en las encuestas bastante por encima del sí. El problema es que Chávez jamás aceptará ni admitirá un resultado adverso. Controla la junta electoral, de modo que puede asegurarse de que ésta anuncie una victoria tan amplia como desee. Sin embargo, estando los sondeos en su contra, y si no hay demasiada abstención, es poco probable que los venezolanos se lo creyeran. Eso pondría al golpista en una situación muy delicada, sobre todo teniendo en cuenta que muchas voces del chavismo ya se han mostrado contrarias a la reforma y a que los mandos medios del Ejército están sumamente descontentos con ella.
Nada nos gustaría más que el gorila rojo fuera derrotado en las urnas y este lo admitiera sin ambages. Pero parece el más improbable de los escenarios. A los dictadores –y Chávez lo es– no los suelen callar las urnas.
http://www.libertaddigital.com/opiniones/opinion_40677.html
Que las urnas lo callen
Nada nos gustaría más que el gorila rojo fuera derrotado en las urnas y este lo admitiera sin ambages. Pero parece el más improbable de los escenarios.
Mientras la televisión de Prisa emitía en sus informativos un publirreportaje sobre el régimen chavista intentando presentarlo como una mera socialdemocracia preocupada por los pobres, en la propia Venezuela la oposición congregaba a cientos de miles de personas esperanzadas con la posibilidad de que, por fin, las urnas le den un revés a Chávez. Le han dado alas las protestas estudiantiles, los ecos del cierre de Radio Caracas Televisión y la certeza de que tras esta votación el gorila rojo podrá acelerar la implantación del totalitarismo al que llama "socialismo del siglo XXI" y que no se diferencia nada del impuesto a sangre y fuego en el XX.
El domingo 2 de diciembre no se votará una reforma constitucional sino una Constitución nueva, tan amplios y profundos son los cambios propuestos a 69 artículos. La novedad que más ha llamado la atención ha sido la posibilidad de que Chávez se eternice en el poder, pero esto es de una importancia insignificante si se compara con el resto de las reformas, que indican qué podrá hacer con ese poder. Y lo que se le permitirá es mucho.
El nuevo texto reconoce la propiedad privada pero no la califica ya de derecho, abre la puerta a la expropiación sin ninguna causa que la justifique y promueve todo tipo de "propiedades" cuya única función es poner. No hace falta irse a los teóricos liberales para reconocer que esto pone en sus manos un poder absoluto; basta recordar lo que dijera Trostky: "En un país donde el único patrono es el Estado, la oposición significa la muerte por debilidad lenta. El viejo principio de que quien que no trabaje no comerá ha sido remplazado por uno nuevo: el que no obedezca no comerá". La eliminación de la propiedad privada significa, simple y llanamente, la destrucción de toda libertad, porque nadie dispondrá de un espacio en el que el Estado no pueda entrometerse.
Además, la Constitución complemente los tres poderes clásicos definidos por Montesquieu con el "poder popular", cuyas características se desconocen y no son precisadas, pero es de sospechar que se refiera a las comunas, una organización al estilo de los soviets con las que Chávez pretende eliminar cualquier posibilidad de independencia de los poderes regionales y municipales. También ofrece la posibilidad de decretar un estado de excepción en el que muchas garantías quedan anuladas, incluyendo la libertad de expresión.
Todas estas razones han llevado a una parte de lo que se denomina como "chavismo social", es decir, los partidarios no radicales, a decantarse por el no y hacerlo crecer en las encuestas bastante por encima del sí. El problema es que Chávez jamás aceptará ni admitirá un resultado adverso. Controla la junta electoral, de modo que puede asegurarse de que ésta anuncie una victoria tan amplia como desee. Sin embargo, estando los sondeos en su contra, y si no hay demasiada abstención, es poco probable que los venezolanos se lo creyeran. Eso pondría al golpista en una situación muy delicada, sobre todo teniendo en cuenta que muchas voces del chavismo ya se han mostrado contrarias a la reforma y a que los mandos medios del Ejército están sumamente descontentos con ella.
Nada nos gustaría más que el gorila rojo fuera derrotado en las urnas y este lo admitiera sin ambages. Pero parece el más improbable de los escenarios. A los dictadores –y Chávez lo es– no los suelen callar las urnas.
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jueves, noviembre 29, 2007
Carmen Posada, Que me duerman por Navidad
jueves 29 de noviembre de 2007
Que me duerman por Navidad
Siempre que llegan estas fechas y el alcalde comienza a torturarnos colgando sus perifollos navideños ¡más de un mes y medio antes de tiempo!, yo me acuerdo de Marta. Y es que así se llamaba una amiga uruguaya de mi madre que fue toda una pionera en lo que podemos llamar la ‘posfamilia’. Esta expresión, que le tomo prestada a mi buen amigo Fernando Schwartz y que me parece genial, sirve para describir la actual realidad familiar de muchas personas con hijos de uno y otro cónyuge de matrimonios anteriores, con nueva familia, ex familia, primera suegra, segunda suegra, tercera suegra, el/la novio/a de mamá, el/la novio/a papá, etcétera. Y dicha expresión sirve también para plantear nuevos retos emocionales: ¿qué pasa si me divorcio de X, pero sigo queriendo como si fuera mío a su hijo, Z? ¿ Puedo pedir régimen de visitas? ¿Y mis dos hijos, que se han criado con el de X, dejan con nuestro divorcio de ser hermanos de Z? Y si resulta que adoro a mi suegro de mi primer matrimonio y detesto al actual, ¿tengo que dejar de ver a uno y sustituirlo por el otro? Como digo, Marta era toda una avanzada en esto de la posfamilia. Tenía, para que se hagan una idea, dos hijos del primer matrimonio, uno del segundo y había vivido diez años con dos hijas de su tercer marido, a las que adoraba. Para complicar más el asunto, este tercer marido la había dejado por Rubén, el profesor de tenis de ambos, con el que Marta, a su vez, había tenido, en tiempos, un romance tórrido. Esta situación, digna de aquella serie americana tan divertida de nombre Soap, era ya muy complicada durante todo el año, pero cuando se acercaba la Navidad con su ‘noche de paz’, su milonga de «amaos los unos a los otros» y aquello de «bienaventurados los hombres de buena voluntad», la cosa se tornaba realmente letal: su primer marido, que era todo un facha, se negaba en redondo a que sus dos hijos se juntaran con las hijas del tercero, puesto que tenían, según él, un padre maricón. El segundo marido, que odiaba al facha, no permitía que sus churumbeles comieran turrón con los del primer matrimonio. Y el tercer marido, que no en vano se había puesto el mundo por montera, decía que a él la Navidad le importaba una jota y que se largaba a Cancún con Rubén, dejándole a Marta sus hijas para que «la acompañaran en esas fiestas entrañables». Con este papeletón y otros detalles que les ahorro, porque no me iban ustedes a creer, apenas alumbraba el mes de diciembre a Marta ya se le empezaba a demudar la cara. Andaba la pobre como loca comprando regalos para toda su enorme posfamilia y, lo que es aún más trabajoso, templando gaitas y emulando a Metternich u otros famosos negociadores y estrategas mundiales para que la ‘noche de paz’ fuera lo menos espeluznante posible. Cuando uno se la encontraba por ahí y le hacía la consabida pregunta de: «¿Qué tal, Marta?, ¿qué le vas a pedir a los Reyes?», ella suspiraba consternada: «Yo lo que quiero es que me duerman por Navidad y despertar el 7 de enero». Son muchas las personas que dicen detestar la Navidad y siempre que se habla del tema repiten los mismos argumentos: que si les espanta esa explosión de espumillón, Peces en el río y demás perifollos navideños que tiene uno que tolerar desde el mes de noviembre y, a veces, desde octubre. Que si se gasta uno un pastón en regalos que no le gustan a nadie. Que si no aguantan los atascos y la ciudad congestionada… Rara vez, en cambio, se habla de lo que verdaderamente duele, el hecho de que la Navidad pone en evidencia las contradicciones y complicaciones de lo que hoy es el mundo de los sentimientos. La vida de muchos de nosotros se ha convertido en un ejercicio de malabarismo con muchas pelotitas que mantener en el aire al mismo tiempo: nuestros padres, nuestros hijos, nuestros amigos. Y a estas pelotitas se unen, además, todas las que provienen de las posfamilias. Por eso, no me extraña que tantos tengamos alergia a la Navidad. Ya sea por la sobredosis de presencias o por las muchas ausencias, cada vez somos más los que deseamos que llegue ¡ya! el salvador 7 de enero.
http://www.xlsemanal.com/web/firma.php?id_edicion=2607&id_firma=4951
Que me duerman por Navidad
Siempre que llegan estas fechas y el alcalde comienza a torturarnos colgando sus perifollos navideños ¡más de un mes y medio antes de tiempo!, yo me acuerdo de Marta. Y es que así se llamaba una amiga uruguaya de mi madre que fue toda una pionera en lo que podemos llamar la ‘posfamilia’. Esta expresión, que le tomo prestada a mi buen amigo Fernando Schwartz y que me parece genial, sirve para describir la actual realidad familiar de muchas personas con hijos de uno y otro cónyuge de matrimonios anteriores, con nueva familia, ex familia, primera suegra, segunda suegra, tercera suegra, el/la novio/a de mamá, el/la novio/a papá, etcétera. Y dicha expresión sirve también para plantear nuevos retos emocionales: ¿qué pasa si me divorcio de X, pero sigo queriendo como si fuera mío a su hijo, Z? ¿ Puedo pedir régimen de visitas? ¿Y mis dos hijos, que se han criado con el de X, dejan con nuestro divorcio de ser hermanos de Z? Y si resulta que adoro a mi suegro de mi primer matrimonio y detesto al actual, ¿tengo que dejar de ver a uno y sustituirlo por el otro? Como digo, Marta era toda una avanzada en esto de la posfamilia. Tenía, para que se hagan una idea, dos hijos del primer matrimonio, uno del segundo y había vivido diez años con dos hijas de su tercer marido, a las que adoraba. Para complicar más el asunto, este tercer marido la había dejado por Rubén, el profesor de tenis de ambos, con el que Marta, a su vez, había tenido, en tiempos, un romance tórrido. Esta situación, digna de aquella serie americana tan divertida de nombre Soap, era ya muy complicada durante todo el año, pero cuando se acercaba la Navidad con su ‘noche de paz’, su milonga de «amaos los unos a los otros» y aquello de «bienaventurados los hombres de buena voluntad», la cosa se tornaba realmente letal: su primer marido, que era todo un facha, se negaba en redondo a que sus dos hijos se juntaran con las hijas del tercero, puesto que tenían, según él, un padre maricón. El segundo marido, que odiaba al facha, no permitía que sus churumbeles comieran turrón con los del primer matrimonio. Y el tercer marido, que no en vano se había puesto el mundo por montera, decía que a él la Navidad le importaba una jota y que se largaba a Cancún con Rubén, dejándole a Marta sus hijas para que «la acompañaran en esas fiestas entrañables». Con este papeletón y otros detalles que les ahorro, porque no me iban ustedes a creer, apenas alumbraba el mes de diciembre a Marta ya se le empezaba a demudar la cara. Andaba la pobre como loca comprando regalos para toda su enorme posfamilia y, lo que es aún más trabajoso, templando gaitas y emulando a Metternich u otros famosos negociadores y estrategas mundiales para que la ‘noche de paz’ fuera lo menos espeluznante posible. Cuando uno se la encontraba por ahí y le hacía la consabida pregunta de: «¿Qué tal, Marta?, ¿qué le vas a pedir a los Reyes?», ella suspiraba consternada: «Yo lo que quiero es que me duerman por Navidad y despertar el 7 de enero». Son muchas las personas que dicen detestar la Navidad y siempre que se habla del tema repiten los mismos argumentos: que si les espanta esa explosión de espumillón, Peces en el río y demás perifollos navideños que tiene uno que tolerar desde el mes de noviembre y, a veces, desde octubre. Que si se gasta uno un pastón en regalos que no le gustan a nadie. Que si no aguantan los atascos y la ciudad congestionada… Rara vez, en cambio, se habla de lo que verdaderamente duele, el hecho de que la Navidad pone en evidencia las contradicciones y complicaciones de lo que hoy es el mundo de los sentimientos. La vida de muchos de nosotros se ha convertido en un ejercicio de malabarismo con muchas pelotitas que mantener en el aire al mismo tiempo: nuestros padres, nuestros hijos, nuestros amigos. Y a estas pelotitas se unen, además, todas las que provienen de las posfamilias. Por eso, no me extraña que tantos tengamos alergia a la Navidad. Ya sea por la sobredosis de presencias o por las muchas ausencias, cada vez somos más los que deseamos que llegue ¡ya! el salvador 7 de enero.
http://www.xlsemanal.com/web/firma.php?id_edicion=2607&id_firma=4951
Carlos Herrera, Comer en Miami (I)
jueves 29 de noviembre de 2007
Comer en Miami (I)
A Miami no deja de pasarle lo que a Nueva York: la estacionalidad es un hándicap a la hora de recomendar algún lugar curioso para la pitanza. No es imposible, no obstante, establecer una guía imprescindible para los tres o cuatro días que suele pasar un mortal en la ciudad del calor y la humedad. Engaña Miami: para comer bien es menos hispano de lo que aparenta y no todo lo que lleva nombre español es, ni mucho menos, garantía de satisfacción. Antes al contrario, desconfíen. Después de muchos años de idas y venidas, de estancias y ausencias, sólo puedo decir haber comido aceptablemente en un par de lugares con nombre español. Uno es Ideas, en Coral Gables (2823 Bird Avenue), que no tiene más misterio que exhibir un excelente producto importado por el propietario, célebre importador de pescado que no repara en comprar lo mejor y en las mejores condiciones posibles; el cocinero es de Valladolid y asa incomparablemente bien. Fuera de él, hay que desconfiar. En la calle Ocho de Pequeña Habana ocupaba un lugar privilegiado el Centro Vasco del inigualable Juanito, un vascorro recriado en Cuba que huyó por dos veces de las tierras en las que estaba asentado, primero España y luego la isla antillana así llegó Fidel y mandó a robar. Juanito lucía un indomable acento vizcaíno y tenía en su restaurante un auténtico centro de poder e influencia de la ciudad, pero una vez fallecido fue decayendo y acabó cerrando tras un incendio. En realidad lo que ocurrió es que anunciaron la actuación de un artista de la isla y eso sentó como un tiro en los ambientes anticastristas del Miami más severo: el tipo jamás llegó a actuar y las revueltas acabaron en fuego. Nunca se acabó de saber que pasó, pero el restaurante de Juanito, adonde iban los candidatos norteamericanos a la presidencia a hacer campaña, se difuminó. Hoy, para ver una réplica, hay que ir curiosamente al original, en la trasera habanera del hotel Cohiba, donde permanece intacto el original caserío que hubo de abandonar así se lo mangó la revolución. En la calle Ocho sigue Juancho, que no está del todo mal y es lugar en el que uno puede reparar el estómago herido por tanta hamburguesa y tantas french fries de bote. Hablando de hamburguesas: la más sugestiva, no sólo por la calidad de su carne, la ofrece el célebre News Cafe, en Ocean Drive, la calle más famosa de Miami Beach, esa que sale en todas las películas poblada por muchachas siliconadas y efebos de pantalón ceñido y corto. Coches fastuosos, la mansión de Versace y el tránsito incesante de horteras y exquisitos hacen de esta calle un espectáculo recomendable a pie de playa. En el News Cafe, además, puede comprar prensa española y saborear unas patatas fritas particularmente superiores a las que ofrece cualquier lugar del entorno. Si la época no es de calor agobiante, resulta muy recomendable sentarse en la terraza y entretenerse con el desfile de unos y otras. En el mismo Beach, por no salir de él, hay un par de alternativas más, aunque la principal, Prime One Twelve, será objeto de capítulo aparte. Perpendicular a Collins Avenue, paralela principal de Ocean Drive, se encuentra el tramo peatonal de la calle Lincoln. Allí proliferan algunos restaurantes de buena voluntad e impredecible acierto, pero es un paseo divertido y una calle con animación indiscutible. Algún italiano de la zona es aceptable. En la punta del South Beach, donde acaba esa franja larga de hoteles y barcos que es Miami Beach, tiene su asiento el tradicional y múltiple Smith and Wolensky, cadena de comederos de carne de particular prestigio. Ya saben que la carne norteamericana es excelente, aunque la cocinen de forma que no aprovecha al máximo sus excelencias: no la calientan –por dentro queda fría si a uno le gusta poco hecha– y no la salan debidamente. Se trata de pedir que la cocinen rear, filetearla y pedir que le echen sal y la pasen un poco. Así queda excelente. Smith and Wolensky es un clásico con buena bodega y con una terraza imponente. Si quiere otro clásico de elegancia contrastada no deje de visitar The Forge, en la calle 41, siempre sin salir del Beach: selecto, afrancesado, con excelente producto y mejor bodega. No es mala opción; de hecho, a las estrellas les entusiasma. El cambio euro-dólar nos permite comer sin dejarnos media vida en la factura, con lo que la semana que viene hablaremos del downtown y de algunos lugares inolvidables.
