jueves, septiembre 21, 2006

El silencio de la cobardia

viernes 22 de septiembre de 2006
El silencio de la cobardía
Félix Arbolí
¿ No ha de haber un espíritu valiente? ¿Siempre se ha de sentir lo que se dice? ¿Nunca se ha de decir lo que se siente?. No he de callar, por más que con el dedo, ya tocando la boca o ya la frente, silencio avises o amenaces miedo (Francisco de Quevedo) ESTAMOS viviendo, mejor aún, padeciendo, muy malos momentos. Y lo que es peor en multitud de circunstancias de toda índole, hasta el punto que nos estamos convirtiendo en marionetas sin voluntad y facultad de decisión, movidas a través de hilos casi invisibles por poderes que escapan a nuestro caudal de sorpresa y posible defensa. Ser cristiano, se está equiparando a consentir que nos las den por todos los lados posibles, sin que podamos no ya solo evitar tales atropellos, sino ni siquiera protestar ante el despropósito y abuso continuo a que estamos siendo sometidos. Al paso que van las cosas, vamos a tener que refugiarnos en las catacumbas y ocultar las cruces de nuestros pechos por miedo al furor del musulmán y a los que, bautizados en la fe de Cristo, abjuraron de ella y se convirtieron en Saulos de Tarso, (antes de su caída del caballo), persiguiendo y ofendiendo con saña a sus antiguos hermanos en la religión. Tanto por su conversión al Islam o a otra religión distinta a la de sus mayores, en la que había sido educado, como por lanzarse a un exacerbado ateísmo que le hace ser enemigo irreconciliable y dardo envenenado para todo cuanto tenga alguna significación con sus primitivas creencias. Se ha puesto de moda y de forma más alarmante cada día, alardear de este rechazo a la Iglesia Católica. Con excesiva frecuencia leemos artículos y oímos peroratas intentando criticar y mofarse de nuestros Símbolos más sagrados y venerados, sin que nadie salte a la palestra y le diga al descerebrado o apóstata de turno que hay cosas que deben evitarse ridiculizar y ofender ya que con ello se hiere el sentimiento, las creencias y la sensibilidad de muchos millones de personas, aunque tanta humanidad se calle cobardemente y no sea capaz de lanzar sus protestas y exponer sus criterios públicamente. Hacia siglos, milenios me atrevería a asegurar, que no asistíamos a una lucha tan despiadada, feroz y generalizada contra nuestra doctrina y cuanto ella representa. Todos pueden opinar sobre ella, discutir sus decisiones y expresar sus comentarios adversos a su dogma y su cabeza visible, el Papa, que nadie saltará para hacer callar por las buenas o por las malas al “malandrín” de turno. Nos hemos convertido en una legión de borregos que solo atinan a balar cuando se están cuestionando sus convicciones más íntimas. ¡Me dan náuseas los que tienen el poder en sus manos, la fuerza a su favor y la verdad en sus mentes y consienten y no son capaces de enfrentarse valientemente al que le hiere con sus palabras, incendia nuestras iglesias y figuras representando al Santo Padre, mata salvajamente a religiosos, exigiendo encima una rectificación y una petición de perdón públicamente a los que se consideran ofendidos (bajo la amenaza física del fanatismo intransigente). Y como si fueran los dueños del mundo prohíben tajantemente cualquier mención a sus símbolos y doctrina, aunque la considerada frase ofensiva no sea tan radical y desproporcionada como su reacción generalizada de auténtico rencor e intimidación, como si fueran los únicos con derecho al respeto y la consideración a sus creencias!. Y ningún gobierno, de los que tanto hablan y dicen honrar al Dios cristiano, por miedo a las bravuconadas de la intolerancia y la incultura, es capaz de alzar su voz de protesta ante el abuso de los que intentan someternos a todos a su religión y a sus mitos usando la fuerza del terrorismo suicida en una guerra que llaman santa. Hasta el mismo Osama Bin Laden, ha lanzado a los cuatro vientos que se mueven por el mundo que todo Occidente debe abrazar la religión del Islam, si no quiere sufrir las consecuencias de atentados y exterminios generalizados. Y nadie ha protestado por esta intolerable manera de intentar obligarnos a todos, bajo amenaza de muerte, a convertirnos en fieles de una religión, a la que con todos mis respetos, no deseo pertenecer, pues tengo la mía y me encuentro muy a gusto en ella. Las caricaturas contra el Papa, invaden hoy todos los medios de comunicación, por su discurso en Ratisbona. Independientemente de la posible inoportunidad o intrascendente mención sacada fuera de contexto con aviesas intenciones, de citar esas frases que tanta polvareda han