lunes 25 de septiembre de 2006
Claridad frente a la amenaza
Imprimir Enviar
La irrupción de tres encapuchados, uno leyendo un comunicado en nombre de ETA y los otros dos empuñando sendos fusiles, en el Gudari Eguna (Día del Soldado Vasco), organizado anteayer por la izquierda abertzale en Oiartzun, constituye una imagen insólita y deliberadamente cargada de simbolismo. Nunca la banda había manifestado de manera tan gráfica y explícita la voluntad de no abandonar las armas en la lucha por la consecución de sus objetivos políticos.Por si la escenografía no fuera suficientemente significativa, el texto que el encapuchado leyó en el mencionado acto no deja lugar a dudas sobre su auténtico significado. Nunca imágenes y palabras estuvieron tan de acuerdo. Breve y desprovisto de los circunloquios a los que la organización terrorista nos tiene acostumbrados, el mensaje puede resumirse en las dos siguientes afirmaciones: «la lucha no es el pasado, sino el presente y el futuro», y «renovamos el compromiso de continuar firmes en la lucha, con las armas en la mano, hasta alcanzar la independencia y el socialismo en Euskal Herria». De manera sorprendente, en el comunicado no se hace alusión de ninguna clase al proceso abierto con la tregua. El hecho, que se hizo coincidir, de manera sin duda intencionada, con la finalización del sexto mes desde la declaración del alto el fuego, ha venido a incrementar la incertidumbre que había comenzado ya a cernirse sobre el proceso a raíz de los últimos comunicados de la propia ETA, de las continuas advertencias de miembros de la izquierda abertzale y, sobre todo, del alarmante recrudecimiento de la 'kale borroka'. En realidad, tanto las imágenes como las palabras de los encapuchados chocan frontalmente con el carácter permanente de que ETA había dotado a su tregua. No puede, en efecto, declararse un 'alto el fuego' permanente y afirmarse, al mismo tiempo, que la lucha -armada, por supuesto- es «el presente y el futuro» y que se seguirá luchando por unos objetivos estrictamente políticos «con las armas en la mano».Los representantes civiles de la izquierda abertzale se han negado a hacer comentario alguno sobre lo dicho y ocurrido en Oiartzun. Su silencio es ya de por sí revelador. Pero ocurre además que, en sus declaraciones de ayer mismo, han vuelto a asumir como propias las tres condiciones que ETA está imponiendo al proceso: centrarlo en la autodeterminación, terminar con lo que denominan «represión» policial y judicial contra la izquierda abertzale, y no utilizar a los presos como «rehenes». Al asumir tales condiciones, Batasuna olvida las que ella misma se comprometió a cumplir en su Declaración de Anoeta de 14 de noviembre de 2004 y se presenta, una vez más, como una organización privada de toda autonomía y sujeta a los dictados de su brazo armado. Ante tal actitud, no cabe sino preguntarse qué representación será la que Batasuna pretende ostentar en la mesa de partidos que con tanta urgencia reclama: si la suya o la de ETA.Los partidos democráticos no pueden dejar pasar en silencio lo acontecido en Oiartzun. Se comprende que, ante las circunstancias tan sorprendentes en que se produjo el mensaje de los encapuchados, el presidente del PNV prefiriera tomarse un tiempo para la reflexión y omitiera cualquier referencia a él en su discurso de ayer del Alderdi Eguna (Día del Partido). Pero, aprovechado ese tiempo, tanto él como los representantes de las demás fuerzas políticas están obligadas a pronunciarse sobre el asunto. Los hechos son lo suficientemente inquietantes como para que los ciudadanos exijan pronunciamientos claros en el espacio más breve posible de tiempo. La confusión está durando ya demasiado. El presidente del Gobierno fue ayer, como suele, parco y rotundo en la expresión. Repitió los dos principios que ha venido manteniendo desde que comenzó este proceso: legalidad y ausencia total de violencia. Pero, llegados a un punto en que las posiciones de quienes están llamados a sentarse a dialogar se presentan tan abiertamente contradictorias y uno de los interlocutores se declara decidido a no cumplir con la parte que le corresponde, a saber, el abandono de las armas, parece procedente reclamar al Gobierno de la nación que explique a la ciudadanía cuál es el estado actual del proceso y qué posibilidades de desarrollo le quedan. En tal sentido, resulta imprescindible que el Ejecutivo agilice la comunicación con todos los grupos parlamentarios y ponga a su disposición las informaciones de que dispone. La claridad y la unidad democrática frente a quienes amenazan con mantener activo el terrorismo son hoy más necesarias que nunca.
domingo, septiembre 24, 2006
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
1 comentario:
Son muchas las cosas que se tienen que aclarar, en primer lugar que ETA diga a quñe juega en cada momento. La presión preelectoral que está haciendo al PSOE le puede salir cara a los socialistas y suponer el fin del proceso.
Publicar un comentario