jueves, julio 31, 2008

Juan Ramon Rallo, El manifiesto libertario de la comunicacion

viernes 1 de agosto de 2008
I PREMIO JUAN DE MARIANA
El manifiesto libertario de la comunicación
Por Juan Ramón Rallo
Muy poca gente habrá dejado de experimentar rechazo ante tal o cual regulación relacionada con el mundo de la comunicación. ¿Quién no ha criticado las subvenciones al cine, protestado contra el puritanismo censor o albergado profundas dudas sobre la legitimidad de la propiedad intelectual, especialmente cuando se lleva a extremos tan absurdos como el canon por copia privada? Sin embago, muy pocos han logrado articular una teoría sólida con la que analizar y socavar las bases mismas del statu quo.

Albert Esplugas, destacado miembro del Instituto Juan de Mariana, ha acometido exitosamente esta ambiciosa empresa en su primer libro, titulado La comunicación en una sociedad libre.

La obra se divide en dos partes claramente diferenciadas. En la primera el autor explica los principios éticos sobre los que debe fundamentarse una sociedad libre; uno de ellos es, por supuesto, el respeto a la propiedad privada. Se trata de un excelente resumen de una ética de la libertad destinada a favorecer la cooperación humana y a reducir los conflictos sociales en el que se sigue e integra a pensadores liberales de la talla de Murray Rothbard, Hans Hermann Hoppe, Randy Barnett y Stephan Kinsella. La segunda, de extensión bastante más amplia, se centra en aplicar al ámbito de la comunicación los principios expuestos en la primera.

Esplugas reflexiona sobre materias tan controvertidas como la extensión y los límites de la libertad de expresión, la licitud del chantaje y del boicot, los problemas de la configuración del derecho al honor, lo injusto e ineficiente de la propiedad intelectual, la torpeza del proteccionismo cultural o la necesidad de acabar con los medios públicos y de privatizar el espacio radioeléctrico.

La defensa de la propiedad privada es una constante en estas páginas: el Estado no tiene derecho a censurar a ningún individuo que se exprese a través de su propiedad (aun cuando insulte o ultraje a otros); la propiedad intelectual es una invención jurídica que sólo sirve para socavar la propiedad real; las subvenciones al arte y a la cultura son un robo que perjudica a los productores eficientes y beneficia a los ineficientes; la nacionalización del espacio radioeléctrico sólo se ha utilizado como excusa para censurar las voces discrepantes... Ahora bien, La comunicación en una sociedad libre no se limita a exponer las críticas que, desde un punto de vista ético y liberal, cabe dirigir contra la regulación estatal actual, sino que muestra en todo momento las consecuencias negativas que esas intervenciones tienen sobre el bienestar de los individuos.

Esplugas posee un amplio conocimiento de los mecanismos económicos que dan lugar al libre mercado –en el que todos los que intervienen resultan beneficiados–, lo que le permite exponer por lo menudo las brutales distorsiones microeconómicas que provoca la regulación pública. Por fortuna, y en contra de lo que suele ser habitual, sus razonamientos económicos están expresados de manera muy comprensible, incluso para el lego. Así, con respecto a las subvenciones al cine autóctono, cuyo objeto, se dice, es incrementar la oferta de películas y ampliar la capacidad de elección del consumidor, escribe:
Si la minoría no consume películas autóctonas de más calidad no es porque la mayoría se lo impida, sino porque prefiere destinar su dinero a otros menesteres en lugar de pagar un precio más alto por una entrada de cine. Lo que no puede pretender la minoría es que la mayoría costee sus apetencias en contra de su voluntad (…) Una cosa es querer un cine nacional de más calidad y estar dispuesto a pagar por él, y otra distinta quererlo sólo si lo sufragan los demás mediante impuestos.
Las virtudes del libro no terminan aquí. Por lo expuesto hasta el momento podría parecer que estamos ante un manual frío y sistemático en el que se enumeran punto por punto los problemas del sistema normativo vigente. Pero, aparte de su claridad y agilidad narrativa, ya mencionada, La comunicación en una sociedad libre está plagada de ejemplos históricos y casos concretos, para que el lector pueda crearse una imagen mental más comprensible y asimilable de la teoría que se defiende.

En 1973 el gran Murray Rothbard se propuso publicar un libro divulgativo del liberalismo que no renunciara al rigor académico y a la profundidad de las ideas pero que proporcionara a cualquier lector una triple perspectiva –ética, económica e histórica– de las ideas de la libertad. El fruto de su empeño acabó siendo conocido como el Manifiesto Libertario. Pues bien, éste de Esplugas bien pudiera ser el Manifiesto Libertario de la Comunicación.

Aun cuando está dirigido a todo el mundo, es especialmente recomendable para los estudiantes de Comunicación, dado que se trata de un ámbito donde el pensamiento único está tan generalizado como en los demás pero, probablemente, pasa más inadvertido. De hecho, Esplugas, licenciado en Comunicación Audiovisual, hace suyas las palabras de Wilhelm Röpke sobre su propia Teoría de la Economía y escribe: "Éste es el manual que me habría gustado encontrar en mis años de estudiante".


ALBERT ESPLUGAS BOTER: LA COMUNICACIÓN EN UNA SOCIEDAD LIBRE. UNA CRÍTICA LIBERAL AL STATU QUO. Instituto Juan de Mariana (Madrid), 2008, 287 páginas.

http://libros.libertaddigital.com/el-manifiesto-libertario-de-la-comunicacion-1276235233.html

Agapito Maestre, El fracaso de la Transicion

viernes 1 de agosto de 2008
Ángel Herrera Oria
El fracaso de la Transición
El fracaso de Herrera Oria es semejante, por lo tanto, al fracaso de Ortega y Gasset. Es, en verdad, la síntesis de liberales y cristianos el principal problema
ideológico que deberá resolver el PP si quiere llegar al poder.

Agapito Maestre

Asisto a un curso sobre Ángel Herrera Oria en Santander organizado por la Asociación Católica de Propagandistas. Todos los participantes coinciden en que es imposible comprender la historia de España del siglo XX sin la figura de Herrera. Todos ellos tienen razones suficientes para defender esa tesis, pero esa razonable y justa posición contrasta con el escaso conocimiento que se tiene de Herrera Oria fuera de los círculos de los especialistas. He ahí la primera señal para hablar de Ángel Herrera Oria como una causa perdida. Un fracaso. Naturalmente, no quiero decir que él sea un fracasado, sino que la sociedad ha fracasado por no tomarse en serio su mensaje. El fracaso es antes una cuestión social e histórica que subjetiva. Es otra manera de hablar del fracaso de una sociedad. Es una forma literaria de abordar la moral y la política.

La biografía de este personaje es, sin duda alguna, una de las principales causas morales y políticas de España, pero es menester reconocer que ha perdido, o peor, ha sido vencido por sus adversarios y enemigos para actualizar su mensaje. Su razón de ser ha fracasado en la historia política de la España contemporánea de modo parecido al fracaso del liberalismo de Ortega. Sin embargo, que no hayan triunfado ni uno ni otro en el terreno de la práctica, de lo concreto, no dice nada en contra de esos principios, pensamientos y proyectos culturales, sino contra el salvajismo que impide la existencia de ciudadanos cristianos o ciudadanos liberales, respectivamente.

El fracaso de Herrera Oria es semejante, por lo tanto, al fracaso de Ortega y Gasset. Es, en verdad, la síntesis de liberales y cristianos el principal problema ideológico que deberá resolver el PP si quiere llegar al poder. Dudo mucho de que los actuales dirigentes aborden el asunto, cuando ni siquiera son capaces de asumir con contundencia y efectividad los principios del llamado ciudadano cristiano, que está siendo expulsado por el Gobierno del espacio público con la saña propia de regímenes totalitarios... En todo caso, Herrera tuvo su último momento de éxito durante la Transición. Eso fue lo que mantuvo Alfonso Osorio, vicepresidente del Gobierno durante la primera época de Suárez y discípulo de Herrera Oria, en su intervención a favor de esa causa perdida.

Aunque él murió en 1968, según Osorio la Transición española habría sido inviable sin los principios de Herrera. Fue, sin embargo, su último y efímero éxito, porque muy pronto todo se fue a pique, entre otros motivos por una ley electoral con listas cerradas y bloqueadas y un Estado de las Autonomías absurdo. Hoy, en verdad, España vive de las pocas luces que aún quedan encendidas de ese período iluminador de nuestra historia reciente. El poderío de los principios y la acción política que Herrera defendió aún siguen vigentes: fortaleza en los principios del ciudadano cristiano y flexibilidad en las formas de organización política, defensa sin límite de las libertades, empezando por la de conciencia, y diálogo permanente con todos los adversarios políticos.

Defensa, en fin, de la ciudadanía, de la posibilidad de crecer como ser humano en lo público por encima de cualquier imposición de una casta política o intelectual. Esta sigue siendo la idea firme de un ciudadano cristiano, de un ciudadano a la altura de su tiempo. He ahí mi preferencia por una causa perdida en la España de Zapatero, o sea, la España de la persecución de las libertades en general y de las religiosas en particular. Contra esa persecución vale la pena arriesgarse por una causa perdida. Es la causa de Herrera. Es una forma estoica, española, de vivir en el fracaso.

http://www.libertaddigital.com/opinion/agapito-maestre/el-fracaso-de-la-transicion-44719/

Pio Moa, La tarea del historiador (I)

La tarea del historiador (I)
31 de Julio de 2008 - 09:40:45 - Pío Moa
Con motivo de la reivindicación de Negrín por el PSOE –un paso más en su ley de la Cheka, alias de memoria histórica– tuve intención de escribir una serie de artículos sobre la visión que intenta transmitir gente como Ángel Viñas, pero creo que basta con los dos publicados en LD, más otros anteriores sobre el mismo tema. He dejado de lado a otros historiadores lisenkianos de menor enjundia, aunque de la misma línea, como Santos Juliá o Moradiellos, a quienes ABC ha dedicado un amplio espacio. ABC, como La razón, como la derecha rajoyana, colabora activamente en la difusión de la falsificación histórica, sin importar a sus promotores escupir sobre la tumba de sus padres y abuelos. A tal grado de ignominia han llegado estos botarates, bastante más despreciables que los socialistas.

La falsedad de estos engendros historiográficos salta a la vista en cuanto se profundiza críticamente en ellos, y a estas alturas solo se sostienen a base de gritería, insultos a los críticos y abuso de su posición todavía dominante en la universidad y los medios de masas, conseguida en muchos años de intrigas, manejos desde el poder y bajeza habitual de nuestra lamentable derecha. Pero importa más percibir la idea clave que genera las absurdas historias en curso. Criticando a Viñas y a otros, he señalado que "La piedra angular de toda la historiografía lisenkiana sobre la España reciente consiste en el dogma de que el Frente Popular representó la legitimidad democrática. A partir de ese grotesco disparate solo puede construirse un cúmulo de despropósitos y pasar de la historiografía seria a la propaganda stalinista". Nadie más interesado que los stalinistas, desde luego, en mantener el disfraz que les permite pasar, a su vez, por demócratas. No quiero decir que Viñas, Juliá o Moradiellos sean consciente y deliberadamente stalinistas: de eso, como de nazi, ya casi nadie presume hoy. Pero, desde luego, no son más demócratas que Negrín, y su versión encaja perfectamente con la de los comunistas. Mejor que encajar: la reproduce y abunda en ella.

No se trata de escandalizarse por una situación que dura ya demasiado, sino de examinar las claves de todo el enorme, estéril y peligroso invento. ¿Por qué mantienen tales versiones esos historiadores, políticos e intelectuales, a sabiendas –hoy necesariamente a sabiendas– de su falsedad? ¿Por qué las enseñan y difunden a jóvenes y no jóvenes, y tratan de aplicar la censura a las versiones contrarias? Existen, por supuesto, razones profesionales, personales o de prestigio: se trata de personajes que durante treinta años han llevado la voz cantante en la universidad y los medios, que han cimentado sus carreras sobre tales desvirtuaciones. Por eso, y salvo excepciones de honestidad poco común, no cabe esperar que admitan los hechos bien probados y documentados, sino que pelearán (pelean) con uñas y dientes por mantener las posiciones antes ganadas.

