sabado 21 de octubre de 2006
La presunta huelga
Juan Urrutia
L A semana pasada les hablaba de ciertas sospechas respecto a que la huelga de hambre del asesino Iñaki de Juana Chaos fuera realmente tal. Sin embargo, como se trataba se dudas sin más sustento que algunos indicios, evité profundizar en el tema. Hoy puedo profundizar y profundizo porque un periódico serio, El Mundo, ha publicado en su edición del día quince que el etarra pasó sus dos meses de huelga a base de miel, jamón york y pan de molde. Un funcionario de prisiones declaró que entre sus compañeros denominaban con cierta chufla a la “huelga” “la dieta de las quinientas calorías”. Empezaba a ser extraño que un hombre de cincuenta y un años en ayunas durante casi sesenta días no perdiese la capacidad de mantener sus constantes vitales, o como diría un pedante, que no estirase la pata. De hecho, ya que tanto les gusta a los etarras compararse con el IRA, Bobby Sands, perteneciente a esta organización terrorista, murió a los veintisiete años tras sesenta y seis días sin miel, jamón york ni pan de molde. Y era un robusto deportista. Lo que ya roza el recochineo es lo de ponerse a hacer flexiones en su celda cuando debería estar casi en un estado agónico. Sabido es que cualquier vasco de pro es capaz de arrastrar una avioneta asiendo con los dientes una cuerda a la que esté amarrado el aparato volador. Pero si le quitamos el carburante, el vasco se desinfla. Sepan ustedes que los chicarrones del norte debemos consumir diariamente dos chuletones de kilo y medio con abundantes patatas fritas y txakolí o en su defecto un buen perolo de alubias con morcilla de Arceniega para no perecer en pocos días. La huelga de hambre no cabe en la cabeza de un buen morrozko, es casi tan mortal como la huelga de tinto. Si ustedes han comido alguna vez en mi tierra sabrán de qué les hablo, conocerán las raciones que se sirven y obviamente ya eran conscientes de la imposibilidad de que el ayuno del etarra fuera más allá de una pequeña reducción alimenticia. Les pondré un ejemplo de lo que digo: un buen amigo de mi padre, “Chindri”, tenía por costumbre desmayarse en los ascensores los viernes de vigilia. ¿Por qué en los ascensores? Lo ignoro. Como de costumbre ETA engaña. Engaña al Gobierno, a su apoyo social por medio del diario proetarra Gara, y a Europa entera gracias a ZP. ¿Qué va a suceder ahora con las reducciones de condena concedidas a los seis procesados por kale borroka? ¿Seguirán estudiando rebajarle la pena a Iñaki de Juana? ¿Qué me dará el Gobierno si prometo bajar unos kilitos antes del verano que viene? Lo grave de todo esto es que se nos ha presentado como cierto en los periódicos e informativos varios, siendo más falso que la sonrisa de Ibarretxe, algo fácilmente comprobable como es el estado de salud de un recluso. Ahora no puedo evitar sentirme todavía, si cabe, más engañado por el PSOE y su aparato propagandístico. Quizás piensen que soy un desconfiado irredento pero tengo la sensación de que mantener por un lado el descontrol más absoluto sobre las visitas —cargadas de viandas— al etarra y por otro decir públicamente que la alimaña en cuestión estaba muy malita, sea un subterfugio más para hacernos tragar reducciones de condena varias, englobadas seguramente dentro de los acuerdos pregubernamentales entre ETA y el partido del poder. Supongamos por un momento que la abstención alimenticia fuera cierta. Seguiría siendo absurdo conceder regalos navideños a cambio de volver a comer. Más aún lo es concederlos a cambio de hacer dieta, pero teniendo en cuenta que se reducen penas y se conceden terceros y cuartos grados a asesinos por realizar trabajos manuales o participar en clases de aerobic, pues la verdad, es seguir en la misma línea que hasta ahora. Al menos se puede decir que este Gobierno, otra cosa no, pero consecuente es un rato.
sábado, octubre 21, 2006
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