viernes 6 de octubre de 2006
Vamos a contar mentiras… bóricas
Miguel Martínez
M E van a permitir, mis queridos reincidentes, que redunde en el tema de la manipulación ácida y bórica de la que les hablaba la semana anterior, que ya estarán ustedes al tanto de la imputación por parte del juez Garzón de los tres peritos instructores del “informe bórico” aparecido en un medio cuyo director tiene una cierta propensión -además de a ser filmado en sicalípticas y comprometidas situaciones y posturitas- a coleccionar documentos en teoría confidenciales. Llegados a este punto, uno se pregunta cuántos de aquellos documentos “top secret”, que durante una temporada aparecían asiduamente en ese rotativo, habrán sido también manipulados. Al parecer, y según la confesión de uno de los imputados, esos tres peritos recuperaron el borrador del “informe bórico” -desechado en su día por poco riguroso por los responsables de la policía científica- del disco duro de algún ordenador y se conchabaron entre ellos para darle apariencia oficial, añadiéndole fechas, firmas, timbres y registros de salida falsos, con las consiguientes tachaduras de típex de los correspondientes libros de registro. No hace falta ser un lince para imaginarse cómo llegó ese informe falso al diario que lo publicó. Uno que yo me sé ha quedado –otra vez- con el culo al aire. Y en todo este embrollo se halla un servidor más perdido que la Duquesa de Alba en Mercadona, más que nada porque no le alcanza la neurona a comprender qué motivaciones pueden guiar a esos funcionarios, panacea de esa estabilidad laboral tan añorada por todo humano, a poner en peligro su empleo y, de añadido, su libertad. A menos, claro está, que las presuntas dádivas percibidas por su presunta fechoría superen con creces los quebraderos de cabeza que la imputación de un delito de falsedad en documento público les pueda reportar. ¿O es que alguien se cree que esos tres funcionarios hicieron lo que hicieron por despecho o altruismo? E igual que la Duquesa se extraviaría entre el pasillo de los detergentes y el de los zumos, incapaz de encontrar la salida, se siente un servidor confundido y traspapelado cuando comprueba que aquellos que reverenciaban y aplaudían al juez Garzón, tiempo ha, cuando éste intentaba resolver aquella ecuación de segundo grado de la que no hallaba una incógnita llamada equis, ahora lo vilipendien porque según ellos ha presionado a los peritos imputados para que declaren. ¿Habrá hecho poner el aire acondicionado de su despacho a todo trapo? ¿Habrán ordenado servirles aguado el café del desayuno? Porque nuestra Constitución garantiza la presencia de abogado en ese tipo de trámites y, además, según los fiscales que estuvieron presentes en las declaraciones, la comparecencia de los imputados se desarrolló con normalidad y sin ningún incidente digno de mención. Eso sí, lo que ha quedado patente y fuera de toda duda es la independencia del poder judicial, que no en vano el CGPJ (no es un insulto por feo que suene, es el Consejo General del Poder Judicial) parece que no es un órgano colegiado como todos teníamos entendido, sino que está compuesto –según las crónicas de diversos medios- de una mayoría conservadora y una minoría progresista. ¿Qué mejor garantía de independencia que una mayoría conservadora cuando el gobierno es –o al menos así se considera- progresista? Total, que ejerciendo su independencia, el CGPJ, y con el principal concurso de la mayoría conservadora, evita apoyar al juez Garzón en la campaña de desprestigio que se ha iniciado contra él por imputar a los peritos; si bien la minoría progresista ha conseguido colar en el comunicado de “no apoyo” un recordatorio al respeto del que deben ser merecedoras todas las decisiones judiciales, incluso cuando no gusten a determinados políticos o directores de periódicos. Y si ya estaba un servidor extraviado, con su neurona retorcida y al borde de la apoplejía, resulta que la Sala de lo Penal de la Audiencia de Madrid, declara que la competencia para instruir sobre la falsedad bórica debiera de recaer sobre los juzgados de instrucción de Madrid, y no sobre el Juzgado Central de Instrucción número 5 –el de Garzón- tal y como solicitaba la Fiscalía. Lo curioso de la noticia es que el juez Garzón, ni tiene por qué darse por aludido por este auto, ni tiene obligación de respetarlo, por lo que muy probablemente sea Garzón quien siga instruyendo e investigando dicho sumario. ¿Me siguen? Pues si es que sí, les ruego que me orienten, porque quien les escribe no acaba de aclararse con algunos detalles, a saber: no entiende un servidor que un órgano colegiado -del que se supone tiene como uno de sus principales cometidos el garantizar la independencia judicial- se autodivida en dos lobbys que se llevan –además de como el perro y el gato- la contraria mutuamente y que arriman el ascua, exclusivamente, a su sardina; ni que el fiscal solicite que sea un juez determinado quien investigue un caso y que la Audiencia se lo deniegue sabiendo a priori que, en cualquier caso, esa resolución puede ser – como lo será- obviada. Y, según parece, el hecho que ya sean cinco los jueces de la Audiencia Nacional que, una y otra vez, vayan desmontando, una a una, las teorías de los que se empeñan en vincular a ETA con el 11-M, no deja sin aliento a los teóricos de la conspiración “ETA = 11-M” que huyen hacia delante publicando ciertas noticias con singular retintín, como –otra más- la de que cierto Comisario de Policía, también vinculado a la investigación del 11-M, se halla destinado en El Salvador cobrando 6.000 euros mensuales. Falta añadir, para que la manipulación sea del todo completa, algún comentario del tipo “para mantenerle la boca cerrada”. Siendo bien pensado, uno puede opinar que, al ver tal cantidad de dinero, a nadie se le ocurre coger el teléfono y preguntar a los diferentes ministerios cuánto cobran sus funcionarios cuando se hallan desplazados a países lejanos. De haberlo hecho hubiesen comprobado que cualquier funcionario de cualquier ministerio –ya sea policía, ya funcionario de Hacienda- cuando se destina al extranjero percibe cantidades similares – a causa de las llamadas dietas internacionales- que les compense del hecho de trabajar tan lejos de su casa. Tenemos funcionarios de Hacienda organizando el sistema recaudatorio en Kosovo, Guardias Civiles y Policías en ése y otros países…, un elevado número, en definitiva, de funcionarios en los más variopintos lugares, con las más variopintas tareas y con sueldos similares a los de ese Comisario y, desde luego, sin tener ninguno nada que ver con el sumario 11-M. Y es que da la sensación de que de lo que se trata es de vincular a ETA con el 11-M a toda costa y de que por cada teoría conspirativa que se desmonte (como ésta del ácido bórico) aparecerán titulares, reales o no, que intenten sembrar de nuevo la duda en aquellos que estén predispuestos a ello. No me digan ustedes que no se han preguntado nunca por qué en los atentados de Londres y Bombai, con idénticos objetivos y calcados modus operandi que en el del 11-M, en Madrid, e igualmente reivindicados por células islamistas próximas a Al-Qaeda, por qué –les preguntaba- en esos países no se ha especulado con fantasiosas teorías conspirativas. Pues si se lo han preguntado, la respuesta es obvia: Spain is different. Y la oposición –ya sea política o mediática- más different todavía.
viernes, octubre 06, 2006
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