Este interés personal y profesional en torno a intereses creados resulta bien comprensible, pero sigue siendo insuficiente para lo que realmente importa aquí: el fondo intelectual del fraude.

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A ver si cunde:

http://www.nacionespanola.org/esp.php?seccion22

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De Una historia chocante:

"Las naciones y los nacionalismos tienen peso primordial en la historia, pero esa evidencia, como ocurre con otras tipo la naturaleza humana, no ha impedido interminables discusiones sobre su definición. El enfoque del problema ha dado un giro en los últimos treinta años, como observa Álvarez Junco en Mater Dolorosa. Antes pasaba la nación por un hecho natural, objetivo, constituido por rasgos como el idioma, el territorio, tradiciones, creencias, etc., del cual derivaba una subjetiva voluntad de autogobierno: el nacionalismo sería la consecuencia política de la nación. Pero el caso de los vascos y los catalanes indica que no tiene por qué ser así, pues esos nacionalismos surgen en tiempos muy recientes, mientras que datan de muy atrás las particularidades en que se apoyan o dicen apoyarse. A partir de hechos como estos, hoy muchos tratadistas invierten la relación: es el elemento político subjetivo, el nacionalismo, el creador de la nación, la cual se convierte también en subjetiva. Diversas élites, utilizado la propaganda, la enseñanza o la acción política, inventarían los elementos "nacionales": creencias sobre el pasado, tradiciones, costumbres, etc.

En alguna medida este enfoque venía prefigurado en el marxismo, para el cual los nacionalismos obedecían a necesidades de las burguesías de asegurarse unos mercados, y constituían una ideología en el mismo sentido que pudiera serlo la religión: una seudoexplicación del mundo movida subterráneamente por intereses económicos. El historiador marxista británico Hobsbawm considera las naciones puros inventos de las clases explotadoras para compensar y desviar el malestar de las clases populares. Esta visión, con matices diversos, ha cundido mucho en ámbitos intelectuales no marxistas, aunque ya casi nadie contraponga al nacionalismo el "internacionalismo proletario".

Sin embargo la explicación no convence. Se hace difícil creer, por ejemplo, que el dominio de la enseñanza y de la propaganda estatal desde Londres lograra persuadir a los escoceses de ser ingleses o, por poner un caso menos especulativo, esa teoría no explica el brusco resurgir de los nacionalismos de la Europa del este, tras varias generaciones de férreo adoctrinamiento en el "internacionalismo proletario". Podríamos ver a Cataluña y Vasconia como pura invención de ciertos burgueses de finales del siglo XIX, destinada a crear un sentir popular favorable a sus intereses, y ya hemos visto que en parte así fue; pero difícilmente habrían tenido éxito esos burgueses si no se apoyaran en realidades históricas y sociales preexistentes.

Desde el punto de vista presuntamente racional, han sido fuertemente criticados los sentimientos de identidad comunitaria, como el nacionalismo. Esos sentimientos suelen ser, además, muy intensos, de los pocos capaces de arrastrar a los hombres, en ciertos momentos, a dar la vida o a quitarla a otros. Pues bien, pese a su intensidad, se trataría de ilusiones arbitrarias, autoengaños guiados, en última instancia, por el ansia de "ser" más de lo que realmente se es: "Al ser humano le resulta difícil resistir la tentación de anclar su pobre y finita vida en una identidad que la trascienda", señala Álvarez Junco, para citar de G. Jusdanis cómo el nacionalismo permite a los individuos "olvidar su contingencia, olvidar que son parte del flujo de la historia, que su vida personal es sólo una entre muchas, y ciertamente no la más grandiosa, y que su cultura, la más intrínseca experiencia de sí mismos como seres sociales, no es natural, sino inventada".

Expresiones confusas y menos racionales de lo supuesto. Anclar la "pobre y finita vida" en una trascendencia es quizá una tentación, pero también una evidencia primaria. La vida de cada individuo trasciende largamente en el pasado por la serie interminable de sus ancestros, y en el futuro por la de su descendencia, tanto biológica como culturalmente. Nadie nace por propia elección, ni decide sobre el tiempo o lugar de su vida, la cual será para siempre inseparable de esos datos. El individuo absorbe desde la cuna un bagaje cultural variadísimo –lengua, utensilios, creencias, costumbres, arte, actitudes...–, tan esencial para su supervivencia como la misma leche materna. Esa cultura, creada alegre o penosamente a lo largo de generaciones, no le debe nada cuando es niño, y le deberá muy poco cuando crezca; él, en cambio, le debe casi todo. No son difíciles de entender racionalmente los profundos afectos que, de modo más o menos consciente y elaborado, suscita el entorno sociocultural en las personas: el entorno que Iparraguirre proyecta poéticamente sobre el paisaje.

Si evitamos el error de considerar la vida individual como un todo autosuficiente y aislado, salta a la vista la racionalidad del sentimiento patriótico. Los elementos culturales, tanto como los naturales, conforman el medio de la vida humana. Suele decirse que ellos nos condicionan o moldean, como si se tratase de algo externo, pero en rigor forman parte constitucional, íntima, de nuestra vida personal. El individuo puede renegar de su cultura –y también de su propia vida–, pues sus efectos son a menudo contradictorios y dolorosos, pero más comúnmente se identificará con ella, con su patria, como se identifica con sus padres, que le trascienden en el pasado, y con sus hijos, que lo hacen en el futuro y en quienes siente una básica continuidad histórica, cultural y biológica cuya perduración normalmente desea –aun a través de cambios si los ve como mejoras dentro de la misma cultura– y cuya posible ruina percibe como un trauma, a menudo como un trauma insufrible.

Así, en general nos sentiremos más identificados con los afines por lengua, creencias, costumbres, etc., y valoraremos éstas cobre las ajenas. Y aunque ese sentimiento, como todos, puede volverse enfermizo, cursi, arrogante o criminal, tacharlo de "irracional" es tan absurdo como exigir a un niño que ame por igual a su madre y a las de sus amigos, invocando la "razón" de que todas, "objetivamente", son madres".

http://blogs.libertaddigital.com/presente-y-pasado/la-tarea-del-historiador-i-3622/

Jose Garcia Dominguez, La broma

viernes 1 de agosto de 2008
Insulto a los extremeños
La broma
Siguiendo por El Periódico, que lo rebaja a simple "comentario mordaz". Continuando por el Avui de José Manuel Lara, que, indignado, titulaba a tres columnas: "Insultos graves del alcalde de Mérida a Lluís Suñé".

José García Dominguez

Vista la reacción de los ofendidos por ese concejal asilvestrado que acaba de acceder a los cinco minutos de gloria que Andy Warhol prometiera a todos los don nadie de la Tierra, a uno le entran ganas de promover una campaña para apadrinar a los consejeros del Gobierno de Extremadura, empezando por una Dolores Pallero, al parecer número dos de la cosa.

Y es que tras una rutinaria condena del animalito de Tarragona que acaba de insultar gratuitamente a todos los extremeños, Pallero ha considerado perentorio echarle un capote doctrinal al propio ofensor. En consecuencia, se ha apresurado a declarar que, claro, no le parece ni medio bien eso de que ciertos comunistas catalanes vayan pintando a sus paisanos como si fuesen aborígenes de alguna famélica tribu semisalvaje del Congo, "al margen de las ideas que enérgicamente defienda cada uno, que son muy respetables".

Sobre todo, eso, que quede muy clarito lo del respeto ecuménico de Pallero por las ideas. No vaya a ser que algún despistado se nos quede sin acusar recibo de que la doña experimenta un aprecio reverencial por la doctrina teórica contenida en el Mein Kampf de Adolfo Hitler, por los escritos justificando el genocidio redactados por Pol Pot antes de exterminar a la mitad de los camboyanos, y, naturalmente, por toda la basura intelectual que alimenta al catalanismo abiertamente racista, desde aquellos panfletos pergeñados por Pompeu Gener a finales del siglo XIX hasta las zafias deposiciones en Internet del edil Suñé.

Por su parte, el presidente extremeño ha sabido estar rápido de reflejos con tal situarse en el único terreno posible desde donde no hacer sombra a su subordinada: no a la altura de las circunstancias, sino a la del betún. De ahí ese bochornoso "hay que pasar página" con el que pretende obviar la afrenta. Claudicante negligencia política y moral que ha de venir como agua de mayo a la legión de encubridores mediáticos e institucionales del animalito en Cataluña. Empezando por La Vanguardia del Grande de España, que ha saldado el asunto calificándolo de "broma".

Siguiendo por El Periódico, que lo rebaja a simple "comentario mordaz". Continuando por el Avui de José Manuel Lara, que, indignado, titulaba a tres columnas: "Insultos graves del alcalde de Mérida a Lluís Suñé". Recalando más tarde en Jordi Guillot, jefe del animalito, que, maternal, propala que apenas se trata de una "opinión desafortunada"; es decir, no falsa, injuriosa y xenófoba, sino "resultante de falta de previsión", que tal que así define el DRAE ese venial término. Y terminando por la casta política en pleno del Oasis, que lleva veinticuatro horas mirando hacia otro lado. José García Domínguez es uno de los autores del blog Heterodoxias.net.

http://www.libertaddigital.com/opinion/jose-garcia-dominguez/la-broma-44728/

La hoja de ruta a la recesion

1-VIII-2008
La hoja de ruta a la recesión
Ante este negro panorama económico, que el diálogo social sólo se traduzca en destacar la importancia que tiene el diálogo social, empieza a parecerse más a un guión de los hermanos Marx que a una "hoja de ruta" para salir de la crisis.

Un día después de que el propio Banco de España nos sitúe al borde de la recesión, al cifrar en el 0,1 por ciento el crecimiento de la economía española en el segundo trimestre, se ha producido una catarata de noticias que evidencian la envergadura de la crisis económica, y que, lejos de hacer despertar al Gobierno de su letargo, parecería que contribuyen a intensificar su irresponsable parálisis.

Para empezar, el INE ha hecho pública la tasa adelantada del IPC armonizado, que ha ascendido en julio al 5,3 por ciento, el nivel más alto desde que comenzó a elaborarse la serie histórica en enero de 1997.

También se ha sabido que el Euribor –principal indicador para fijar el tipo de interés de las hipotecas– ha cerrado el mes de julio en el 5,39 por ciento, con lo que marca así un nuevo máximo histórico y encadena cinco meses consecutivos de subidas. Estos datos suponen para las hipotecas contratadas hace un año un incremento de cerca de 900 euros al año y de más de 1.000 para las que se contrataron hace seis meses.

Así mismo, y según los datos facilitados por la oficina estadística comunitaria Eurostat, España ha experimentado el aumento del paro más alto de toda la Unión Europea, hasta situarse en junio en el 10,7 por ciento de la población activa. Para colmo, esta noticia también ha coincidido con la publicación de un informe del BBVA que pronostica que el paro se elevará hasta el 14 por ciento en 2009.

Por su parte, la consultora Informa D&B ha hecho público un estudio que señala que la creación de empresas en España ha descendido el 24,53 por ciento en el primer semestre, al pasarse de 84.904 constituciones en 2007 a 64.076 hasta junio de este año.

Finalmente, se ha sabido que en los primeros cinco meses del año el déficit de la balanza por cuenta corriente, que refleja los ingresos y pagos comerciales, servicios, rentas y transferencias, ha crecido un 14,6 por ciento, lo que dispara la ya intensa necesidad de financiación de la economía española.

Con todo, lo más preocupante ante este cuadro, ya de por sí deprimente, es oír los llamamientos al optimismo sin base alguna, como los que ha hecho este jueves la nueva secretaria de Organización del PSOE, Leire Pajín. Eso, por no hablar de la impresión, aún más negativa, que causa la lectura de la pomposamente llamada Declaración para el impulso de la economía, el empleo, la competitividad y el progreso social suscrita este martes en La Moncloa por el Gobierno, la patronal y los sindicatos. Este documento, que se presenta como la "hoja de ruta" para salir de la crisis, a lo que se dedica en realidad es a encubrir la parálisis del Gobierno –y la complicidad de los agentes sociales– a base de perogrulladas y obvias referencias a la necesidad de impulsar la economía, el empleo, la competitividad y el progreso social.

