viernes 20 de octubre de 2006
CATÓLICOS EN EL MUNDO
Crecimiento canceroso
Por Alfonso García Nuño
Con la campaña electoral en Cataluña, enseguida han saltado a los periódicos las encuestas y, con éstas, las cifras y también sus interpretaciones, porque los números no hablan por sí mismos; medir las cosas es siempre insuficiente para comprenderlas. En las cuestiones de Iglesia también hay cifras, que pueden ser más o menos exactas. Pero, más allá de su precisión, también necesitan ser interpretadas y las lecturas que de ellas se hacen suelen ir por los mismos derroteros que las de la política.
Lo que hacen algunos es tomar pie en los números para la publicidad, bien sea en contra o a favor, bien para propiciar el pesimismo o para insuflar ánimos. Otras, por el contrario, toman los datos no como una apoyatura para un mensaje, sino como una interrogación que la realidad nos hace, como si buscara que la comprendiéramos previamente a cualquier otra cosa que pudiéramos hacer desde ella, porque la acción verdadera sólo es posible desde la realidad.
Con motivo de la próxima Jornada del Domund, las Obras Misionales Pontificias presentarán un informe con cifras que son sumamente interesantes y que nos llevan a preguntarnos algunas cosas. Desde 1978, año del comienzo del pontificado de Juan Pablo II, el número de católicos en el mundo ha aumentado en más de 340 millones, es decir, que en la actualidad hay 1.100 millones en total, de los cuales la mitad radica en América; el español, por tanto, es, con gran diferencia, la lengua más hablada en la Iglesia. Pese al aumento de católicos, sin embargo, el número de sacerdotes disminuye. En 1978, había 420.971, mientras que en la actualidad hay solamente 405.891. Con lo cual, si antes había un presbítero por cada 1.800 católicos, ahora la relación es de uno por cada 2.700.
Esta disminución del número de sacerdotes se aprecia principalmente en dos puntos, uno geográfico y otro cualitativo. Europa ha sufrido un descenso del 20% y algo también Oceanía; con todo, en Europa hay un sacerdote por cada 1.390 católicos, relación sumamente mejor que la media mundial. África, pese a triplicar el número de fieles, el de sacerdotes no llega a duplicarlo. Pero lo más llamativo tal vez es que mientras los sacerdotes diocesanos aumentan en el mundo un 2,42%, porcentaje notablemente inferior al del crecimiento de fieles, en el caso de los religiosos no es que tenga un incremento ralentizado, es que hay una disminución del 13,52%.
En síntesis, podemos decir que, mientras aumenta el número de fieles, la relación entre sacerdotes y católicos laicos disminuye y, en el caso de los religiosos, de manera muy acusada. ¿Qué hay detrás de todo ello? La solución simplista nos diría no ya que se ordenara a casados, sino incluso que se puedan casar los ordenados. Modestamente pienso que el celibato no influye en el número de vocaciones, es una cuestión que debe plantearse en otro plano, en el del tipo de presbítero que necesiten las comunidades en un determinado momento de la historia. Por otra parte, está la cuestión de la vida religiosa, que tiene el celibato como algo sustantivo y no accidental a su forma de vida y es precisamente ahí donde vemos el mayor descenso. Lo cual creo que tal vez nos ponga en la pista, pues la vida consagrada lo es de radicalidad evangélica.Algo que suelen hacer las administraciones públicas, y saca a la luz muchas cosas ocultas, es cruzar datos. Son muchas las encuestas en las que lo que se refleja es que el catolicismo a la carta está en aumento, es decir, que el número de aquellos que se consideran tales y cuyo credo y código moral no coinciden con el de la Iglesia es creciente. Lo curioso es que, por lo que conozco, esto apenas influye en la administración de los sacramentos. Creo que sería muy interesante ver con detalle cual es la proporción de vocaciones sacerdotales entre aquellos cuyo credo y código moral coincida con el católico; sospecho que las proporciones no variarían mucho entre 1978 y nuestros días. Probablemente nos encontraríamos con que el número de sacerdotes sería muy razonable para el número de católicos-católicos. El problema, por tanto, no creo que sea el número de vocaciones, se trataría de un problema de fe. Sin ésta, auténtica y viva, ¿es pensable la vocación sacerdotal?
Gentileza de LD
viernes, octubre 20, 2006
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