http://www.xlsemanal.com/web/firma.php?id_edicion=2607&id_firma=4950
Comer en Miami (I)
A Miami no deja de pasarle lo que a Nueva York: la estacionalidad es un hándicap a la hora de recomendar algún lugar curioso para la pitanza. No es imposible, no obstante, establecer una guía imprescindible para los tres o cuatro días que suele pasar un mortal en la ciudad del calor y la humedad. Engaña Miami: para comer bien es menos hispano de lo que aparenta y no todo lo que lleva nombre español es, ni mucho menos, garantía de satisfacción. Antes al contrario, desconfíen. Después de muchos años de idas y venidas, de estancias y ausencias, sólo puedo decir haber comido aceptablemente en un par de lugares con nombre español. Uno es Ideas, en Coral Gables (2823 Bird Avenue), que no tiene más misterio que exhibir un excelente producto importado por el propietario, célebre importador de pescado que no repara en comprar lo mejor y en las mejores condiciones posibles; el cocinero es de Valladolid y asa incomparablemente bien. Fuera de él, hay que desconfiar. En la calle Ocho de Pequeña Habana ocupaba un lugar privilegiado el Centro Vasco del inigualable Juanito, un vascorro recriado en Cuba que huyó por dos veces de las tierras en las que estaba asentado, primero España y luego la isla antillana así llegó Fidel y mandó a robar. Juanito lucía un indomable acento vizcaíno y tenía en su restaurante un auténtico centro de poder e influencia de la ciudad, pero una vez fallecido fue decayendo y acabó cerrando tras un incendio. En realidad lo que ocurrió es que anunciaron la actuación de un artista de la isla y eso sentó como un tiro en los ambientes anticastristas del Miami más severo: el tipo jamás llegó a actuar y las revueltas acabaron en fuego. Nunca se acabó de saber que pasó, pero el restaurante de Juanito, adonde iban los candidatos norteamericanos a la presidencia a hacer campaña, se difuminó. Hoy, para ver una réplica, hay que ir curiosamente al original, en la trasera habanera del hotel Cohiba, donde permanece intacto el original caserío que hubo de abandonar así se lo mangó la revolución. En la calle Ocho sigue Juancho, que no está del todo mal y es lugar en el que uno puede reparar el estómago herido por tanta hamburguesa y tantas french fries de bote. Hablando de hamburguesas: la más sugestiva, no sólo por la calidad de su carne, la ofrece el célebre News Cafe, en Ocean Drive, la calle más famosa de Miami Beach, esa que sale en todas las películas poblada por muchachas siliconadas y efebos de pantalón ceñido y corto. Coches fastuosos, la mansión de Versace y el tránsito incesante de horteras y exquisitos hacen de esta calle un espectáculo recomendable a pie de playa. En el News Cafe, además, puede comprar prensa española y saborear unas patatas fritas particularmente superiores a las que ofrece cualquier lugar del entorno. Si la época no es de calor agobiante, resulta muy recomendable sentarse en la terraza y entretenerse con el desfile de unos y otras. En el mismo Beach, por no salir de él, hay un par de alternativas más, aunque la principal, Prime One Twelve, será objeto de capítulo aparte. Perpendicular a Collins Avenue, paralela principal de Ocean Drive, se encuentra el tramo peatonal de la calle Lincoln. Allí proliferan algunos restaurantes de buena voluntad e impredecible acierto, pero es un paseo divertido y una calle con animación indiscutible. Algún italiano de la zona es aceptable. En la punta del South Beach, donde acaba esa franja larga de hoteles y barcos que es Miami Beach, tiene su asiento el tradicional y múltiple Smith and Wolensky, cadena de comederos de carne de particular prestigio. Ya saben que la carne norteamericana es excelente, aunque la cocinen de forma que no aprovecha al máximo sus excelencias: no la calientan –por dentro queda fría si a uno le gusta poco hecha– y no la salan debidamente. Se trata de pedir que la cocinen rear, filetearla y pedir que le echen sal y la pasen un poco. Así queda excelente. Smith and Wolensky es un clásico con buena bodega y con una terraza imponente. Si quiere otro clásico de elegancia contrastada no deje de visitar The Forge, en la calle 41, siempre sin salir del Beach: selecto, afrancesado, con excelente producto y mejor bodega. No es mala opción; de hecho, a las estrellas les entusiasma. El cambio euro-dólar nos permite comer sin dejarnos media vida en la factura, con lo que la semana que viene hablaremos del downtown y de algunos lugares inolvidables.
http://www.xlsemanal.com/web/firma.php?id_edicion=2607&id_firma=4950
Manuel de Prada, Catolico y coñon que es uno
jueves 29 de noviembre de 2007
Católico y coñón que es uno
Me llama mi chica predilecta (la más bella, la más divertida, la más sagaz de las mujeres en el espejo público de mi devoción), descojonada de la risa, para decirme que el talibancito episcopal la ha emprendido conmigo desde su sentina radiofónica. Para tratar de denigrarme ante sus oyentes, el talibancito episcopal ha insinuado que mi biografía está jalonada de episodios escabrosos que podrían ofender las castas orejas de un niño; y, a modo ilustrativo, ha recordado que soy autor de un libro titulado –¡horreur, paveur, espanteur!– Coños. «¡Cómo un tipo que ha escrito Coños –ha venido a afirmar el talibancito episcopal– pretende dárselas de católico!» Sospecho que el talibancito episcopal tiene en muy poco a sus oyentes: los imagina meapilas y sugestionables, y supone que invocando el título rotundo del más cándido de mis libros provocará en ellos una suerte de sarpullido. Pero los vituperios del talibancito episcopal, tan chuscos y marrulleros, me invitan a reflexionar sobre algunas cuestiones que atañen a la naturaleza propia de la fe católica, y también a la condición de ‘escritor católico’, que alguna gente despistada confunde con escritor gazmoño o pudibundo. Uno de los rasgos distintivos del católico es su apertura a la belleza incesante y siempre renovada de la redención. A los católicos no nos importa lo que las personas han sido, no nos interesan los episodios escabrosos de su biografía ni lo que en el pasado hayan hecho o dejado de hacer. El católico sabe que el hombre es salvado en cada momento, que en cada momento es abrazado por Dios; sabe que todos los yerros del pasado nada valen, comparados con ese instante vertiginoso en que decidimos convertirnos en otro. La existencia del católico es una incitación constante al cambio: de Pablo, Agustín o María Magdalena no nos importa su pasado; nos importa la alegría de su conversión, el momento en que deciden abrazar esa nueva vida que se les ofrece. Una nueva vida que quizá mañana mismo traicionemos, pero a la que podemos volver, porque las puertas de la casa paterna están siempre abiertas al hijo pródigo que regresa contrito. Porque, como escribió el gran Lope en el más hermoso y católico soneto de la lengua castellana, Jesús pasa «las noches del invierno oscuras» a la puerta de nuestra alma, no importa cuán duras sean nuestras entrañas, esperando paciente y jubilosamente que se la abramos, esperando que cesemos en nuestro «extraño desvarío». Sólo a alguien que no entiende la belleza incesante y siempre renovada de la redención se le ocurriría denigrar a otra persona invocando episodios de su pasado. Y la mención de Lope de Vega me sirve para enlazar con otro asunto. El talibancito episcopal pretendía impresionar a sus oyentes recordándoles que yo había escrito páginas de temática non sancta. También las escribió el ‘Fénix de los Ingenios’, aun después de ordenado sacerdote; y el Arcipreste de Hita puso todo su bendito mester de clerecía en el Libro del buen amor, que no es que sea precisamente un devocionario. La literatura festiva y amatoria no está vedada a un escritor católico; por el contrario, pienso que un escritor católico puede cultivarla mejor que ningún otro, pues a la postre es literatura que nos habla del gozo de la creación. Un gozo que incluye la carne (recordemos que, según el dogma católico, resucitaremos en cuerpo y alma); no el desorden de la carne, sino la carne como «templo del espíritu». Sólo cuando se desprende del espíritu, la chair est triste, que diría Mallarmé. Y la religión católica, como nos enseña Chesterton, fue siempre una religión gozosa; al menos hasta que se dejó contagiar por las turbiedades puritanas que disocian carne y espíritu. Yo escribí, en efecto, un libro titulado Coños, como recordaba el talibancito episcopal. Y lo escribí con espíritu festivo, coñón y jocundo; lo escribí en homenaje a Ramón Gómez de la Serna, autor de otro libro de índole similar titulado Senos, tratando de recuperar ese aire de poesía perpleja, entre el surrealismo y la humorada sentimental, que caracteriza las greguerías ramonianas; lo escribí, además, siendo doncel, o casi, y todo el libro transpira la ingenuidad balbuciente de quien se aproxima a un misterio que no conoce. Es el libro más blanco e inocente de cuantos llevo escritos; y en su celebración gozosa de las palabras, junto con los despistes y aturullamientos propios de la juventud, estaba gestándose el hombre nuevo que yo iba a ser. No reniego de él; y mucho menos desde que mi chica predilecta me ha llamado, descojonada de la risa, para decirme que el talibancito episcopal me denigra con sus turbiedades puritanas.
http://www.xlsemanal.com/web/firma.php?id_edicion=2607&id_firma=4931
Católico y coñón que es uno
Me llama mi chica predilecta (la más bella, la más divertida, la más sagaz de las mujeres en el espejo público de mi devoción), descojonada de la risa, para decirme que el talibancito episcopal la ha emprendido conmigo desde su sentina radiofónica. Para tratar de denigrarme ante sus oyentes, el talibancito episcopal ha insinuado que mi biografía está jalonada de episodios escabrosos que podrían ofender las castas orejas de un niño; y, a modo ilustrativo, ha recordado que soy autor de un libro titulado –¡horreur, paveur, espanteur!– Coños. «¡Cómo un tipo que ha escrito Coños –ha venido a afirmar el talibancito episcopal– pretende dárselas de católico!» Sospecho que el talibancito episcopal tiene en muy poco a sus oyentes: los imagina meapilas y sugestionables, y supone que invocando el título rotundo del más cándido de mis libros provocará en ellos una suerte de sarpullido. Pero los vituperios del talibancito episcopal, tan chuscos y marrulleros, me invitan a reflexionar sobre algunas cuestiones que atañen a la naturaleza propia de la fe católica, y también a la condición de ‘escritor católico’, que alguna gente despistada confunde con escritor gazmoño o pudibundo. Uno de los rasgos distintivos del católico es su apertura a la belleza incesante y siempre renovada de la redención. A los católicos no nos importa lo que las personas han sido, no nos interesan los episodios escabrosos de su biografía ni lo que en el pasado hayan hecho o dejado de hacer. El católico sabe que el hombre es salvado en cada momento, que en cada momento es abrazado por Dios; sabe que todos los yerros del pasado nada valen, comparados con ese instante vertiginoso en que decidimos convertirnos en otro. La existencia del católico es una incitación constante al cambio: de Pablo, Agustín o María Magdalena no nos importa su pasado; nos importa la alegría de su conversión, el momento en que deciden abrazar esa nueva vida que se les ofrece. Una nueva vida que quizá mañana mismo traicionemos, pero a la que podemos volver, porque las puertas de la casa paterna están siempre abiertas al hijo pródigo que regresa contrito. Porque, como escribió el gran Lope en el más hermoso y católico soneto de la lengua castellana, Jesús pasa «las noches del invierno oscuras» a la puerta de nuestra alma, no importa cuán duras sean nuestras entrañas, esperando paciente y jubilosamente que se la abramos, esperando que cesemos en nuestro «extraño desvarío». Sólo a alguien que no entiende la belleza incesante y siempre renovada de la redención se le ocurriría denigrar a otra persona invocando episodios de su pasado. Y la mención de Lope de Vega me sirve para enlazar con otro asunto. El talibancito episcopal pretendía impresionar a sus oyentes recordándoles que yo había escrito páginas de temática non sancta. También las escribió el ‘Fénix de los Ingenios’, aun después de ordenado sacerdote; y el Arcipreste de Hita puso todo su bendito mester de clerecía en el Libro del buen amor, que no es que sea precisamente un devocionario. La literatura festiva y amatoria no está vedada a un escritor católico; por el contrario, pienso que un escritor católico puede cultivarla mejor que ningún otro, pues a la postre es literatura que nos habla del gozo de la creación. Un gozo que incluye la carne (recordemos que, según el dogma católico, resucitaremos en cuerpo y alma); no el desorden de la carne, sino la carne como «templo del espíritu». Sólo cuando se desprende del espíritu, la chair est triste, que diría Mallarmé. Y la religión católica, como nos enseña Chesterton, fue siempre una religión gozosa; al menos hasta que se dejó contagiar por las turbiedades puritanas que disocian carne y espíritu. Yo escribí, en efecto, un libro titulado Coños, como recordaba el talibancito episcopal. Y lo escribí con espíritu festivo, coñón y jocundo; lo escribí en homenaje a Ramón Gómez de la Serna, autor de otro libro de índole similar titulado Senos, tratando de recuperar ese aire de poesía perpleja, entre el surrealismo y la humorada sentimental, que caracteriza las greguerías ramonianas; lo escribí, además, siendo doncel, o casi, y todo el libro transpira la ingenuidad balbuciente de quien se aproxima a un misterio que no conoce. Es el libro más blanco e inocente de cuantos llevo escritos; y en su celebración gozosa de las palabras, junto con los despistes y aturullamientos propios de la juventud, estaba gestándose el hombre nuevo que yo iba a ser. No reniego de él; y mucho menos desde que mi chica predilecta me ha llamado, descojonada de la risa, para decirme que el talibancito episcopal me denigra con sus turbiedades puritanas.
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Perez Reverte, La estupidez tambien fusiló a Torrijos
jueves 29 de noviembre de 2007
La estupidez también fusiló a Torrijos
Bueno, pues más vale tarde que nunca. Pero cuánto tiempo perdido, mientras tanto, y qué injusto olvido, y qué vergüenza. Con esto último me refiero al palmoteo de algunos charlatanes de la intelectualidad oficial tras la recuperación para el público, gracias a la magnífica ampliación del museo del Prado, de la gran pintura histórica que, durante mucho tiempo, esa misma gente contribuyó a que se mantuviera escamoteada, proscrita, marcada con el hierro infame de lo reaccionario, lo anticuado, lo casposo. Por culpa de la peña de soplacirios que en todo tiempo y época pretende secuestrar en beneficio propio la palabra ‘cultura’, varias generaciones de españoles se han educado lejos de una soberbia colección de obras maestras del siglo XIX, que se mostraban poco o nada y no se recomendaban en absoluto porque estaban mal vistas: menos a causa de su contenido político o histórico –ésa es la excusa de ahora– que por su hiperrealismo y factura clásica, monumental, tan opuestos al canon que las tendencias, los gustos impuestos por los mandarines de lo bello y periculto, dictaban como indiscutible hasta hace dos días. Es cierto que el franquismo, como hizo con tantas cosas, contaminó también con su mala índole, cinismo y fanfarria patriotera la pintura romántico-histórica del XIX, animándola además con un cine histórico que todavía hoy sonroja visionar. Aunque no hay mal que por bien no venga: gracias a tanta trompeta y banderazo, mi generación tuvo la oportunidad de familiarizarse con esa pintura en los libros del cole, donde El testamento de Isabel II, Juana la Loca o La campana de Huesca figuraban como ilustraciones. Pero su descrédito social posterior no responde sólo a causas políticas. En tal caso, El fusilamiento de Torrijos y sus compañeros, que como símbolo de la vileza y el cainismo que España lleva en su puerca simiente es, en mi opinión, mucho más conmovedor y terrible que el Guernica de Picasso, no habría permanecido marginado durante treinta años de democracia. El desprecio con que la obra maestra de Antonio Gisbert y la pintura histórica en general han sido fusiladas durante buena parte del siglo XX, la ceja enarcada de tanto campanudo pontífice cultural ante esa clase de lienzos, insultados hasta el escupitajo con sus etiquetas de realistas, románticos o aburridamente clásicos –honor, amor, muerte y demás chorradas–, responden menos a razones ideológicas que a la artificial oposición clasicismo-modernidad mediante la que ciertos cantamañanas con voz y voto prohibían, a quien apreciaba una obra de Juan Gris o de Picasso, manifestar la misma admiración por Madrazo o por Vicente López. Era más un asunto de moda, de tendencia, de cátedra, de parcelita cultural, en suma, que de política. Y sin embargo, óiganlos estos días. O léanlos. Ahora que la ampliación del museo del Prado hace al fin justicia a Moreno Carbonero, a Emilio Sala, a Casado del Alisal o a Rosales, hisopándolos de modernidad, los mismos gilipollas que hasta ayer sonreían despectivos ante la simple mención de La expulsión de los judíos, El Cincinato o La rendición de Granada, sosteniendo sin pestañear que de Velázquez a Goya, de Goya sólo a Picasso y tiro porque me toca, se proclaman de pronto expertos entusiastas de una pintura que, por supuesto, conocen de toda la vida y que es –ha sido siempre, afirman impávidos– imprescindible. Y es que, en realidad, para esos charlatanes que nunca pierden ningún tren porque se suben a todos en marcha, capaces incluso, cuando averiguan por dónde irá la vía, de correr delante de la locomotora, no es cuestión de que la pintura histórico-romántica del XIX dignifique el nuevo museo del Prado. Es éste, o más bien su actualidad mediática, que les ofrece suculentos pastos en columnas, tertulias y suplementos culturales, lo que para ellos convierte en obra maestra cualquier cosa que se meta dentro: pintura histórica, grafitis del Metro o maceta con geranios. Y ahora, esos imperdonables oportunistas –los mismos que babean con Clint Eastwood, por ejemplo, después de treinta años llamándolo fascista– aplauden, graves y doctos, La muerte de Lucrecia o La lectura de Zorrilla con el turbio entusiasmo y sapiencia impostada del advenedizo dispuesto, no a hacerse perdonar o admitir, sino a imponerse arrogante, una vez más, sobre los honrados fieles de toda la vida. A los que, por supuesto, vienen dispuestos a dar lecciones. En cualquier caso, esto es sólo una anécdota. Los cuadros se exponen al público, por fin, con todos los honores. Vayan al nuevo y extraordinario museo del Prado, si gustan, y echen un vistazo a esas venerables maravillas. Comprueben lo que nos hemos estado perdiendo por culpa de cuatro imbéciles.