Aunque no niega la realidad de la crisis, el documento ni acierta al informar de su origen ni concreta reforma alguna, tal y como las que de forma urgente habría que aplicar en el terreno laboral, fiscal y en la contención del gasto público. A lo único que se limita el documento para justificar su injustificado optimismo de futuro es a señalar "la importante fortaleza con la que cuenta la economía española" como es, según sus firmantes, el "diálogo social".

Que el diálogo social se esté traduciendo hasta la fecha únicamente en destacar la importancia que tiene el diálogo social, empieza a parecerse más a un guión de los hermanos Marx que a una hoja de ruta para salir de la crisis.

Así a lo que vamos de cabeza es a una larga recesión, mientras los miembros del Gobierno sólo piensan en sus inmerecidas vacaciones.

http://www.libertaddigital.com/opinion/editorial/la-hoja-de-ruta-a-la-recesion-44729/

Miguel Martinez, Test de cultura general

viernes 1 de agosto de 2008
Test de cultura general

Miguel Martínez

B UENAS noticias. Cuando mis queridos reincidentes lean este artículo un servidor se hallará -Dios y Bush mediante- en el quinto pino disfrutando de sus más que merecidísimas vacaciones veraniegas. La parte positiva para un servidor les resultará obvia, mientras que, para todos ustedes lo será en la medida en que, después de más de cuatro años, quien les escribe les va a conceder un respiro de dos o tres semanitas, en las que ni siquiera en las páginas de Vistazo se le va a ver el pelo a servidor de ustedes, lo cual les supondrá un descanso que, después de 226 artículos consecutivos en estas páginas, se tienen -también ustedes- bien merecido.

Escrito el párrafo anterior y comprobado que, una vez releído, causa en este columnista sensaciones contradictorias –ora de sosiego, ora de euforia-, me van a permitir que les narre lo que me aconteció el pasado jueves cuando, por una de aquellas casualidades de la vida, tuve que participar como miembro de un tribunal en unas oposiciones en las que unos cuantos jovenzuelos se enfrentaban ante las pruebas selectivas que mediaban entre ellos y una plaza de funcionario de carrera, o, lo que es lo mismo, un puesto de trabajo garantizado de por vida. Desde ese jueves, los amigos de un servidor han tenido que soportarme un discurso derrotista al que un optimista irredento como quien les escribe no les tenía acostumbrados. Les cuento.

Constaba la oposición de un módulo de cultura general, previo a los ejercicios habituales para todos los funcionarios, con bloques sobre Derecho Administrativo y Constitucional, así como otros específicos de la plaza a la que opositaban. El examen cultural estaba compuesto por cincuenta preguntas a las que se ofrecían tres respuestas, de las cuales sólo una era la correcta: el conocido test, en el que las respuestas negativas restaban décimas sobre la puntuación obtenida con las respuestas acertadas. Cuando un servidor hojeó las preguntas creyó que quien fuera que hubiese decidido el contenido del examen era de un benévolo supino y que, visto el currículo de los aspirantes -licenciados, diplomados y bachilleres-, éstos se jugarían las plazas en concurso en los bloques generales o en los específicos del puesto al que optaban.

Para que se hagan una idea, les copio aquí alguna de las preguntas del test de cultura general.

¿Quién fue Narciso Monturiol?
¿Qué es la migración?
¿Qué es una Ordenanza Municipal?
¿En qué ciudad se encuentra el Coliseo?
¿Qué nombre se da al proceso que experimenta el hielo cuando se convierte en agua?

Y así hasta un total de cincuenta preguntas, cuyas respuestas tenían a la vista entre otras dos falsas, una de las cuales acostumbraba a ser una barbaridad ingeniosa que arrancaba sonrisas y comentarios ocurrentes entre los miembros del tribunal.

Algunas veces nos llegan correos electrónicos con “powerpoints” sobre respuestas facilitadas por alumnos a exámenes, y les confieso que albergaba serias dudas sobre que esas respuestas no fuesen sino fruto del ingenio de alguien con tiempo para dedicarse a divertir a sus contactos del Outlook, y en ningún caso respuestas verídicas dadas por alumnos reales. Desde el jueves he llegado a la conclusión de que, muy probablemente, esos correos electrónicos sean reales.

Porque resulta que para algunos de aquellos aspirantes una Ordenanza Municipal es –se lo juro- la conserje de un Ayuntamiento, la migración es un dolor de cabeza que afecta al cerebro, el Coliseo se encuentra en Atenas –podía haber sido peor, la otra opción creo que era Burgos-, el hielo cuando se convierte en agua es porque se condensa y de Narciso Monturiol ni saben ni contestan. ¿Cómo se les queda el cuerpo? Huelga decir que las plazas siguen vacantes pues ni uno sólo de los aspirantes fue capaz de aprobar la oposición.

Quejas de los opositores por considerar difícil -ataraxia, Miguel, ataraxia- el examen, argumentando que la cultura general no puede estudiarse, y que esa parte del concurso no debiera ser excluyente, sino hacer media con el resto de pruebas en las que el aspirante pueda demostrar que sí ha estudiado el temario específico, que es en definitiva lo que ha de dominar un funcionario, y un servidor con ganas de soltarles algo así como “claro, y cuando venga alguien llevando en la mano una caja de aspirinas, les dais conversación mientras lo atendéis, preguntándole si las aspirinas son para mitigar la migración”.

Comentando el tema con amigos, padres de críos en edad escolar, todos coinciden en la ineptitud de sus retoños para colocar en el mapa el Pisuerga, el Sistema Ibérico, el Bidasoa y –ya no digamos- Colombo, Trípoli o Jartum. Y, como resulta evidente que los niños de ahora no son menos espabilados que nosotros, sólo nos queda concluir que nuestro sistema educativo está creando unos jóvenes, a nuestros ojos, incultos; eso sí, la mar de aptos para las tecnologías, auténticos artistas de la Play y la Wii. Así no es de extrañar que muchos de nuestros colegiales no sepa quién escribió El Quijote pero sepan la velocidad en gigahercios del procesador de una consola sólo con olerla.

Sé que se lo pongo a huevo a los que ante este artículo aprovecharán que el Pisuerga –es un río, chavales- pasa por Valladolid, para arremeter contra la Educación para la Ciudadanía, argumentando que quien mucho abarca poco aprieta y que más valdría culturizar a los chavales que educarlos cívicamente, pues a quien así opine, he de decirles que todos esos opositores de los que les hablaba estaban ya en edad de merecer, entre los veinte y los treinta, y que, probablemente, Educación para la Ciudadanía les suene –visto lo visto- a enseñar a los críos a cruzar el semáforo por el paso de cebra y a no mearse en las farolas.

Muchos de nuestros padres, cuando nosotros éramos estudiantes, se quejaban de la laxitud de los nuevos planes de estudios –un servidor ya no tuvo que aprenderse de memoria los reyes godos, entró en el plan en el que el BUP desbancó a La Reválida, y ya le permitían usar calculadora en algunos exámenes de Matemáticas- de la misma manera que los de mi generación consideramos que nuestros planes de estudio fueron infinitamente mejores que los actuales. ¿Qué futuro les depararán los actuales planes de estudios a nuestros nietos?

Pues, sinceramente, ahora que empiezo las vacaciones, quiero ser optimista y pensar que maldita la falta que le hará a un crío saber dónde está Kiev, si lo puede descubrir al instante preguntándoselo a Google desde su ordenador o desde su teléfono móvil, de la misma manera que quizás no sea imprescindible que un servidor recuerde de memoria la fórmula del hipobromito de sodio -no la recuerdo, se lo garantizo-, o que tenga que recurrir de nuevo a Internet si quiero saber cuál es la capital de Kazajistan –Astaná, como el equipo ciclista kazajo, me lo acaba de chivar Google-, o recordar los nombres de tantos y tantos ríos, capitales, personajes, cordilleras, fórmulas químicas o cálculos matemáticos que jamás podríamos retener en nuestra memoria.

Eso, claro está, siendo optimistas, porque, si no es así, que Dios nos pille confesados cuando un funcionario de, pongamos por caso, el Ministerio de Asuntos Exteriores, pretenda arreglar la migración a base de aspirinas


http://www.miguelmartinezp.blogspot.com/

Oscar Molina, Cuando lo que mata es el reloj

viernes 1 de agosto de 2008
Cuando lo que mata es el reloj

Óscar Molina

E L reloj es una especie de cronómetro de nuestra vida, puesto en modo de cuenta atrás. Pero ese mismo reloj contiene otros dentro de él que llevan un conteo particular, encargado en ocasiones de acelerar por sí solo el momento en el que ocurren ciertas cosas.

El 26 de Mayo de 2003 un Yak 42 perteneciente a la compañía ucraniana “UMAir” se estrelló en Turquía matando a sus pasajeros, 62 militares españoles, y a su tripulación. El reloj particular que se había acoplado a aquel avión prevaleció de manera dramática sobre los cronómetros vitales de sus ocupantes, y les puso un traicionero rejón en la ladera de una montaña. Aquel reloj contaba las horas de trabajo ininterrumpido que la tripulación del Yak llevaba sobre sus hombros, y marcaba una actividad superior a las 20 horas. La aberración, en este caso, cumplió siniestramente con su querencia por la catástrofe.

El 80% de los accidentes de Aviación son debidos a errores humanos. Pero detrás de cada error pueden existir múltiples causas. Esas mismas investigaciones han demostrado que el factor que más contribuye a provocar el fallo humano en las operaciones aéreas es la fatiga de vuelo. Son innumerables las catástrofes aéreas en las que encontramos tripulaciones pasadas de actividad o que no habían cumplido su descanso reglamentario.

La Aviación es muy segura, claro que sí. Las máquinas que nos llevan de un lugar a otro son cada día más fiables, los procedimientos de navegación más exactos, los protocolos de control de tráfico aéreo más eficientes… pero las personas que volamos los aviones somos lo mismo que los que los volaban hace cincuenta años: seres humanos. Y en ellos, en nosotros, está la parte más débil de la cuerda que sujeta los aviones en el cielo; la que más veces se rompe. La que en ocasiones menos se cuida.

A día de hoy, la regulación europea referente a limitaciones de actividad y tiempos de descanso de tripulaciones aéreas se encuentra en fase de implementación en España, pero en el proceso de su adecuación a nuestro ordenamiento las numerosas consideraciones médicas, los abundantes y concluyentes estudios sobre fatiga y descanso mínimo o las regulaciones que funcionan con eficiencia en los países de nuestro entorno no han recibido la menor atención por parte de sus promotores: el Ministerio de Fomento y la Dirección General de Aviación Civil. El lector que esté interesado en el tema puede echar un vistazo al siguiente enlace:
http://members.tripod.com/~hunicken/fatiga.html

Y consultar parte de la copiosa bibliografía que hay al final de la página. Cuando hablamos de fatiga de vuelo, actividades máximas y descansos mínimos, no nos referimos a ningún tema nuevo que se encuentre en estudio. Hablamos de algo que se viene estudiando desde hace más de treinta años, y sobre lo que la ciencia médica ya ha establecido conclusiones muy claras.

En España, el tema ha estado regulado hasta ahora por una Circular Operativa de Aviación Civil, conocida como 16B, que dejaba mucho que desear comparada con la normativa norteamericana, alemana, británica y las de otros países que cuentan con los mayores índices de Seguridad Aérea. La surrealista normativa que se propone ahora es bastante peor. Permitiría, por ejemplo, a un piloto volar a China e iniciar el vuelo de vuelta dentro de un periodo de 24 horas descansando en el propio avión (no en la habitación de un hotel) en un asiento no reclinable. Se podrían realizar vuelos de hasta 14 horas sin tripulación de refuerzo, cuando el límite actual es de 11 horas, por citar algunas cifras con las que no quiero aburrirles.

Desconozco si tanto el SEPLA como el Colegio de Pilotos llevarán a cabo medidas de presión (paros parciales) para forzar que no se apruebe esta sinrazón. De ser así prepárense a oír la eterna, falsa y tópica cantinela de que los Pilotos hacemos huelgas para “defender nuestros privilegios”, a que les cuenten que no damos ni palo y llevamos una vida regalada propia de millonarios.
Vds. verán, pero sí les puedo contar que cuantas más horas vuelo más dinero gano.

