jueves, septiembre 14, 2006

La revolucion de lo pequeño

viernes 15 de septiembre de 2006
AN ARMY OF DAVIDS
La revolución de lo pequeño
Por Daniel Rodríguez Herrera
Estamos acostumbrados a que las cosas se hagan en grandes empresas. Y es que, a partir de la Revolución Industrial, esa ha sido la forma más eficiente de hacerlas. Tal situación era debida a un cambio tecnológico; hoy, otros cambios tecnológicos están tirando en la dirección opuesta, facilitando y promoviendo las microempresas y el "hágalo usted mismo". Glenn Reynolds, autor del famoso blog Instapundit, describe el proceso en marcha en su libro An Army of Davids.
La revolución industrial –con los requisitos imprescindibles de respeto a la propiedad y Estado de Derecho– ha permitido un crecimiento económico y una prosperidad sin precedentes en la historia de la Humanidad. Pero también ha introducido otros cambios menos afortunados, principalmente en el plano social. Reynolds escribe que se ha incrementado la delincuencia en las zonas residenciales, que las familias se ven poco y comparten menos sus vidas, que los atascos se han hecho omnipresentes porque miles de personas se dirigen a los mismos sitios a las mismas horas, que la política y el Estado del Bienestar se han modelado siguiendo el patrón del trabajador en una gran empresa.

Todo esto puede desaparecer, o al menos reducirse en gran medida, según la gente vaya trabajando en casa, en buena medida como freelance, gracias a la posesión de los medios de producción: un ordenador y una conexión a internet; y porque nuestra creciente prosperidad nos permite gastar cada vez menos en productos y más en servicios.

Reynolds dedica casi todos los capítulos de su libro a comentar, en su estilo desenfadado, cómo actúa ese "ejército de Davides" en la vida diaria norteamericana. Empieza hablando de la "revolución del sillón", con un número cada vez mayor de tiendas (lideradas por las grandes cadenas de venta de libros) que, en lugar de ofrecer a sus clientes un lugar donde llegar, comprar e irse lo más rápidamente posible, ofrecen uno donde estar, pedir un café o un sándwich y conectarse a internet. En definitiva, un sitio donde estar y donde trabajar, si es que formas parte de esos freelance armados con ordenadores. Esos locales se adaptarían, así, a una demanda creciente. En Estados Unidos, claro.

Reynolds, que ha sido músico, tiene un pequeño estudio, compartido con su hermano y unos amigos. Para él, mientras que las noticias sobre música y tecnología siempre cuentan cómo los pérfidos internautas están destruyendo aquélla por descargar canciones sin pagar a los artistas, resulta mucho más importante el hecho de que ahora cualquiera pueda comprar un equipo de grabación mejor que el que tenían muchos pequeños estudios hace veinte años, y por menos de lo que costaba entonces grabar una maqueta. Además, la música puede distribuirse de forma gratuita en lugares como Garage Band, que ya cuenta con 150.000 grupos y ha servido de plataforma para que más de uno llegue a los primeros puestos de las listas de éxitos. Cuanto más se empeña la industria en imponer cierres y demandar clientes, más buscan éstos alternativas menos onerosas. La tecnología lo permite.

El capítulo más interesante es el que explica lo que ha significado la revolución del periodismo disperso de la blogosfera en el panorama mediático norteamericano. Al fin y al cabo, es por ser protagonista de la misma por lo que se conoce a Reynolds en su país y en el resto del mundo.

Desde hace más de un siglo, los grandes periódicos –y actualmente las cadenas de televisión– han impuesto la agenda política y decidido de qué se hablaba y de qué no. Reynolds ofrece múltiples ejemplos de casos en los que se han tenido que comer los mocos, desde las manifestaciones en Irak a favor de la democracia y Estados Unidos a los más conocidos del Rathergate o Trent Lott, algo que hemos visto repetirse con las fotografías falsas de Reuters en el Líbano. Pero quizá lo más importante no son tanto estos casos, que acaban llegando a los grandes medios, sino el constante goteo de información que no aparece nunca en aquellos y que permite a quien se sirve de ella formarse una idea mejor y más precisa de lo que sucede en el mundo. Se trata de información hecha por gente que se divierte compitiendo con los periodistas de carrera y que, en conjunto, sabe mucho más y está más cerca que ellos de los acontecimientos.

Glenn Reynolds dedica también su interés a asuntos como la nanotecnología, el terrorismo, el espacio exterior, la distribución cada vez más horizontal del conocimiento, los juegos de ordenador, la singularidad o, incluso, la cerveza.

Más que un libro profético, aunque haga numerosas predicciones, Army of Davids es una descripción de lo que está sucediendo ahora, de los cambios económicos y sociales que están teniendo lugar en este mismo momento en Estados Unidos y, en mucha menor medida, en el resto del mundo. Es un cronista de las consecuencias de nuestra inmersión en esa "tercera ola" de la que nos hablaba Alvin Toffler en 1980.

La economía y los modos de producción de la Sociedad de la Información ya están cambiando las costumbres, las empresas y las relaciones familiares. Estamos viviendo una transición, que este ensayo simplemente ilumina para que la veamos con más claridad.

Hay que reconocer a Reynolds el mérito de haber construido un libro razonablemente coherente sobre la base de sus columnas en TCS Daily; buena parte de la obra son artículos prácticamente sin adaptar. No obstante, se echa de menos algo un poco más sistemático, pues al terminar el lector puede estar convencido de la existencia de esa revolución que viene o simplemente puede considerar que Reynolds no ha hecho más que recolectar una colección de anécdotas que apuntan en esa dirección pero que fácilmente podrían ser contrarrestadas por otra colección de anécdotas que apunten en sentido contrario.

GLENN REYNOLDS: AN ARMY OF DAVIDS. NELSON CURRENT (TENNESSEE, EEUU), 2006; 289 PÁGINAS.

Gentileza de LD

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