levantado, (hasta el presidente iraní Ahmadineyad, ha tenido que salir en su defensa y ha manifestado “Nosotros respetamos al Papa y a todos quienes están interesados en la paz y la justicia”), me extraña y encona que ningún Obispo (el Imán de los musulmanes), ni gobierno que se considere cristiano, incluido el guardián norteamericano de la civilización occidental y su inseparable “escudera” Condoleza Rice, así como las potencias europeas ( esas que saltan rápidas y se enfrascan en cruentas guerras cuando hay petróleo por medio), incluidos los países americanos, todos los que profesan la fe de Cristo y consideran al Papa una figura digna del mayor respeto, ni ninguna personalidad cristiana relevante en el campo de la moral, la cultura, la ciencia o en las artes, haya protestado por esta grotesca caricatura y los insultos públicos con los que se pretende burlar y herir sensiblemente a muchos millones de católicos. Pues lo que se haga al Papa, se hace extensivo a nuestra propia religión que tiene en esa venerable figura, llámese como se llame en el entorno familiar, a su más alto y venerado dirigente. Y me da la impresión que todo este cacao, hábilmente montado y aprovechado por los cristianos que han renegado de sus principios, ( y que todos sabemos donde se hallan y mueven), es una maniobra que intenta desprestigiar y atacar más eficazmente a toda la iglesia católica. Que es lo que parece estar ahora de moda. Pero claro esto le parece normal y plausible a los ofendidos hermanos islámicos, incluidos los que viven en nuestro país, al que deben consideración y respeto, y a los españoles que han renegado de las creencias de sus mayores y se han convertido a la fe de Ala, el todopoderoso y misericordioso, ( nadie lo considera un dios vengativo y cruel que vaya patrocinando la guerra y la destrucción a su paso),conversión que yo respeto, allá cada cual con sus creencias, pero que me da derecho también a exigir que ellos respeten las mías. Y nos piden que quitemos los crucifijos de las escuelas públicas, a lo que acceden no pocos ediles socialistas y de IU, que sus mujeres vayan cubiertas con esos velos y que en los trabajos les permitan los descansos necesarios para cumplir con sus rezos y oraciones. ¿Conceden tales privilegios a los occidentales que viven y trabajan en sus países islámicos?. ¿Construye el gobierno de esos países templos cristianos para que recen los extranjeros que se hallan viviendo allí?. ¿Por qué entonces nos piden a nosotros mezquitas, profesores de religión musulmana y que desaparezcan de nuestras escuelas y dependencias públicas nuestros signos religiosos?. La continua y masiva llegada de pateras y cayucos, ahora ya hasta procedentes de Pakistán, país donde se han entrenado, ignoro si aún continua, los más exaltados terroristas fanáticos musulmanes, es un peligro constante y solapado para nuestra integridad territorial y la defensa de nuestra fé. La amenaza de la nueva conquista de “Al andaluz”, sueño del que jamás despiertan los árabes, se hace cada vez más patente e inminente, viendo la cantidad de españoles ganados para el Islam, el incremento de musulmanes en nuestras calles y plazas y el cumplimiento de sus exigencias y arbitrariedades por parte de nuestras autoridades lo más rápidamente posible. ¡Vamos que se construye antes una Mezquita, para satisfacer al moro y evitar sus represalias y enfados, que una simple capilla!. Estamos metiendo al peligro en casa, a marchas forzadas, en cantidades masivas, sin orden ni concierto y ya se han producido hasta motines contra la policía española. No hay quien pare a esta marea que nos ahoga y atosiga sin que nadie lo remedie. ¿De qué sirven tantas patrulleras, aviones y demás intentando evitar la inmigración descontrolada, si precisamente los que ellos han de impedir que se nos metan de “penalti”, hacen su entrada en las costas y ciudades españolas embarcados en nuestros propios barcos y auxiliados y atendidos por los que tenían como misión vetar su llegada y entrada?. Lo que ya he dicho en algún artículo anterior, nos vemos en La Cibeles orando de cara a la Meca, a la llamada del “almuecín desde el alminar. El quijotismo español sigue vigente en toda su plenitud y no hemos escarmentado ni tras siete siglos de luchas para recuperar nuestra Península, ni tras setenta años de aquel enfrentamiento en una guerra civil porque hay quien se empeña en recordarlo, sin querer convencerse que es ya pura historia. Y entre unos y otros el pueblo a la deriva viéndola venir, sin poder hacer nada por remediarlo.

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