viernes 23 de enero de 2009
CARLOS LUIS RODRÍGUEZ
a bordo
¿Quién teme al DNI feroz?
Muchos gallegos residentes fuera se sienten ciudadanos de segunda por culpa de la Junta Electoral Central. Esa es al menos la impresión de la diputada socialista encargada de los temas emigratorios, molesta por la decisión de pedirles a los votantes extraterrestres un DNI o pasaporte que acredite su identidad.
A los conocidos requisitos de libre, directo y secreto, la parlamentaria añade por su cuenta otro: anónimo. Si el voto emigrante deja de ser anónimo, se produce una discriminación que por lo visto ofende a la colonia gallega en el exterior. Exigir el documento sería algo tan humillante como llevar cosida en la manga la estrella de David, o tener asientos aparte en los autobuses, como los antepasados de Obama.
Olvida, sin embargo, nuestra amiga que eso mismo es lo que se requiere aquí para ejercer el derecho de sufragio, sin que nadie se sienta molesto. Aquí, todo el mundo interpreta que ésa es una garantía, con la que se entierran los usos caciquiles de otras épocas. Tampoco los capataces del voto que andaban por la Galicia de antes tenían mucho aprecio a los documentos acreditativos de la personalidad. Como ganado que era, el elector de entonces no los precisaba.
Hay en la queja de esta parlamentaria una visión peyorativa de la comunidad emigrante porque lo que en la metrópoli se considera una defensa contra la manipulación, ella lo ve ofensivo en Buenos Aires o Caracas. Poco valor tiene incorporar al emigrante a la vida política de su tierra de origen, si sigue votando como lo hacían sus bisabuelos, o sea, con el cacique carreteando papeletas para el jefe de turno.
Pero si de verdad cree que el DNI es algo superfluo, debería luchar para que en Compostela o Lugo se vote también en plan anónimo, y con agentes electorales que recogen cachos de soberanía a cambio de una gratificación. Sin darse cuenta, esta señora está reivindicando a todos los cacharros que en otros tiempos eran combatidos sin tregua por la izquierda.
No es fácil entender por qué la decisión de la Junta Electoral le ha sentado tan mal. Tampoco se explica que otros digan que la medida no es oportuna por el momento preelectoral en el que andamos. ¿Qué distorsión provoca? El elector está avisado de antemano y en las mesas que reciban los votos, no habrá más que aplicar esa norma. Sólo hay un sector que puede sentirse dañado por la resolución: el que forman los recolectores de votos que ya se estarán moviendo a sus anchas por ultramar.
El trabajo se les complica. La disposición de la Junta Electoral les llega en plena faena cuando ya tenían, como buenos ojeadores, las piezas localizadas. Este gremio sufrido que faena en las sombras, que carece de reconocimiento y cuyos miembros son negados tres veces si la misión sale mal, sí tienen derecho a quejarse, e incluso a recurrir esta traba que se le impone.
El político democrático, en cambio, debiera sentirse feliz con este paso adelante que nada tiene de inoportuno. Lo será para aquellos que quisieron convencernos de que era imposible cambiar cosas como éstas, sin una reforma global de la legislación electoral. A la vista está que aquello sólo era una excusa para mantener ese estatus quo que antes favoreció al PP, y ahora hereda el partido de la diputada en cuestión.
Nuestro voto emigrante no es un Guantánamo, pero sí un limbo a merced de los pillos. Empieza también a cerrarse, demostrándose que los ecos del efecto Obama también se hacen sentir aquí.
CLRODRIGUEZ@ELCORREOGALLEGO.ES
http://www.elcorreogallego.es/opinion/ecg/quien-teme-dni-feroz/idEdicion-2009-01-23/idNoticia-387619/
jueves, enero 22, 2009
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario