¿Asediar Melilla?
España puede tomar represalias comerciales terribles contra Marruecos. Argelia también es un factor a tener en cuenta y los marroquíes no lo olvidan
JUANJO SÁNCHEZ ARRESEIGOR
El Correo
HISTORIADOR. ESPECIALISTA EN EL MUNDO ÁRABE
Marruecos no es un país. Es un cortijo, donde nada se mueve sin el permiso del propietario, que es el rey Mohamed VI. Primero se organiza una campaña denunciando supuestos abusos de la policía española -incluidas mujeres policías dándoles órdenes a los hombres, ¡el colmo!- y luego, cuando la bola ha echado a rodar, sirve como pretexto para organizar un boicot contra Melilla a pequeñas dosis, primero cerrando el paso a determinados productos y luego a otros. Se pretende hostigar a España, amenazándonos con una interminable serie de inconvenientes a menos que... ¿a menos que?
Durante cinco años, España disfrutó de unas relaciones aceptablemente buenas con Marruecos, pero solo porque Zapatero se plegó de muy buen grado a las tesis marroquíes sobre el Sahara Occidental. La buena racha terminó cuando el incidente de Aminatu Haidar, la saharaui exiliada, obligó a nuestro Gobierno a ejercer de funanbulista entre el interés de Estado y una opinión pública casi unánimemente prosaharaui. Poco después, Mohamed VI designó como embajador marroquí en Madrid a un saharaui pasado al enemigo. Pretendía ser un alarde propagandístico contra el independentismo saharaui en el país donde esta causa obtiene mayor respaldo, pero nuestra clase política lo recibió como una bofetada. Una cosa es el maquiavelismo de Estado y otra cosa es la mala conciencia de que el problema del Sahara no fue resuelto como era debido, pero que a estas alturas, corregir la situación requeriría un esfuerzo desproporcionado, de dudosa justificación para el interés nacional. El Gobierno español postergó durante meses el reconocimiento del nuevo embajador y Mohamed VI, persona fácil de ofender, respondió no enviándolo, de manera que ahora, en plena crisis, no hay embajador marroquí en Madrid.
Rubalcaba va a Rabat para averiguar lo que pretende el amo del cortijo marroquí, pero sin prisa, pues ya han pasado dos semanas desde el inicio de la crisis. ¿Y por qué el ministro del Interior y no el de Exteriores? Tal vez nuestro Gobierno no confía en Moratinos para una misión que requiere maquiavelismo y firmeza -¿confiaría usted?-; pero es más probable que se pretenda enviar un sutil mensaje a Mohamed VI: Melilla es un tema interno español, que no le corresponde a Exteriores, lo que equivale a rechazar de entrada cualquier reivindicación marroquí.
Es este contexto, la visita de Aznar a Melilla y las duras acusaciones del PP recuerdan el tremendismo apocalíptico de sus tácticas propagandísticas.
¿Puede funcionar el boicot marroquí? En Melilla, sí. Aislado de su entorno, el enclave no es más que un callejón sin salida, una vía muerta hacia ninguna parte. También saldrían perjudicados muchos marroquíes, pero Mohamed VI gobierna de manera autocrática y podría ignorar o reprimir sus protestas. En cambio Ceuta, mucho mejor situada geográficamente, podría resistir cualquier bloqueo, igual o mejor que aguantó Gibraltar un bloqueo total entre 1969 y 1982.
España puede tomar represalias comerciales terribles. Es cierto que Francia siempre está dispuesta a defender a su ex colonia, donde tiene muchos intereses, pero los intereses económicos y el comercio bilateral de Francia con España son de muchísimo mayor calado. Argelia también es un factor a tener en cuenta y los marroquíes no lo olvidan jamás. Un entendimiento hispano-argelino en su contra es lo que más temen.
Por el momento parece que la crisis se va diluyendo, pero no nos engañemos. Esto es solo un intermedio en un culebrón al que todavía le faltan infinidad de capítulos.
http://www.libertadidioma.com/20100822.htm
miércoles, agosto 25, 2010
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