viernes, agosto 13, 2010

Joan Pla, El pastiche

viernes 13 de agosto de 2010

El pastiche

Joan Pla

L A Historia, amén de ser maestra de la vida, es una formidable artista de vanguardia. Las contradicciones y las paradojas son el alma de todos sus acontecimientos. Así, nos pinta como héroes a los que ganan una guerra civil y, al cabo de los años, cuando suben al poder los hijos y los nietos de los que perdieron esa misma guerra derriban estatuas, borran símbolos y se cagan en todo lo que en años anteriores fue tenido por bueno y emblemático. No sólo me refiero a los crucifijos que se suprimen en escuelas y centros oficiales, sino también a las criaturas que, en nombre de la libertad y de los derechos de la mujer, son asesinados en el útero materno. A veces, en el sopor del ferragosto, con los huesos machacados por la humedad de mi isla natal, pienso en justo que sería, ahora y siempre, hacer “memoria histórica” de todos los niños y niñas que, sin haberlo pedido, estuvieron a punto de nacer, pero perdieron la guerra de sus padres contra los principios de la ética y del cristianismo. Me imagino al nuevo Garzón de las Bibianas abortistas, desenterrando bebés que fueron asesinados y enterrados en las cunetas de la inmoralidad.
Confieso mi firme convicción: La Dictadura nunca es buena para un país. Churchill fue muy agudo cuando dijo que la Democracia era el menos malo de los sistemas. Ahora la “memoria histórica” consiste en recordar la maldad de los asesinos del bando franquista, olvidándose de los que cayeron, también asesinados, cantando su victoria y su “cara al sol”. Llegó la transición y los himnos triunfales de la Dictadura se cambiaron, a mi juicio, por canciones más justas y esperanzadoras - “Libertad, sin ira, libertad” – pero, al poco tiempo, aparecieron los desenterradores y neoenterradores de la Democracia que, en su afán de justicia, estuvieron a pique de inducir a los más rencorosos – rojos y azules- al abismo fratricida del 36. Hoy, bajo el bochorno de la corrupción, de la crisis y de la evidente ineptitud de algunos gobernantes, uno vive, como el difunto y querido amigo Antonio Buero Vallejo, el sueño de la razón, donde se contempla ese paradójico desfile de fantasmas en el que el marxista Vladimir Sholojov diría que no todos los blancos son cobardes ni todos los rojos, héroes. Blancos, rojos, azules: ¡Menudo pastiche histórico!
Ya digo, la Historia es maestra y artista de vanguardia, es decir, no hay quien la en tienda.


http://www.vistazoalaprensa.com/firmas_art.asp?id=5808

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