Así que si protesto contra esta legislación la razón no será mi nómina, sino mi Seguridad y la de mi familia a la hora de volar. La misma Seguridad que merecen Vds.
Resulta además sarcástico que aquellos que sacaron tanta tajada política de un accidente causado por la fatiga de la tripulación cuando estaban en la oposición, el mismo Partido Socialista que se quería comer crudo a Trillo por el suceso, propongan ahora desde el Gobierno una regulación que ponga a miles de pilotos españoles ante el cronómetro contador de las horas que conducen a una situación parecida.

Somos nosotros los profesionales, pero con Vds., nuestros pasajeros, de la mano, quienes debemos hacer un esfuerzo para que los poderes públicos se den cuenta de que no dar cuerda a algunos cronómetros es algo que concierne a la Seguridad de sus administrados, y una materia de interés público. Fundamentalmente porque las investigaciones demuestran de modo lamentablemente recurrente que los errores humanos vienen muchas veces condicionados por el peso de algo tan etéreo como es el tiempo.

http://www.vistazoalaprensa.com/firmas_art.asp?id=4760

Juan Urrutia, Dos bombillas para ti

viernes 1 de agosto de 2008
Dos bombillas para tí

Juan Urrutia

D OS bombillas para tí, con ellas quiero decir: te quiero, te adoro, mi Españaaaaaa…

Con estas mismas palabras comenzó, este pasado martes, sus recomendaciones anticrisis el ministro de Industria Miguel Sebastián. Si no me creen es porque es mentira, lo cual dice mucho en mi favor. El que hubiera sido alcalde de Madrid, si le hubiera votado alguien, está dispuesto a regalar dos bombillas de bajo consumo a cada hogar español para reducir el gasto energético, loable intención, proclamo al mundo entero.

Seguro que ustedes dispondrán en sus hogares de más de dos lámparas y dudan ahora del lugar idóneo para ubicar el regalo gubernamental. Una opción, sin duda interesante, sería la de colocar una bombilla en el retrete, pues es uno de los pocos lugares de casi cualquier domicilio patrio donde se puede disfrutar con tranquilidad de la lectura. El segundo artefacto luminoso no incandescente, por razones de practicidad, lo guardaría como repuesto, pues en el resto de mi morada ,desde la última subida del recibo de eso que da calambre, sólo utilizo candelabros y velones.

Pero aquel que dijo que la solución a la “desaceleración económica” era cosa sencilla, ya saben, con ahorrar un diez por ciento de petróleo, asunto resuelto, se olvidó de regalar a cada hogar español dos coches eléctricos o, en su defecto, híbridos, o sea, mitad coche, mitad barco. La ventaja de estos artilugios es que, usando la energía eólica, se puede navegar a vela por la albufera de Valencia, el Golfo de Vizcaya -no confundir con Ibarretxe- o el estanque del Retiro, según donde resida cada cual. Pero regresemos a las bombillas, sí, resulta que repartirlas por toda la piel de cabra (fuimos degradados en la anterior legislatura) será tarea harto complicada. Queridos lectores, se habrán dado cuenta de que no existe bombilla en el mercado que quepa en un buzón corriente. Particularmente he resuelto el problema gracias a mi habilidad con el bricolaje; tomen nota, es tan sencillo como clavar en el pertinente receptáculo postal un calcetín (no es necesario que sea nuevo pero sí que esté limpio) pues su elasticidad lo convierte en eficiente sostén para cualquier cacharro curvilíneo de proporciones comedidas como pueda ser una patata e incluso el citado bombillómetro.

En otro orden de cosas, el ministro Sebastián, nos indica que es preciso que corramos menos con el coche pues supone un gran ahorro petrolífero. Ya lo dijeron los sabios cuando, en los años inmediatamente posteriores a la invención del automóvil, advirtieron que el ser humano se desintegraría si circulaba a más de cuarenta y cinco kilómetros por hora. Hablaban en sentido metafórico pero Henry Ford les atropelló con su famoso modelo T para evitar pérdidas en el boyante negocio de la automoción. Lo sé, mis palabras pueden parecer absurdas, pero si todo un señor ministro tiene libertad para decir tonterías sin corbata, comprendan que este humilde juntaletras las diga todavía más gordas.


Por otra parte, observando el precio de la gasolina, que ronda el euro veinte chelines y subiendo, el lector avezado habrá llegado a la conclusión de que reducir los límites de velocidad en las entradas de las grandes ciudades, como también propone el ministro, va a tener el mismo efecto en nuestra economía que sus palabras en los oídos de quienes tuvimos la desgracia de escucharle, es decir, ninguno. Miento, miento corrosivamente, a mí me hizo llorar.

http://www.vistazoalaprensa.com/firmas_art.asp?id=4765

Ladron de Guevara, ¿De Pirineos para abajo es Europa?

viernes 1 de agosto de 2008
¿De Pirineos para abajo es Europa?

Ernesto Ladrón de Guevara

N OS engañaron. Nos dijeron que España era europea por el simple hecho de ingresar en un euro que nos ha encarecido el modo de vida de forma expropiante. No es cierto. La pertenencia al viejo continente no se certifica solamente por tener una misma moneda sino por ser de una misma civilización, por el respeto a los derechos de las personas, por la prevalencia del Estado de Derecho que no es el Derecho del Estado sino el de los ciudadanos. Por la primacía de la ley y el sentido de la justicia, que consiste en que las leyes protejan a los ciudadanos y no a los delincuentes.

Este es el caso de Juana Chaos, que se ha estado burlando de la justicia lo que es lo mismo que burlarse de todos los españoles.

Este asesino múltiple que ha dejado tras de sí un reguero de sangre con veinticinco víctimas sin contar a las veinticinco correspondientes familias y allegados sobre los que ha depositado una mancha imborrable de dolor e impotencia, no sólo no muestra el más mínimo arrepentimiento por el mal causado sino que ha celebrado gracias a la laxa permisividad penitenciaria con cava y langostinos los atentados cometidos por la banda asesina. Este monstruo repugnante desde cualquier óptica humana que se le considere ha intentado burlar el correspondiente derecho de las familias de las víctimas a ser mínimamente indemnizadas, mediante presunto fraude de ley. Y, también, según el MUNDO ha sido beneficiario, mediante documentos falsificados, con la complicidad de una parte podrida y corrupta de la sociedad vasca que convive de forma dolosa con los asesinos, de reducciones penitenciarias por estudios supuestamente realizados. Ya es suficiente paradoja que, además de tener la posibilidad de conseguir una carrera con la financiación del entramado de apoyo de ETA, se reduzca la pena a un asesino de esta especie. Pero, para más escarnio lo ha hecho con evidente fraude.

Pero ahí no queda la cosa. En diciembre de 2005, hace ahora dos años y medio, Vasco Press daba cuenta de un informe de la Guardia Civil en el que se constataban irregularidades en los expedientes académicos de las carreras cursadas por presos de ETA, utilizadas para obtener reducciones de penas.

Ciñéndonos al caso de Juana Chaos, el informe se refería a que tenía aprobadas todas las asignaturas de Enfermería con números enteros o con decimales de cinco dígitos “extremadamente difícil estadísticamente” y concluía diciendo que “tras el estudio del citado expediente se infiere que el mismo pudiera estar falseado y creado únicamente a efectos informativos para así justificar posteriormente un traslado de expediente” –tal como informa EL MUNDO- Y se abundaba en la valoración de dicha certificación oficial como sospechosamente firmada el 25 de octubre de 1981 por la hermana del indicado rubricando como directora de la Escuela de Enfermería de San Sebastián.

La pregunta que todos ustedes, estimados lectores, se harán yo la he pensado al comprobar que la información de EL MUNDO estaba referida en el informe de la Guardia Civil a hace casi tres años. ¿Cómo es posible que en estos prácticamente tres años, más de mil días, transcurridos desde aquel informe de la Guardia Civil, nadie haya movido un dedo para paralizar los beneficios penitenciarios nacidos de una presunta irregularidad académica o administrativa, con implicaciones delictivas? ¿Cómo es posible que los autores de esos delitos de falsedad documental y otros de no menor injundia penal no hayan sido expedientados y procesados? Eso mismo me pregunto yo, pues lo que ha revelado estos días EL MUNDO no pertenece a un conocimiento de hechos reciente, sino que ya estaba reflejado en su día por las instancias policiales competentes.

Pero éste no es el único caso. Hay más. Por razones de espacio me voy a referir a algún otro a modo de ejemplo. Así, refiriéndose al preso etarra alias “Kubati” se le permitió el acceso a una licenciatura en Ciencias Políticas cursada en la UPV por la que redujo pena. En el informe de la Guardia Civil reflejado por Vasco Press se dice que figura con el DNI nº 99.999.117, que obviamente no es el suyo. Pero lo mismo ocurre con otro preso, Ignacio Erro Zazu, con un DNI supuesto, número 99.999.215, tampoco correspondiente con el suyo real. Pero lo más sorprendente es que Inés del Río Prada, miembro de los comandos de ETA “Madrid” y “Andalucía” figura con el mismo DNI que “Kubati” antes mencionado. En el caso de Inés se registra como matriculada en clase presencial de mañana (que alguien explique cómo se puede cursar presencialmente una carrera estando encarcelada), aprobando con números dígitos enteros, con una nota media de 7,30 (¿es eso posible matemáticamente?), aunque la nota de la ficha informática fue de 5. Y así sucesivamente. Se dan casos que es como para partirse de risa si no fuera un tema trágico.

Pero lo indignante no es que sucedan estas cosas sino que se permitan con impunidad por los poderes del Estado.

¿En qué país vivimos? No me siento orgulloso de ser español.

http://www.vistazoalaprensa.com/firmas_art.asp?id=4758

Carlos Alberto Montaner, ¿Que es el liberalismo?

jueves 31 de julio de 2008
¿Qué es el liberalismo?

por Carlos Alberto Montaner

La primera observación que hay que hacer en torno al liberalismo tiene que ver con su imprecisión, su indefinición y lo elusivo de su naturaleza histórica. En realidad, nadie debe alarmarse porque el liberalismo tenga ese contorno tan esquivo. Probablemente ahí radica una de las mayores virtudes de esta corriente ideológica. El liberalismo no es una doctrina con un recetario unívoco, ni pretende haber descubierto leyes universales capaces de desentrañar primero, y luego de ordenar con propiedad, el comportamiento de los seres humanos. Es un cúmulo de ideas y no una ideología cerrada y excluyente.

El liberalismo, ya puestos a la tarea de su asedio, es un conjunto de creencias básicas, de valores y de actitudes organizadas en torno a la convicción de que a mayores cuotas de libertad individual se corresponden mayores índices de prosperidad y felicidad colectivas. De ahí la mayor virtud del liberalismo: ninguna novedad científica lo puede contradecir porque no establece verdades inmutables. Ningún fenómeno lo puede desterrar del campo de las ideas políticas, porque siempre será válida una gran porción de lo que el liberalismo ha defendido a lo largo de la historia.

El liberalismo es un modo de entender la naturaleza humana y una propuesta para conseguir que las personas alcancen el m s alto nivel de prosperidad potencial que posean (de acuerdo con los valores, actitudes y conocimientos que tengan), junto al mayor grado de libertad posible, en el seno de una sociedad que ha reducido al mínimo los inevitables conflictos. Al mismo tiempo, el liberalismo descansa en dos actitudes vitales que conforman su talante: la tolerancia y la confianza en la fuerza de la razón.

El liberalismo se basa en cuatro simples premisas básicas:

Los liberales creen que el Estado ha sido concebido para el individuo y no a la inversa. Valoran el ejercicio de la libertad individual como algo intrínsecamente bueno y como una condición insustituible para alcanzar los mayores niveles de progreso. Entre esas libertades todas las consagradas en la Declaración Universal de Derechos del Hombre la libertad de poseer bienes (el derecho a la propiedad privada) les parece fundamental, puesto que sin ella el individuo está perpetuamente a merced del Estado. Por supuesto, los liberales también creen en la responsabilidad individual. No puede haber libertad sin responsabilidad. Los individuos son (o deben ser) responsables de sus actos, y deben tener en cuenta las consecuencias de sus decisiones y los derechos de los demás. Precisamente para regular los derechos y deberes del individuo con relación a los demás, los liberales creen en el Estado de Derecho. Es decir, creen en una sociedad regulada por leyes neutrales que no le den ventaja a persona, partido o grupo alguno y que eviten enérgicamente los privilegios. Los liberales también creen que la sociedad debe controlar estrechamente las actividades de los gobiernos y el funcionamiento de las instituciones del Estado.

