viernes 15 de septiembre de 2006
Más tropas de refuerzo en Afganistán
LA presión terrorista aumenta en Afganistán. El recrudecimiento de los ataques talibanes se agudiza y el país comienza a adquirir el perfil de un territorio diezmado por una estructura de violencia que empieza a ser, desgraciadamente, cada vez más habitual. Crece el número de muertos -173 en lo que va de año- y por ahora no parece vislumbrarse una salida pacífica a la situación. Ayer mismo se produjo en la provincia de Farah un asalto talibán a una comisaría, falleciendo en los combates dos milicianos y dos policías. Este ataque, sumado a los que han tenido lugar días atrás, evidencia que los talibanes siguen activos a pesar de la contundente victoria que se logró sobre ellos hace cuatro años, cuando la fuerza internacional liderada por los Estados Unidos derribó con relativa rapidez su régimen totalitario. Desde entonces, la comunidad internacional ha hecho todos los esfuerzos posibles para tratar de consolidar la débil democracia afgana. Sin embargo, el dispositivo militar de la OTAN desplegado en el país comienza a evidenciar su insuficiencia operativa, especialmente en las provincias del sur, donde la violencia terrorista se ha cobrado el mayor número de víctimas. Este hecho, sumado a la alta permeabilidad que revisten las fronteras con Irán y Pakistán, hace que la inestabilidad de la zona haya experimentado un duro agravamiento en los últimos meses. Sobre todo debido al incremento de los atentados suicidas y la vulnerabilidad que muestran las fuerzas armadas del Gobierno afgano en sus choques con los talibanes.
La Unión Europea ya ha anunciado la urgencia de reforzar los efectivos de la OTAN, y Polonia ha respondido a la petición comprometiendo el envío de un millar de soldados. De este modo, Occidente muestra su voluntad inequívoca de contribuir a que Afganistán logre mantener en pie sus libertades y, con ellas, la paz y la prosperidad que los talibanes se empeñan en negarle con saña asesina. En este sentido, sería bueno que ninguno de los países occidentales comprometidos con la suerte de la joven democracia afgana sienta la tentación de tirar la toalla y retirar su contingente militar. Especialmente si el escenario sufre un deterioro mayor en los próximos meses, tal y como algunos analistas aventuran. Y aunque el Gobierno de Rodríguez Zapatero ha dado muestras de no querer repetir el error que llevó a España a abandonar precipitadamente Irak, con todo, los bandazos que evidencia nuestra política exterior y la ambigüedad y la demagogia con las que hace un año fue justificada nuestra presencia en Afganistán no garantizan nada al respecto. Sobre todo si tenemos en cuenta que el año que viene es electoral, y podría el Gobierno quedar en mal lugar si los hechos demostraran -más de lo que desgraciadamente lo han hecho ya- que nuestras tropas están desarrollando operaciones militares y no simples labores humanitarias.
Gentileza de LD
jueves, septiembre 14, 2006
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