http://www.xlsemanal.com/web/firma.php?id_edicion=2607&id_firma=4930
La estupidez también fusiló a Torrijos
Bueno, pues más vale tarde que nunca. Pero cuánto tiempo perdido, mientras tanto, y qué injusto olvido, y qué vergüenza. Con esto último me refiero al palmoteo de algunos charlatanes de la intelectualidad oficial tras la recuperación para el público, gracias a la magnífica ampliación del museo del Prado, de la gran pintura histórica que, durante mucho tiempo, esa misma gente contribuyó a que se mantuviera escamoteada, proscrita, marcada con el hierro infame de lo reaccionario, lo anticuado, lo casposo. Por culpa de la peña de soplacirios que en todo tiempo y época pretende secuestrar en beneficio propio la palabra ‘cultura’, varias generaciones de españoles se han educado lejos de una soberbia colección de obras maestras del siglo XIX, que se mostraban poco o nada y no se recomendaban en absoluto porque estaban mal vistas: menos a causa de su contenido político o histórico –ésa es la excusa de ahora– que por su hiperrealismo y factura clásica, monumental, tan opuestos al canon que las tendencias, los gustos impuestos por los mandarines de lo bello y periculto, dictaban como indiscutible hasta hace dos días. Es cierto que el franquismo, como hizo con tantas cosas, contaminó también con su mala índole, cinismo y fanfarria patriotera la pintura romántico-histórica del XIX, animándola además con un cine histórico que todavía hoy sonroja visionar. Aunque no hay mal que por bien no venga: gracias a tanta trompeta y banderazo, mi generación tuvo la oportunidad de familiarizarse con esa pintura en los libros del cole, donde El testamento de Isabel II, Juana la Loca o La campana de Huesca figuraban como ilustraciones. Pero su descrédito social posterior no responde sólo a causas políticas. En tal caso, El fusilamiento de Torrijos y sus compañeros, que como símbolo de la vileza y el cainismo que España lleva en su puerca simiente es, en mi opinión, mucho más conmovedor y terrible que el Guernica de Picasso, no habría permanecido marginado durante treinta años de democracia. El desprecio con que la obra maestra de Antonio Gisbert y la pintura histórica en general han sido fusiladas durante buena parte del siglo XX, la ceja enarcada de tanto campanudo pontífice cultural ante esa clase de lienzos, insultados hasta el escupitajo con sus etiquetas de realistas, románticos o aburridamente clásicos –honor, amor, muerte y demás chorradas–, responden menos a razones ideológicas que a la artificial oposición clasicismo-modernidad mediante la que ciertos cantamañanas con voz y voto prohibían, a quien apreciaba una obra de Juan Gris o de Picasso, manifestar la misma admiración por Madrazo o por Vicente López. Era más un asunto de moda, de tendencia, de cátedra, de parcelita cultural, en suma, que de política. Y sin embargo, óiganlos estos días. O léanlos. Ahora que la ampliación del museo del Prado hace al fin justicia a Moreno Carbonero, a Emilio Sala, a Casado del Alisal o a Rosales, hisopándolos de modernidad, los mismos gilipollas que hasta ayer sonreían despectivos ante la simple mención de La expulsión de los judíos, El Cincinato o La rendición de Granada, sosteniendo sin pestañear que de Velázquez a Goya, de Goya sólo a Picasso y tiro porque me toca, se proclaman de pronto expertos entusiastas de una pintura que, por supuesto, conocen de toda la vida y que es –ha sido siempre, afirman impávidos– imprescindible. Y es que, en realidad, para esos charlatanes que nunca pierden ningún tren porque se suben a todos en marcha, capaces incluso, cuando averiguan por dónde irá la vía, de correr delante de la locomotora, no es cuestión de que la pintura histórico-romántica del XIX dignifique el nuevo museo del Prado. Es éste, o más bien su actualidad mediática, que les ofrece suculentos pastos en columnas, tertulias y suplementos culturales, lo que para ellos convierte en obra maestra cualquier cosa que se meta dentro: pintura histórica, grafitis del Metro o maceta con geranios. Y ahora, esos imperdonables oportunistas –los mismos que babean con Clint Eastwood, por ejemplo, después de treinta años llamándolo fascista– aplauden, graves y doctos, La muerte de Lucrecia o La lectura de Zorrilla con el turbio entusiasmo y sapiencia impostada del advenedizo dispuesto, no a hacerse perdonar o admitir, sino a imponerse arrogante, una vez más, sobre los honrados fieles de toda la vida. A los que, por supuesto, vienen dispuestos a dar lecciones. En cualquier caso, esto es sólo una anécdota. Los cuadros se exponen al público, por fin, con todos los honores. Vayan al nuevo y extraordinario museo del Prado, si gustan, y echen un vistazo a esas venerables maravillas. Comprueben lo que nos hemos estado perdiendo por culpa de cuatro imbéciles.
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Julen Urrutia, De aqui no me muevo
jueves 29 de noviembre de 2007
Julen Urrutia, De aqui no me muevo
http://www.vistazoalaprensa.com/firmas_art.asp?id=4297
Carmen Planchuelo, Se admiten halagos
jueves 29 de noviembre de 2007
‘Se admiten halagos’
Carmen Planchuelo
D ESPUÉS de hacer la lectura correspondiente a ese domingo, Don Cayetano guardó silencio durante unos segundos, levanto la cabeza y paseó la mirada por la escasa feligresía dominical. Pronunció algo más despacio: “se admiten halagos” y se volvió a callar. En el templo no se oía ni una tos, ni el lloro de un bebé, ni el papel del inoportuno caramelo, silencio absoluto. El párroco fue posando sus ojillos escrutadores en las caras de la sorprendida parroquia. Imagino que desde el púlpito iría viendo todas y cada una de las conocidas caras que los domingos asistimos a misa de doce y media en la iglesia de san Bernabé. De nuevo repitió la frase y yo pensé para mis adentros: “pero bueno, ¿qué aire le ha dado a este señor cura para solicitar semejante respuesta de sus parroquianos?, ¿acaso no es suficiente con tener media iglesia ocupada?, ¿también quiere que le digamos lo estupendo que es, lo bien que habla?”... pero no, ante la cara de sorpresa de la pequeña comunidad, Don Cayetano comenzó su homilía diciendo que no, que no pedía halagos para él, que semejante idea nunca se le había pasado por su tonsurada cabeza, pero que esta frase tenía su pequeña historia y nos la iba a contar, pues según él hablar del Evangelio esta muy bien pero echarle un ojo “crítico” al mundo que nos rodea es algo igual de importante. A veces se queda uno con las anécdotas de las cosas y se limita a escuchar lo que le dicen como si de un cuento antiguo se tratara (¿las parábolas quizás?), luego sales de misa, y sigues con la rutina del domingo: comprar el periódico, tomar el aperitivo (nosotros normalmente en El Moderno, antiguo Café Oriental), pasar por la pastelería (cualquiera) y a casa a disfrutar del asueto ganado. Lo escuchado en la iglesia se olvida y hasta el próximo domingo si es que uno no tiene otro plan mejor, en mi caso este -más de una vez- suele ser ir al campo, y es que vivir en una pequeña ciudad de provincias como es Logroño, tiene inconvenientes mil ¡si yo les contara! pero ventajas muchas también: vivimos casi en plena naturaleza. Hasta hace unos días los viñedos nos mostraban su cara más bella: roja, amarilla, ocre y era un placer pasear entre ellos, aspirar el olor a uva, ver las bodegas que por esta zona cada vez son mas glamurosas y espectaculares, sin por ello perder su sentido: elaborar un buen vino. También los bosques, los hayedos de setas y los pequeños pueblos de la sierra son tentadores. La provincia es hermosa, variada y en ella todo está cerca, así que les confieso, que de ir a misa no, he hecho una obligación sino otra cosa... que por supuesto no es el tema de estas letras. Volvamos al título de mi modesto artículo. Don Cayetano nos contó que la frase de marras la había visto, no hacia mucho tiempo, impresa en un cartel de una churrería pamplonesa cercana a la catedral. Al parecer los propietarios del local estaban hartos de no recibir ni las gracias por parte de los usuarios (quizás son gentes tímidas) cuando les entregaban su dulce mercancía. Así que decidieron recordarles a sus clientes que comentar en voz alta lo ricos que estaban los churros y dar las gracias por tan estupendo manjar pues... no estaba de mas y cómo no era cuestión de vocear que les encantaría que se las diesen, decidieron poner un cartelito “recordatorio”. Esta anécdota le sirvió al párroco para hablar del agradecimiento, cuyo punto mas alto es el halago y el más elemental las gracias hijas de la educación y la cortesía. Hablando de forma de lo mas coloquial y mundana (en el mejor de los términos) fue desgranando una a una las cosas rutinarias de la vida que merecen mil halagos, mil gracias y mil agradecimientos. Al final de la homilía nos preguntó “¿tan difícil es dar las gracias, tan difícil es decir?: “pero qué ricos le han salido los churros, Doña Casilda”. Se calló y empezamos a recitar el “Credo”. Les confieso que a mi en misa muchas veces se me va la olla, suelo estar atenta a las lecturas del día pero no mucho a su interpretación. A lo largo de lo que llevo caminado por el este valle del Señor, que tiene tanto de lágrimas como de risas, he ido oyendo explicaciones ante las mismas lecturas de todo tipo, desde las ñoñeces de mi infancia donde se nos decía que el alma en gracia era como un campo de nieve sin pisar, y el alma en pecado un barrizal fangoso, sucio y que ¡ojito niñas con vuestro comportamiento!, hasta aquellas en que la homilía no era otra cosa que un panfleto que aspiraba a ser “político y conmover conciencias” y no era más que la mejor forma de ahuyentar a la parroquia y de ello tan responsables fueron los llamados curas “carcas” como los también llamados “comunistas”, unos y otros espantaron a las jóvenes generaciones y tan sólo se quedaron con sus fieles “fieles”. Hoy apenas si quedan los restos de unos y de otros pues las iglesias se han convertido en escenarios donde representar de una forma bonita, elegante y solemne los acontecimientos de nuestras vidas. No me dirán ustedes que no es más lucida una boda en la iglesia con sus cascadas de flores blancas, santos vetustos, órgano y alfombra roja, que el saloncito del Ayuntamiento –por coqueto que sea- donde los ciudadanos se dicen que Sí, que sí que se quieren, vamos que no hay color y lo mismo les digo de bautizos y funerales y es que la estética es un valor y además en alza. Como ven no sólo se me va la olla en misa, también delante del ordenata en el que me encuentro. Pues volvamos a lo del agradecimiento y halagos de la homilía de Don Cayetano. Él lo que nos quiso trasmitir es que nuestra vida debería ser un constante dar gracias, no sólo las corteses ante algo que nos entregan, que por supuesto también, sino dar las gracias por vivir cada día, por haber nacido en una tierra próspera, tranquila en la que parece que los dioses derramaron incontables dones, por tener trabajo o posibilidades de ello o por haberlo tenido, gracias por los amores vividos, las pasiones disfrutadas, por los avatares que nos han hecho más fuertes y resistentes. Don Cayetano subrayó que una forma de hacer la vida mejor, más bonita y más feliz es decirle a los demás las cosas buenas que hacen, resaltar lo bueno que nos encontramos cada día en lugar de ignorarlo, de darlo por supuesto. El halago como gratitud, no como hipocresía. Mientras hablaba yo iba pensando en la importancia de ser agradecidos por dentro y por fuera, y en eso que dice nuestro refranero de que “es cosa de bien nacidos”, pues ahí quería yo llegar ¡qué pocos bien nacidos debe haber en mi entorno!. Me resulta muy molesto que cuando le doy los buenos días al conductor del autobús o las gracias por el billete que me entrega, ni siquiera me mire, me espanta comprar en esas tiendas donde la dependienta te atiende con cara de zombi y ni gracias, ni por favor ni nada de nada, por supuesto llevo muy mal los codazos y empujones en la calle y ni un ¡disculpa! Que lo que hago bien se ignore en el fondo me “frustra”. Qué quieren que les diga, a mi sí me parecen imprescindibles las buenas formas en la convivencia con los demás. La delicadeza, el saber estar, es decir “gracias” y “por favor” son cosas que hacen la vida más agradable y es algo más que nos diferencia de los irracionales. No hace mucho, en esta publicación, Ricardo Navas Ruiz comentaba que eso también era “educación para la ciudadanía”. No me siento humillada como mujer si un hombre me abre la puerta, me deja pasar, me cede el asiento o me retira la silla, mas bien me siento divina de ser tratada como lo que soy: diferente a él y de darle la oportunidad para que demuestre su caballerosidad. Les supongo usuarios de transporte público, es un sitio estupendo para observar cómo son las relaciones o el comportamiento en sociedad. En mi pequeña ciudad no hay metro pero sí unas cuantas líneas de autobuses urbanos que cruzan la ciudad en todos los sentidos. Mi línea, la 2, es de las más largas y me permite observar todo tipo de “casos” en los que todo lo dicho hasta el momento, brilla por su ausencia. Por ejemplo uno que se da mucho: abuela bien entrada en años, piernas gruesas, no mucha movilidad pero cargada de mochila voluminosa o cartera escolar ideal para practicar pesas, normalmente acompañada de mozalbete de cinco o seis años (como norma) que sólo acarrea el bocadillo en papel de aluminio. Nada mas entrar en el bus, el joven toro (¡loados sean los cielos! pues rebosa salud), corre en busca del asiento mas próximo. Uno piensa, “que majo crío va a buscar un asiento para su abuela” pero, ¡quita por Dios!, el enano se sienta y cuando al anciana llega al sitio, la criatura no sólo no se mueve sino que ella feliz y orgullosa de lo rápido que es su nieto le dice “que suerte Jonathan que puedes ir sentado hasta casa”. Jonathan ni escucha ¡ y menos se le ocurre ceder el asiento a su abuelita u otra anciana cercana! pues bastante tiene con dar patadas con sus nuevas deportivas al asombrado compañero de asiento., que mira con cara asesina al jovenzuelo, al que por cierto, ya se le salen los michelines por la cintura del chándal...por supuesto la criatura no le agradece a su sufridora abuela el que esta vaya cargada de bártulos escolares y mucho menos pedirá disculpas por haber llenado de barro el pantalón de su vecino, el cual por otro lado sólo mata con la mirada pues sabe que si dice algo, la abuela gritará que “pobre criaturita”. Otro día les hablaré de las Vanesas, Jesicas, Samantas y otras jóvenes vestales que durante el trayecto entre llamada y llamada de móvil escupen cáscaras de pipas a diestro y siniestro. Pero lo que verdaderamente es “instructivo” en los viajes urbanos es escuchar las conversaciones ajenas. Si la línea es larga consigues enterarte de historietas de lo mas variado pero siempre hay un punto en común: la queja. Hay un ambiente de cabreo generalizado, de protesta constante, de mal café, de “me deben y no me pagan”. En muy escasas ocasiones oigo comentarios alegres, simpáticos, gente que esta encantada con lo que tiene y con los que le rodean. Muy pocas escucho conversaciones en las que se respira felicidad, paz, sosiego o simple normalidad. Y hasta la fecha jamás alabanzas, halagos... Y una se pregunta ¿nadie es feliz?, ¿nadie esta contento con lo que le ha tocado vivir?, ¿a nadie le hacen algo bueno? O ¿no será que da vergüenza hablar de lo bueno que nos pasa, que da vergüenza reconocer ante los demás que uno no espera más pues tampoco se cree con derecho a más?, ¿queda mejor renegar que estar conforme?, ¿se pierden los anillos por reconocer los méritos ajenos?. “Se admiten halagos”¿halagan ustedes?, ¿les gusta recibirlos? Imagino que sí, que cuando alguien les dice lo muy bien escrito que está su articulo semanal, se sienten satisfechos, lo mismo que cuando después de horas de peluquería alguien te dice lo “monísima que estás” o cuando te has dejado la mañana cocinando para los otros y la comida termina alguien te dice lo muy rica que te ha salido y entonces se te olvida que el aceite te saltó, te quemaste con el horno, lloraste picando cebolla; ante ese “que rico, que bien te ha salido” sólo piensas con que complacer en la próxima comida. A todos nos gusta que nos agradezcan los favores hechos, a todos nos gusta que se reconozca en voz alta nuestros valores, que se nos destaque por algo loable, a todos nos gusta recibir sonrisas, pequeños cumplidos porque no todo lo hacemos mal, porque aunque nos equivoquemos mil veces otras mil hacemos las cosas bien ¿por qué va a pesar mas el error que el acierto?. Cuando vayan a Pamplona y entren en la churrería cercana a la catedral, no olviden decirle a los churreros que cómo se han lucido, que qué ricos están los churros y que si no fuera por lo mucho que engordan, usted se tomaba otra docena y a vivir que son dos días y al cuerno con la báscula. No me cabe duda que Don Cayetano les recomendaría lo mismo. En este mes- que está a punto de morir- se cumplen mis dos años de estancia entre ustedes y aprovecho este articulillo para darles las gracias por las veces que han deslizado sus ojos sobre mis cuentos y reflexiones. Para decirles lo muy feliz que me han hecho cada vez que me han dicho que les he gustado... que de eso se trata: de gustar con el arma poderosa de las letras, de las palabras escritas. Mil gracias y mil besos para todos ustedes y que ojalá sigamos juntos por mucho tiempo.
