jueves, enero 29, 2009

Villacañas, Apuntaciones treinta años despues...

jueves 29 de enero de 2009
Apuntaciones treinta años después…

Antonio Castro Villacañas

¿CUÁLES fueron los elementos esenciales de la transición por excelencia, esa que tanto exaltan los que prácticamente no la vivieron y sí de ella se han beneficiado? Quienes quedan de cuantos la protagonizaron, en su mayor parte suelen decir que estaban motivados por el afán de la reconciliación nacional... Quien estudie sin apasionamiento la historia española de los siglos XIX y XX se dará cuenta de que ese mismo motivo, u otro análogo, fue el impulsor de la Segunda Restauración Borbónica tras el fracaso de la Primera. Fernando VII, el Deseado como Rey por todos los españoles a causa de la invasión francesa, se convirtió muy pronto, tras recuperar el trono perdido por ella, en un indeseable para buena parte de sus súbditos. Indeseables fueron también para unos y para otros, respectivamente, quienes sus partidarios llamaron CarlosV e Isabel II en razón de que fueran sí o no reconocidos como legítimos herederos del felón Fernando después de que este muriera. "Carlistas" o "isabelinos" fueron, pues, los españoles durante casi todo el siglo XIX, añadiendo motivos ideológicos más modernizados a los que desde el principio de su enemistad acompañaron los inicialmente dinásticos... No es cosa de analizar aquí las peripecias de ambas Cortes, de sus respectivos súbditos y de los enfrentamientos bélicos, políticos y sociales que hubo entre unos y otros hasta el punto de propiciar el surgimiento de una facción nueva, la republicana, tras el fracaso del intento de sustituir la monarquía borbónica por la saboyana alegando que ésta era y sería más europea y moderna... Basta, pues, con recordar que cuando Alfonso XII recuperó el trono que habían perdido su madre Isabel II y su tío Carlos VII, también se dijo a los españoles que esta Segunda Restauración iba a producir la inmediata reconciliación de todos ellos en el común empeño de hacer una España mejor por más adecuada a los tiempos nuevos.

El año 1970 se hizo y se publicó un informe sociológico sobre la situación social de la España de aquel tiempo, tan criticado y despreciado hoy en día. Dicho documento decía --entre otras muchas cosas de particular interés- que dentro del pueblo español se notaba la presencia de varias actitudes políticas, algunas extremadas a izquierda o derecha de las mayoritarias y centradas. Todas -como es lógico- pensaban más en el futuro que en el pasado, pero tanto la extrema izquierda como la derecha coincidían en que el mañana no podía ni debía hacerse enterrando el ayer, sino teniéndole siempre presente, los zurdos para satisfacer su espíritu de revancha y los diestros por afán de superación. La mayoría de los españoles -según el informe- miraba sin embargo al pasado con el limpio deseo de rectificarlo en cuanto tuviera de reprochable para poderlo seguir utilizando en lo mucho valioso que guardaba, aunque solo fuera como buen o mal ejemplo... Los españoles de hace treinta y nueve años no deseaban enterrar el pasado sino guardarlo en el baúl de los recuerdos para poderlo sacar en el momento y en la medida e intensidad que conviniera o hiciera falta.

Todos los grupos sociales, tanto los diferenciados por razón de edad como los divididos a causa de su actividad profesional, coincidían -en un porcentaje superior al 70 % de sus respectivos censos- que el factor social más positivo de cuantos tenía entonces España a su disposición para construir su futuro era el de que su juventud no hubiera hecho ni vivido la guerra civil de 1936-1939. Los autores del informe que comento señalaban que "lo más positivo que se puede decir después de un siglo y medio de guerras civiles es que las actitudes de los españoles parecen querer concluir definitivamente con este trauma colectivo que entre nosotros ha hecho historia". La práctica totalidad de los militares en activo compartía ese deseo, aunque simultáneamente todos ellos pensaran cumplir con su obligación de mantener el régimen y defender la integridad de España en cuanto fuera necesario.

Diferente era la actitud de los españoles "civiles" o "paisanos". Los pertenecientes a grupos de extrema izquierda, junto a los miembros de la izquierda clásica e incluso los de la izquierda moderada, se manifestaban en privado -e incluso en público cuando podían hacerlo- como poseídos de un afán de revancha, en el sentido de no conformarse con un simple pase de página en el libro de la historia ni menos aún con hacer borrón y cuenta nueva en el de la contabilidad política hispánica, sino en el de volver atrás, ganar la guerra perdida en 1939 y reanudar la interrumpida construcción de la avanzada República social muerta en 1936. No tiene nada de extraño que los españoles agrupados en núcleos de extrema derecha manifestaran su intención de oponerse con todas sus fuerzas a tan reaccionarios deseos, que incluso aparecían de vez en cuando en determinadas voces del antiguo Partido Socialista.

La gran mayoría de los españoles con capacidad de actuar políticamente en los años 70 del siglo pasado estábamos convencidos de que tras la muerte de Franco habrían de cambiar bastantes aspectos o muchas características de su régimen, pero no todos coincidíamos en la necesidad de sustituir las Leyes Fundamentales de aquel Reino católico, social y representativo por una Constitución que garantizara la alternancia de partidos. Dentro del franquismo, a su derecha, quienes defendían el conservadurismo social y la tecnocracia autoritaria sentían que les pesaba como una losa el haber servido a quien empezaban a llamar en la intimidad Dictador, a ver si de esta manera hacían méritos para formar parte de la nueva aristocracia política llamada a configurar la también nueva Monarquía. La mayor parte de los españoles, fueran antifranquistas, franquistas de izquierda o simplemente franquistas, demostraron durante aquel decenio, antes y después de la muerte del Generalísimo, que deseaban llegar a una democracia semejante a las predominantes en el mundo occidental, pero partiendo y caminando desde las leyes franquistas: Por eso no hubo durante aquel decenio, aparte de las inevitables algaradas propias de la extrema izquierda, manifestaciones en contra o a favor de nuevas soluciones políticas. El pueblo español aceptó que el franquismo muriera con Franco porque así estaba establecido por Franco y los franquistas, para dar paso al Rey que el Caudillo había criado a sus pechos y a los franquistas monárquicos que tanto y tan bien habían prosperado durante el último franquismo. Por eso aprobó sin demasiada oposición la Ley para la Reforma Política del sistema que había aceptado y servido durante cerca de treinta años. Por eso eligió sin demasiadas pugnas unas Cortes que nunca se le dijo iban a ser Constituyentes, las mismas que después fueron utilizadas por el Rey y su cortejo sociopolítico para romper con el franquismo en vez de para reformarlo y mejorarlo...

Pero de esto y de sus consecuencias, que ahora estamos viviendo, ya tendremos ocasión de seguir hablando.


http://www.vistazoalaprensa.com/firmas_art.asp?id=5035

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