Los liberales tienen ciertas ideas verificadas por la experiencia sobre cómo y por qué, algunos pueblos alcanzan el mayor grado de eficiencia y desarrollo, o la mejor armonía social, pero la esencia de este modo de entender la política y la economía radica en no señalar de antemano hacia dónde queremos que marche la sociedad, sino en liberar las fuerzas creativas de los grupos e individuos para que estos decidan espontáneamente el curso de la historia. Los liberales no tienen un plan para diseñar el destino de la sociedad. (Incluso, les parece muy peligroso que otros tengan esos planes y se arroguen el derecho de decidir el camino que todos debemos seguir).

La de mayor calado es la que defiende el libre mercado en lugar de la planificación estatal. Ya desde la década de los veinte el pensador liberal austríaco Ludwig von Mises demostró cómo en las sociedades complejas no era posible planificar el desarrollo mediante el cálculo económico, señalando con toda precisión (en contra de las corrientes socialistas y populistas de la época) como cualquier intento de fijar artificialmente la cantidad de bienes y servicios que debían producirse, así como los precios que deberían tener, conduciría al desabastecimiento y a la pobreza. Von Mises demostró que el mercado (la libre concurrencia en las actividades económicas de millones de personas que toman constantemente millones de decisiones orientadas a satisfacer sus necesidades de la mejor manera posible), generaba un orden natural espontáneo infinitamente más armonioso y creador de riqueza que el orden artificial de quienes pretendían planificar y dirigir la actividad económica. Obviamente, de ahí se deriva que los liberales, en líneas generales, no crean en controles de precios y salarios, ni en los subsidios que privilegian una actividad económica en detrimento de las demás.

En lo absoluto. Cuando las personas, actuando dentro de las reglas del juego, buscan su propio bienestar, suelen beneficiar al conjunto. Otro gran economista, Joseph Schumpeter, también de la Escuela Austríaca, demostró cómo no había estímulo más enérgico para la economía que la actividad incesante de los empresarios y capitanes de industria que seguían el impulso de sus propias urgencias sicológicas y emocionales. Los beneficios colectivos que se derivaban de la ambición personal eran muy superiores al hecho también indudable de que se producían diferencias en el grado de acumulación de riquezas entre los distintos miembros de una comunidad. Pero quizás quien mejor resumió esta situación fue uno de los líderes chinos de la era posmaoista, cuando reconoció, melancólicamente, que por evitar que unos cuantos chinos anduvieran en Rolls Royce, condenamos a cientos de millones a desplazarse para siempre en bicicleta.

En esencia el rol fundamental del Estado debe ser mantener el orden y garantizar que las leyes se cumplan, mientras se ayuda a los más necesitados para que están en condiciones reales de competir. De ahí que la educación y la salud colectivas deben ser preocupaciones básicas del Estado liberal. En otras palabras: la igualdad que buscan los liberales no es la de que todos obtengan los mismos resultados, sino la de que todos tengan las mismas posibilidades de luchar por obtener los mejores resultados. Y en ese sentido una buena educación y una buena salud deben ser los puntos de partida para poder acceder a una vida mejor.

De la misma manera que los liberales tienen ciertas ideas sobre la economía, asimismo postulan una forma de entender el Estado. Por supuesto, los liberales son inequívocamente demócratas y creen en el gobierno de las mayorías dentro de un marco jurídico que respete los derechos inalienables de las minoras. Esa democracia, para que realmente lo sea, tiene que ser multipartidista y debe estar organizada de acuerdo con el principio de la división de poderes.

Aunque no es una condición indispensable, los liberales prefieren el sistema parlamentario de gobierno, por cuanto suele reflejar mejor la variedad de la sociedad y es m s flexible para generar cambios de gobierno cuando se modifican los criterios de la opinión pública.

Por otra parte, el liberalismo contemporáneo cuenta con agudas reflexiones sobre cómo deben ser las constituciones. El Premio Nobel de Economía Frederick von Hayek es autor de muy esclarecedores trabajos sobre este tema. Más recientemente, los también Premio Nobel de Economía Ronald Coase, Douglas North y Gary Becker han añadido valiosos estudios que explican la relación entre la ley, la propiedad intelectual, la existencia de instituciones sólidas y el desarrollo económico.

Los liberales creen que el gobierno debe ser reducido, porque la experiencia les ha enseñado que las burocracias estatales tienden a crecer parasitariamente, o suelen abusar de los poderes que les confieren y malgastan los recursos de la sociedad. A mayor Estado, mayor corrupción y dispendio.

Pero el hecho de que un gobierno sea reducido no quiere decir que debe ser débil. Debe ser fuerte para hacer cumplir la ley, para mantener la paz y la concordia entre los ciudadanos, para proteger la nación de amenazas exteriores y para garantizar que todos los ciudadanos aptos dispongan de un mínimo de recursos que les permitan competir en la sociedad.

Los liberales piensan que, en la práctica, los gobiernos real y desgraciadamente no suelen representar los intereses de toda la sociedad, sino suelen privilegiar a los electores que los llevan al poder o a determinados grupos de presión. Los liberales, en cierta forma, sospechan de las intenciones de la clase política, y no se hacen demasiadas ilusiones con relación a la eficiencia de los gobiernos. De ahí que el liberalismo debe erigirse siempre en un permanente cuestionador de las tareas de los servidores públicos, y de ahí que no pueda evitar ver con cierto escepticismo esa función de redistribuidor de la renta, equiparador de injusticias o motor de la economía que algunos le asignan.

Otro gran pensador liberal, el Premio Nobel de Economía James Buchanan, creador de la escuela de public choice, originada en su cátedra de la Universidad de Virginia, ha desarrollado una larga reflexión sobre este tema. En resumen, toda decisión del gobierno conlleva un costo perfectamente cuantificable, y los ciudadanos tienen el deber y el derecho de exigir que en la medida de lo posible el gasto público responda a los intereses de la sociedad y no a los de los partidos políticos.

Eso lo que quiere decir es que los liberales prefieren que esa búsqueda descanse en los esfuerzos de la sociedad civil y se canalice por vías privadas y no por medio de gobiernos derrochadores e incompetentes que no sufren las consecuencias de la frecuente irresponsabilidad de los burócratas o de los políticos electos menos cuidadosos.

En última instancia, no hay ninguna razón especial que justifique que los gobiernos necesariamente se dediquen a tareas como las de transportar personas por las carreteras, limpiar las calles o vacunar contra el tifus. Todo eso hay que hacerlo bien y al menor costo posible, pero seguramente ese tipo de trabajo se desarrolla con mucha más eficiencia dentro del sector privado. Cuando los liberales defienden la primacía de la propiedad privada no lo hacen por codicia, sino por la convicción de que es infinitamente mejor para los individuos y para el conjunto de la sociedad.

El idioma inglés ha tomado la palabra liberal del castellano y le ha dado un significado distinto. En líneas generales puede decirse que en materia económica el liberalismo europeo o latinoamericano es bastante diferente del liberalismo norteamericano. Es decir, el liberal americano le suele quitar responsabilidades a los individuos y asignarlas al Estado. De ahí el concepto del estado benefactor o welfare que redistribuye por vía de las presiones fiscales las riquezas que genera la sociedad. Para los liberales latinoamericanos y europeos, como se ha dicho antes, ésa no es una función primordial del Estado, puesto que lo que suele conseguirse por esta vía no es un mayor grado de justicia social, sino unos niveles generalmente insoportables de corrupción, ineficiencia y derroche, lo que acaba por empobrecer al conjunto de la población.

Sin embargo, los liberales europeos y latinoamericanos sí coinciden en un grado bastante alto con los liberales norteamericanos en materia jurídica y en ciertos temas sociales. Para el liberal norteamericano, así como para los liberales de Europa y de América Latina, el respeto de las garantías individuales y la defensa del constitucionalismo son conquistas irrenunciables de la humanidad. Una organización como la American Civil Liberties Union, expresión clásica del liberalismo americano, también podría serlo de los liberales europeos o latinoamericanos.

La socialdemocracia pone su acento en la búsqueda de una sociedad igualitaria, y suele identificar los intereses del Estado con los de los sectores proletarios o asalariados. El liberalismo, en cambio, no es clasista y pone por encima de sus objetivos y valores la búsqueda de la libertad individual.

Aunque en el análisis económico suele haber cierta coincidencia entre liberales y conservadores, ambas corrientes se separan en lo tocante a las libertades individuales. Para los conservadores lo más importante suele ser el orden. Los liberales están dispuestos a convivir con aquello que no les gusta, siempre capaces de tolerar respetuosamente los comportamientos sociales que se alejan de los criterios de las mayorías. Para los liberales la tolerancia es la clave de la convivencia, y la persuasión el elemento básico para el establecimiento de las jerarquías. Esa visión no siempre prevalece entre los conservadores.

Aún cuando la democracia cristiana moderna no es confesional, entre sus premisas básicas está la de una cierta concepción trascendente de los seres humanos. Los liberales, en cambio, son totalmente laicos, y no entran a juzgar las creencias religiosas de las personas. Se puede ser liberal y creyente, liberal y agnóstico, o liberal y ateo. La religión, sencillamente, no pertenece al mundo de las disquisiciones liberales (por lo menos en nuestros días), aunque sí es esencial para el liberal respetar profundamente este aspecto de la naturaleza humana.

Por otra parte, los liberales no suelen compartir con la democracia cristiana (o por lo menos con alguna de las tendencias de ese signo) cierto dirigismo económico al que normalmente se le llama socialcristianismo.

http://www.juventudesliberales.org/que-es-el-liberalismo

miércoles, julio 30, 2008

Felix Arbolí, Dos historias de desaprensivos

jueves 31 de julio de 2008
Dos historias de desaprensivos

Félix Arbolí

C ON esta crisis en la que algunos no creen, afortunadamente para ellos. Y no me refiero sólo a Pepiño y los suyos, (los de la desaceleración acelerada), ni a los que viven del apellido, las exclusivas de la venta de sus intimidades mentales y físicas, ni a los del pelotazo y el tráfico de influencia y amiguismo, sino a los que viven en una especie de burbuja que los inmuniza de apreturas y carencias, que también “haylos”, ha surgido de nuevo el engaño, la tergiversación de contratos y hasta el timo y el chalaneo.

Los periodos de crisis y angustias económicas son las más propicias para que incrementen sus beneficios los espabilados y usureros de corazas respetables y los pillos de tres al cuarto que siempre encuentran almas más cándidas a las que estafar. Ahora más que nunca hay que leer y releer la letra pequeña, incluso la casi microscópica, de contratos y documentos porque es donde los desaprensivos aprovechados hacen su agosto y meten el cuezo al confiado y honesto cliente.

He sido testigo desafortunado de dos episodios que avalan lo dicho anteriormente, aunque no quiero pensar que en este intento de engaño hayan participado activa o pasivamente (al no vigilar a sus empleados) empresas respetables y acreditadas.

El primero por ser el más antiguo, tiene como causa la muerte de mi hermano Luis, el pasado día 30 de abril. Él, junto a su mujer e hijos tenía y continúan su viuda e hijos, un seguro de decesos, ( y otro de hogar), con la entidad SANTA LUCIA, mediante su correspondiente póliza al corriente de pagos. En ella figuraban todos esos servicios habituales de gestiones, tanatorios, flores, coches de duelo, prelápida, lápida y enterramiento durante diez años, etc. Lo habitual en estos casos, pagando la cantidad necesaria para que todo fuera de primera y con toda clase de detalles. Sólo faltaba que le dieran una carta de recomendación para el Altísimo a cuenta de la citada compañía. Luego, a la hora de la verdad, deciden incinerar y recoger sus cenizas para trasladarlas, por cuenta propia, al lugar designado y pedido por el difunto. Nada de prelápida, lápida y sepultura durante diez años, ni tampoco “columbario” donde depositar y guardar las cenizas.