http://www.vistazoalaprensa.com/firmas_art.asp?id=4289
‘Se admiten halagos’
Carmen Planchuelo
D ESPUÉS de hacer la lectura correspondiente a ese domingo, Don Cayetano guardó silencio durante unos segundos, levanto la cabeza y paseó la mirada por la escasa feligresía dominical. Pronunció algo más despacio: “se admiten halagos” y se volvió a callar. En el templo no se oía ni una tos, ni el lloro de un bebé, ni el papel del inoportuno caramelo, silencio absoluto. El párroco fue posando sus ojillos escrutadores en las caras de la sorprendida parroquia. Imagino que desde el púlpito iría viendo todas y cada una de las conocidas caras que los domingos asistimos a misa de doce y media en la iglesia de san Bernabé. De nuevo repitió la frase y yo pensé para mis adentros: “pero bueno, ¿qué aire le ha dado a este señor cura para solicitar semejante respuesta de sus parroquianos?, ¿acaso no es suficiente con tener media iglesia ocupada?, ¿también quiere que le digamos lo estupendo que es, lo bien que habla?”... pero no, ante la cara de sorpresa de la pequeña comunidad, Don Cayetano comenzó su homilía diciendo que no, que no pedía halagos para él, que semejante idea nunca se le había pasado por su tonsurada cabeza, pero que esta frase tenía su pequeña historia y nos la iba a contar, pues según él hablar del Evangelio esta muy bien pero echarle un ojo “crítico” al mundo que nos rodea es algo igual de importante. A veces se queda uno con las anécdotas de las cosas y se limita a escuchar lo que le dicen como si de un cuento antiguo se tratara (¿las parábolas quizás?), luego sales de misa, y sigues con la rutina del domingo: comprar el periódico, tomar el aperitivo (nosotros normalmente en El Moderno, antiguo Café Oriental), pasar por la pastelería (cualquiera) y a casa a disfrutar del asueto ganado. Lo escuchado en la iglesia se olvida y hasta el próximo domingo si es que uno no tiene otro plan mejor, en mi caso este -más de una vez- suele ser ir al campo, y es que vivir en una pequeña ciudad de provincias como es Logroño, tiene inconvenientes mil ¡si yo les contara! pero ventajas muchas también: vivimos casi en plena naturaleza. Hasta hace unos días los viñedos nos mostraban su cara más bella: roja, amarilla, ocre y era un placer pasear entre ellos, aspirar el olor a uva, ver las bodegas que por esta zona cada vez son mas glamurosas y espectaculares, sin por ello perder su sentido: elaborar un buen vino. También los bosques, los hayedos de setas y los pequeños pueblos de la sierra son tentadores. La provincia es hermosa, variada y en ella todo está cerca, así que les confieso, que de ir a misa no, he hecho una obligación sino otra cosa... que por supuesto no es el tema de estas letras. Volvamos al título de mi modesto artículo. Don Cayetano nos contó que la frase de marras la había visto, no hacia mucho tiempo, impresa en un cartel de una churrería pamplonesa cercana a la catedral. Al parecer los propietarios del local estaban hartos de no recibir ni las gracias por parte de los usuarios (quizás son gentes tímidas) cuando les entregaban su dulce mercancía. Así que decidieron recordarles a sus clientes que comentar en voz alta lo ricos que estaban los churros y dar las gracias por tan estupendo manjar pues... no estaba de mas y cómo no era cuestión de vocear que les encantaría que se las diesen, decidieron poner un cartelito “recordatorio”. Esta anécdota le sirvió al párroco para hablar del agradecimiento, cuyo punto mas alto es el halago y el más elemental las gracias hijas de la educación y la cortesía. Hablando de forma de lo mas coloquial y mundana (en el mejor de los términos) fue desgranando una a una las cosas rutinarias de la vida que merecen mil halagos, mil gracias y mil agradecimientos. Al final de la homilía nos preguntó “¿tan difícil es dar las gracias, tan difícil es decir?: “pero qué ricos le han salido los churros, Doña Casilda”. Se calló y empezamos a recitar el “Credo”. Les confieso que a mi en misa muchas veces se me va la olla, suelo estar atenta a las lecturas del día pero no mucho a su interpretación. A lo largo de lo que llevo caminado por el este valle del Señor, que tiene tanto de lágrimas como de risas, he ido oyendo explicaciones ante las mismas lecturas de todo tipo, desde las ñoñeces de mi infancia donde se nos decía que el alma en gracia era como un campo de nieve sin pisar, y el alma en pecado un barrizal fangoso, sucio y que ¡ojito niñas con vuestro comportamiento!, hasta aquellas en que la homilía no era otra cosa que un panfleto que aspiraba a ser “político y conmover conciencias” y no era más que la mejor forma de ahuyentar a la parroquia y de ello tan responsables fueron los llamados curas “carcas” como los también llamados “comunistas”, unos y otros espantaron a las jóvenes generaciones y tan sólo se quedaron con sus fieles “fieles”. Hoy apenas si quedan los restos de unos y de otros pues las iglesias se han convertido en escenarios donde representar de una forma bonita, elegante y solemne los acontecimientos de nuestras vidas. No me dirán ustedes que no es más lucida una boda en la iglesia con sus cascadas de flores blancas, santos vetustos, órgano y alfombra roja, que el saloncito del Ayuntamiento –por coqueto que sea- donde los ciudadanos se dicen que Sí, que sí que se quieren, vamos que no hay color y lo mismo les digo de bautizos y funerales y es que la estética es un valor y además en alza. Como ven no sólo se me va la olla en misa, también delante del ordenata en el que me encuentro. Pues volvamos a lo del agradecimiento y halagos de la homilía de Don Cayetano. Él lo que nos quiso trasmitir es que nuestra vida debería ser un constante dar gracias, no sólo las corteses ante algo que nos entregan, que por supuesto también, sino dar las gracias por vivir cada día, por haber nacido en una tierra próspera, tranquila en la que parece que los dioses derramaron incontables dones, por tener trabajo o posibilidades de ello o por haberlo tenido, gracias por los amores vividos, las pasiones disfrutadas, por los avatares que nos han hecho más fuertes y resistentes. Don Cayetano subrayó que una forma de hacer la vida mejor, más bonita y más feliz es decirle a los demás las cosas buenas que hacen, resaltar lo bueno que nos encontramos cada día en lugar de ignorarlo, de darlo por supuesto. El halago como gratitud, no como hipocresía. Mientras hablaba yo iba pensando en la importancia de ser agradecidos por dentro y por fuera, y en eso que dice nuestro refranero de que “es cosa de bien nacidos”, pues ahí quería yo llegar ¡qué pocos bien nacidos debe haber en mi entorno!. Me resulta muy molesto que cuando le doy los buenos días al conductor del autobús o las gracias por el billete que me entrega, ni siquiera me mire, me espanta comprar en esas tiendas donde la dependienta te atiende con cara de zombi y ni gracias, ni por favor ni nada de nada, por supuesto llevo muy mal los codazos y empujones en la calle y ni un ¡disculpa! Que lo que hago bien se ignore en el fondo me “frustra”. Qué quieren que les diga, a mi sí me parecen imprescindibles las buenas formas en la convivencia con los demás. La delicadeza, el saber estar, es decir “gracias” y “por favor” son cosas que hacen la vida más agradable y es algo más que nos diferencia de los irracionales. No hace mucho, en esta publicación, Ricardo Navas Ruiz comentaba que eso también era “educación para la ciudadanía”. No me siento humillada como mujer si un hombre me abre la puerta, me deja pasar, me cede el asiento o me retira la silla, mas bien me siento divina de ser tratada como lo que soy: diferente a él y de darle la oportunidad para que demuestre su caballerosidad. Les supongo usuarios de transporte público, es un sitio estupendo para observar cómo son las relaciones o el comportamiento en sociedad. En mi pequeña ciudad no hay metro pero sí unas cuantas líneas de autobuses urbanos que cruzan la ciudad en todos los sentidos. Mi línea, la 2, es de las más largas y me permite observar todo tipo de “casos” en los que todo lo dicho hasta el momento, brilla por su ausencia. Por ejemplo uno que se da mucho: abuela bien entrada en años, piernas gruesas, no mucha movilidad pero cargada de mochila voluminosa o cartera escolar ideal para practicar pesas, normalmente acompañada de mozalbete de cinco o seis años (como norma) que sólo acarrea el bocadillo en papel de aluminio. Nada mas entrar en el bus, el joven toro (¡loados sean los cielos! pues rebosa salud), corre en busca del asiento mas próximo. Uno piensa, “que majo crío va a buscar un asiento para su abuela” pero, ¡quita por Dios!, el enano se sienta y cuando al anciana llega al sitio, la criatura no sólo no se mueve sino que ella feliz y orgullosa de lo rápido que es su nieto le dice “que suerte Jonathan que puedes ir sentado hasta casa”. Jonathan ni escucha ¡ y menos se le ocurre ceder el asiento a su abuelita u otra anciana cercana! pues bastante tiene con dar patadas con sus nuevas deportivas al asombrado compañero de asiento., que mira con cara asesina al jovenzuelo, al que por cierto, ya se le salen los michelines por la cintura del chándal...por supuesto la criatura no le agradece a su sufridora abuela el que esta vaya cargada de bártulos escolares y mucho menos pedirá disculpas por haber llenado de barro el pantalón de su vecino, el cual por otro lado sólo mata con la mirada pues sabe que si dice algo, la abuela gritará que “pobre criaturita”. Otro día les hablaré de las Vanesas, Jesicas, Samantas y otras jóvenes vestales que durante el trayecto entre llamada y llamada de móvil escupen cáscaras de pipas a diestro y siniestro. Pero lo que verdaderamente es “instructivo” en los viajes urbanos es escuchar las conversaciones ajenas. Si la línea es larga consigues enterarte de historietas de lo mas variado pero siempre hay un punto en común: la queja. Hay un ambiente de cabreo generalizado, de protesta constante, de mal café, de “me deben y no me pagan”. En muy escasas ocasiones oigo comentarios alegres, simpáticos, gente que esta encantada con lo que tiene y con los que le rodean. Muy pocas escucho conversaciones en las que se respira felicidad, paz, sosiego o simple normalidad. Y hasta la fecha jamás alabanzas, halagos... Y una se pregunta ¿nadie es feliz?, ¿nadie esta contento con lo que le ha tocado vivir?, ¿a nadie le hacen algo bueno? O ¿no será que da vergüenza hablar de lo bueno que nos pasa, que da vergüenza reconocer ante los demás que uno no espera más pues tampoco se cree con derecho a más?, ¿queda mejor renegar que estar conforme?, ¿se pierden los anillos por reconocer los méritos ajenos?. “Se admiten halagos”¿halagan ustedes?, ¿les gusta recibirlos? Imagino que sí, que cuando alguien les dice lo muy bien escrito que está su articulo semanal, se sienten satisfechos, lo mismo que cuando después de horas de peluquería alguien te dice lo “monísima que estás” o cuando te has dejado la mañana cocinando para los otros y la comida termina alguien te dice lo muy rica que te ha salido y entonces se te olvida que el aceite te saltó, te quemaste con el horno, lloraste picando cebolla; ante ese “que rico, que bien te ha salido” sólo piensas con que complacer en la próxima comida. A todos nos gusta que nos agradezcan los favores hechos, a todos nos gusta que se reconozca en voz alta nuestros valores, que se nos destaque por algo loable, a todos nos gusta recibir sonrisas, pequeños cumplidos porque no todo lo hacemos mal, porque aunque nos equivoquemos mil veces otras mil hacemos las cosas bien ¿por qué va a pesar mas el error que el acierto?. Cuando vayan a Pamplona y entren en la churrería cercana a la catedral, no olviden decirle a los churreros que cómo se han lucido, que qué ricos están los churros y que si no fuera por lo mucho que engordan, usted se tomaba otra docena y a vivir que son dos días y al cuerno con la báscula. No me cabe duda que Don Cayetano les recomendaría lo mismo. En este mes- que está a punto de morir- se cumplen mis dos años de estancia entre ustedes y aprovecho este articulillo para darles las gracias por las veces que han deslizado sus ojos sobre mis cuentos y reflexiones. Para decirles lo muy feliz que me han hecho cada vez que me han dicho que les he gustado... que de eso se trata: de gustar con el arma poderosa de las letras, de las palabras escritas. Mil gracias y mil besos para todos ustedes y que ojalá sigamos juntos por mucho tiempo.
http://www.vistazoalaprensa.com/firmas_art.asp?id=4289
Villacañas, Quinta apuntacion correlacionada, V
jueves 29 de noviembre de 2007
Quinta apuntación correlativa sobre la Falange y los falangistas: V.- La época de Franco
Antonio Castro Villacañas
R ECUERDO a todos, pero sobre todo me recuerdo a mí mismo, que estas apuntaciones no pueden ser -ni lo pretenden siquiera- una historia de la Falange, que a mi juicio está aún por hacer pese a que existan media docena de libros sobre el tema. Yo trato tan solo de llamar la atención de mis lectores sobre algunos puntos que me parecen relevantes a la hora de juzgar el pasado inmediato de España, entender su presente y tratar de intuir su futuro. Dicho esto, retorno al final de mi última apuntación sobre el tema. Estamos en abril de 1937: acaba de morir FE-JONS y de nacer la Falange Tradicionalista. Franco, guiado más por su visión militar que por sus convicciones políticas, ha comprendido que para ganar la guerra necesita -entre otras- dos cosas: a) tener directamente bajo su mando las dos fuerzas militares más populares del momento: los Tercios de Requetés y las Banderas de Falange; y b) tener también a sus órdenes, de modo directo y operativo, una fuerza cívica capaz de integrar en sentido "nacional" las inquietudes sociales latentes o manifiestas en gran parte de la población española: el Alzamiento militar y cívico no había sido ni burgués ni monárquico; por eso convenía encauzar y resaltar tales caracteres a la hora de afrontar la tarea de ganarse el respeto y la adhesión del pueblo. La fuerza cívica que Franco necesitaba en aquel abril de 1937 excedía en mucho de la que tenían y podían darle los partidos políticos que desde el 18 de julio anterior se habían sumado al Alzamiento. Sólo dos de ellos, significativamente minoritarios en la última primavera, la Comunión Tradicionalista y FE-JONS, sobre todo ésta, habían incrementado su militancia de forma extraordinaria. Los tradicionalistas eran poco "sociales" -al menos, en la forma vigente en Europa- y sí muy monárquicos -pero en nada partidarios de la corona derrocada en 1931. Los falangistas eran en su gran mayoría claramente republicanos y se movían por profundas inquietudes sociales. La historia de España y de FET-JONS no pueden comprenderse si no se tienen en cuenta los citados argumentos. Franco desechó casi enseguida las incitaciones que su hermano Nicolás y personas afines le hicieron desde el 1 de octubre de 1936 para construir algo parecido a lo que el general Primo de Rivera hizo en su Dictadura. Aceptó mejor el consejo de su cuñado Ramón Serrano Suñer. Por eso FET-JONS no sería nunca una simple Unión Patriótica. En la vida de la Falange franquista yo distingo las siguientes etapas: 1ª) Desde el 20 de abril de 1937 al 2 de diciembre de ese mismo año Franco trató de organizar y consolidar su nueva organización política. Muestra de ello es el Decreto 266, de 22 de abril, que nombra a los diez miembros del Secretariado o Junta Política de FET-JONS: Manuel Hedilla Larrey, Tomás Domínguez Arévalo, Darío Gazapo Valdés, Tomás Dolz de Espejo, Joaquín Miranda, Luis Arellano Dininz, Ernesto Giménez Caballero, José María Mazón, Pedro González Bueno y Ladislao López Bassas. Estos nombres revelan la FET que Franco quería en aquel momento: Hedilla era el Jefe Nacional de FE-JONS; Domínguez Arévalo -conde de Rodezno-, Dolz de Espejo -conde de La Florida-, Mazón y Arellano eran miembros destacados de la Comunión Tradicionalista, carentes en aquel momento de toda representatividad en ella, pues dependían en todo de sus legítimos mandos, el Príncipe Javier de Borbón Parma y su Delegado Manuel Fal Conde; Gazapo Valdés era un Teniente Coronel de Estado Mayor que se había afiliado en la primavera de 1936 a la Falange de Marruecos, de donde venía unido al Cuartel General de Franco; Giménez Caballero tenía -y siguió teniendo- una peculiar forma de entender la disciplina y las ideas falangistas, pues desde 1933 había militado en ellas, las había abandonado, volvió a aceptarlas, fue sancionado y por último tomó parte en la conjura anti Hedilla; Miranda había sido desde el 18 de Julio un incondicional de Queipo, al que dejó por Serrano Suñer en cuanto este llegó a la zona nacional; López Bassas y González Bueno, por último, compartían con Gazapo Valdés la condición de neofalangistas y la de miembros del Cuartel General del Generalísimo. A los dirigentes de la vieja Falange les sentó muy mal que para dirigir la nueva no se contara con ellos y sí con advenedizos. Por eso durante los días 22, 23, 24 y 25 discutieron entre sí cual debería ser su respuesta política a la decisión de Franco. Un grupo, minoritario, creía que para todos ellos y para toda la Falange lo mejor era someterse a la voluntad del Generalísimo y negociar con él, dentro de FET-JONS, lo que esta debería ser y hacer en pro de España. Otro grupo, integrado por personas de mayor relieve en la Falange primera, pensaba que lo más conveniente era obedecer, pero dejando notoria constancia desde el primer momento del malestar que en los falangistas había causado la forzada unificación. Por ello creían necesario que Hedilla no aceptara ser miembro de la Junta Política de FET, y en tal sentido presionaron al cántabro para que cuanto antes hiciera llegar a Franco su renuncia a tal puesto. Entre otros, Agustín Aznar, José Antonio Girón, Fernando González Vélez, Luis González Vicent, Pilar Primo de Rivera y Dionisio Ridruejo eran partidarios de esta actitud de firme pureza. Franco reunió el 25 de abril, bajo su presidencia, al Secretariado Político antes mencionado. Hedilla no acudió a la convocatoria e hizo llegar su negativa a formar parte de tal Junta. A las siete de aquella tarde, Hedilla y treinta falangistas más, algunos de mucho relieve político en aquel tiempo y/o en días venideros, fueron detenidos y procesados por haber participado en los sucesos del 16 de abril que dieron lugar a la muerte del falangista Goya. Era, con toda evidencia, una clara demostración de que Franco creía en la fuerza política recién creada y de que pensaba utilizarla en toda su plenitud. (Sin duda por mera casualidad, dos días consecutivos, 27 y 28 de este mes de noviembre del 2007, se ha interrumpido y borrado la continuación de cuanto había escrito en torno a esta primera etapa de FET y estaba a punto de enviar a nuestro querido "Vistazo". Como me siento incapaz de realizar un tercer intento, por los nervios que el duplicado incidente me ha causado y por la falta del tiempo necesario para otra vez escribir lo graciosamente "censurado", remito esta recortada apuntación y aplazo lo restante para otra siguiente. A ver si ahora tengo más suerte.)
http://www.vistazoalaprensa.com/firmas_art.asp?id=4288
Quinta apuntación correlativa sobre la Falange y los falangistas: V.- La época de Franco
Antonio Castro Villacañas
R ECUERDO a todos, pero sobre todo me recuerdo a mí mismo, que estas apuntaciones no pueden ser -ni lo pretenden siquiera- una historia de la Falange, que a mi juicio está aún por hacer pese a que existan media docena de libros sobre el tema. Yo trato tan solo de llamar la atención de mis lectores sobre algunos puntos que me parecen relevantes a la hora de juzgar el pasado inmediato de España, entender su presente y tratar de intuir su futuro. Dicho esto, retorno al final de mi última apuntación sobre el tema. Estamos en abril de 1937: acaba de morir FE-JONS y de nacer la Falange Tradicionalista. Franco, guiado más por su visión militar que por sus convicciones políticas, ha comprendido que para ganar la guerra necesita -entre otras- dos cosas: a) tener directamente bajo su mando las dos fuerzas militares más populares del momento: los Tercios de Requetés y las Banderas de Falange; y b) tener también a sus órdenes, de modo directo y operativo, una fuerza cívica capaz de integrar en sentido "nacional" las inquietudes sociales latentes o manifiestas en gran parte de la población española: el Alzamiento militar y cívico no había sido ni burgués ni monárquico; por eso convenía encauzar y resaltar tales caracteres a la hora de afrontar la tarea de ganarse el respeto y la adhesión del pueblo. La fuerza cívica que Franco necesitaba en aquel abril de 1937 excedía en mucho de la que tenían y podían darle los partidos políticos que desde el 18 de julio anterior se habían sumado al Alzamiento. Sólo dos de ellos, significativamente minoritarios en la última primavera, la Comunión Tradicionalista y FE-JONS, sobre todo ésta, habían incrementado su militancia de forma extraordinaria. Los tradicionalistas eran poco "sociales" -al menos, en la forma vigente en Europa- y sí muy monárquicos -pero en nada partidarios de la corona derrocada en 1931. Los falangistas eran en su gran mayoría claramente republicanos y se movían por profundas inquietudes sociales. La historia de España y de FET-JONS no pueden comprenderse si no se tienen en cuenta los citados argumentos. Franco desechó casi enseguida las incitaciones que su hermano Nicolás y personas afines le hicieron desde el 1 de octubre de 1936 para construir algo parecido a lo que el general Primo de Rivera hizo en su Dictadura. Aceptó mejor el consejo de su cuñado Ramón Serrano Suñer. Por eso FET-JONS no sería nunca una simple Unión Patriótica. En la vida de la Falange franquista yo distingo las siguientes etapas: 1ª) Desde el 20 de abril de 1937 al 2 de diciembre de ese mismo año Franco trató de organizar y consolidar su nueva organización política. Muestra de ello es el Decreto 266, de 22 de abril, que nombra a los diez miembros del Secretariado o Junta Política de FET-JONS: Manuel Hedilla Larrey, Tomás Domínguez Arévalo, Darío Gazapo Valdés, Tomás Dolz de Espejo, Joaquín Miranda, Luis Arellano Dininz, Ernesto Giménez Caballero, José María Mazón, Pedro González Bueno y Ladislao López Bassas. Estos nombres revelan la FET que Franco quería en aquel momento: Hedilla era el Jefe Nacional de FE-JONS; Domínguez Arévalo -conde de Rodezno-, Dolz de Espejo -conde de La Florida-, Mazón y Arellano eran miembros destacados de la Comunión Tradicionalista, carentes en aquel momento de toda representatividad en ella, pues dependían en todo de sus legítimos mandos, el Príncipe Javier de Borbón Parma y su Delegado Manuel Fal Conde; Gazapo Valdés era un Teniente Coronel de Estado Mayor que se había afiliado en la primavera de 1936 a la Falange de Marruecos, de donde venía unido al Cuartel General de Franco; Giménez Caballero tenía -y siguió teniendo- una peculiar forma de entender la disciplina y las ideas falangistas, pues desde 1933 había militado en ellas, las había abandonado, volvió a aceptarlas, fue sancionado y por último tomó parte en la conjura anti Hedilla; Miranda había sido desde el 18 de Julio un incondicional de Queipo, al que dejó por Serrano Suñer en cuanto este llegó a la zona nacional; López Bassas y González Bueno, por último, compartían con Gazapo Valdés la condición de neofalangistas y la de miembros del Cuartel General del Generalísimo. A los dirigentes de la vieja Falange les sentó muy mal que para dirigir la nueva no se contara con ellos y sí con advenedizos. Por eso durante los días 22, 23, 24 y 25 discutieron entre sí cual debería ser su respuesta política a la decisión de Franco. Un grupo, minoritario, creía que para todos ellos y para toda la Falange lo mejor era someterse a la voluntad del Generalísimo y negociar con él, dentro de FET-JONS, lo que esta debería ser y hacer en pro de España. Otro grupo, integrado por personas de mayor relieve en la Falange primera, pensaba que lo más conveniente era obedecer, pero dejando notoria constancia desde el primer momento del malestar que en los falangistas había causado la forzada unificación. Por ello creían necesario que Hedilla no aceptara ser miembro de la Junta Política de FET, y en tal sentido presionaron al cántabro para que cuanto antes hiciera llegar a Franco su renuncia a tal puesto. Entre otros, Agustín Aznar, José Antonio Girón, Fernando González Vélez, Luis González Vicent, Pilar Primo de Rivera y Dionisio Ridruejo eran partidarios de esta actitud de firme pureza. Franco reunió el 25 de abril, bajo su presidencia, al Secretariado Político antes mencionado. Hedilla no acudió a la convocatoria e hizo llegar su negativa a formar parte de tal Junta. A las siete de aquella tarde, Hedilla y treinta falangistas más, algunos de mucho relieve político en aquel tiempo y/o en días venideros, fueron detenidos y procesados por haber participado en los sucesos del 16 de abril que dieron lugar a la muerte del falangista Goya. Era, con toda evidencia, una clara demostración de que Franco creía en la fuerza política recién creada y de que pensaba utilizarla en toda su plenitud. (Sin duda por mera casualidad, dos días consecutivos, 27 y 28 de este mes de noviembre del 2007, se ha interrumpido y borrado la continuación de cuanto había escrito en torno a esta primera etapa de FET y estaba a punto de enviar a nuestro querido "Vistazo". Como me siento incapaz de realizar un tercer intento, por los nervios que el duplicado incidente me ha causado y por la falta del tiempo necesario para otra vez escribir lo graciosamente "censurado", remito esta recortada apuntación y aplazo lo restante para otra siguiente. A ver si ahora tengo más suerte.)
http://www.vistazoalaprensa.com/firmas_art.asp?id=4288
Jeff Jacoby, ¿Es Israel un estado judio?
jueves 29 de noviembre de 2007
Conferencia de Annapolis
¿Es Israel un estado judío?
El rechazo de la Autoridad Palestina, y a esos efectos de la mayor parte del mundo árabe, a reconocer a Israel como estado judío legítimo no es una negación de la realidad; es señal de su determinación por deshacer esa realidad.
Jeff Jacoby
Con vistas a la conferencia diplomática en Annapolis, el primer ministro de Israel, Ehud Olmert, anunció que esperaba que la Autoridad Palestina reconociera por fin la existencia de Israel como estado judío. Un visitante recién llegado de Marte se preguntaría el motivo de que esto pueda suponen ningún problema. Después de todo, Israel es un estado judío. Si los más de 55 países que componen la Organización de la Conferencia Islámica tienen derecho al reconocimiento como estados musulmanes, y si los 22 miembros de la Liga Árabe son universalmente aceptados como estados árabes, ¿por qué debería alguien mostrarse reacio a reconocer a Israel como el único estado judío del mundo?
Pero aún así, la demanda de Olmert fue rechazada. Saeb Erekat, el veterano negociador de la Autoridad Palestina, dijo que los palestinos rechazarán reconocer la identidad judía de Israel porque "no es aceptable que un país vincule su carácter nacional a una religión específica". Según el Jerusalem Post, Erekat dijo en Radio Palestina: "No existe ningún país en el mundo en el que las identidades nacional y religiosa estén entrelazadas".
En realidad existen muchos países en los que ambas están vinculadas. La Constitución argentina promulga el apoyo gubernamental a la fe católica. La Reina Isabel II es ministro supremo de la Iglesia de Inglaterra. En el reino himalayo de Bután, la constitución proclama el budismo "la herencia espiritual" de la nación. Las familias reales danesa y noruega tienen que ser miembros, respectivamente, de la Iglesia de Dinamarca y la Iglesia de Noruega. "La religión imperante en Grecia", proclama la Sección II de la Constitución de Grecia, "es la de la Iglesia Ortodoxa Oriental de Cristo".
De hecho, en ninguna otra región del planeta los países vinculan su carácter nacional a una religión concreta de forma tan rutinaria como en el Oriente Medio musulmán. La bandera de Arabia Saudí muestra la shahada –la declaración islámica de fe– en escritura blanca árabe sobre fondo verde; en la bandera iraní, la fórmula islámica "Alahu Ajbar" ("Alá es grande") aparece 22 veces. Y después está la propia Autoridad Palestina de Erekat , cuya Ley Básica dicta en el Articulo 4 que "El islam es la religión oficial de Palestina" y que "los principios de la sharia islámica serán la principal fuente de legislación".
Claramente, pues, Erekat y la Autoridad Palestina no rechazan aceptar la legitimidad de Israel como estado judío porque sus principios les impidan aceptar que se relacionen identidad nacional y religiosa. Quizá, podría aventurar nuestro marciano visitante, su objeción sea simplemente práctica: ¿se están reservando los palestinos el reconocimiento oficial a Israel con el fin de obtener algún reconocimiento correspondiente para sí mismos?
Pero esa explicación tampoco se tiene en pie. Olmert ha aprobado repetidamente la creación de un estado soberano de Palestina. "Apoyamos el establecimiento de un estado palestino democrático y moderno– ha dicho –. La existencia de dos naciones, una judía y una palestina, es la solución final a las aspiraciones nacionales y los problemas de cada uno de los pueblos". De hecho, ha llegado a sugerir que se podría lograr un plan de paz en el que se incluyera la creación de la nación palestina "antes incluso del final del mandato del Presidente Bush en el cargo".
Así pues, ¿por qué los líderes de la Autoridad Palestina se resisten a reconocer lo obvio, que Israel es un estado judío? La conexión judía con Palestina no sólo está basada en los abundantes datos históricos al respecto, sino en el Derecho internacional. Cuando la Liga de Naciones confió a Gran Bretaña el Mandato de Palestina en 1922, reconoció expresamente "la conexión histórica del pueblo judío con Palestina" y la legalidad de "reconstruir su patria nacional en ese país". En ese momento, Gran Bretaña había transferido ya el 80% de la Palestina histórica a un Gobierno árabe, el que ahora es el reino musulmán de Jordania. Todo lo que quedaba para un estado judío era el 20% restante, y hasta eso fue más tarde repartido. Pero entonces, al menos, estaba claro que la comunidad judía se encontraba "en Palestina por derecho y no por consentimiento tácito a causa de alguna miseria", como subrayó en aquel entonces Winston Churchill.
Ochenta y cinco años más tarde, esa pequeña franja de Oriente Medio es el hogar de prácticamente la mitad de los judíos del mundo. Si eso no es un estado judío, ¿qué es un estado judío?
Aún así todo esto es irrelevante. El rechazo de la Autoridad Palestina, y a esos efectos de la mayor parte del mundo árabe, a reconocer a Israel como estado judío legítimo no es una negación de la realidad; es señal de su determinación de deshacer esa realidad. Al igual que los líderes árabes de un siglo a esta parte, no pretenden vivir en paz con un estado judío, sino en lugar delestado judío. Olmert podrá presentarse en Annapolis sirviendo la soberanía a los palestinos en bandeja de plata, con la mitad de Jerusalén como guarnición. No saldrá con la paz. Al contrario, sólo va a intensificar la determinación árabe de reemplazar al único estado judío del mundo con el estado árabe número 23.
La llave de la paz árabe israelí no es el estado palestino. Es obligar al mundo árabe a abandonar su sueño de liquidar a Israel. Como asunto de autoestima nacional, Olmert debería reiterar su exigencia de que los palestinos reconozcan la identidad judía de Israel y hacerla innegociable. Si Israel no puede insistir ni siquiera en un asunto de autoestima tan fundamental, es que ha perdido ya hasta la camisa.
Jeff Jacoby, columnista del Boston Globe. Sus artículos pueden consultarse en su página web.
http://www.libertaddigital.com/opiniones/opinion_40661.html
Conferencia de Annapolis
¿Es Israel un estado judío?
El rechazo de la Autoridad Palestina, y a esos efectos de la mayor parte del mundo árabe, a reconocer a Israel como estado judío legítimo no es una negación de la realidad; es señal de su determinación por deshacer esa realidad.
Jeff Jacoby
Con vistas a la conferencia diplomática en Annapolis, el primer ministro de Israel, Ehud Olmert, anunció que esperaba que la Autoridad Palestina reconociera por fin la existencia de Israel como estado judío. Un visitante recién llegado de Marte se preguntaría el motivo de que esto pueda suponen ningún problema. Después de todo, Israel es un estado judío. Si los más de 55 países que componen la Organización de la Conferencia Islámica tienen derecho al reconocimiento como estados musulmanes, y si los 22 miembros de la Liga Árabe son universalmente aceptados como estados árabes, ¿por qué debería alguien mostrarse reacio a reconocer a Israel como el único estado judío del mundo?
Pero aún así, la demanda de Olmert fue rechazada. Saeb Erekat, el veterano negociador de la Autoridad Palestina, dijo que los palestinos rechazarán reconocer la identidad judía de Israel porque "no es aceptable que un país vincule su carácter nacional a una religión específica". Según el Jerusalem Post, Erekat dijo en Radio Palestina: "No existe ningún país en el mundo en el que las identidades nacional y religiosa estén entrelazadas".
En realidad existen muchos países en los que ambas están vinculadas. La Constitución argentina promulga el apoyo gubernamental a la fe católica. La Reina Isabel II es ministro supremo de la Iglesia de Inglaterra. En el reino himalayo de Bután, la constitución proclama el budismo "la herencia espiritual" de la nación. Las familias reales danesa y noruega tienen que ser miembros, respectivamente, de la Iglesia de Dinamarca y la Iglesia de Noruega. "La religión imperante en Grecia", proclama la Sección II de la Constitución de Grecia, "es la de la Iglesia Ortodoxa Oriental de Cristo".
De hecho, en ninguna otra región del planeta los países vinculan su carácter nacional a una religión concreta de forma tan rutinaria como en el Oriente Medio musulmán. La bandera de Arabia Saudí muestra la shahada –la declaración islámica de fe– en escritura blanca árabe sobre fondo verde; en la bandera iraní, la fórmula islámica "Alahu Ajbar" ("Alá es grande") aparece 22 veces. Y después está la propia Autoridad Palestina de Erekat , cuya Ley Básica dicta en el Articulo 4 que "El islam es la religión oficial de Palestina" y que "los principios de la sharia islámica serán la principal fuente de legislación".
Claramente, pues, Erekat y la Autoridad Palestina no rechazan aceptar la legitimidad de Israel como estado judío porque sus principios les impidan aceptar que se relacionen identidad nacional y religiosa. Quizá, podría aventurar nuestro marciano visitante, su objeción sea simplemente práctica: ¿se están reservando los palestinos el reconocimiento oficial a Israel con el fin de obtener algún reconocimiento correspondiente para sí mismos?
