martes 6 de septiembre de 2006
Misión al Líbano
Razones para un no
GEES
Corresponsabilizarse de un error es una tontería, corresponsabilizarse de una locura, un sinsentido.
El Congreso de los Diputados debatirá mañana el envío de un contingente de soldados españoles para integrarse en la United Nations Interim Force in Lebanon (UNIFIL). A la espera de los argumentos que presente el Gobierno, consideramos la propuesta de Rodríguez Zapatero debe ser rechazada. Hay razones de sobra para ello:
La resolución 1701 (2006) del Consejo de Seguridad es contradictoria en sus términos y, por lo tanto, una base inapropiada para el desarrollo de las actividades de una Fuerza Multinacional. Aunque la resolución señala con claridad que la responsabilidad de la guerra corresponde a Hezbolá y que resulta necesario cumplir con lo estipulado en resoluciones anteriores, desarmando lo antes posible al brazo armado de esta organización, como consecuencia de las presiones árabes se aceptó en el último momento que la responsabilidad del desarme correspondiera en exclusiva al Gobierno del Líbano, de quien forma parte Hezbolá y cuyo ejército nacional controla esta organización en gran medida. Según la resolución, el Gobierno del Líbano podrá solicitar a la UNIFIL que colabore con el Ejército Nacional en el desarme de la organización, pero esto es poco probable y a toda luz insuficiente. Sin poner en duda la necesidad de que una fuerza multinacional se despliegue lo antes posible en el sur del Líbano, la misión –tal como aparece definida en la resolución 1701– carece de una finalidad estratégica coherente y, por lo tanto, será un esfuerzo fallido.
El secretario general de Naciones Unidas, Kofi Annan, ha realizado una interpretación de la resolución 1701 que va mucho más allá del propio texto. En su opinión, ni el ejército nacional del Líbano ni UNIFIL deben inmiscuirse en el desarme de Hezbolá. Éste debe ser el resultado de un proceso político interno. UNIFIL tampoco deberá estar presente en el control de la frontera sirio-libanesa, para evitar el reabastecimiento de las milicias islamistas chiítas. Hezbolá ha comunicado, a través de su máximo representante, que no piensa desarmarse. La hipotética colaboración del ejército sirio y del libanés en el control de la frontera común pondría en manos de los radicales la llave para introducir en el Líbano el armamento enviado por Irán. La interpretación realizada por Kofi Annán resulta una burla de los propios principios en los que se fundamenta la Resolución y agrava la falta de una finalidad estratégica coherente en la misión de UNIFIL.
Si nadie se va a ocupar de desarmar a Hezbolá, la situación posterior al alto el fuego se convierte en una tregua en beneficio del grupo islamista, que ha logrado poner freno al durísimo castigo que estaba sufriendo, que tiene ante sí una oportunidad para reconstruir sus mermados arsenales y, sobre todo, que puede tratar de rentabilizar políticamente el pulso mantenido con Israel. En estas circunstancias, UNIFIL actuará como fuerza protectora de una organización islamista y terrorista, brazo armado de Irán, que niega el derecho a existir a un estado soberano y democrático como Israel y que propaga, a través de sus medios de comunicación, el odio a Occidente por todo el planeta.
Si UNIFIL evita resolver la causa del conflicto éste no sólo perdurará, sino que con el tiempo se hará más grave y de gestión aún más difícil. Cuando los dirigentes de Hezbolá consideren que les interesa atacarán a Israel. Si el gobierno israelí cree que nadie está evitando la entrada de armas para Hezbolá realizarán una acción anticipatoria. En ambos casos UNIFIL se encontrará en el lugar más inapropiado en el momento más inoportuno. Toda acción militar implica riesgo; la vida de un soldado en misión a menudo corre peligro, pero la pérdida de vidas en acciones inútiles es inaceptable.
El Gobierno español se distanció de la posición común europea y mostró su comprensión hacia los milicianos de Hezbolá, su rechazo al ejercicio de legítima defensa de Israel y, finalmente, su disposición a aceptar las demandas iraníes, actor fundamental en este conflicto. El presidente Rodríguez Zapatero anunció inmediatamente su disposición a enviar 1500 hombres a la fuerza multinacional, antes de que se conociera la misión, de que el presidente francés, Jaques Chirac, reconociera que la resolución –de la que era autor destacado– resultaba ser un instrumento insuficiente para el envío de un contingente militar y de que se reunieran, en la ciudad de Bruselas, representantes europeos y de Naciones Unidas para tratar de solventar las carencias más llamativas de la misión de UNIFIL. Para el gobierno español en ningún momento el desarme de Hezbolá fue un objetivo deseable, mientras que sí lo fue la contención de las fuerzas armadas israelíes. En su perspectiva, la protección de Hezbolá es una misión acorde con los intereses del partido socialista, con su visión de una Alianza de Civilizaciones y con su rechazo de los valores de la democracia y de la globalización liberal.
En su afán por complacer a los sectores islamistas en el Mundo Árabe y de presentarse en el interior como el más fiel servidor de Naciones Unidas, el presidente Rodríguez Zapatero violó el acuerdo tomado en Consejo de Ministros sobre el contingente total de miembros de las Fuerzas Armadas destacados en misiones fuera del territorio de soberanía, así como la Ley de Defensa Nacional, al enviar un primer destacamento sin la previa autorización del Consejo de Ministros y del Congreso de los Diputados. Si bien el primer hecho pudo ser rectificado, tras la denuncia del Grupo de Estudios Estratégicos, el segundo resulta del todo irreparable. Un proceso de toma de decisión tan irregular y tan expresivo de los auténticos fines de la misión aconseja una reacción firme por parte de los representantes de la soberanía nacional.
Además, lejos de perseguir el necesario consenso que debe inspirar una misión de esta naturaleza, Rodríguez Zapatero no ha hecho sino agredir al PP por sus decisiones de gobierno, particularmente en lo referente a Irak, tergiversando y mintiendo descaradamente al respecto. En nuestra opinión, Naciones Unidas debe adoptar una posición relevante en la resolución de la crisis de seguridad planteada por las acciones violentas de Hezbolá contra un estado soberano y ante su papel obstaculizador en el proceso democratizador libanés. Una fuerza multinacional tiene que ser enviada, pero desde un marco jurídico y estratégico distinto. La resolución 1701 debería ser complementada con una nueva, que sitúe la misión en el marco del Capítulo VII de la Carta y que encomiende a la fuerza multinacional tanto el control de la frontera sirio-libanesa como, y sobre todo, el desarme de Hezbolá. Si estas condiciones no se dan, en nuestra opinión los estados europeos deberían abstenerse, opción adoptada de hecho por la mayoría, de participar en esta misión. Y en nuestra opinión, el PP debería tomar buena nota del talante del actual presidente de gobierno y no prestarse gratuitamente a sacarle las castañas del fuego. Corresponsabilizarse de un error es una tontería, corresponsabilizarse de una locura, un sinsentido.
GEES, Grupo de Estudios Estratégicos.
Gentileza de LD
martes, septiembre 05, 2006
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario