La irresponsabilidad como talante
VALENTÍ PUIG
Martes, 13-01-09
EL orden de prioridades de un gobierno da la medida de su sentido de la responsabilidad pública. Por parte de Zapatero tenemos tres ocasiones recientes, aunque de dimensiones dispares: negar la crisis económica que sombreaba ya los mapas meteorológicos; solventar el colapso por la nevada expedientando a Iberia; desviarse de la posición de la Unión Europea para ser más crítico que nadie con Israel. En los tres casos, la opción prioritaria es de interés excluyentemente partidista, sin conexiones arteriales con el bien común. En efecto: hubiese sido mucho mejor para el bien general de los españoles prever a tiempo la crisis, tener Barajas el menor tiempo posible en el caos y mantenerse alineado con los socios europeos respecto al Oriente Medio. Por el contrario, para los intereses del zapaterismo retrasar la constatación de la crisis económica contribuyó a la victoria electoral en 2008, intentar trasladar la culpa del desbarajuste de Barajas a la Comunidad de Madrid disimula la incompetencia del Ministerio de Fomento y reajuntarse con la izquierda dura en la manifestación contra Israel puede repescar algún voto por el flanco neocomunista.
A modo de despojo del diálogo como talante sobrevive tan sólo la figura fósil de Federico Mayor Zaragoza entre banderas rojas y actores con pañuelo palestino. Mayor Zaragoza es casi la única percha burocrático-burguesa disponible -peón para todos los buenismos, tío-abuelo del humanitarismo vacuo- para colgar lo que queda de la versión postmoderna y por tanto caduca de lo que era el día del «Domund». En la percha de Mayor Zaragoza, Zapatero ha podido colgar sin reparos todas las contradicciones de las que el nuevo entorno de La Moncloa dispone para solventar por su cuenta el conflicto del Oriente Medio. Lo que haga Mayor Zaragoza incumbe a su identidad como pensionista, pero la responsabilidad última es de Zapatero.
Hace pocos días declaraba a Israel país amigo de España y apoyaba la tregua propuesta por Francia y Egipto. Es la misma tregua que Hamás ha rechazado. Es el mismo Hamás que actúa como larga mano agresora de un Irán que es el mismo Irán partícipe de la Alianza de Civilizaciones de Rodríguez Zapatero. En la manifestación, sin decir nada sobre Hamás, estaban los socialistas, aplaudiendo a Mayor Zaragoza. Patada en el trasero al sector del PSOE que lleva tiempo buscando mejorar las relaciones con Israel desde los presupuestos de defender su derecho a existir como Estado y también la posibilidad de criticar sus errores. En realidad, la actitud radicalizada de Zapatero va más allá del poder de comprensión realista por parte de los países árabes moderados. Fue uno de los aciertos diplomáticos del felipismo establecer plenas relaciones con Israel en 1986, en un proceso reactivado por el presidente Calvo Sotelo unos años antes. Julio Feo cuenta algunas interioridades del episodio en su reciente -y segundo- libro de memorias.
La incompetencia contestona del Ministerio de Fomento ya se ha convertido en un rasgo idiosincrático del segundo mandato de Zapatero, agravando los fiascos del primero y explayándose en esa llamativa impunidad que le da ser un misil de precario control a distancia. En todo gobierno acostumbra a haber un ministro pim-pam-pum, pero no es un rasgo ineludible de las democracias avanzadas que deba haber un ministro-desastre. En el caso de la ministra Magdalena Álvarez su capacidad para el caos se ha expandido hasta sus ruedas de prensa, generadoras de incluso mayor estupor público que las intervenciones más sincopadas y algo carentes de articulación que la vicepresidenta Fernández de la Vega lee con aplicación en sus fichas. La ministra y la vicepresidente han ido de bracete en emulación poco eficaz de un quitanieves político.
Más allá de Gaza y de la nevada, el paro va en aumento a un ritmo y en tal proporción que pronto deberemos hablar, desafortunadamente, de una crisis de la vida pública española. En el panorama de la responsabilidad moral e intelectual, el paradigma del zapaterismo ha llegado hasta donde podía y difícilmente podría reconvertirse en estipulaciones de confianza, salvo que abanderase una metamorfosis de toda su trayectoria, algo que también podría ser considerado como un bandazo más. El talante se va fundiendo, como la nieve en los aleros del descrédito institucional y de la política como tómbola.
vpuig@abc.es
http://www.abc.es/20090113/opinion-firmas/irresponsabilidad-como-talante-20090113.html
martes, enero 13, 2009
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