Pero esa explicación tampoco se tiene en pie. Olmert ha aprobado repetidamente la creación de un estado soberano de Palestina. "Apoyamos el establecimiento de un estado palestino democrático y moderno– ha dicho –. La existencia de dos naciones, una judía y una palestina, es la solución final a las aspiraciones nacionales y los problemas de cada uno de los pueblos". De hecho, ha llegado a sugerir que se podría lograr un plan de paz en el que se incluyera la creación de la nación palestina "antes incluso del final del mandato del Presidente Bush en el cargo".
Así pues, ¿por qué los líderes de la Autoridad Palestina se resisten a reconocer lo obvio, que Israel es un estado judío? La conexión judía con Palestina no sólo está basada en los abundantes datos históricos al respecto, sino en el Derecho internacional. Cuando la Liga de Naciones confió a Gran Bretaña el Mandato de Palestina en 1922, reconoció expresamente "la conexión histórica del pueblo judío con Palestina" y la legalidad de "reconstruir su patria nacional en ese país". En ese momento, Gran Bretaña había transferido ya el 80% de la Palestina histórica a un Gobierno árabe, el que ahora es el reino musulmán de Jordania. Todo lo que quedaba para un estado judío era el 20% restante, y hasta eso fue más tarde repartido. Pero entonces, al menos, estaba claro que la comunidad judía se encontraba "en Palestina por derecho y no por consentimiento tácito a causa de alguna miseria", como subrayó en aquel entonces Winston Churchill.
Ochenta y cinco años más tarde, esa pequeña franja de Oriente Medio es el hogar de prácticamente la mitad de los judíos del mundo. Si eso no es un estado judío, ¿qué es un estado judío?
Aún así todo esto es irrelevante. El rechazo de la Autoridad Palestina, y a esos efectos de la mayor parte del mundo árabe, a reconocer a Israel como estado judío legítimo no es una negación de la realidad; es señal de su determinación de deshacer esa realidad. Al igual que los líderes árabes de un siglo a esta parte, no pretenden vivir en paz con un estado judío, sino en lugar delestado judío. Olmert podrá presentarse en Annapolis sirviendo la soberanía a los palestinos en bandeja de plata, con la mitad de Jerusalén como guarnición. No saldrá con la paz. Al contrario, sólo va a intensificar la determinación árabe de reemplazar al único estado judío del mundo con el estado árabe número 23.
La llave de la paz árabe israelí no es el estado palestino. Es obligar al mundo árabe a abandonar su sueño de liquidar a Israel. Como asunto de autoestima nacional, Olmert debería reiterar su exigencia de que los palestinos reconozcan la identidad judía de Israel y hacerla innegociable. Si Israel no puede insistir ni siquiera en un asunto de autoestima tan fundamental, es que ha perdido ya hasta la camisa.
Jeff Jacoby, columnista del Boston Globe. Sus artículos pueden consultarse en su página web.
http://www.libertaddigital.com/opiniones/opinion_40661.html
Contra el aborto
jueves 29 de noviembre de 2007
Contra el aborto
EL desmantelamiento de una red de clínicas de Barcelona en las que se practicaban abortos ilegales ha puesto al descubierto toda una industria homicida que debería avergonzar a una sociedad desarrollada. La dimensión del problema va más allá de lo puramente legal, aunque ha sido gracias a una denuncia y a la actuación de la Fiscalía y del juzgado instructor por lo que se han podido frenar unos horrores más propios de un campo nazi de exterminio. Los detenidos están imputados de realizar abortos sin amparo de ninguno de los supuestos justificados legalmente tras la reforma del Código Penal en 1985. Los responsables de estas clínicas habrían llegado a matar con técnicas homicidas espeluznantes -como la decapitación- fetos de más de 32 semanas, cuyos restos eran luego triturados y vertidos por desagües para borrar todo rastro. Ciertamente, estos actos delictivos presentan una vertiente legal y demuestran hasta qué punto la ley de 1985 se hizo con suficiente ambigüedad -no reparada por la sentencia del Tribunal Constitucional- para, de hecho, implantar en España un aborto libre, que sería absolutamente contrario al artículo 15 de la Constitución.
Pero, aparte del debate sobre la insuficiencia de la ley y la inexistencia de controles administrativos sobre estas clínicas abortistas, hay una cuestión de fondo que la hipocresía de la sociedad actual mantiene en silencio cómplice: el aborto es la muerte dolosa de un ser humano con métodos cruentos. No hay razón científica ni legal para negarle al feto la condición humana y, por tanto, para negar a su vida el mismo nivel de respeto y protección que a un nacido. La cirugía prenatal y la pediatría neonatal están demostrando la viabilidad de fetos de pocos meses, lo que anula gran parte de las excusas médicas para matarlos y ratifica algo tan obvio como que el embarazo no es más que la primera fase del desarrollo humano y no justifica la confiscación de su vida por un supuesto derecho de la madre a su propio cuerpo. Al suyo, es posible; pero no al de su hijo. Por otro lado, el daño «psíquico» que puede causar el embarazo no es más que una coartada que sirve para revestir de legalidad la mera voluntad de la mujer para abortar sin causa.
En España se practican al año casi 100.000 abortos. Es una cifra terrible, pero también lo es la pasividad con que la recibe la sociedad, porque encierra una concepción nihilista de la vida y hace cínica la proclamación de los Derechos Humanos -más todavía el furor ecologista- porque entre ellos no se encuentra el único que da fundamento a todos los demás, que es el derecho de todo ser humano concebido a seguir viviendo. En la batalla de las ideas, la primera sigue siendo la defensa de la vida humana.
http://www.abc.es/20071129/opinion-editorial/contra-aborto_200711290259.html
Contra el aborto
EL desmantelamiento de una red de clínicas de Barcelona en las que se practicaban abortos ilegales ha puesto al descubierto toda una industria homicida que debería avergonzar a una sociedad desarrollada. La dimensión del problema va más allá de lo puramente legal, aunque ha sido gracias a una denuncia y a la actuación de la Fiscalía y del juzgado instructor por lo que se han podido frenar unos horrores más propios de un campo nazi de exterminio. Los detenidos están imputados de realizar abortos sin amparo de ninguno de los supuestos justificados legalmente tras la reforma del Código Penal en 1985. Los responsables de estas clínicas habrían llegado a matar con técnicas homicidas espeluznantes -como la decapitación- fetos de más de 32 semanas, cuyos restos eran luego triturados y vertidos por desagües para borrar todo rastro. Ciertamente, estos actos delictivos presentan una vertiente legal y demuestran hasta qué punto la ley de 1985 se hizo con suficiente ambigüedad -no reparada por la sentencia del Tribunal Constitucional- para, de hecho, implantar en España un aborto libre, que sería absolutamente contrario al artículo 15 de la Constitución.
Pero, aparte del debate sobre la insuficiencia de la ley y la inexistencia de controles administrativos sobre estas clínicas abortistas, hay una cuestión de fondo que la hipocresía de la sociedad actual mantiene en silencio cómplice: el aborto es la muerte dolosa de un ser humano con métodos cruentos. No hay razón científica ni legal para negarle al feto la condición humana y, por tanto, para negar a su vida el mismo nivel de respeto y protección que a un nacido. La cirugía prenatal y la pediatría neonatal están demostrando la viabilidad de fetos de pocos meses, lo que anula gran parte de las excusas médicas para matarlos y ratifica algo tan obvio como que el embarazo no es más que la primera fase del desarrollo humano y no justifica la confiscación de su vida por un supuesto derecho de la madre a su propio cuerpo. Al suyo, es posible; pero no al de su hijo. Por otro lado, el daño «psíquico» que puede causar el embarazo no es más que una coartada que sirve para revestir de legalidad la mera voluntad de la mujer para abortar sin causa.
En España se practican al año casi 100.000 abortos. Es una cifra terrible, pero también lo es la pasividad con que la recibe la sociedad, porque encierra una concepción nihilista de la vida y hace cínica la proclamación de los Derechos Humanos -más todavía el furor ecologista- porque entre ellos no se encuentra el único que da fundamento a todos los demás, que es el derecho de todo ser humano concebido a seguir viviendo. En la batalla de las ideas, la primera sigue siendo la defensa de la vida humana.
http://www.abc.es/20071129/opinion-editorial/contra-aborto_200711290259.html
Marcello, Telebasura
jueves 29 de noviembre de 2007
Telebasura
El asesinato de varias mujeres amenazadas por sus parejas, que aparecieron en programas de la llamada telebasura, no se le puede imputar a las cadenas de la televisión, públicas o privadas, porque de ser así se habrían derivado muy claras responsabilidades penales que tendrían que ser perseguidas por fiscales y jueces con todas sus consecuencias. Pero ni todos los programas, en los que se hicieron denuncias contra la violencia de género son iguales, ni estas cuestiones se trataron de la misma manera y con iguales objetivos, porque parece claro que, en algunos casos, se ha querido buscar, más que una denuncia social, un espectáculo televisivo con el que conseguir cotas de audiencia y, en definitiva, negocio.
De ahí que en esta cuestión tan peligrosa y especial de la violencia familiar, doméstica o de relaciones, los responsables de las cadenas deban extremar su vigilancia e imponer todas las cautelas posibles. Y no solo en semejantes situaciones, que pueden tener consecuencias desastrosas para la vida de las personas, sino también en otras muchas situaciones porque, amparados en la libertad de expresión y sobre todo en la búsqueda de negocio fácil, están proliferando en nuestro país un sin fin de programas basura, muchos de ellos inmersos en ese proceloso y pintoresco mundo de la llamada prensa del corazón, que distan mucho de la función social de los medios y de unos canales de televisión, nacionales, autonómicos o locales, que disfrutan de una concesión del Estado.
Programas en los que, además de embrutecer o entontecer a los ciudadanos, se agrede con suma facilidad en aras de un supuesto interés informativo, a personas, familias, grupos e instituciones, muchos de los cuales carecen de los medios necesarios para interponer demandas judiciales que, además, se eternizan en sus sentencias finales y que, en sus condenas, no se alcanzan las cotas de compensación suficientes para remediar daños que, muchas no se pueden reponer con multas o dinero, y que en todo caso son inferiores a los grandes beneficios que la telebasura produce a sus propietarios. Y todo ello sin olvidar el daño a los menores que visualizan esos programas en los que, incluso, se ha puesto de moda el vilipendiar a los muertos, o enfermos que no pueden defenderse del infame manoseo.
Hay que hacer algo, y esto no puede seguir así. Hay canales de televisión que inician la telebasura a media mañana, siguen a primeras horas de la tarde y continúan por la noche, enlazando un programa con otro, y sin que los espectadores puedan asistir a otra cosa que al infame chismorreo, por el que deambulan personajes grotescos y falsos periodistas, convertidos en patéticos héroes —los dinios, lequios, cotos, etcétera— sociales que viven de su propia basura, a medias con los gestores de la cadenas, sus directivos y sus presentadores y tertulianos, convirtiendo el negocio mal oliente en una tarta de excrementos de las que todos se llevan un pedazo, en proporción, y los responsables de las cadenas su parte del león.
Ya está mal que los servicios informativos de casi todas las cadenas —y las públicas incluidas, con mayor responsabilidad— estén sometidos a intrigas e influencias de la partitocracia, en contra de la imparcialidad y la necesidad de un periodismo independiente que aborde con solvencia y seriedad todos los grandes temas del debate político, económico, social y cultural, para que, además, los gestores y propietarios de estas concesiones del Estado nos inunden de programas repugnantes, a la mayor gloria de sus bolsillos.
Es verdad que los límites a la libertad de empresa y de expresión, ante estos desafueros, solo pueden ser impuestos por la ley. Pues bien, si esto sigue así, habrá que cambiar la ley, o las leyes, para que no pueda continuar por ese camino de la infamia en el que han caído otros países, lo que en ningún caso justifica que en España semejantes modelos se tengan que copiar. Si los empresarios de televisión no quieren, como dicen, estar en la picota o en el punto de mira de una sociedad, cada vez más indignada con todo esto, ya saben lo que tiene que hacer.
Y mientras tanto, vamos a ver si los partidos políticos, ahora en campaña electoral, se atreven a incluir esta cuestión en sus programas electorales, incluso corriendo el riesgo de que las televisiones se venguen contra ellos por defender posiciones justas que puede dañar el dinero fácil de esta plaga que inunda la programación nacional.
http://www.estrelladigital.es/diario/articulo.asp?sec=opi&fech=29/11/2007&name=marcello
Telebasura
El asesinato de varias mujeres amenazadas por sus parejas, que aparecieron en programas de la llamada telebasura, no se le puede imputar a las cadenas de la televisión, públicas o privadas, porque de ser así se habrían derivado muy claras responsabilidades penales que tendrían que ser perseguidas por fiscales y jueces con todas sus consecuencias. Pero ni todos los programas, en los que se hicieron denuncias contra la violencia de género son iguales, ni estas cuestiones se trataron de la misma manera y con iguales objetivos, porque parece claro que, en algunos casos, se ha querido buscar, más que una denuncia social, un espectáculo televisivo con el que conseguir cotas de audiencia y, en definitiva, negocio.
De ahí que en esta cuestión tan peligrosa y especial de la violencia familiar, doméstica o de relaciones, los responsables de las cadenas deban extremar su vigilancia e imponer todas las cautelas posibles. Y no solo en semejantes situaciones, que pueden tener consecuencias desastrosas para la vida de las personas, sino también en otras muchas situaciones porque, amparados en la libertad de expresión y sobre todo en la búsqueda de negocio fácil, están proliferando en nuestro país un sin fin de programas basura, muchos de ellos inmersos en ese proceloso y pintoresco mundo de la llamada prensa del corazón, que distan mucho de la función social de los medios y de unos canales de televisión, nacionales, autonómicos o locales, que disfrutan de una concesión del Estado.
Programas en los que, además de embrutecer o entontecer a los ciudadanos, se agrede con suma facilidad en aras de un supuesto interés informativo, a personas, familias, grupos e instituciones, muchos de los cuales carecen de los medios necesarios para interponer demandas judiciales que, además, se eternizan en sus sentencias finales y que, en sus condenas, no se alcanzan las cotas de compensación suficientes para remediar daños que, muchas no se pueden reponer con multas o dinero, y que en todo caso son inferiores a los grandes beneficios que la telebasura produce a sus propietarios. Y todo ello sin olvidar el daño a los menores que visualizan esos programas en los que, incluso, se ha puesto de moda el vilipendiar a los muertos, o enfermos que no pueden defenderse del infame manoseo.
Hay que hacer algo, y esto no puede seguir así. Hay canales de televisión que inician la telebasura a media mañana, siguen a primeras horas de la tarde y continúan por la noche, enlazando un programa con otro, y sin que los espectadores puedan asistir a otra cosa que al infame chismorreo, por el que deambulan personajes grotescos y falsos periodistas, convertidos en patéticos héroes —los dinios, lequios, cotos, etcétera— sociales que viven de su propia basura, a medias con los gestores de la cadenas, sus directivos y sus presentadores y tertulianos, convirtiendo el negocio mal oliente en una tarta de excrementos de las que todos se llevan un pedazo, en proporción, y los responsables de las cadenas su parte del león.
Ya está mal que los servicios informativos de casi todas las cadenas —y las públicas incluidas, con mayor responsabilidad— estén sometidos a intrigas e influencias de la partitocracia, en contra de la imparcialidad y la necesidad de un periodismo independiente que aborde con solvencia y seriedad todos los grandes temas del debate político, económico, social y cultural, para que, además, los gestores y propietarios de estas concesiones del Estado nos inunden de programas repugnantes, a la mayor gloria de sus bolsillos.
Es verdad que los límites a la libertad de empresa y de expresión, ante estos desafueros, solo pueden ser impuestos por la ley. Pues bien, si esto sigue así, habrá que cambiar la ley, o las leyes, para que no pueda continuar por ese camino de la infamia en el que han caído otros países, lo que en ningún caso justifica que en España semejantes modelos se tengan que copiar. Si los empresarios de televisión no quieren, como dicen, estar en la picota o en el punto de mira de una sociedad, cada vez más indignada con todo esto, ya saben lo que tiene que hacer.
Y mientras tanto, vamos a ver si los partidos políticos, ahora en campaña electoral, se atreven a incluir esta cuestión en sus programas electorales, incluso corriendo el riesgo de que las televisiones se venguen contra ellos por defender posiciones justas que puede dañar el dinero fácil de esta plaga que inunda la programación nacional.
http://www.estrelladigital.es/diario/articulo.asp?sec=opi&fech=29/11/2007&name=marcello
Emilio Gonzalez, Echar el cierre
jueves 29 de noviembre de 2007
Oficina Económica de Moncloa
Echar el cierre
Con todo lo que ha sucedido en esta legislatura en torno a dicha oficina, a Solbes no le falta razón, pero se ha quedado corto: lo que habría que hacer es cerrarla.
Emilio J. González
El vicepresidente económico del Gobierno, Pedro Solbes, ha pedido que, si repite en el cargo en la próxima legislatura, las funciones de la Oficina Económica de la Presidencia del Gobierno queden delimitadas para evitar solapamientos y puntos de vista distintos. Desde luego, con todo lo que ha sucedido en esta legislatura en torno a dicha oficina, a Solbes no le falta razón, pero se ha quedado corto: lo que habría que hacer es cerrarla.
No cabe la menor duda de que el presidente del Gobierno, sea Zapatero o cualquier otra persona de cualquier otro partido, tiene todo el derecho del mundo a tener sus asesores económicos. Es más, sería un error que no los tuviera, teniendo en cuenta que el presidente, por la lógica de su cargo, tiene que tomar decisiones en materia económica en el Consejo de Ministros. Además, la economía es, hoy por hoy, un componente fundamental de las relaciones internacionales, sobre todo para países como España que forman parte de una unidad europea supranacional como la Unión Europea y de un área monetaria única como es la zona del euro.
