sábado, octubre 21, 2006

Dialogo de un misionero con un sabio africano

domingo 22 de octubre de 2006
Diálogo de un misionero con un sabio africano
Subt subt.
JUAN CRUZ JUARISTI/DELEGADO DE MISIONES. SAN SEBASTIÁN
Imprimir Enviar
La llegada a la región de dos misioneros extranjeros despertó la curiosidad de uno de sus más conocidos moradores, el sabio anciano, llamado Niyibizi. La curiosidad dio paso a la entrevista. El misionero, con la emoción contenida, hacía la entrada en el amplio patio familiar del anciano. Después de los saludos de rigor, una señora con el niño a la espalda se encargaba de organizar el escenario. Colocaba dos sillas en el lado sombreado del patio y hacía sentar al invitado y al patriarca, frente a frente, mientras el resto de familiares y vecinos se retiraban discretamente de los protagonistas.El anciano inició así la conversación: «Nací en el reinado de Rwabugiri» (1895) (Calculé que tendría unos 80 años). Continuó diciendo: «Vi con mis propios ojos, cuando todavía era un chiquillo, a un señor barbudo, de piel blanca como la tuya. En nuestra lengua les llamaban Bazungu a aquellos extranjeros. Cuando empecé a entender las cosas, supe que aquellos extraños, vestidos de túnica y con un amuleto de dos palos cruzados al pecho, eran predicadores de un tal Yezu y adoradores de un alguien o algo al que llamaban Mungu. Más tarde, mi sorpresa fue mayor, al enterarnos los rwandeses de que nuestro rey (el Mwami) hizo el rito de iniciación de los seguidores de Yezu-Kristu y adoradores de Mungu. Nosotros adoramos a Imana y veneramos a los espíritus de nuestros antepasados. Además, nuestro Imana es superior al Mungu de los ugandeses y demás vecinos».«Vamos a ver -le repliqué-: El Imana que decís, no sabemos bien si es persona, animal o cosa. Sin embargo, la palabra Mungu, tomada de los ugandeses, expresa mejor lo que queremos enseñar: que hay un Ser Inteligente y Superior, creador de todas las cosas.Me replicó, diciendo: «Y nuestro Imana, ¿no es eso y más? Él es el creador y el poseedor de todo, el de ahora, el de antes y el de siempre».«Del nuestro, decimos que es eterno y que no tiene principio ni fin». «Muy bien, vamos entendiéndonos». Dime: «Te llamas Niyibizi».«Así es. Nuestros nombres hacen referencia a los múltiples atributos de Imana. En mi caso quiere decir que Imana lo sabe todo».«¿Qué hermoso!, sin embargo en vuestra complicada lengua, el Kinyaruanda, Imana pertenece a la categoría de los que empiezan con I, como Inyamaswa, que quiere decir, animal. Por eso hemos escogido la palabra Mungu que mejor expresa, a nuestro entender, la idea del ser superior dotado de inteligencia».«Se ve que eres extranjero y no has entrado en las entrañas de nuestra lengua. Será porque es intrincada, como dices».«Los animales, como las plantas y las piedras, pertenecen a los seres no inteligentes. El Muntu (hombre), sea varón o hembra, pertenece a la categoría de los seres dotados de inteligencia. Imana es un nombre único que no se cataloga en ninguna de las categorías y que está por encima de todas ellas».«Me parece muy bien el elogio que haces de Imana. Pero... qué es Imana para vosotros: ¿un espíritu más?, ¿un espíritu superior?»«Se ve que eres ignorante. Creemos ciertamente en los espíritus. Ahora bien, al hablar de los espíritus, nos referimos a nuestros antepasados que fueron criaturas de Imana, como lo son los vivientes de este mundo. Por eso Imana no entra en la categoría de los espíritus, sino que trasciende a ellos».«Estamos entrando en un diálogo de tono elevado. Pero tal como escucho a los vuestros, los espíritus (Abazimu, como les llamáis en vuestra lengua), os juegan malas pasadas y vivís aterrorizados entre tabúes y maleficios».«Ya está de nuevo el Muzungu haciendo alarde de un saber que no es más que apariencia». «Los sentidos nos engañan, pero el saber va más allá de lo tangible. Por eso estamos más seguros de lo que no vemos y tocamos que de las realidades temporales. Es verdad, nuestros antepasados se fueron al Ikuzimu,lugar aparentemente oscuro, pero su presencia y su poder son reales. Ellos nos protegen y velan por nuestra felicidad en esta vida».«Pero, ¿qué es esa felicidad de la que me hablas, si como bien dices, las cosas de este mundo son apariencia! Si me dijeras que los espíritus de los que han sido buenos aquí, son felices eternamente en la otra vida, estaría de acuerdo. Ese lugar oscuro, el ikuzimu, el reino de los abazimu (los espíritus), no es precisamente el adecuado para entender la felicidad del más allá».