En estos casos, las compañías hacen la liquidación y devuelven a la viuda el sobrante de los gastos contratados y no pagados por la entidad, al no tener que efectuar los servicios que su difunto cliente tenía contratados y había ido abonando a lo largo de 33 años. Es una normal general en todo este tipo de empresas y también es habitual que envíen una factura acreditativa y explicativa de los gastos pagados y el dinero no invertido. Así me lo han confirmado en El Ocaso, donde yo tengo contratado este servicio familiar y me han indicado que al ser incineración y no utilizarse “columbario”, hay una diferencia a favor de la los herederos que deben acreditarle y abonarle.

Bueno pues como Santa Lucía, era ciega, la empresa que utiliza su nombre, se ha contagiado de esta ceguera y ha hecho oídos sordos y se ha sumado a su invidencia. Manda una nota nada explícita citando a una serie de nombres y empresas desconocidas para el cliente, para justificar unos gastos incomprensibles para los familiares, ya que no se especifican a qué clase de servicios se refieren en cada apartado, y haciéndole saber que hasta se han excedido en el pago de los gastos. ¡Vamos hombre, a otro perro con ese hueso!. ¿Por qué y en qué?. A los familiares del difunto no le han consultado, ni le han pedido su parecer para ese posible exceso. Ni lo hubo, sobre lo contratado, todo lo contrario, existió defecto al no realizarse determinadas, importantes y costosas partidas que figuraban aseguradas y pagadas.

Hemos reclamado, lo he hecho yo en nombre de la familia, hasta en el servicio de atención al cliente, por teléfono y por escrito, y me informaron que estudiarían el caso convenientemente. Aún estoy esperando que me contesten al respecto. A principios de julio, hicieron una llamada a mi sobrino, hijo del difunto, para que fueran a cobrar trescientos euros y cuando llaman para saber donde tenían que ir a cobrar, dicen que no saben nada. Entre dimes y diretes, sin soltar una “guinda”, llevamos esperando tres meses y camino del cuarto sin que especifiquen y detallen las cuentas y devuelvan a la viuda lo que en justicia y por contrato le corresponde. Aviso para los clientes que aún estén a tiempo de poner las cosas en claro

El otro caso, nada que ver con muertos y sociedades funerarias, tiene como escenario a la TELEFONICA, aunque he de aclarar que nada me mueve a pensar que esta acreditada entidad esté detrás del asunto. Todo lo contrario, sus servicios son inmejorables y su atención al cliente rápido y eficaz. Llevo toda mi vida utilizándola y por muchos cantos de sirenas que oigo a diario de otras compañías que parecen regalarte todo, no cambio de empresa y hasta el ADSL lo tengo contratado con ella. La verdad siempre por delante.

Bueno, pues días pasados advierto una avería en mi aparato “Domo”, al no salir reflejado el número desde el que me llaman, ni apagarse la lucecita o piloto que avisa de los mensajes recibidos. Conecto con averías y me atiende una señorita de allende el Atlántico que, con toda amabilidad, intenta solucionar el asunto telefónicamente y al no poder conseguirlo, me advierte que enviarán un técnico y me cambiarán el aparato por otro nuevo. Dicho y hecho. Al día siguiente recibo la llamada del técnico avisándome que esa misma tarde iría a cambiarme el teléfono. A primeras horas, recién comido, aparece un joven con aspecto y habla sudamericana, que muy atento y afable, desconecta el antiguo y coloca el nuevo, después de comprobar la existencia de la avería. Me pide por favor un vaso de agua, que yo le cambio por uno de horchata, que el chaval agradece y al irse, le doy cinco euros para que se tome una cerveza. Todo perfecto, rápido y ejemplar.

Pasada una hora de esta visita, llaman a mi mujer por el móvil, cuyo número consta en nuestra solicitud de reparación, y es él mismo chaval que nos ha cambiado el aparato. La oigo protestar indignada y amenazar a la Telefónica por su abuso e injustificable manera de proceder con sus clientes. La oigo decir que el nuevo teléfono jamás saldrá de casa y que no consiente que se lo cambien por el averiado. Que en el albarán que ha dejado, (impreso de Telefónica), no figura pago alguno, ni amenaza de devolución del aparato caso de no abonarlo y que además esos detalles debe indicarlo la propia Compañía al cliente antes de realizar la reparación. No hay formas de que el individuo entre en razón. Causalidades de la vida, en ese mismo instante, mientras mi mujer se encrespa con el técnico, llaman de la Telefónica, y una señorita,
también sudamericana, me pregunta si estoy satisfecho con el servicio técnico prestado y si todo ha quedado felizmente arreglado. Aprovecho la ocasión para indicarle lo que le está ocurriendo a mi mujer a través de su móvil con el técnico que ellos han enviado. Me indica que no le haga caso, ya que no hemos de abonar nada por el teléfono y anotan el número desde el que está llamando ese individuo, -que queda reflejado en el móvil- y que al ser informado del aviso que estamos dándole a la Telefónica, nos dice que todo está resuelto y cuelga sin más. Cuando se llama a ese número para ver quien anda detrás de este asunto, salta un contestador. La señorita de Telefónica toma nota del incidente y nos dan las gracias por haberle informado de esta anomalía ajena a la empresa, agradeciéndonos que se lo hayamos puesto al descubierto para evitar su repetición. Nos indican que una vez aclarado el asunto, nos avisarán con el resultado.

Me figuro que no será la única vez que el citado individuo ha intentado sacarse unos euros extras y malamente conseguidos a costa de la ingenuidad de esos clientes que no saben distinguir a un honesto trabajador de un desaprensivo. ¿Cuántos clientes de Telefónica habrán caído en su trampa y le habrán “sobornado” con equis euros, ante el temor de que pueda regresar a llevarse el aparato recién instalado?. Y todo a espaldas de Telefónica, aunque no debería sentirse totalmente exonerada, ya que son empleados suyos los que realizan estos timos. Debe tener más cuidado al contratar a su personal y técnicos para evitar abusos y desprestigios que a la larga le puede hacer mucho daño y perder clientela. .

Dos ejemplos diferentes, aunque con un mismo fin, perjudicar al ingenuo que obra de buena fe y mantiene su fe en la bondad y honestidad del prójimo. Un bagaje nada recomendable en este tiempo de lobos hambrientos y zozobras.

http://www.vistazoalaprensa.com/firmas_art.asp?id=4763

Oscar Molina, Cuando lo que mata es el reloj

jueves 31 de julio de 2008
Cuando lo que mata es el reloj

Óscar Molina

E L reloj es una especie de cronómetro de nuestra vida, puesto en modo de cuenta atrás. Pero ese mismo reloj contiene otros dentro de él que llevan un conteo particular, encargado en ocasiones de acelerar por sí solo el momento en el que ocurren ciertas cosas.

El 26 de Mayo de 2003 un Yak 42 perteneciente a la compañía ucraniana “UMAir” se estrelló en Turquía matando a sus pasajeros, 62 militares españoles, y a su tripulación. El reloj particular que se había acoplado a aquel avión prevaleció de manera dramática sobre los cronómetros vitales de sus ocupantes, y les puso un traicionero rejón en la ladera de una montaña. Aquel reloj contaba las horas de trabajo ininterrumpido que la tripulación del Yak llevaba sobre sus hombros, y marcaba una actividad superior a las 20 horas. La aberración, en este caso, cumplió siniestramente con su querencia por la catástrofe.

El 80% de los accidentes de Aviación son debidos a errores humanos. Pero detrás de cada error pueden existir múltiples causas. Esas mismas investigaciones han demostrado que el factor que más contribuye a provocar el fallo humano en las operaciones aéreas es la fatiga de vuelo. Son innumerables las catástrofes aéreas en las que encontramos tripulaciones pasadas de actividad o que no habían cumplido su descanso reglamentario.

La Aviación es muy segura, claro que sí. Las máquinas que nos llevan de un lugar a otro son cada día más fiables, los procedimientos de navegación más exactos, los protocolos de control de tráfico aéreo más eficientes… pero las personas que volamos los aviones somos lo mismo que los que los volaban hace cincuenta años: seres humanos. Y en ellos, en nosotros, está la parte más débil de la cuerda que sujeta los aviones en el cielo; la que más veces se rompe. La que en ocasiones menos se cuida.

A día de hoy, la regulación europea referente a limitaciones de actividad y tiempos de descanso de tripulaciones aéreas se encuentra en fase de implementación en España, pero en el proceso de su adecuación a nuestro ordenamiento las numerosas consideraciones médicas, los abundantes y concluyentes estudios sobre fatiga y descanso mínimo o las regulaciones que funcionan con eficiencia en los países de nuestro entorno no han recibido la menor atención por parte de sus promotores: el Ministerio de Fomento y la Dirección General de Aviación Civil. El lector que esté interesado en el tema puede echar un vistazo al siguiente enlace:
http://members.tripod.com/~hunicken/fatiga.html

Y consultar parte de la copiosa bibliografía que hay al final de la página. Cuando hablamos de fatiga de vuelo, actividades máximas y descansos mínimos, no nos referimos a ningún tema nuevo que se encuentre en estudio. Hablamos de algo que se viene estudiando desde hace más de treinta años, y sobre lo que la ciencia médica ya ha establecido conclusiones muy claras.

En España, el tema ha estado regulado hasta ahora por una Circular Operativa de Aviación Civil, conocida como 16B, que dejaba mucho que desear comparada con la normativa norteamericana, alemana, británica y las de otros países que cuentan con los mayores índices de Seguridad Aérea. La surrealista normativa que se propone ahora es bastante peor. Permitiría, por ejemplo, a un piloto volar a China e iniciar el vuelo de vuelta dentro de un periodo de 24 horas descansando en el propio avión (no en la habitación de un hotel) en un asiento no reclinable. Se podrían realizar vuelos de hasta 14 horas sin tripulación de refuerzo, cuando el límite actual es de 11 horas, por citar algunas cifras con las que no quiero aburrirles.

Desconozco si tanto el SEPLA como el Colegio de Pilotos llevarán a cabo medidas de presión (paros parciales) para forzar que no se apruebe esta sinrazón. De ser así prepárense a oír la eterna, falsa y tópica cantinela de que los Pilotos hacemos huelgas para “defender nuestros privilegios”, a que les cuenten que no damos ni palo y llevamos una vida regalada propia de millonarios.
Vds. verán, pero sí les puedo contar que cuantas más horas vuelo más dinero gano.

Así que si protesto contra esta legislación la razón no será mi nómina, sino mi Seguridad y la de mi familia a la hora de volar. La misma Seguridad que merecen Vds.
Resulta además sarcástico que aquellos que sacaron tanta tajada política de un accidente causado por la fatiga de la tripulación cuando estaban en la oposición, el mismo Partido Socialista que se quería comer crudo a Trillo por el suceso, propongan ahora desde el Gobierno una regulación que ponga a miles de pilotos españoles ante el cronómetro contador de las horas que conducen a una situación parecida.

Somos nosotros los profesionales, pero con Vds., nuestros pasajeros, de la mano, quienes debemos hacer un esfuerzo para que los poderes públicos se den cuenta de que no dar cuerda a algunos cronómetros es algo que concierne a la Seguridad de sus administrados, y una materia de interés público. Fundamentalmente porque las investigaciones demuestran de modo lamentablemente recurrente que los errores humanos vienen muchas veces condicionados por el peso de algo tan etéreo como es el tiempo.

http://www.vistazoalaprensa.com/firmas_art.asp?id=4760

Ladron de Guevara, ¿De Pirineos para abajo es Europa?

jueves 31 de julio de 2008
¿De Pirineos para abajo es Europa?

Ernesto Ladrón de Guevara

N OS engañaron. Nos dijeron que España era europea por el simple hecho de ingresar en un euro que nos ha encarecido el modo de vida de forma expropiante. No es cierto. La pertenencia al viejo continente no se certifica solamente por tener una misma moneda sino por ser de una misma civilización, por el respeto a los derechos de las personas, por la prevalencia del Estado de Derecho que no es el Derecho del Estado sino el de los ciudadanos. Por la primacía de la ley y el sentido de la justicia, que consiste en que las leyes protejan a los ciudadanos y no a los delincuentes.

Este es el caso de Juana Chaos, que se ha estado burlando de la justicia lo que es lo mismo que burlarse de todos los españoles.

Este asesino múltiple que ha dejado tras de sí un reguero de sangre con veinticinco víctimas sin contar a las veinticinco correspondientes familias y allegados sobre los que ha depositado una mancha imborrable de dolor e impotencia, no sólo no muestra el más mínimo arrepentimiento por el mal causado sino que ha celebrado gracias a la laxa permisividad penitenciaria con cava y langostinos los atentados cometidos por la banda asesina. Este monstruo repugnante desde cualquier óptica humana que se le considere ha intentado burlar el correspondiente derecho de las familias de las víctimas a ser mínimamente indemnizadas, mediante presunto fraude de ley. Y, también, según el MUNDO ha sido beneficiario, mediante documentos falsificados, con la complicidad de una parte podrida y corrupta de la sociedad vasca que convive de forma dolosa con los asesinos, de reducciones penitenciarias por estudios supuestamente realizados. Ya es suficiente paradoja que, además de tener la posibilidad de conseguir una carrera con la financiación del entramado de apoyo de ETA, se reduzca la pena a un asesino de esta especie. Pero, para más escarnio lo ha hecho con evidente fraude.

Pero ahí no queda la cosa. En diciembre de 2005, hace ahora dos años y medio, Vasco Press daba cuenta de un informe de la Guardia Civil en el que se constataban irregularidades en los expedientes académicos de las carreras cursadas por presos de ETA, utilizadas para obtener reducciones de penas.

Ciñéndonos al caso de Juana Chaos, el informe se refería a que tenía aprobadas todas las asignaturas de Enfermería con números enteros o con decimales de cinco dígitos “extremadamente difícil estadísticamente” y concluía diciendo que “tras el estudio del citado expediente se infiere que el mismo pudiera estar falseado y creado únicamente a efectos informativos para así justificar posteriormente un traslado de expediente” –tal como informa EL MUNDO- Y se abundaba en la valoración de dicha certificación oficial como sospechosamente firmada el 25 de octubre de 1981 por la hermana del indicado rubricando como directora de la Escuela de Enfermería de San Sebastián.

La pregunta que todos ustedes, estimados lectores, se harán yo la he pensado al comprobar que la información de EL MUNDO estaba referida en el informe de la Guardia Civil a hace casi tres años. ¿Cómo es posible que en estos prácticamente tres años, más de mil días, transcurridos desde aquel informe de la Guardia Civil, nadie haya movido un dedo para paralizar los beneficios penitenciarios nacidos de una presunta irregularidad académica o administrativa, con implicaciones delictivas? ¿Cómo es posible que los autores de esos delitos de falsedad documental y otros de no menor injundia penal no hayan sido expedientados y procesados? Eso mismo me pregunto yo, pues lo que ha revelado estos días EL MUNDO no pertenece a un conocimiento de hechos reciente, sino que ya estaba reflejado en su día por las instancias policiales competentes.

Pero éste no es el único caso. Hay más. Por razones de espacio me voy a referir a algún otro a modo de ejemplo. Así, refiriéndose al preso etarra alias “Kubati” se le permitió el acceso a una licenciatura en Ciencias Políticas cursada en la UPV por la que redujo pena. En el informe de la Guardia Civil reflejado por Vasco Press se dice que figura con el DNI nº 99.999.117, que obviamente no es el suyo. Pero lo mismo ocurre con otro preso, Ignacio Erro Zazu, con un DNI supuesto, número 99.999.215, tampoco correspondiente con el suyo real. Pero lo más sorprendente es que Inés del Río Prada, miembro de los comandos de ETA “Madrid” y “Andalucía” figura con el mismo DNI que “Kubati” antes mencionado. En el caso de Inés se registra como matriculada en clase presencial de mañana (que alguien explique cómo se puede cursar presencialmente una carrera estando encarcelada), aprobando con números dígitos enteros, con una nota media de 7,30 (¿es eso posible matemáticamente?), aunque la nota de la ficha informática fue de 5. Y así sucesivamente. Se dan casos que es como para partirse de risa si no fuera un tema trágico.

Pero lo indignante no es que sucedan estas cosas sino que se permitan con impunidad por los poderes del Estado.

¿En qué país vivimos? No me siento orgulloso de ser español.

http://www.vistazoalaprensa.com/firmas_art.asp?id=4758

Ferrand, El dueño de la cucaña

El dueño de la cucaña
M. MARTÍN FERRAND
Jueves, 31-07-08
LA primera escuela de periodismo que, como tal, funcionó en España fue creada por Ángel Herrera Oria, fundador de la Asociación Católica Nacional de Propagandistas, cuando era director de El Debate, el periódico confesional y militantemente católico más notable en nuestra Historia. Han pasado ochenta años desde entonces y la actividad informativa, multiplicada con la ayuda de las nuevas tecnologías, mantiene sus esencias. La publicación de noticias veraces y la difusión de opiniones independientes continúan siendo la esencia del fenómeno. Hoy, como entonces, el entendimiento de la libertad es algo más próximo a la moral que a la política; pero, en razón del avance de los tiempos, ya escasean los energúmenos dispuestos a negar, o limitar, la libertad ajena con sus dogmáticas propuestas excluyentes.
En la España de hoy, en la que, por razones más empresariales que políticas, la práctica periodística no atraviesa sus momentos más brillantes y rigurosos, la COPE, la red audiovisual que es propiedad y responsabilidad de la Conferencia Episcopal Española, es el único vestigio de periodismo confesional que podría engarzar -en la teoría más que en la práctica- con la escuela de quien después fue cardenal de la Iglesia y en la que se sentaron las bases de una democracia cristiana que forma parte del tejido social nacional. Desde sus micrófonos, Federico Jiménez Losantos, polemista vocacional, ha sabido adaptar a lo radiofónico la más vieja técnica panfletaria y, con éxito de audiencia, ha sustituido con tan desdeñable práctica el inequívoco periodismo crítico de su predecesor, el tristemente desaparecido Antonio Herrero.
La contumaz actividad de Losantos ha sembrado vientos que ahora se convierten en sentencias judiciales tempestuosas. La última, firmada por la juez María Asunción Remírez, condena al director de «La Mañana» a indemnizar y reparar las ofensas que reiteradamente vertió contra José Antonio Zarzalejos, director de ABC en los días a que se refieren los hechos probados. La juez ha dejado claro que el insulto y el improperio no constituyen materia periodística. Zarzalejos, desde sus primeros pasos como escritor de periódico, cuando se firmaba Vicente Copa, hizo alarde de moderación y buenos modos en el ejercicio de la crítica y ello convierte en más escandaloso el libelo hablado con el que le ha tratado sistemáticamente una radio que se dice católica y aspira a ser herencia espiritual del cardenal Herrera Oria.
Lo sorprendente, para mí, no es que un juglar hambriento de notoriedad se suba a la cucaña y grite improperios desde lo alto. Siempre ha habido audaces dispuestos a llamar la atención. La ofensa como género periodístico no es de recibo; pero, ¿tiene algo que decir el dueño de la cucaña? ¿Qué hubiera hecho el director Herrera con el redactor Losantos? ¿Lo sabrá el cardenal Antonio María Rouco o terminará nombrándole coadjutor para la difusión de las buenas maneras?

http://www.abc.es/20080731/opinion-firmas/dueno-cucana-20080731.html

Kevin, El cristianismo y la historia de la libertad

jueves 31 de julio de 2008
RÉPLICA A LOS CRÍTICOS DE LA IGLESIA
El cristianismo y la historia de la libertad
Por Kevin E. Schmiesing
Para los americanos, el 4 de julio marca el día de la independencia nacional, pero este día festivo se ha convertido en símbolo de una causa más universal: la libertad humana. Tanto en la teoría como en la práctica, el desarrollo de la libertad humana es en gran medida la historia del cristianismo.

La forma de entender el modo en que el pasado incide sobre nuestra forma de vivir el presente es la razón por la que los debates sobre la historia pueden ser tan enconados. Definir si el cristianismo es un vehículo de opresión o una fuerza de liberación es una pregunta cuya respuesta lleva 2 milenios siendo polémica.

Para muchos, el cristianismo es opresivo. Para ellos, la religión cristiana está asociada a las Cruzadas, la Inquisición y el moralismo puritano. Suscita imágenes de caza de brujas, de la letra escarlata y del "Papa de Hitler". Los cristianos contemporáneos no pueden ignorar estas asociaciones. La verdad que contienen debe ser reconocida. Pero los críticos del cristianismo no pueden estar en misa y repicando. Si hay que destacar el mal que se hace en nombre de Cristo, entonces también tendremos que subrayar lo bueno. Las campañas contra la esclavitud, los orfelinatos y los hospitales, la protección de los débiles y de los inocentes, todas estas cosas también ha marcado la historia del cristianismo.

El impacto del cristianismo en la civilización ha ocupado a algunas de las mentes más importantes de la historia, que han sabido reflejar e influenciar el espíritu de sus respectivas épocas. San Agustín defendió a los seguidores de Cristo contra la acusación de que eran culpables de la decadencia del Imperio Romano; 14 siglos después, el historiador británico Edward Gibbon resucitó la acusación, dando voz al escepticismo de su época contra la religión revelada.

Otro y mejor informado historiador inglés, Lord Acton, abordó el problema a fines del siglo XIX. El resultado, La Historia de la Libertad en el Cristianismo, fue una obra maestra de la antología que recorre casi dos mil años de historia del despliegue gradual de la libertad humana. Acton invirtió la narrativa de la Ilustración que había heredado. El ascenso del cristianismo no sofocó la llama de la libertad que ardía radiante en Grecia y Roma hasta que la superstición medieval dio paso a la benévola razón de Voltaire, Hume y Kant. Más bien, el cristianismo se hizo con las ascuas de la libertad que languidecían trémulas en un mundo antiguo caracterizado por la dominación del débil por el fuerte y las avivó lentamente y a trompicones hasta formar una llamarada que emancipó a la humanidad de sus ataduras internas y externas.

El enfrentamiento del cristianismo con la cultura no fue una cuestión de transferencia completa de la verdad sobre Dios y el hombre de la religión a la civilización. Desde sus comienzos en fuentes previas al cristianismo –el judaísmo y la Grecia Clásica– y continuando en movimientos laicos, políticos, económicos y sociales, el cristianismo interactuó con el mundo y perfeccionó su propio entendimiento de la naturaleza humana y de la voluntad de Dios para con la humanidad en este planeta.

La señal que marca el logro del cristianismo, como reconoció Acton, fue la creación del espacio para la libertad humana frente a la institución que, de hecho, ha sido la amenaza más grave para la libertad a través de la historia: el Estado. Hay que admitir que la historia se complica debido a la colaboración ocasional de funcionarios de la Iglesia con la opresión estatal. Con todo, una lectura justa de la historia debe reconocer el papel principal de las ideas y de las instituciones de la fe cristiana a la hora de contrarrestar las tendencias totalitarias: La proclividad del Gobierno a usurpar cada vez más poder a una capa de humanidad cada vez mayor.

En nuestros propios días, vemos a la Iglesia desempeñando nuevamente ese papel. Es la voz más destacada en la defensa de aquellos cuyos derechos se ven amenazados por la desidia o el ataque directo: minorías religiosas, mujeres y niños indefensos atrapados en la esclavitud, los enfermos y los nonatos. En educación, asistencia sanitaria y la vida familiar, los creyentes y las organizaciones religiosas se resisten a la tiranía de la expansión del Estado.

