jueves 28 de septiembre de 2006
Químicos de redacción o técnicos en manipulación
Miguel Martínez
P ARECE que la redacción de cierto periódico debe haber recibido un cursillo CEAC de técnico en explosivos, o quizás sea que hayan incorporado a su plantilla algún estudiante poco aventajado de Química que les coteje ciertas informaciones que ese periódico tiene especial habilidad en conseguir. Porque de no ser así, y si dispusieran –como seguramente dispondrán- de personal realmente cualificado y entendido –o mínimamente documentado- en la materia, la que se ha montado con la cuestión relativa al ácido bórico no habría tenido lugar. Por lo tanto, hemos de concluir que este despropósito informativo no es más que un intento de manipular o -siendo suaves- desinformar interesadamente a la opinión pública; que el ciudadano de a pie -e incluso el de taxi, metro o autobús- ni sabe ni tiene por qué saber qué reacciones químicas se desencadenan para producir una explosión, ni qué papel desempeña en esa reacción cada una de las sustancias que componen un explosivo. Y lo peor es que esa intoxicación ha alcanzado a otros medios que, por ignorancia, conveniencia, o buena fe -cuando se presupone que las informaciones que provienen de medios poderosos han de ser por fuerza solventes- han sido arrastrados y convertidos en cómplices de esta desinformación. El ácido bórico es un compuesto químico de lo más polivalente. Tiene usos enormemente dispares que van desde la sofisticación de ser utilizado en las centrales nucleares para controlar la velocidad de fisión del uranio, hasta la más modesta finalidad de servir como remedio casero para el olor de pies. Puede ser también utilizado como insecticida o matarratas; es empleado en joyería para soldar oro y plata sin que el calor del soplete tizne o manche la joya; y, en medicina, ha sido usado como antiséptico para rozaduras y quemaduras pequeñas, e incluso como tratamiento frente a la candidiasis vaginal. Hasta que empezara todo este revuelo, si cualquiera de ustedes, mis queridos reincidentes, hubiera preguntado a nuestro sabio amigo Google por el ácido bórico, habría sido remitido a multitud de páginas -la mayoría de ellas referidas a sus excelencias desodorantes para con el pie humano- desde las que usted puede adquirir libremente esa sustancia en diversas formas y presentaciones y a un más que módico precio. Los malos, que son malos pero no son tontos, hace ya tiempo que descubrieron que la utilidad retardadora que el ácido bórico ejerce en la aparición de la llama bien podría proporcionar mayor estabilidad a algunos explosivos, como por ejemplo el TNT, por lo que también ha sido utilizado por grupos terroristas -y ETA lo es- carentes de especiales anhelos de volar por los aires en los procesos de manipulación y transporte del explosivo. Una vuelta de tuerca más en dicha desinformación la da ahora ese mismo medio cuando, una vez hecho extensivo a la opinión pública lo multidisciplinar y versátil que resulta el ácido bórico, se da la noticia de que dicho componente figura en una oficina de patentes norteamericana como componente de un explosivo llamado comercialmente Baracitol. Y no es que sea incierta esa información, que no lo es, pero hay que leerse más de una vez la noticia, y estar concentrado en la lectura, para deducir que la utilidad del ácido bórico en esa mezcla explosiva no es otra que la ya comentada de proporcionar estabilidad al TNT. El titular, sin embargo, reza de la siguiente manera: “Patentes de EEUU demuestran que con el ácido bórico se fabrica explosivo”, cuando lo correcto sería expresar que el susodicho ácido es añadido al explosivo para darle mayor estabilidad. Permítanme que les ponga otro ejemplo, muy similar al del ácido bórico, para que ustedes tengan otra perspectiva desde la que valorar ese titular, que, después de todo lo escrito y leído estos días, el ácido bórico da más miedo que un mono con una metralleta. Todos ustedes conocen el serrín, sustancia inocua donde las haya. Pues bien, ese socorrido polvillo de madera, también utilizado en multitud de casos y tareas, es añadido a diversos explosivos, como la dinamita, para conseguir exactamente la misma finalidad pretendida al añadir el ácido bórico al TNT, es decir, para proporcionarle mayor estabilidad. Y, de igual modo, el serrín -como el ácido bórico- aparece en las patentes de diversos explosivos comerciales para uso civil. ¿Se imaginan ustedes el titular? “Patentes de los EEUU demuestran que con el serrín se fabrican explosivos” Sigamos con el serrín. Un servidor, probablemente igual que muchos de ustedes, tiene que supervisar a menudo textos o informes de sus colaboradores antes de elevarlos a sus jefes. Imagínense ustedes en esa misma situación, pero en una Comisaría de Policía, a la que llegue un informe que rece algo así como que en casa de Fulanito de Tal se ha encontrado un saco de serrín, como el que se encontró una vez en el registro de un piso utilizado por ETA. ¿De veras creerá usted que la presencia de serrín en un domicilio sea un dato tan consistente y relevante como para ser elevado a la judicatura como informe técnico-policial que ha de ser adjuntado al mayor y más importante sumario antiterrorista que se ha llevado a cabo en este país? ¿Creen ustedes que consta habitualmente, en los informes policiales de registros domiciliarios, el hallazgo de agua, gasolina, pastillas para la garganta que contengan clorato potásico, carbón vegetal (el de las barbacoas), aceite mineral, amoniaco, hielo instantáneo, celulosa (algodón), polvos de talco, grafito (minas de lápiz), lejía, cal, jarabe de maíz, el susodicho serrín y un largo etcétera de productos, todos ellos utilizados o utilizables en mezclas explosivas y también incluidos en multitud de patentes de explosivos comerciales? Y uno, que por tener casualmente algún vago conocimiento sobre explosivos ha evitado que se la cuelen doblada con el ácido bórico, se pregunta en cuántas ocasiones habrá sido manipulado intencionadamente sobre asuntos de los que un servidor no tiene ni repajolera idea. Cuántas veces habremos defendido un dato, o una postura, creídos a pies juntillas sencillamente porque lo hemos visto publicado en el periódico “El Tal” o en “La Cual”, o en el AB-Tal, haciendo nuestras sus tesis, ignorantes de haber sido intencionadamente manipulados. Quizás lo verdaderamente útil e inteligente sea aplicarse ese dicho gallego que reza –les ruego lo lean con acento gallego, verán que gana mucho- “De lo oído, nada creído, y de lo visto, la mitad”. Acaso así, con un poco de suerte, sólo nos puedan manipular a medias.
jueves, septiembre 28, 2006
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