jueves 21 de septiembre de 2006
ESTADOS UNIDOS
La reforma del Estado del Bienestar funciona
Por Anthony B. Bradley
El 22 de Agosto marcó el décimo aniversario de la reforma del Estado del Bienestar. La ley de 1996 operó cambios radicales en el proceso de recibir ayudas del gobierno. Los resultados han sido masivas reducciones en la pobreza infantil, aumento de la fuerza laboral y, en consecuencia, un aumento de la libertad de los pobres frente al control gubernamental.
A mediados de los años 90, muchos intentaron incitar el temor para acabar con las reformas. El senador demócrata por Nueva York, Daniel Patrick Moynihan afirmó que la ley de 1996 era "el acto más brutal de política social visto desde el período de la Reconstrucción". Ridículamente predijo que "aquellos involucrados en esto se llevarán esa vergüenza a su tumba". Marian Wright Edelman, presidenta del Fondo de Defensa del Niño proclamó que la nueva ley de reforma era una "atrocidad que haría daño y empobrecería a millones de niños americanos". Tal y como se esperaba, esos pronósticos estaban completamente equivocados.
Robert Rector, investigador de la Fundación Heritage, ha hecho un resumen del éxito de la reforma del Estado del Bienestar ante el Congreso usando datos del Gobierno. Los hechos cuentan una historia impactante: cuando se invita a los pobres a vivir como gente digna, dentro de unas estructuras de libertad, generalmente aceptan. Desde las reformas de 1996, la pobreza infantil ha caído en picado. Alrededor de 1,6 millones de niños han salido de la pobreza desde 1995.
Los niños negros pobres han disfrutado del mayor descenso de pobreza. Después de principios de los años 70, la reducción de la pobreza infantil negra se había estancado. Sin embargo, desde 1995, el índice de pobreza ha descendido a un ritmo sin precedentes: del 41,5% al 32,9% en 2004. Ya para el año 2001, la pobreza infantil negra había caído hasta el 30%, el nivel más bajo en la historia norteamericana. Durante un período de 6 años después de la reforma, 1,2 millones de niños negros fueron liberados de la pobreza. Aunque ciertas correcciones económicas recientes han aumentado ligeramente la pobreza de los niños negros, el índice sigue siendo alrededor de una quinta parte menor que en el período anterior a la reforma.
También se han producido descensos sin precedentes en la pobreza de los niños de madres solteras. Después de 1996, el nivel de pobreza para los niños de madres solteras cayó dramáticamente del 50,3% en 1995 al 41,9% en 2004. Desde 1996, la tasa de ocupación de las madres solteras más desfavorecidas ha pasado del 50% al 100%. La ocupación de aquellas que no han terminado la secundaria aumentó en dos tercios y la de las jóvenes (de edades entre los 18 y los 24 años) casi se duplicó. A medida que las madres encontraron trabajo, la pobreza infantil decreció.
Habría que añadir que el número de familias que piden asistencia pública se ha reducido a la mitad, cayendo de 4,3 millones en 1996 a 1,89 millones en la actualidad. El explosivo crecimiento de los nacimientos fuera del matrimonio prácticamente se ha detenido. Mientras funcionaron las políticas de la "guerra contra la pobreza" que desalentaban la paternidad, el índice de nacimientos fuera del matrimonio creció del 7,7% en 1965 al 32,2% en 1995. Sin embargo, desde 1996 (y por varias razones además de la reforma), el rápido crecimiento de los nacimientos fuera del matrimonio se ha estancado.
El buen estado de la economía no produjo estos resultados por sí mismo. Recuerde, los críticos se opusieron porque los cambios harían daño a los pobres durante el buen momento económico que se vivió a finales de los años 90. No obstante, cuando el gobierno finalmente empezó a reconocer que los pobres no eran "gentuza blanca" o cualquier otra forma impersonal de calificarlos, sino individuos de verdad, capaces de pensar con independencia, de tomar sus decisiones basándose en lo que es mejor y les dio una oportunidad de triunfar, estos resultados eran inevitables.
Cuando nuestra sociedad proporciona unos incentivos que alientan el trabajo, el matrimonio, la familia y la responsabilidad personal –que son vitales para la dignidad humana– vemos que aquellos a quienes creíamos incapaces se ponen a la altura de las circunstancias.No obstante, después de una década de buenos resultados, todavía hay más trabajo pendiente. Todavía existe la equivocada suposición de que la gente pobre necesita ser controlada con decisiones internas de los burócratas del gobierno. Los padres pobres deberían tener la libertad de poner a sus hijos en buenas escuelas; a los estados no se les deberían permitir que ayuden económicamente a aquellos que se nieguen a trabajar, porque crea círculos viciosos de pobreza; la paternidad y el matrimonio deberían fomentarse estructuralmente; como nación deberíamos comprometernos a ayudar a los pobres de todas las razas a crear riqueza. Los principios del espíritu empresarial, de la vivienda propia, de la familia, del ahorro y la inversión, así como el compromiso de la comunidad, no sólo sacarán a las familias de la pobreza sino que los facultará a disfrutar de vidas dignas tanto a ellos como a las generaciones venideras.
Anthony B. Bradley es investigador del Instituto Acton para el Estudio de la Religión y la Libertad en Grand Rapids, Michigan.
* Traducido por Miryam Lindberg del texto original en inglés
Gentileza de LD
miércoles, septiembre 20, 2006
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