No obstante, una cosa es que el presidente del Gobierno tenga asesores económicos y otra muy distinta lo que está siendo en esta legislatura la Oficina Económica de la Presidencia. Lejos de constituir un organismo asesor de Zapatero, la Oficina ha sido, en primer lugar, un Ministerio de Economía paralelo que, en muchos casos, ha anulado a este departamento y a su titular, Pedro Solbes, llegando a imponer medidas que el propio Solbes rechazaba o a respaldarlas, como fue el caso de la ley de horarios comerciales de Montilla o el decreto que ampliaba las competencias de la Comisión Nacional de la Energía para frenar a E.On en su opa sobre Endesa. Y todo esto lo ha hecho sin tener que responder ni en sede parlamentaria ni ante los electores por sus acciones, sin someterse a los controles a los que se ven sujetos los miembros del Ejecutivo en cualquier democracia. Por el contrario, tanto con Miguel Sebastián como con David Taguas a su frente, la Oficina Económica del Gobierno ha ejercido un poder gubernativo que no le corresponde sin estar limitados por control alguno.
Las actuaciones del equipo de Sebastián, y luego del de Taguas, por desgracia no se han quedado ahí. El ex presidente de la CNMV, Manuel Conthe, ya denunció la intromisión de dicha Oficina en el intento de asalto al BBVA pilotado desde Moncloa cuando desde allí se intentó que el supervisor de los mercados financieros investigara al presidente del banco, Francisco González, para socavar su posición y expulsarlo del cargo. La Oficina intervino también de forma activa en las opas sobre Endesa, en contra de la eléctrica y de E.On y a favor de Gas Natural, primero, y de Enel y Acciona después; razón por la cual sus dos directores, Sebastián y Taguas, están denunciados en los juzgados. La Oficina, por último, se ha convertido en la ventanilla por la que tiene que pasar toda empresa extranjera que quiera hacer algo en España, cuando se supone que nuestro país es una economía de mercado que cumple los principios de la Unión Europea, por ejemplo, los de libertad de circulación de capitales y de establecimiento.
Todo lo anterior ya ofrece una imagen bastante tenebrosa de la Oficina Económica de la Presidencia del Gobierno y de sus actividades. Pero cuando se añade que desde ella el clan de Miguel Sebastián ha tratado de hacerse con el control de todos los supervisores del sistema financiero español, aunque se les ha escapado el Banco de España, y teniendo en cuenta todo cuanto ha hecho en esta legislatura, lo único que se puede concluir es que Solbes se ha quedado corto al pedir que se delimiten sus funciones. Tenía que haber pedido, directamente, su cierre.
http://www.libertaddigital.com/opiniones/opinion_40654.html
Oficina Económica de Moncloa
Echar el cierre
Con todo lo que ha sucedido en esta legislatura en torno a dicha oficina, a Solbes no le falta razón, pero se ha quedado corto: lo que habría que hacer es cerrarla.
Emilio J. González
El vicepresidente económico del Gobierno, Pedro Solbes, ha pedido que, si repite en el cargo en la próxima legislatura, las funciones de la Oficina Económica de la Presidencia del Gobierno queden delimitadas para evitar solapamientos y puntos de vista distintos. Desde luego, con todo lo que ha sucedido en esta legislatura en torno a dicha oficina, a Solbes no le falta razón, pero se ha quedado corto: lo que habría que hacer es cerrarla.
No cabe la menor duda de que el presidente del Gobierno, sea Zapatero o cualquier otra persona de cualquier otro partido, tiene todo el derecho del mundo a tener sus asesores económicos. Es más, sería un error que no los tuviera, teniendo en cuenta que el presidente, por la lógica de su cargo, tiene que tomar decisiones en materia económica en el Consejo de Ministros. Además, la economía es, hoy por hoy, un componente fundamental de las relaciones internacionales, sobre todo para países como España que forman parte de una unidad europea supranacional como la Unión Europea y de un área monetaria única como es la zona del euro.
No obstante, una cosa es que el presidente del Gobierno tenga asesores económicos y otra muy distinta lo que está siendo en esta legislatura la Oficina Económica de la Presidencia. Lejos de constituir un organismo asesor de Zapatero, la Oficina ha sido, en primer lugar, un Ministerio de Economía paralelo que, en muchos casos, ha anulado a este departamento y a su titular, Pedro Solbes, llegando a imponer medidas que el propio Solbes rechazaba o a respaldarlas, como fue el caso de la ley de horarios comerciales de Montilla o el decreto que ampliaba las competencias de la Comisión Nacional de la Energía para frenar a E.On en su opa sobre Endesa. Y todo esto lo ha hecho sin tener que responder ni en sede parlamentaria ni ante los electores por sus acciones, sin someterse a los controles a los que se ven sujetos los miembros del Ejecutivo en cualquier democracia. Por el contrario, tanto con Miguel Sebastián como con David Taguas a su frente, la Oficina Económica del Gobierno ha ejercido un poder gubernativo que no le corresponde sin estar limitados por control alguno.
Las actuaciones del equipo de Sebastián, y luego del de Taguas, por desgracia no se han quedado ahí. El ex presidente de la CNMV, Manuel Conthe, ya denunció la intromisión de dicha Oficina en el intento de asalto al BBVA pilotado desde Moncloa cuando desde allí se intentó que el supervisor de los mercados financieros investigara al presidente del banco, Francisco González, para socavar su posición y expulsarlo del cargo. La Oficina intervino también de forma activa en las opas sobre Endesa, en contra de la eléctrica y de E.On y a favor de Gas Natural, primero, y de Enel y Acciona después; razón por la cual sus dos directores, Sebastián y Taguas, están denunciados en los juzgados. La Oficina, por último, se ha convertido en la ventanilla por la que tiene que pasar toda empresa extranjera que quiera hacer algo en España, cuando se supone que nuestro país es una economía de mercado que cumple los principios de la Unión Europea, por ejemplo, los de libertad de circulación de capitales y de establecimiento.
Todo lo anterior ya ofrece una imagen bastante tenebrosa de la Oficina Económica de la Presidencia del Gobierno y de sus actividades. Pero cuando se añade que desde ella el clan de Miguel Sebastián ha tratado de hacerse con el control de todos los supervisores del sistema financiero español, aunque se les ha escapado el Banco de España, y teniendo en cuenta todo cuanto ha hecho en esta legislatura, lo único que se puede concluir es que Solbes se ha quedado corto al pedir que se delimiten sus funciones. Tenía que haber pedido, directamente, su cierre.
http://www.libertaddigital.com/opiniones/opinion_40654.html
Benigno Pendas, De la ciudad y sus museos
jueves 29 de noviembre de 2007
De la ciudad y sus museos
BENIGNO PENDÁS. Ex Director General de Bellas Artes
ACASO el viejo tópico nunca fue cierto: Madrid, poblachón manchego, villa y corte, majas castizas y empleados holgazanes. Dicho con el masoquismo genial propio de Camilo José Cela, esta ciudad era una mezcla de Navalcarnero y Kansas City. A día de hoy, en cambio, Madrid ejerce no sólo como capital política, sino también empresarial y financiera, dinámica y pujante, en condiciones de competir con las mejores de Europa. Global pero local, el siglo XXI es muy exigente en materia de iconos. Tenemos ya unos cuantos: el metro, la T-4, un incipiente «skyline»... No hace falta ser experto en urbanismo para buscarle la gracia al proyecto Prado-Recoletos. Algún defecto tendrá, pero acierta en lo esencial: Madrid necesita espacio para el «vivere civile», como decían los clásicos en el Renacimiento. Hermosa ciudad, sin duda; también agresiva, compleja, a veces irritante. Suena bien la idea de recuperar el Salón del Prado, lleno de aromas románticos y perfiles ilustrados, a la vez cuarto de estar y espejo de vanidades. Vuelve Colón a su sitio, mandan en su entorno Cibeles y Neptuno, relucen los palacetes y vuelven a la vida fantasmas en excedencia. En algún lugar escribió don José María Pemán, firma señera en este ABC: el centro de gravedad de París era la corte con sus palacios; en Madrid, por el contrario, era el Prado: «el paseo, el lance, la aventura, el desgarro popular». Tradición y modernidad, una mezcla siempre inteligente al servicio del interés general. Tiene que salir bien.
En voz muy alta: Madrid cuenta con una excepcional oferta de museos. El Prado es el primero del mundo en pintura clásica. No hay en ningún otro (magníficos Louvre, Hermitage, National Gallery, Metropolitan, pinacotecas romanas o vienesas) una tal concentración de obras maestras por metro cuadrado. Reina Sofía y Thyssen completan el triángulo de oro, un conjunto deslumbrante aunque conviene no confundir la calidad de las aportaciones de unos y de otros. Es, en rigor, un cuadrilátero, porque el Museo Arqueológico Nacional merece más atención de la que a veces recibe. Todos ellos salen ganando con el proyecto que impulsa Alberto Ruiz-Gallardón. También el Thyssen, por supuesto, herencia del buen hacer de algunos ministros, muchos funcionarios eficaces, ilustres arquitectos y juristas brillantes, como el inolvidable Rodrigo Uría. Colección privada al servicio del bien público y modelo funcional en el despliegue del «tercer sector». La colección, adquirida en su precio justo por el Estado español, tiene su sede natural en el Palacio de Vistahermosa, allí donde un día tocara el piano Franz Liszt ante una concurrencia selecta. No es sólo Madrid: también Barcelona se beneficia de las obras de arte en un hermoso rincón de Pedralbes. Hay negocios en marcha que requieren decisiones firmes. Entre ellos, el destino de la colección de Carmen Cervera, relevante dentro de su nivel. Nuevos edificios y ciertas alternativas, no todas ellas convincentes... Veremos en qué termina.
La Fundación Thyssen-Bornemisza alcanzó ya su plena madurez y no puede funcionar a golpe de ocurrencias. El legado del barón tiene que ser gestionado con eficacia y sentido común. Decía Montesquieu que la «moderación» es el alma de la aristocracia. Hay cosas que no se pueden hacer, en especial, ciertos espectáculos gratuitos que alimentan el simplismo y la inmadurez. Si Carmen Cervera y los órganos de gobierno de la Fundación (que, como es notorio, no son lo mismo) quieren decir algo en serio sobre el eje Prado-Recoletos tienen tiempo todavía para explicar su postura mediante alegaciones razonables. Lloriqueos, caprichos y rabietas no son argumentos atendibles en una sociedad civilizada. Esta vez, la baronesa ha cruzado la barrera natural que impone la prudencia. Plantea un chantaje de tono personalista: «si no me hacen caso, me lo llevo». Anuncia movilizaciones: vistos los precedentes, hay que temer lo peor. Nadie en sus cabales puede tener celos infantiles del Museo del Prado. Cuando se declara «apolítica», debería tener muy claro quién alienta y por qué la oposición contra el proyecto del Ayuntamiento: en la «casa de las siete chimeneas» hay quien se frota las manos por el conflicto.
La derecha elude -no se sabe por qué- la batalla de las ideas para ofrecer su mejor vertiente en la eficacia de la gestión. Madrid, ciudad y autonomía, es fiel reflejo del éxito del Partido Popular en la administración ordinaria de los asuntos públicos. En democracia, las urnas nunca mienten. De hecho, las opciones de Mariano Rajoy para ganar el 9M pasan por una victoria rotunda en la circunscripción que más diputados aporta. Sólo hay una sombra en el horizonte: la desconfianza patológica entre Ayuntamiento y Comunidad irrita a muchos ciudadanos de buena fe. Los hechos confirman un día tras otro esa falta de sintonía que sólo beneficia a sus adversarios. En este caso, los argumentos que esgrimen desde la Puerta del Sol no resultan muy convincentes. Consejería de Transportes: tendremos problemas de tráfico. Habrá que ver, pero en todo caso es una genuina competencia municipal y la solución del túnel resulta mucho más compleja y costosa. Consejería de Cultura: Patrimonio Histórico tendrá que intervenir porque se trata de un BIC. Así es, en términos formales, pero ¿dónde está el «interés cultural» en sentido material? Hablamos de aceras envejecidas y de carriles-bus mal emplazados: aplicar aquí la legislación sobre património artístico resulta más que forzado. Consejería de Medio Ambiente: el famoso tema de los árboles. Es cuestión de medir y contar. De momento, el proyecto ofrece casi tres mil ejemplares más. Si es así, y se puede constatar, ¿dónde está la agresión al patrimonio «verde»? Todas ellas son cuestiones a debatir y negociar entre políticos y funcionarios cualificados, sin populismo ni demagogia. La Administración sirve con objetividad los intereses generales. Existe «desviación de poder» cuando se utilizan las potestades administrativas para un fin distinto al que determina el ordenamiento jurídico. ¿ Hace falta recordar verdades tan elementales?
Vivimos en una gran ciudad del siglo XXI, la era de las megalópolis. El urbanismo de la capital de España está reñido con afanes de protagonismo personal en busca del aplauso fácil de gentes ociosas, siempre dispuestas a pasar un rato divertido. Diga cada uno lo que tenga que decir, en términos serios y profesionales, pero póngase ya en marcha el proyecto porque la inmensa mayoría desea que esta polémica estéril termine cuanto antes. Busquemos un testigo de excepción: Diego Velázquez, grande entre los grandes, otra vez invitado de honor en su propio museo. Pintor en, por y de Madrid, de su Corte y de su cielo, con sus grandezas y servidumbres. El mejor que ha existido nunca. Su tiempo consiste en la primacía del instante, la visión innata de la escena, el momento singular e irrepetible. ¿Cabe negar a Velázquez otra oportunidad para disfrutar como merece del salón de su casa?. Hay que tomarse los asuntos con absoluta seriedad. Deben saberlo todos, tanto los que apoyan el proyecto como los que critican a sus autores e inspiradores. El sentido de la responsabilidad está por encima de todo. Es la única forma posible de hacer las cosas en una democracia madura.
http://www.abc.es/20071129/opinion-la-tercera/ciudad-museos_200711290259.html
De la ciudad y sus museos
BENIGNO PENDÁS. Ex Director General de Bellas Artes
ACASO el viejo tópico nunca fue cierto: Madrid, poblachón manchego, villa y corte, majas castizas y empleados holgazanes. Dicho con el masoquismo genial propio de Camilo José Cela, esta ciudad era una mezcla de Navalcarnero y Kansas City. A día de hoy, en cambio, Madrid ejerce no sólo como capital política, sino también empresarial y financiera, dinámica y pujante, en condiciones de competir con las mejores de Europa. Global pero local, el siglo XXI es muy exigente en materia de iconos. Tenemos ya unos cuantos: el metro, la T-4, un incipiente «skyline»... No hace falta ser experto en urbanismo para buscarle la gracia al proyecto Prado-Recoletos. Algún defecto tendrá, pero acierta en lo esencial: Madrid necesita espacio para el «vivere civile», como decían los clásicos en el Renacimiento. Hermosa ciudad, sin duda; también agresiva, compleja, a veces irritante. Suena bien la idea de recuperar el Salón del Prado, lleno de aromas románticos y perfiles ilustrados, a la vez cuarto de estar y espejo de vanidades. Vuelve Colón a su sitio, mandan en su entorno Cibeles y Neptuno, relucen los palacetes y vuelven a la vida fantasmas en excedencia. En algún lugar escribió don José María Pemán, firma señera en este ABC: el centro de gravedad de París era la corte con sus palacios; en Madrid, por el contrario, era el Prado: «el paseo, el lance, la aventura, el desgarro popular». Tradición y modernidad, una mezcla siempre inteligente al servicio del interés general. Tiene que salir bien.
En voz muy alta: Madrid cuenta con una excepcional oferta de museos. El Prado es el primero del mundo en pintura clásica. No hay en ningún otro (magníficos Louvre, Hermitage, National Gallery, Metropolitan, pinacotecas romanas o vienesas) una tal concentración de obras maestras por metro cuadrado. Reina Sofía y Thyssen completan el triángulo de oro, un conjunto deslumbrante aunque conviene no confundir la calidad de las aportaciones de unos y de otros. Es, en rigor, un cuadrilátero, porque el Museo Arqueológico Nacional merece más atención de la que a veces recibe. Todos ellos salen ganando con el proyecto que impulsa Alberto Ruiz-Gallardón. También el Thyssen, por supuesto, herencia del buen hacer de algunos ministros, muchos funcionarios eficaces, ilustres arquitectos y juristas brillantes, como el inolvidable Rodrigo Uría. Colección privada al servicio del bien público y modelo funcional en el despliegue del «tercer sector». La colección, adquirida en su precio justo por el Estado español, tiene su sede natural en el Palacio de Vistahermosa, allí donde un día tocara el piano Franz Liszt ante una concurrencia selecta. No es sólo Madrid: también Barcelona se beneficia de las obras de arte en un hermoso rincón de Pedralbes. Hay negocios en marcha que requieren decisiones firmes. Entre ellos, el destino de la colección de Carmen Cervera, relevante dentro de su nivel. Nuevos edificios y ciertas alternativas, no todas ellas convincentes... Veremos en qué termina.