«La felicidad o la carencia de ella son propiedad de los seres dotados de inteligencia y su percepción está ligada a esta vida. Es por tanto irrelevante hablar de la felicidad de los espíritus. Ellos, eso sí, velan por la felicidad de los que los invocan. Por eso, la presencia de los espíritus de los antepasados tiene que ser sentida y vivida en familia».«¿Y de qué os protegen esos espíritus? ¿O cuales son, para vosotros, los principios básicos de la felicidad?»«Ya ves aquí presentes la tres generaciones de mi familia, los niños correteando y el bebé tirando del pecho de su madre. No hay mejor felicidad que la abundante prole que perpetuará el espíritu del clan».«Las generosas cosechas que nos proporciona el doble ciclo anual de lluvias y la leche de nuestro abundante ganado hacen que tengamos comida, bebida y disfrute. Esta es nuestra segunda regla de felicidad».«Y por fin, el deseo de salud y larga vida. Nosotros no contamos el tiempo en años ni pretendemos prolongar las etapas de la vida. Al pasar de la madurez a la vejez, nos sentimos plenamente realizados .La ancianidad es la etapa colmada por la satisfacción de la descendencia que has dejado».«A propósito, me viene al recuerdo la leyenda o historia de un héroe llamado Ryangombe. Sus adeptos invocan su protección en la búsqueda de la felicidad y se denominan imandwa, que quiere decir, poseídos de Imana. ¿Qué me dices de eso?».«Te devuelvo la pregunta: ¿Y tu, qué me dices de vuestro héroe Yezu-Kristu y de sus seguidores los abakristu (los cristianos)?»«Veo que hemos llegado muy lejos o quizá estemos muy cerca de entendernos».«Así es; dejemos de momento aquí nuestro diálogo. Será para mi un honor volver a retomar el hilo en otra ocasión».«Ahora, como es costumbre nuestra, te invito a beber con los aquí presentes, la bebida de la felicidad, la sidra extraída del fruto del platanar».A partir del diálogo con el sabio rwandés, me viene al recuerdo el nombre del pionero de la antropología cultural de los pueblos bantúes, el holandés Plácido Temples, misionero entonces en el Congo Belga. En la etapa final de la colonización, por los años cuarenta del siglo pasado, P. Temples publicó su obra: Philosophie Bantou, con la que consagró el término «filosofía bantú», inusual hasta entonces. Si bien su obra fue contestada por unos y aplaudida por otros, no deja lugar a duda de su buena intención y de la fuerza testimonial de la misma, ante los que se creían pertenecientes a la civilización superior. Nuestro autor daba así un espaldarazo a aquellos primitivos y contribuía a la dignificación y toma de conciencia de los jóvenes indígenas, enviados por los misioneros a la Universidades europeas.El sacerdote rwandés, Alexis Kagame (1912-1981) fue el discípulo aventajado de P. Temples. Podemos considerarle como un enciclopedista de su tiempo: etnólogo, historiador, poeta, lingüista y filósofo. Pero dentro de su amplio saber destacó como filósofo. Su obra: La filosofía bantú-rwandesa del ser fue presentada por el autor como tesis doctoral en la Universidad Pontificia Gregoriana de Roma y publicada por la Academia Real de ciencias coloniales, en Bruselas, el año 1956. Pronto surgieron discípulos aventajados, primero en el clero nativo y después en los estudiantes de la Universidad de Rwanda, de la que A. Kagame fue profesor.Aquellas dudas de los primeros misioneros sobre los términos Mungu e Imana -como aparecen en el diálogo arriba expuesto-, pronto se disiparon, gracias a esta corriente de inculturación. Por fin se aceptó el Imana de los rwandeses para expresar la idea del Dios cristiano. Asimismo, se hizo una revisión del tratamiento negativo de las tradiciones y ritos considerados por los primeros misioneros como contrarios a la ley de Dios.En esta hora de la alianza de las civilizaciones y el diálogo entre las religiones, el encuentro del misionero y el sabio africano puede resultar esclarecedor para entender que hay otras religiones y culturas muy poco conocidas, pero de hondo contenido. Por tanto, sería a tener en cuenta el testimonio que tantos misioneros y misioneras pueden aportar a este deseado diálogo interreligioso.

No hay comentarios: