Ni ley, ni orden
TOMÁS CUESTA
Lunes, 19-01-09
EN el imaginario del progresismo radical, que Zapatero encarna con singular donaire, el hecho de ejercer la autoridad se considera una aberración autoritaria. Hace ya siglo y cuarto, los padres fundadores de la utopía libertaria condensaron en un eslogan mínimo lo que hoy se llamaría un plan de máximos: ¡Ni Dios, ni amo! Rodríguez Zapatero, el implacable paladín de las modernas libertades, amplía de manera sustancial el campo de batalla: ¡Ni familia, ni aulas, ni polis, ni juzgados! Dios, posiblemente, haya cogido el bus ateo y vaya usted a saber en dónde para. Mientras que el amo, indudablemente, es Zapatero. Amo y señor de vidas en precario y haciendas esquilmadas. Lo que se dice el puto amo.
Ser progresista es algo que da mucho y apenas exige nada. Da poder, da prestigio, da dinero, da por el tras, también da por talante. A cambio, sólo es preciso acreditar una fidelidad perruna a los apriorismos de rigor y a las consignas doctrinarias. Con eso basta y sobra para pasar de curso y para pasarse al bando de los perpetuos excusados. Si, además, se hace gala de anorexia moral, simpleza intelectiva, banalidad ramplona y ambición rampante, el éxito es seguro. Más que seguro, inevitable. La gran ventaja del progresismo radical, que, al cabo de tres décadas, se alza entre las ruinas de la izquierda clásica, es que carece de esqueleto ideológico y de valores esenciales. Es acomodaticio y comodón, incluso reversible por condicionamientos estéticos o tácticos. Es moldeable, dúctil, nebuloso, indefinido y protozoario. Es, en definitiva, un estado de ánimo que pueden alterar, a voluntad, los hechiceros de la tribu y los sofisticados ingenieros de las almas de cántaro.
El declive de la retórica marxista ha dado paso a un balbuceo rousseauniano en el que el proletario, por falta de existencias, ha sido suplantado por la comunidad del buen salvaje. La receta es la misma que formuló Fanon con la ayuda de Sartre. Se coge, por ejemplo, un terrorista palestino, se le limpian las manos ensuciadas de sangre, se añade un chorreón de hipocresía, un par de cucharones, por lo menos, de genuina sopa boba y de espumosa mala baba y se pone a hornear en los telediarios. El resultado es una versión del Galileo interpretada por el Che Guevara que está de muerte, abuela, en el sentido literal de la palabra. El caso es que la gente no se harta. Traga con avidez, repite sin pudor y ni siquiera se avergüenza cuando relame el plato. Vamos, que se lo traga todo y nunca se atraganta.
Con menos prosopopeya y «mutatis mutandi», lo anterior es el menú del día en una sociedad que otorga al sin papeles el papel de mártir y en la que el delincuente no es una anomalía, sino la consecuencia lógica de las desigualdades. El revés de la trama es que los que demandan ley y orden, los que prefieren la rutina del purgatorio conocido a las delicias de un paraíso inexplorado, los que recelan de lo exótico y no son partidarios de los sobresaltos; o sea, los casposos y los carcamales, son los que enturbian el remanso. ¡Ni familia, ni aulas, ni policía, ni juzgados! El progresismo radical es refractario a las ideas pero es un hervidero de ideales. ¿Qué no daría por un mundo sin trabas, sin corsés, sin cortapisas y sin bardas? Darían -y disimulen la insistencia- por el tras y por talante. Por lo demás, al margen de dar grima y de dar continuamente el espectáculo, lo único que suelen conjugar es el imperativo: ¡Danos!
Que al señor Zapatero la Justicia -la Justicia de a pie, no aquella que ajustician en las altas instancias- se la trae absolutamente al pairo, es de cajón de mico y huelgan los comentarios. Que llegue un momento en el que nos obliguen a ir de tiros largos por la jungla de asfalto, ni le preocupa ni le ocupa, la balas le resbalan. Y que a los empleados del cobrador del frac les sustituyan los sicarios del cobrador del chándal, no es que se la sople, es que se la Obama. Seguridad jurídica, seguridad en las calles. Es ahí donde la oposición debería retratarse. ¿Y arrearle estopa al amo? ¡Amos anda!
http://www.abc.es/20090119/opinion-firmas/orden-20090119.html
lunes, enero 19, 2009
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