sábado, octubre 21, 2006

Proyecto sin fronteras

domingo 22 de octubre de 2006
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Proyectos sin frontera
«Identidad, sentimiento de pertenencia, transporte, movilidad y logística tienen un doble reto: cuidar y optimizar lo pequeño para salir al exterior sin temor a ser engullidos»...
JOSÉ MANUEL BUJANDA ARIZMENDI/DIRECTOR DE LA PLATAFORMA LOGÍSTICA AQUITANIA-EUSKADI
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Hoy, finales del 2006, a 55 años del Tratado de París, 49 del de Roma y 13 del de Maastrich, los problemas de la logística en la UE, del transporte de mercancías y de la movilidad de las personas transcienden a las fronteras de los estados, así como su solución. Problema, diagnóstico compartido y solución tienen ya un carácter transfronterizo ineludible. Hoy, lo conocido por globalización nos sumerge a veces en procesos cambiantes en los que nada permanecerá inmutable. El espacio, al menos en la sociedad industrializada y evolucionada tecnológicamente en la que vivimos, ha adquirido ya una nueva dimensión social a todas luces diferente, una nueva percepción social para las distancias, para los tiempos de desplazamiento o para las diferentes caracterizaciones que tendrán en el futuro más inmediato las necesidades de traslado para ir a trabajar, a dormir, o a disfrutar de las vacaciones. Todo ello tiene una nueva interpretación social con lo que tiene de repercusión concreta y operativa en la manera de afrontar la vida particular y social. Y este proceso, cierto es que no ha comenzado ahora, pero sí que está sufriendo un acelerón muy acusado. Con las identidades y los sentimientos de pertenencia creo que ocurre algo parecido. Ya casi nada nos es ajeno. Casi nada de lo que ocurre en el llamado exterior se nos hace ajeno. No nos es ajeno formar parte de la Unión Europea desde hace 20 años con motivo del Acta Única Europea, ni que ésta vaya aumentando progresivamente en número de países. No se nos hará ajeno que la Unión Europea alcance más pronto que tarde, el 1 de enero de 2007, los 27 miembros con la adhesión de Bulgaria con 7,8 millones de habitantes y un ritmo de crecimiento de 5´5% y Rumania con 21,7 millones de ciudadanos y ciudadanas y con un ritmo de crecimiento del 7%, superando ambos en más del doble el 2,7% de la media de la UE prevista para este año. No nos es, ni nos será, ajeno una Unión Europea de 27 miembros en su quinta ampliación y sumando casi 500 millones de habitantes y que debate estirarse o no hasta la Turquía de Oriente y Croacia previa modificación en ese caso de su marco legal según el Tratado de Niza. Todo ello nos afecta, y de lleno. Seguramente los responsables de logística de las empresas tomarán buena nota de las características de los nuevos miembros que se incorporarán a la UE, habrá geoeconomistas que polemizarán sobre el grado de influencia que podrá tener un tipo de ampliación u otro sobre la periferización del Arco Atlántico, responsables políticos mirarán con lupa sobre los nuevos riesgos de posibles deslocalizaciones de empresas hacia territorios donde los gastos de producción son menores debido a la baratura de la mano de obra. Responsables de diferentes estamentos con responsabilidades en infraestructuras reflexionarán sobre la necesidad de optimizar las que se tienen y de apostar por otras, la búsqueda de métodos alternativos se acentuarán y entrarán nuevas prisas por la intermodalidad. Cambiarán los conceptos de sentirse europeos, se solaparán identidades, la complejidad de las sociedades aumentará, el mestizaje ampliará su variedad y los sociólogos elucubrarán nuevos y desconocidos escenarios. He afirmado anteriormente que con las identidades y sentimientos de pertenencia ocurrirá algo parecido y de la misma forma que el solapamiento de las identidades no supone la anulación de ninguna, y yo personalmente seguiré siendo íntimamente vasco en una Europa en continua mutación, la ampliación de Europa como si fuera un proceso de acumulación o yuxtaposición de capas concéntricas de una cebolla superpondrá a mis sentimientos de pertenencia actuales, otros. De la misma manera que lo que ocurra allá lejos tendrá un efecto mariposa en mí, y que lo global y grande no me anula, sino que me refuerza, de esa misma manera que lo global necesita de lo local, así mismo y desde un punto de vista de la movilidad de las personas, del transporte de mercancías y de la logística en general, lo que hoy ocurra fuera nos condicionará, influenciará y nos obligará como vascos a adaptarnos y a adecuarnos a una nueva realidad que es consecuencia directa de las nuevas necesidades y síntesis históricas. Pero ello no nos hará olvidar lo más pequeño ni lo más local. Quiero decir que si lo que está ocurriendo allá fuera lleva a los responsables de la UE en la Cumbre de Essen en Alemania en 1994 a la conclusión, por ejemplo, de calificar el Eje Europeo Ferroviario Atlántico Norte-Sur vitalmente necesario desde un punto de vista estratégico, y a la línea de Alta Velocidad, Lisboa, Madrid, Vitoria, Bayona, Burdeos, Lille, como prioritaria, ello nos incumbe directamente pero no nos hace olvidar, todo lo contrario, de nuestras infraestructuras más cercanas, más locales, de las infraestructuras provinciales, de las de corto recorrido o incluso de las urbanas o de las peri-urbanas. Y así, y por ello, la 'Y' tiene sentido, no tan sólo en sí misma, que también, sino sobre todo por sus futuras conexiones rótula hacia la meseta sur, hacia el Finisterre del oeste, hacia el Mediterráneo del este, hacia la Aquitania del norte, puerta nuestra hacia Europa. Sentido en lo que respecta a la logística en su acepción más amplia, en lo que respecta a la movilidad de las personas y al transporte de mercancías. Sentido porque vertebra territorio vasco por encima de administraciones y estados y porque se relaciona con vecinos, se abre y se conecta por encima de fronteras. Y por ello precisamente no nos es ajeno lo que decidan en Aquitania, la conexión de las infraestructuras ferroviarias vasca y aquitana es clave para los aquitanos y vascos, prioridad para la UE, con consecuencias positivas en Francia y en la península ibérica. Nada es ajeno a nadie. Las necesidades de la historia en este sentido son inapelables. Atrás quedan las fronteras, atrás los condicionantes histórico-económicos que propiciaron los viejos ámbitos del estado-nación, atrás los pequeños y aldeanos ombligos en los que se basaban filosofías, localistas y de estrechas miras, que construyeron anchos de vías diferentes en la frontera del Bidasoa para evitar no se sabe exactamente qué. Pocas veces en la historia tan pocos milímetros en los anchos de vías han supuesto tanta absurda separación y dificultad para el transporte y la movilidad; 2,73 cms. han tenido profundas y múltiples consecuencias en la vida de los vascos a un lado y otro del Bidasoa, en incomunicación y mutuo desconocimiento, en distorsión de identidades y en sentimientos de pertenencia impuestos. La mentalidad de quien optó por la diferencia para preservar enana y cicateramente lo suyo respondía en todo caso a un contexto socio-político felizmente ya periclitado. Y es hoy objetivamente una dificultad objetiva, histórica también, a superar. A lo largo de la historia cada etapa de desarrollo socio-económico ha requerido de un determinado espacio vital y por ello hoy las diferencias, lo local, la identidad más íntima, el sentimiento de pertenencia más intransferible se cultivan con total naturalidad con la apertura, con la asunción del otro, con la relación, con el intercambio y con la comunicación. La resolución de los problemas de la congestión del tráfico rodado, del transporte de mercancías y de la movilidad de las personas verán luz con una logística que contemple y se implique con la relación, con la coordinación, la apertura, el saber del otro, con una logística basada en una filosofía negadora de la incomunicación por estéril y absurda, y basada, al contrario, en una visión moderna, subsidiaria y que apuesta por lo nuevo, por lo intermodal y lo solidario. Creo que darnos a conocer fuera de nuestras fronteras es vital para los vascos, tenemos que acertar y saber decir que estamos aquí y que nos queremos relacionar con los de fuera. Esa es la apuesta de la Nueva Red Ferroviaria Vasca, esa es la apuesta de la 'Y', es la apuesta de la identidad vasca del futuro. Son apuestas y proyectos sin fronteras que responden a un determinado grado de evolución de la sociedad vasca y del contexto internacional que nos acoge. Pero también tenemos algo pendiente en nuestra propia casa vasco-aquitana. Tenemos 4 importantes puertos en nuestras costas, Bilbao, Burdeos, Pasajes y Bayona. Y aunque en España la reforma de la Ley de Puertos está bloqueada, el puerto de Bayona ha sido ya transferido a Aquitania. Tenemos aeropuertos a un lado y otro del Bidasoa y un debate pendiente en España sobre la necesidad de replantearse el papel de AENA y la consiguiente descentralización de la gestión de los aeropuertos, mientras en Francia y Aquitania se dan pasos concretos en ese sentido. Tenemos plataformas logísticas, Arasur, CTVi, Zaisa, Bikakobo Aparkabisa, Mouguerre, Hourcade y un complejo ferroviario, el de Irun-Hendaya. No sé ciertamente si son muchas o pocas, pero están ahí y creo que por no fácil que resulte tenemos que saber con la misma claridad con la que afirmamos que es vital abrirnos, percibir que también tenemos que optimizarnos nosotros mismos.Identidad, sentimiento de pertenencia, transporte, movilidad y logística tienen un doble reto: cuidar y optimizar lo pequeño para salir al exterior sin temor a ser engullidos, salir a esa Europa de los 27 a decir que somos quienes somos, que tenemos lo que tenemos, que somos parte del problema pero también parte de la solución y que entre los de aquí y los de allá, vecinos y no tan cercanos, por encima de las viejas fronteras y con colaboración solidaria estamos escribiendo un futuro diferente con múltiples referencias cambiantes a lo conocido, vivido y sufrido por nuestros mayores. Un futuro que ya se está diseñando hoy y en el que identidades y sentimientos de pertenencia irán cambiando, como siempre ha sido, de la mano de la evolución de la movilidad. Es que sólo hay una cosa inmutable, y es el propio cambio.

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