La Fundación Thyssen-Bornemisza alcanzó ya su plena madurez y no puede funcionar a golpe de ocurrencias. El legado del barón tiene que ser gestionado con eficacia y sentido común. Decía Montesquieu que la «moderación» es el alma de la aristocracia. Hay cosas que no se pueden hacer, en especial, ciertos espectáculos gratuitos que alimentan el simplismo y la inmadurez. Si Carmen Cervera y los órganos de gobierno de la Fundación (que, como es notorio, no son lo mismo) quieren decir algo en serio sobre el eje Prado-Recoletos tienen tiempo todavía para explicar su postura mediante alegaciones razonables. Lloriqueos, caprichos y rabietas no son argumentos atendibles en una sociedad civilizada. Esta vez, la baronesa ha cruzado la barrera natural que impone la prudencia. Plantea un chantaje de tono personalista: «si no me hacen caso, me lo llevo». Anuncia movilizaciones: vistos los precedentes, hay que temer lo peor. Nadie en sus cabales puede tener celos infantiles del Museo del Prado. Cuando se declara «apolítica», debería tener muy claro quién alienta y por qué la oposición contra el proyecto del Ayuntamiento: en la «casa de las siete chimeneas» hay quien se frota las manos por el conflicto.
La derecha elude -no se sabe por qué- la batalla de las ideas para ofrecer su mejor vertiente en la eficacia de la gestión. Madrid, ciudad y autonomía, es fiel reflejo del éxito del Partido Popular en la administración ordinaria de los asuntos públicos. En democracia, las urnas nunca mienten. De hecho, las opciones de Mariano Rajoy para ganar el 9M pasan por una victoria rotunda en la circunscripción que más diputados aporta. Sólo hay una sombra en el horizonte: la desconfianza patológica entre Ayuntamiento y Comunidad irrita a muchos ciudadanos de buena fe. Los hechos confirman un día tras otro esa falta de sintonía que sólo beneficia a sus adversarios. En este caso, los argumentos que esgrimen desde la Puerta del Sol no resultan muy convincentes. Consejería de Transportes: tendremos problemas de tráfico. Habrá que ver, pero en todo caso es una genuina competencia municipal y la solución del túnel resulta mucho más compleja y costosa. Consejería de Cultura: Patrimonio Histórico tendrá que intervenir porque se trata de un BIC. Así es, en términos formales, pero ¿dónde está el «interés cultural» en sentido material? Hablamos de aceras envejecidas y de carriles-bus mal emplazados: aplicar aquí la legislación sobre património artístico resulta más que forzado. Consejería de Medio Ambiente: el famoso tema de los árboles. Es cuestión de medir y contar. De momento, el proyecto ofrece casi tres mil ejemplares más. Si es así, y se puede constatar, ¿dónde está la agresión al patrimonio «verde»? Todas ellas son cuestiones a debatir y negociar entre políticos y funcionarios cualificados, sin populismo ni demagogia. La Administración sirve con objetividad los intereses generales. Existe «desviación de poder» cuando se utilizan las potestades administrativas para un fin distinto al que determina el ordenamiento jurídico. ¿ Hace falta recordar verdades tan elementales?
Vivimos en una gran ciudad del siglo XXI, la era de las megalópolis. El urbanismo de la capital de España está reñido con afanes de protagonismo personal en busca del aplauso fácil de gentes ociosas, siempre dispuestas a pasar un rato divertido. Diga cada uno lo que tenga que decir, en términos serios y profesionales, pero póngase ya en marcha el proyecto porque la inmensa mayoría desea que esta polémica estéril termine cuanto antes. Busquemos un testigo de excepción: Diego Velázquez, grande entre los grandes, otra vez invitado de honor en su propio museo. Pintor en, por y de Madrid, de su Corte y de su cielo, con sus grandezas y servidumbres. El mejor que ha existido nunca. Su tiempo consiste en la primacía del instante, la visión innata de la escena, el momento singular e irrepetible. ¿Cabe negar a Velázquez otra oportunidad para disfrutar como merece del salón de su casa?. Hay que tomarse los asuntos con absoluta seriedad. Deben saberlo todos, tanto los que apoyan el proyecto como los que critican a sus autores e inspiradores. El sentido de la responsabilidad está por encima de todo. Es la única forma posible de hacer las cosas en una democracia madura.
http://www.abc.es/20071129/opinion-la-tercera/ciudad-museos_200711290259.html
Enrique Rosendo, ¿Quien le vendió su fondo de inversion?
jueves 29 de noviembre de 20007
Capitalismo popular
¿Quién le vendió su fondo de inversión?
Un país en el que los ciudadanos tengan cultura económica, que ahorren e inviertan de forma dinámica sus intereses, será un país en donde se pondere más y mejor la libertad. Un país con más libertad es siempre una sociedad más próspera y rica.
José Enrique Rosendo
El total de patrimonio gestionado en fondos de inversión nacionales suma a día de hoy alrededor de 252.930 millones de euros, o lo que es lo mismo, aproximadamente una cuarta parte de la cotización global de la bolsa española. De ellos, casi la mitad están gestionados por solo cinco entidades: Santander, BBVA, Ahorro Corporación, La Caixa y Banco Popular; pero los dos mayores bancos españoles concentran nada más y nada menos que el 40% de cuota de mercado de este segmento financiero.
Esto quiere decir que los españoles que invierten en fondos de inversión lo hacen fundamentalmente guiados por las grandes cadenas comerciales que dirigen Emilio Botín y Francisco González.
En un país que, merced al milagro económico de la era Aznar-Rato, se ha ido generalizando poco a poco el denominado capitalismo popular que en su día proyectaran Reagan y Thatcher en su ola de revolución liberal-conservadora, la mayor parte de los inversores confían exclusiva o principalmente en lo que les asesora el director de la oficina de la esquina, es decir, el que se encarga de su cuenta bancaria desde que la abuela le abrió la libreta cuando hizo la primera comunión.
No es de extrañar, pues, que muchos partícipes de fondos desconozcan adecuadamente no ya la mecánica de los productos que contratan, sino incluso la rentabilidad que obtienen con los mismos. Un ejemplo evidente son los planes de pensiones, ya que un alto porcentaje de los mismos obtienen una rentabilidad neta por debajo de la inflación, o sea que técnicamente usted puede incluso estar perdiendo dinero de cara a su futura jubilación. Y no hablemos de la renta fija garantizada, ahí es nada.
El Santander y el BBVA son dos grandes y sólidos bancos, con una estructura financiera férrea y eficiente. Nuestro sistema bancario es uno de los mejores del mundo. Y la raíz de esta envidiable situación debemos buscarla en esas tupidas redes de oficina que cubren todas las manzanas de ciudades y pueblos de nuestra geografía. A la orden de comercializar un producto, miles de comerciales salen a la calle en busca de inversores que confían sus ahorros sin hacer demasiadas preguntas.
El rápido crecimiento económico de los españoles experimentado en los últimos doce años ha permitido la extensión de ese denominado capitalismo popular al que antes hacía referencia. Eso es un dato positivo, por cuanto la extensión del concepto de propiedad sobre grandes corporaciones nos hace partícipes de ideas como la libre empresa y la defensa de la liberalización de mercados. Sin embargo, esa rapidez en acceder a estos productos no ha venido acompañada de un incremento de la formación financiera del español medio. De este modo, somos poco exigentes y no sacamos todo el jugo posible a nuestros ahorros.
Un país en el que los ciudadanos tengan cultura económica, que ahorren e inviertan de forma dinámica sus intereses, será un país en donde se pondere más y mejor la libertad. Un país con más libertad es siempre una sociedad más próspera y rica. Pero, ¿quién si no nosotros mismos tenemos que ponerle el cascabel al gato? Esa es la cuestión. A los españoles nos gusta poco profundizar en las cosas del dinero. Debe ser nuestra cultura católica, en donde el trabajo era un castigo bíblico y la riqueza emprendedora un feo al honor noble de esta legión de hidalgos.
http://www.libertaddigital.com/opiniones/opinion_40655.html
Capitalismo popular
¿Quién le vendió su fondo de inversión?
Un país en el que los ciudadanos tengan cultura económica, que ahorren e inviertan de forma dinámica sus intereses, será un país en donde se pondere más y mejor la libertad. Un país con más libertad es siempre una sociedad más próspera y rica.
José Enrique Rosendo
El total de patrimonio gestionado en fondos de inversión nacionales suma a día de hoy alrededor de 252.930 millones de euros, o lo que es lo mismo, aproximadamente una cuarta parte de la cotización global de la bolsa española. De ellos, casi la mitad están gestionados por solo cinco entidades: Santander, BBVA, Ahorro Corporación, La Caixa y Banco Popular; pero los dos mayores bancos españoles concentran nada más y nada menos que el 40% de cuota de mercado de este segmento financiero.
Esto quiere decir que los españoles que invierten en fondos de inversión lo hacen fundamentalmente guiados por las grandes cadenas comerciales que dirigen Emilio Botín y Francisco González.
En un país que, merced al milagro económico de la era Aznar-Rato, se ha ido generalizando poco a poco el denominado capitalismo popular que en su día proyectaran Reagan y Thatcher en su ola de revolución liberal-conservadora, la mayor parte de los inversores confían exclusiva o principalmente en lo que les asesora el director de la oficina de la esquina, es decir, el que se encarga de su cuenta bancaria desde que la abuela le abrió la libreta cuando hizo la primera comunión.
No es de extrañar, pues, que muchos partícipes de fondos desconozcan adecuadamente no ya la mecánica de los productos que contratan, sino incluso la rentabilidad que obtienen con los mismos. Un ejemplo evidente son los planes de pensiones, ya que un alto porcentaje de los mismos obtienen una rentabilidad neta por debajo de la inflación, o sea que técnicamente usted puede incluso estar perdiendo dinero de cara a su futura jubilación. Y no hablemos de la renta fija garantizada, ahí es nada.
El Santander y el BBVA son dos grandes y sólidos bancos, con una estructura financiera férrea y eficiente. Nuestro sistema bancario es uno de los mejores del mundo. Y la raíz de esta envidiable situación debemos buscarla en esas tupidas redes de oficina que cubren todas las manzanas de ciudades y pueblos de nuestra geografía. A la orden de comercializar un producto, miles de comerciales salen a la calle en busca de inversores que confían sus ahorros sin hacer demasiadas preguntas.
El rápido crecimiento económico de los españoles experimentado en los últimos doce años ha permitido la extensión de ese denominado capitalismo popular al que antes hacía referencia. Eso es un dato positivo, por cuanto la extensión del concepto de propiedad sobre grandes corporaciones nos hace partícipes de ideas como la libre empresa y la defensa de la liberalización de mercados. Sin embargo, esa rapidez en acceder a estos productos no ha venido acompañada de un incremento de la formación financiera del español medio. De este modo, somos poco exigentes y no sacamos todo el jugo posible a nuestros ahorros.
Un país en el que los ciudadanos tengan cultura económica, que ahorren e inviertan de forma dinámica sus intereses, será un país en donde se pondere más y mejor la libertad. Un país con más libertad es siempre una sociedad más próspera y rica. Pero, ¿quién si no nosotros mismos tenemos que ponerle el cascabel al gato? Esa es la cuestión. A los españoles nos gusta poco profundizar en las cosas del dinero. Debe ser nuestra cultura católica, en donde el trabajo era un castigo bíblico y la riqueza emprendedora un feo al honor noble de esta legión de hidalgos.
http://www.libertaddigital.com/opiniones/opinion_40655.html
miércoles, noviembre 28, 2007
GEES, Ingerencias politicas
jueves 29 de noviembre de 2007
Lucha antiterrorista
Injerencias políticas
El Cuerpo Nacional de Policía y la Guardia Civil han alcanzado un grado de conocimiento y eficacia en la lucha contra ETA que permite pensar en una derrota de los terroristas sin necesidad de ninguna contrapartida política.
GEES
La utilización de la Policía con fines partidistas ha sido una constante en la izquierda española. La etapa Zapatero, lejos de ser una excepción a esta regla, ha llevado a una instrumentalización de las fuerzas de seguridad desconocida en nuestra reciente historia democrática. Así, nos hemos encontrado con policías procesados por practicar detenciones ilegales de militantes de la oposición, funcionarios implicados en casos de falsificación de documentos para favorecer al Gobierno, diligencias que quedan paralizadas por afectar a miembros del partido socialista, soplos a organizaciones terrorista de investigaciones en marcha y constantes filtraciones interesadas a los medios de comunicación afines como una constante a lo largo de toda la Legislatura que ahora acaba.
Lo más grave de este comportamiento antidemocrático ha sido que la propia lucha antiterrorista no ha estado a salvo de esta utilización de la Policía con fines partidistas. Así, el Gobierno manipuló los informes policiales de verificación de la última tregua de ETA para hacer posible el inicio del proceso de negociación política con los terroristas puesto en marcha por Zapatero. Por su parte, el número de terroristas detenidos en España mientras duró ese periodo de negociación cayó también en picado. Operaciones como la desarticulación del comando Guipúzcoa antes de que ETA diera por finiquitado el proceso de dialogo con el Gobierno fueron recibidas con manifiesta frialdad y un clamoroso silencio por parte del Ministerio del Interior.
Por el contrario, una vez rota la negociación, el Gobierno ha dado las instrucciones inversas. Ahora se trata de detener a cuantos más mejor, como un medio para hacer olvidar el fiasco de la negociación y mostrar la firmeza de Zapatero en la lucha contra el terrorismo. El problema es que esa proliferación en las detenciones está afectando a la calidad de la lucha antiterrorista en al menos dos factores, Primero, porque se explotan operaciones no suficientemente maduras, es decir, se detiene a terroristas de segunda o tercera fila que podrían haber llevado, se haber aguantado más tiempo sus seguimientos, a los propios cabecillas de la banda. El segundo problema es que muchos de los detenidos quedan en libertad en cuanto son puestos a disposición del juez, lo que supone un factor de radicalización en muchos de ellos. Esa experiencia de las detenciones por órdenes "políticas" ya se vivió en los ochenta con desastrosos resultados.
El Cuerpo Nacional de Policía y la Guardia Civil han alcanzado un grado de conocimiento y eficacia en la lucha contra ETA que permite pensar en una derrota de los terroristas sin necesidad de ninguna contrapartida política. Pero para ello es esencial que dejemos trabajar a las fuerzas de seguridad sin ningún tipo de interferencia política. Ese fue uno de los grandes aciertos de la política antiterrorista de Aznar y produjo unos excelentes resultados que condujeron a ETA al borde mismo de su derrota. El Gobierno de Zapatero sin embargo se ha caracterizado hasta el momento justo por lo contrario.
GEES, Grupo de Estudios Estratégicos.
http://www.libertaddigital.com/opiniones/opinion_40656.html
Lucha antiterrorista
Injerencias políticas
El Cuerpo Nacional de Policía y la Guardia Civil han alcanzado un grado de conocimiento y eficacia en la lucha contra ETA que permite pensar en una derrota de los terroristas sin necesidad de ninguna contrapartida política.
GEES
La utilización de la Policía con fines partidistas ha sido una constante en la izquierda española. La etapa Zapatero, lejos de ser una excepción a esta regla, ha llevado a una instrumentalización de las fuerzas de seguridad desconocida en nuestra reciente historia democrática. Así, nos hemos encontrado con policías procesados por practicar detenciones ilegales de militantes de la oposición, funcionarios implicados en casos de falsificación de documentos para favorecer al Gobierno, diligencias que quedan paralizadas por afectar a miembros del partido socialista, soplos a organizaciones terrorista de investigaciones en marcha y constantes filtraciones interesadas a los medios de comunicación afines como una constante a lo largo de toda la Legislatura que ahora acaba.
Lo más grave de este comportamiento antidemocrático ha sido que la propia lucha antiterrorista no ha estado a salvo de esta utilización de la Policía con fines partidistas. Así, el Gobierno manipuló los informes policiales de verificación de la última tregua de ETA para hacer posible el inicio del proceso de negociación política con los terroristas puesto en marcha por Zapatero. Por su parte, el número de terroristas detenidos en España mientras duró ese periodo de negociación cayó también en picado. Operaciones como la desarticulación del comando Guipúzcoa antes de que ETA diera por finiquitado el proceso de dialogo con el Gobierno fueron recibidas con manifiesta frialdad y un clamoroso silencio por parte del Ministerio del Interior.
Por el contrario, una vez rota la negociación, el Gobierno ha dado las instrucciones inversas. Ahora se trata de detener a cuantos más mejor, como un medio para hacer olvidar el fiasco de la negociación y mostrar la firmeza de Zapatero en la lucha contra el terrorismo. El problema es que esa proliferación en las detenciones está afectando a la calidad de la lucha antiterrorista en al menos dos factores, Primero, porque se explotan operaciones no suficientemente maduras, es decir, se detiene a terroristas de segunda o tercera fila que podrían haber llevado, se haber aguantado más tiempo sus seguimientos, a los propios cabecillas de la banda. El segundo problema es que muchos de los detenidos quedan en libertad en cuanto son puestos a disposición del juez, lo que supone un factor de radicalización en muchos de ellos. Esa experiencia de las detenciones por órdenes "políticas" ya se vivió en los ochenta con desastrosos resultados.
El Cuerpo Nacional de Policía y la Guardia Civil han alcanzado un grado de conocimiento y eficacia en la lucha contra ETA que permite pensar en una derrota de los terroristas sin necesidad de ninguna contrapartida política. Pero para ello es esencial que dejemos trabajar a las fuerzas de seguridad sin ningún tipo de interferencia política. Ese fue uno de los grandes aciertos de la política antiterrorista de Aznar y produjo unos excelentes resultados que condujeron a ETA al borde mismo de su derrota. El Gobierno de Zapatero sin embargo se ha caracterizado hasta el momento justo por lo contrario.
GEES, Grupo de Estudios Estratégicos.
http://www.libertaddigital.com/opiniones/opinion_40656.html
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