miércoles, enero 21, 2009

Carmen Posadas, Basta de friboludeces

miercoles 21 de enero de 2009
BASTA DE FRIBOLUDECES

Leo estos días que Abramóvich, uno de los hombres más ricos del mundo, le ha regalado a su novia Daria unos cientos de acres... en la Luna. Leo también que Paris Hilton es de las personas más WIP (web important person); es decir, junto Barack Obama y Bush, una de las cinco personalidades con más entradas en Internet en el mundo. Leo por ahí que ha comenzado un Gran Hermano en el que inoculan a los inquilinos de la casa con un virus y... a ver qué pasa. Y leo, por fin, que Kate Moss, a la pregunta de qué le gustaría dejar a su hija como legado, contesta que todos sus vestidos de alta costura, especialmente el modelo Shampoo, mientras que los Beckham confesaron haber contratado por 1.800 dólares a un propio para que abriera sus regalos de estas fiestas. Leo todo esto con esa sensación que los franceses llaman déjà vu, es decir, esto ya lo he visto y vaya tropa. Y es que, si se fijan ustedes, todas estas actitudes son las que nos han acompañado durante los ricachones años que acaban de morir ahora con el estremecedor 2008. Lo sorprendente, sin embargo, es que sigan ocurriendo cosas así y yo me pregunto si tanta estulticia es producto de una indeleble frivolidad o si se trata de los últimos y muy patéticos estertores de una sociedad decadente. En otras palabras, algo similar a cuando, antes de la caída de Constantinopla y con los turcos a la puerta, los muy civilizados habitantes de aquella ciudad se dedicaban a discutir sobre el sexo de los ángeles al tiempo que se hartaban en comilonas, bacanales y demás soirées. Como ya se sabe, todo en esta vida es cíclico y, según la Biblia, a siete años de vacas gordas siguen inexorablemente siete de vacas flacas, pero, como también dice la Biblia, está en la naturaleza humana olvidar una y otra vez tan inexorable ley. Eso explicaría por qué, a pesar de la que está cayendo, cierta gente tarda en cambiar su manera de comportarse y siguen exhibiendo actitudes ricachonas que ahora nos parecen no sólo obscenas, sino una burla hacia otros que están sufriendo. Como durante los pasados días de vacaciones me he dedicado a leer la prensa con más detenimiento del habitual, he encontrado otras noticias sorprendentes. Por ejemplo, que existen empresas que están haciendo su particular agosto ofreciendo (agárrense a la brocha) másteres y cursos especiales para ‘ricos venidos a menos’ en los que se enseña que lo importante es seguir derrochando para dar la impresión de que todo va viento en popa «porque dinero llama a dinero y nadie quiere codearse con perdedores» (sic). Y estas mismas empresas ofrecen también cursos para parados o ‘perdedores’ (sic, sic) para enseñarles cómo hacer sus posibles entrevistas de trabajo. Por lo que se ve, la inventiva humana no tiene límites (ni vergüenza, añadiría yo), pero como no quiero arruinarles el fin de semana con la lectura de un artículo (uno más) pesimista y agorero, ahí va mi particular canto de esperanza a este 2009 que ahora comenzamos. Pienso que el lado positivo de este difícil momento es que nos librará de muchas estupideces. Hará cambiar la deplorable escala de valores que se había instaurado en las sociedades ricachonas del primer mundo en las que se adoraba al becerro de oro. Como no me gustan las frases hechas ni los topicazos, cuando uso la palabra ‘becerro’ no lo hago en alusión al ídem de oro que adoraban los antiguos, sino de forma literal a los becerros y demás animales imbéciles (léase Paris Hilton o Vicky Beckham, por ejemplo) a los que hemos convertido en ídolos. La crisis, sin duda, nos librará de ellos y de su patético mal ejemplo, así como de los alardes afrentosos de los nuevos ricos, de los programas de telebasura que hablan de vacuidades, de los falsos ‘solidarios’ que confunden los gestos con las acciones, del tanto tienes tanto vales y de otras horteradas varias. Porque las crisis no son otra cosa que purgas y, como tales, repentinas, temibles o dolorosas, pero da la casualidad de que también son depurativas y, sobre todo, curativas de tanta pavada, como decimos los del Río de la Plata. De tanta pavada y de tantas (me encanta esta palabra, por lo descriptiva) friboludeces.

http://www.xlsemanal.com/web/firma.php?id_edicion=3827&id_firma=8194

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