jueves, septiembre 21, 2006

Rendicion en mi nombre no

viernes 22 de septiembre de 2006
Rendición en mi nombre no
Juan Urrutia
N ORMALMENTE, por estas fechas, en vistas a la semanita vacacional asturiana que tengo por tradición tomarme al menos una vez al año, les suelo hablar de montes, cabras y otras cuestiones intrascendentes. Sin embargo esta vez no puedo. La situación penosa a la que nos ha llevado este gobierno me obliga a tratar asuntos menos agradables. El resurgimiento de la kale borroka, la nunca extinta extorsión a los empresarios vascos y las continuas amenazas en el diario Gara, me hacen pensar, ante la insistencia de Zapatero en aferrarse a su presunta “paz”, que o bien cree en la ingenuidad superlativa de los españoles, o bien tiene algo que ocultar. Ante este cúmulo de despropósitos la AVT ha convocado una manifestación en Sevilla el uno de Octubre con el lema “RENDICIÓN, EN MI NOMBRE NO”. Me parece un eslogan muy acertado, porque a grandes rasgos, el PSOE suplica a ETA que siga inactiva, —es un decir— el tiempo suficiente para no perder las elecciones. El partido del poder esta dando muestras de una total falta de principios al olvidar —conscientemente— a las víctimas y ofrecer a los terroristas beneficios a cambio de… no me atrevo a pensar de qué, probablemente de su silencio. Las víctimas del terrorismo son el colectivo más ninguneado en este feo asunto. Se las pretende apartar porque son molestas, porque al contrario de muchos de los que dicen luchar contra el terrorismo, sus intereses no son económicos y eso las hace peligrosas para quien sí desea cubrirse el riñón a costa de la sangre ajena, porque cuando alguien se comporta con tal indignidad ante el sufrimiento de las víctimas, como Zapatero y sus secuaces, es difícil mantener la cabeza alta en su presencia. Una asociación como la AVT tiene motivos más fuertes que el dinero y el poder para permanecer en esta batalla. Por eso son personas incomodas, y por eso se les intenta desprestigiar, politizar, intentando hacer creer que sus intereses son diferentes a los reales, y en última instancia condenar al ostracismo. Son consideradas un grupo abstracto tras el cual, para que los demás durmamos tranquilos, se oculta el dolor de mil familias. Respecto al trato denigrante y antidemocrático que tienen que soportar por parte del ejecutivo, no hay más que ver los impedimentos con los que la Delegación del Gobierno de Andalucía pretende sabotear la manifestación del uno de octubre. “no existen derechos ilimitados, ya que todo derecho, y por tanto el de reunión, tiene sus límites”. Este razonamiento propio de algún dictador comunista como Mao Zedong, Stalin, Fidel Castro o Zapatero viene acompañado por el aviso de que se medirán los decibelios que produzca la concentración. También utilizan la Ley de Tráfico, Circulación de Vehículos a Motor y Seguridad Vial para poner trabas al evento: “no se puede ejercitar una actividad lícita —en este caso la de manifestarse— al margen de la regulación legal y reglamentaria”. Por supuesto esto afecta sólo a las actividades lícitas, ya que las ilícitas, como ciertas manifestaciones de batasuna, no sufren estas restricciones. Me pregunto por qué cuando la Ertzaintza corta de lado a lado una de las principales arterias de Bilbao para que se manifieste ETA, —vamos a dejarnos de eufemismos “batasúnicos”— Patxi López no aduce los mismos argumentos en contra de semejante barbaridad. Al contrario, se calla aun viendo que los policías que acuden, no son, como hace años, antidisturbios, son dos motoristas en cada extremo de la calle desviando el tráfico para que aquellos que brindaban cuando la mujer de un Guardia Civil se quedaba viuda o cuando le pegaban un tiro en la cabeza a un demócrata, puedan manifestar cómodamente su odio, gritando a muchos decibelios, se lo puedo asegurar, y trastocando el tráfico infinitamente, doy fe como conductor vasco. Sin embargo cuando se convoca a la ciudadanía, de forma legal, para expresar ante todos justas reivindicaciones, se reciben trabas, zancadillas y puñaladas traperas. Esto tiene varios nombres, todos muy feos, pero la denominación que mejor le va a un gobierno que restringe la libertad de expresión es la de fascista. Está claro que se han estrujado el cerebro para encontrar legalismos contra la manifestación de la AVT. Ahí les duele, lo único que los servicios informativos y adoctrinadores del Gobierno no pueden tapar es el clamor de un pueblo cansado de que le mientan, que exige justicia.

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