La versión del siglo XXI de la distorsión de la Ilustración se nota en los argumentos tendenciosos del nuevo movimiento ateo, cuyos iconos Harris, Hitchens y Dawkins han declarado que el cristianismo es, entre otras cosas, el enemigo de la libertad humana. Como ocurre con mucha frecuencia, estos pretendidos campeones de la libertad son lo contrario de lo que afirman ser. Para empezar, Harris dice que algunos tipos de creencias religiosas deberían ser delitos capitales: "Algunas propuestas son tan peligrosas que podría ser ético matar a la gente por creer en ellas". (cita de The End of Faith, El Fin de la Fe). El enfoque de Harris se centra en la fe que promueve la violencia, pero su concepto de justicia es en sí mismo peligroso, pues descuida la distinción convencional entre pensar y actuar (siendo esto último delictivo). Por otra parte, no queda muy claro del todo que en la lectura que hace Harris de la historia y de la teología, el cristianismo ortodoxo no reúna las cualidades de "peligroso".

Los nuevos desafíos para lograr un entendimiento acertado de la fe y la libertad requieren nuevas contrarréplicas. La impactante película del Instituto Acton, The Birth of Freedom (El Nacimiento de la Libertad), es una de ellas. Al igual que Lord Acton, se adentra en la historia revelando los detalles de la lucha de la humanidad por la libertad. "La Europa cristiana eliminó la esclavitud" dice uno de los comentaristas que presenta el documental, el sociólogo Rodney Stark. "Ésa es una historia que raramente se cuenta, y es una pena que sea así."

Cristo vino a liberar a los cautivos, dicen las Escrituras. La labor está aún sin concluir, pero su historial de logros es impresionante.

El doctor Kevin E. Schmiesing es investigador del Centro de Investigación Académica del Instituto Acton. Es escritor prolífico sobre asuntos de pensamiento social católico y economía y autor del libro American Catholic Intellectuals, 1895-1955 (Edwin Mellen Press, 2002). Su obra más reciente es Within the Market Strife: American Catholic Economic Thought from Rerum Novarum to Vatican II (Lexington Books, 2004).

* Traducido por Miryam Lindberg del original en inglés.

http://iglesia.libertaddigital.com/el-cristianismo-y-la-historia-de-la-libertad-1276235230.html

Serrano Oceja, ¿Que esta pasando en Iberoamerica?

jueves 31 de julio de 2008
POPULISMO Y TOTALITARISMO
¿Qué está pasando en Iberoamérica?
Por José Francisco Serrano Oceja
No hace muchos días, en una tertulia de empresarios en la que se estaba analizando minuciosamente la marcha de la economía mundial, de la economía norteamericana y de su incidencia en el sur de aquel continente, alguien se refirió a la situación política que se vive en Ecuador y a la propuesta de reforma constitucional que el presidente Rafael Correa ha puesto sobre la mesa, y que tiene no pocas similitudes con la experimentada por nuestro recién huésped Hugo Chávez y su populismo totalitario.

A lo largo de la conversación, un tertuliano intervino para señalar que existe un sustrato común a las reformas políticas en hispanoamérica: la concepción de lo humano. Ahí es donde esa latente política de izquierdas está creando una comunidad de disolución antropológica que parece tener en la Iglesia católica su principal muro de contención. Una Iglesia alentada por el Evangelio y guiada por la sabiduría de Benedicto XVI, que se está dedicando a presentar las razones del fortalecimiento de la experiencia humana.

Aún no se había hecho público el comunicado de la Conferencia Episcopal Ecuatoriana en el que se señala que se han puesto sobre la mesa una serie de puntos "no negociables" y "que exigen una actitud clara de parte de los creyentes y personas de buena voluntad. Marcamos aquí [insisten los obispos] esquemáticamente las razones de nuestro desacuerdo con el texto constitucional, sabiendo que este rechazo es compartido con más de 800.000 firmas entregadas a la Asamblea Constituyente y también por los hermanos cristianos evangélicos y otros ecuatorianos de buena voluntad. El primero de ellos es clave: La persona humana existe antes que el Estado". Afirman los prelados de ese país que "en una democracia real el Estado está al servicio de la persona y de la sociedad y no las personas y la sociedad al servicio de Estado. Descubrimos que el estatismo parece ser un hilo conductor de la nueva Constitución. En ella se habla, por supuesto, de derechos; pero muchos de estos derechos fluyen del Estado, violentando así la creatividad y responsabilidad de las personas y de la sociedad".

No hace ni un mes desde que los obispos de Venezuela hicieran pública la exhortación pastoral Unidos en la justicia y en la rectitud, en la que alertaban, entre otras muchas cosas, sobre uno de los problemas más acuciantes en aquel país: la inseguridad física, moral y jurídica. La visita de Hugo Chávez, presidente de Venezuela, a España, sus gracias a diestro y siniestro, sus humoradas caribeñas, sus tonos fuera de partitura, son algo más que anécdotas en el escenario de la construcción del gran escenario mundial. El día a día nos conduce a una lucha infausta por recuperar lo humano frente a ese totalitarismo mal travestido de populismo que representan algunos de los movimientos pseudemocráticos que se están produciendo en el continente americano, en el continente de la esperanza.

Aunque ocurra a miles de kilómetros de distancia, Ibeoramérica mira a España con la sorpresa de quien asiste a un espectáculo de políticas sociales que, en algunas de esas tierras, adquieren tintes dramáticos. Si en España cada día se disuelve el régimen político, que significa orden, ley y naturaleza, en una situación política generadora de una permanente inseguridad, en algunos destacados países de Iberoamérica se están incoando los nuevos procesos revolucionarios en pos de un populismo demagógico que nos sitúa en la política internacional de los años sesenta.

Decía Vasili Grossman, en su magnífica novela Vida y destino que "la historia del hombre no es la batalla del bien que intenta vencer al mal. La historia del hombre es la batalla del gran mal que aspira a aplastar el centro de lo humano". El gran mal es hoy el Estado totalitario encarnado en la pléyade de líderes populistas que sistemáticamente no tienen otro afán que suplantar la realidad por la ideología. Una ideología que utiliza a los hombres como engranajes de una maquinaria y que aplasta el bien preciado de su libertad, su vida. En algunos países de Hispanoamérica se está produciendo una mutación de las naturalezas humana y cultural como triunfo de la dictadura de los nuevos estados totalitarios. El objetivo del Estado totalitario ha sido siempre que el hombre deje de desear la felicidad, deje de desear una vida plena, sepulte las exigencias que le son propias y se entregue a la banalidad del tiempo. El Estado totalitario hace que todos sean culpables y propala la tesis de que en el mundo no existen hombres inocentes, ni en España ni en la otra España.

http://iglesia.libertaddigital.com/que-esta-pasando-en-iberoamerica-1276235218.html

Jose Luis Restan, La larga marcha de los catolicos chinos

jueves 31 de julio de 2008
A 10 DÍAS DE LAS OLIMPIADAS
La larga marcha de los católicos chinos
Por José Luis Restán
"Por supuesto que sí". Es la respuesta que ofrece el cardenal Joseph Zen, perplejo ante la duda de su interlocutor, cuando le preguntan si se puede verdaderamente ser cristiano hoy en China. A escasos diez días de la apertura de los Juegos Olímpicos de Pekín, este valiente testigo de la fe y luchador por las libertades contempla con algo de ironía la fascinación occidental frente a su inmenso país.

El régimen de Hu Jintao se ha planteado las Olimpiadas como una gigantesca operación de marketing que debe proyectar la imagen de un país lanzado hacia el liderazgo del futuro en todos los campos. Claro que para eso es preciso correr una cortina de silencio sobre demasiadas cosas. Para empezar, sobre las tremendas contradicciones de un sistema que ha abierto algunos sectores de su economía al libre mercado mientras mantiene un férreo cerrojo a las libertades y los derechos humanos. El resultado ha sido una franja costera con un desarrollo fulgurante y una nueva clase de ricos (unos doscientos millones de personas) frente a un interior rural y subdesarrollado en el que una población de más de trescientos cincuenta millones de personas se hunde cada vez más en la pobreza.

Por otra parte, hoy apenas queda rastro de la épica revolución de los estudiantes en Tiananmen, ahogada en sangre por orden de los mandarines del PCCh. Parece como si la sed de libertad que puso en jaque a la mayor dictadura de la historia hubiera sido tragada la tierra: unos se han entregado al disfrute de las nuevas posibilidades ofrecidas por el crecimiento económico, otros simplemente han decaído en la resignación. Culturalmente hablando, el pueblo chino está sufriendo la superposición de la tradición confuciana, del maoísmo y de un capitalismo sin raíces: es difícil definir el sabor de este extraño cóctel y predecir su evolución futura.

Abortado (parece que definitivamente) cualquier conato de disidencia política, la represión se ceba hoy en el campo de la libertad religiosa. Más allá de las buenas palabras que se gastan en las oceánicas asambleas del comunismo chino, los aparatos de control se han perfeccionado para impedir cualquier vía de agua que proceda de un ámbito que desde siempre ha inquietado a los jerarcas del régimen chino. En este sentido las Olimpiadas juegan un auténtico papel de máscara: por un lado se abren espacios (bajo estricta vigilancia) para que las delegaciones extranjeras puedan ejercer la libertad religiosa, mientras se impermeabilizan las comunidades religiosas locales para impedir todo contacto con los visitantes, y se acentúa la represión preventiva para evitar cualquier manifestación visible durante el desarrollo de los Juegos.

El cardenal Zen reconoce que la paciencia, una virtud tan china, no es su fuerte. Aun así, se niega a enjuiciar la situación en términos de optimismo-pesimismo. Se ha cumplido un año de la histórica carta de Benedicto XVI a los católicos chinos, el movimiento de mayor trascendencia que ha realizado la Santa Sede desde que en 1952 Mao expulsara de Pekín al Nuncio y comenzara una persecución en toda regla. Los frutos de esa preciosa carta son difíciles de evaluar: para las comunidades católicas (unos doce millones dispersos desde la antigua Manchuria a Shangai) ha supuesto una inyección de esperanza y una señal luminosa de la preferencia del Papa; para los burócratas de la Asociación de Católicos Patrióticos, un serio peligro de perder sus estúpidas prebendas; y para el régimen, un documento difícil de clasificar que ha descolocado sus estrategias diplomáticas.

Lo cierto es que poco o nada se ha movido en la dirección de una mayor libertad para los católicos chinos, e incluso las esperanzas suscitadas por algunos nombramientos episcopales concordados con Roma sotto voce parecen ahora más lejanas. "Quizás yo soy demasiado impaciente", concede el cardenal Zen; aun así, insiste, "la baza más importante con la que contamos es la carta del Papa (...). Hay que dejar que el tiempo pase, a la larga producirá resultados". También los analistas occidentales somos impacientes y aplicamos una lógica muy distante de la mentalidad china. Mientras el régimen recela de las intenciones de Roma y sigue viendo a la pobre comunidad católica como un peligro potencial (curioso este pavor que ya alentaba el propio Mao, como relata Jung Chang en su monumental biografía del tirano), las preocupaciones principales para los responsables de la Iglesia en China son de otro orden.

La cuestión esencial es cómo responder al desierto espiritual y moral que se abre paso a caballo de la tecnología impostada sobre las ruinas del maoísmo. Un gran conocedor del mundo chino, el padre Bernardo Cervellera, ha explicado que "particularmente en la clase media, formada por estudiantes y licenciados, y en el mundo académico, crece la búsqueda de un sentido de la vida, del deseo de Dios; una búsqueda que se aleja cada vez más de los mitos y tradiciones basadas en el confucianismo".

La feroz persecución del maoísmo no ha podido arrancar la planta de la fe del suelo chino, pero quién sabe si el desafío es ahora mayor, entre el campo sumido en la frustración y las ciudades enloquecidas por una riqueza sobrevenida y sin alma. "¡Por supuesto que se puede ser cristiano hoy en China!", repite el cardenal Zen. Y recuerda que la historia de la Iglesia en su país está llena de testigos que han dado su vida por vivir y comunicar la fe. "Mirarlos a ellos, a los que están más lejanos en el tiempo y a los más recientes, constituye la fuerza de nuestra comunidad". Por cierto, los lectores españoles gozan ya de una magnífica obra sobre una de las páginas más hermosas y desconocidas del cristianismo en el siglo XX: El libro rojo de los mártires chinos, recientemente publicado por Ediciones Encuentro. Una buena lectura para estas vacaciones, especialmente para los católicos españoles tentados por la queja y el pesimismo.

http://iglesia.libertaddigital.com/la-larga-marcha-de-los-catolicos-chinos-1276235217.html