viernes, enero 16, 2009

Jose Melendez, Zapatero y los palestinos

viernes 16 de enero de 2009
Zapatero y los palestinos

José Meléndez

H ABRÁ muchos que crean que critico demasiado a José Luis Rodríguez Zapatero en mis artículos, pero es que el hombre no da una a derechas. Cuando el conflicto del Oriente Medio se reaviva una vez mas y el fantasma de la guerra envuelve esa tormentosa zona, nuestro inefable presidente se descuelga con un decidido y demagógico apoyo a los palestinos de Hamás, ofendiendo a Israel, precisamente en el día en que su ministro de Asuntos Exteriores emprendía un viaje con el propósito de mediar entre palestinos e israelíes y en Madrid se celebrara una multitudinaria manifestación, organizada por el PSOE y los sindicatos, en la que se acusó a Israel de “genocidio”, erizada de pancartas ofensivas para un estado soberano y terminó a pedradas contra la embajada de Israel en la capital de España. Con ello, Zapatero se convierte en el primero, y hasta ahora único- presidente europeo, que toma partido en una guerra que esta vez –y no hay que olvidar esta importante puntualización- no es entre Israel y Palestina sino entre Israel y Hamás, una organización que en la Unión Europea está clasificada como terrorista. Una vez mas, Zapatero es víctima de su propia verborrea y su demagogia. El paladín de esa entelequia que es la Alianza de Civilizaciones, ha dado un nuevo resbalón y los palestinos deben estar temblando ante el apoyo de un hombre que en los últimos años ha visto como caían todos los que había apoyado, Kelly en Estados Unidos, Schroder en Alemania, Segolene Royal en Francia, la fallida Constitución europea y tantos otros vaticinios suyos que nunca se cumplieron.

El conflicto entre palestinos y judíos se pierde en la noche de los tiempos y ha generado un caudal de odios y rencores de tal magnitud que hace prácticamente inviable el vislumbrar una esperanza de solución porque cuando esta se intenta por la mediación internacional y, sobre todo, por el convencimiento de las mentes sensatas de ambos bandos, surge el extremismo radical y violento de facciones como Hamás e Hizbolá para volver a torpedear las negociaciones y dejar de nuevo el problema en toda su descarnada e injusta crudeza. La desaparición de dos seres tan negativos como Yaser Arafat y Ariel Sharon hizo concebir unas esperanzas que desgraciadamente no se han cumplido y la situación está ahora de nuevo en uno de sus peores momentos desde las guerras de los Seis Días y Yon Kipur. El triunfo electoral de Hamás fue mal interpretado en el mundo occidental, empeñado en llevar el modelo de democracia occidental a todos los confines de la tierra, porque los palestinos de Gaza en gran parte no votaron a Hamás por sus postulados, sino contra la corrupción y el desgobierno que emponzoñaba la labor de la Autoridad Palestina.

Hay un punto en el que coinciden los extremos radicales de la izquierda y la derecha que es su judeofobia. En la derecha radical esta fobia está determinada por consideraciones racistas y en la izquierda por su odio a Israel, no por ser un estado judío, sino por ser aliado de los Estados Unidos. Este es un sentimiento extendido en toda la vieja Europa, alimentado no solamente por razones de ideología izquierdista, sino por el recelo de un continente hacia la pujante nación norteamericana que le ha quitado su papel ancestral de timón del mundo. La juventud europea del 68, que vitoreaba a Mao y vituperaba la guerra de Vietnam, mostraba un odio profundo a Israel y posteriormente trató de convertir en gestas la lucha palestina, aglutinada en un personaje tan siniestro y sinuoso como Yaser Arafat. Así nacieron los denuestos a la Guerra de los Seis Días y se trató de presentar como un triunfo árabe la del Yon Kipur- Y, posteriormente, nació la Intifada como símbolo de un pueblo oprimido. Pero nunca se ha reconocido el sufrimiento de otro pueblo, expulsado de su Judea histórica. diseminado por el mundo, víctima de terribles persecuciones y que cuando los políticos acordaron concederle un territorio en 1.948 y se creó el Estado de Israel ha tenido que dormir desde entonces con el fusil a la cabecera de la cama.

El anti israelismo cobra actualmente en España caracteres desorbitados en este momento de desquiciamiento político en que desgraciadamente vivimos. Comienza donde empiezan ahora todas las ideas rompedoras, en el presidente de la Nación y continúan en el constante machacar de los telediarios y los periódicos afines, que cuentan los muertos de la acciones israelíes y nos muestran un panorama de ruinas y de multitudes exhaltadas que llevan a cuestas a sus muertos, sin mencionar los constantes ataques que desde hace años viene sufriendo la población hebrea por los misiles de Hamás.

Dejando aparte los sectarismos y la sinrazón, conviene fijarse en dos puntos que son cruciales para que el mundo occidental pueda seguir llevando una vida tranquila dentro del sistema democrático: la creciente amenaza que representa para nuestra civilización el fanatismo del integrismo islamista y el hecho incuestionable de que Israel puede considerarse como la última frontera que defiende a Occidente. El eminente orientalista Bernard Lewis, profesor emérito de Estudios Orientales de la Universidad de Princenton y puede considerarse como la máxima autoridad en esta materia, nos ha alertado –haciendo la salvedad de que el terrorismo islamista no es parte de la tradición del Islam- del peligro que representa el hecho de que el pueblo musulman no establece una diferencia entre religión y cultura de la civilización. Utilizan la misma palabra para ambos conceptos y eso da lugar a trágicos malentendedidos por parte de los integristas, añadiendo que si el régimen de Irán llega a desarrollar un arma nuclear –para lo que ya está cerca- no la lanzarça un misil o la transportará un bom,bardero, porque eso sería como ponerla un remite,, sino que la facilitará al terrorismo integrista para que la use contra la civilización que combate.

Por tanto, hay que reconocer dos cuestiones clave: que Israel como estado soberanos tiene derecho a defenderse y que mientras los occidentales seguimos perdiéndonos en consideraciones filosóficas y seudomorales, mientras nos dejemos llevar por nuestros propios sentimientos partidarios y enterremos con dolor a nuestros muertos en las acciones terroristas en nuestro suelo desencadenadas por la ola fanática, Israel está en la primera linea, haciendo frente a esa ola de la única forma posible mientras no se imponga la razón. Y la razón se impondrá cuando dos pueblos que llevan muchos siglos enfrentados se convenzan que están destinados a compartir la misma tierra y a vivir en ella en paz, erradicando la indeseable semilla de la violencia. En lograr eso es donde deben centrarse todos los esfuerzos del mundo occidental sin partidismos aprioristas ni condenas tendenciosas que no conducen a nada.

http://www.vistazoalaprensa.com/firmas_art.asp?id=5010

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