27-IX-2006
Ahora el mercado actúa
EDITORIAL
El desembolso que ha afrontado Acciona para adquirir ese porcentaje de la eléctrica es demasiado grande como para que pueda compensarse con concesiones gubernamentales de obras públicas.
Durante meses se nos intentó convencer que el intento de Gas Natural por hacerse con Endesa a un precio de 21 euros por acción, del que sólo un tercio se pagaba en metálico, era una operación económica perfectamente racional y no una operación política que seguía los dictados del Pacto del Tinell. La resistencia de Pizarro a regalar a La Caixa la primera eléctrica española nos ha permitido ver hasta qué punto estaba implicado el Gobierno en la operación. Nadie puede agradecerle más esa labor que los accionistas de Endesa. Y es que el turolense ha hecho lo único que cabe exigirle al gestor de cualquier empresa: trabajar para que sus accionistas ganen el mayor dinero posible.
La compra del 10% de la compañía por parte de Acciona nunca significó que el futuro de la empresa estuviera claro ni que la OPA de E.On hubiera fracasado, como sí lo ha hecho la de Gas Natural, que ahora ni el Gobierno defiende. La mejora a 35 euros de la oferta de la empresa alemana se ha encargado de recordarlo. Está por ver, tras este incremento, si la constructora de la familia Entrecanales realmente quiere quedarse en la eléctrica para participar en su gestión o prefiere vender al gigante alemán, obteniendo una considerable y rápida rentabilidad para su inversión.
Las empresas eléctricas españolas son un objetivo goloso para muchas compañías. La demanda de energía en nuestro país lleva varios años creciendo a un ritmo del 5 o el 6%, mientras que en otros países desarrollados esa demanda crece mucho menos (1% o 2%) o incluso decrece. Esto es debido a que nuestra economía está en expansión, además de otras razones como la importancia del turismo o lo extremo de nuestro clima, que provoca una gran exigencia de energía tanto en invierno como en verano. Eso se refleja en las cuentas de las compañías eléctricas, pese al intervencionismo del gobierno en los precios y en la excesiva regulación del sector. Además, son empresas relativamente pequeñas para lo que es habitual, de modo que resulta razonable que sean objeto de intentos de adquisición.
Por otro lado, las constructoras españolas han acumulado mucho capital durante estos últimos años, en que el crecimiento de nuestra economía ha estado basado en buena parte en su actividad. De modo que tienen dinero que invertir y prefieren que una parte se vaya a otros sectores, para diversificar y evitar riesgos. Por eso resultan razonables tanto las compras de ACS como la de Acciona. Aunque el Gobierno haya recibido con una enorme sonrisa esta última, es poco probable que haya presionado a la constructora con insinuaciones sobre los numerosos contratos que dependen del sector público; el desembolso que ha afrontado Acciona para adquirir ese porcentaje de la eléctrica es demasiado grande como para que pueda compensarse con concesiones gubernamentales de obras públicas.
En cualquier caso, que el Gobierno apoye o deje de apoyar una operación en el mercado no la hace ni mejor ni peor. La bondad de esta adquisición la deberán evaluar consumidores y accionistas, no los políticos. Son las acciones políticas disfrazadas de negocios privados las que merecen la desconfianza y la condena. Suceda lo que suceda finalmente con Endesa, Iberdrola y Unión Fenosa, y siempre que se mantenga la competencia en el sector energético, habrán de ser los accionistas quienes decidan. Ojalá Zapatero y el "liberal" Sebastián hayan aprendido la lección.
Gentileza de LD
martes, septiembre 26, 2006
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