jueves, septiembre 14, 2006

Inversiones insolidarias

viernes 15 de septiembre de 2006
Inversiones insolidarias
ES lógico que Madrid y Valencia exijan al Gobierno el mismo trato que pretende dispensar a Cataluña en cuanto a la inversión del Estado. La previsión para Cataluña en 2007 asciende a 3.100 millones de euros, 400 más que el año anterior, aplicando las reglas del nuevo Estatuto, que fijan candidades adicionales en relación al peso de la economía regional en el PIB. Como era lógico suponer, los nacionalistas tampoco están contentos. ERC y CiU estiman que los cálculos son incorrectos y exigen bastante más; como es notorio, el particularismo se dispara en épocas electorales. Como Zapatero no puede permitirse el lujo de perder aliados en el debate presupuestario, el propio Solbes ha dejado ya una puerta abierta a la negociación. Madrid calcula que, aplicando un criterio similar, le corresponden 850 millones de euros adicionales y Valencia se apunta a la regla de exigir lo mismo que puedan obtener otras comunidades. Lo cierto es que el Ejecutivo no logra disipar la impresión -sustentada en datos precisos- de que las comunidades gobernadas por el PP sufren una discriminación en la inversión pública. Ésta es una de las razones de que las expectativas electorales del PSOE en dichos territorios sean bastante limitadas.
Lo peor de todo es la ruptura del principio de solidaridad que se propicia con esa subasta al alza en la que gana siempre el más egoísta. Es un plantamiento contrario a la Constitución, que considera a la solidaridad, junto con la unidad y la autonomía, como los principios capitales del modelo territorial. La inclusión de la cláusula mencionada en el Estatuto catalán es una prueba más de que el Estado de las autonomías se desliza sin remedio hacia un esquema confederal. Sobre todo, es un enfoque políticamente inaceptable, porque crea ciudadanos de primera y de segunda y provoca rivalidades permanentes. Si unos tiran de la cuerda más allá de lo admisible, los otros se ven obligados a exigir lo mismo para no quedarse atrás. Desaparece así el sentido cívico propio de una moderna nación de ciudadanos para dejar paso a una negociación insolidaria en busca del interés particular.

Gentileza de LD

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