lunes 23 de agosto de 2010
Bibiana, superministra
José Meléndez
E L rumor se ha extendido como la pólvora por toda la piel del toro ibérico –menos en Cataluña, donde el toro ibérico está prohibido- de playa en playa, de pueblo en pueblo y de sierra en sierra, llegando a ser el tema central de este sofocante verano donde el termómetro sube al mismo ritmo que la distancia en las encuestas entre el PP y el PSOE.
-¿Sabes que a Bibiana Aido la van a hacer superministra, con tres ministerios, el de Igualdad, el de Asuntos Sociales y el de Trabajo a su cargo?.
-¡No me lo puedo creer!…aunque uno ya no sabe qué pensar…
Es cierto que tras seis años de hegemonía zapaterista a los españoles se nos ha agotado la capacidad de asombro a la misma velocidad que nuestra paciencia. Pero el posible nombramiento de Bibiana Aido no es para sorprenderse. Bibiana tiene un brillante currículo que la faculta para cualquier tipo de empresas. A los 16 años se afilió al Partido Socialista andaluz, lo que representa un record de precocidad política Después trabajó en un banco durante tres meses y, finalmente, la Junta de Andalucía la nombró directora de la Agencia Andaluza de Desarrollo del Flamenco, por lo que es una experta en dar el cante, haciéndose especialista en cantadas, e introdujo una innovación gramatical al dirigirse a una audiencia llamándoles “miembros y miembras”. Como ministra de Igualdad –el nuevo invento ministerial de Zapatero- contribuyó al control de la natalidad con su Ley del Aborto y cuando se la criticó que eso significaba casi tanto como legalizar un genocidio infantil, supo defenderla con la afirmación incontestable de que un feto de catorce semanas no es un ser humano, marcando un nuevo hito histórico en la Antropología, como antes lo había hecho en la Gramática. No se quedó de brazos cruzados ante la brutalidad de muchos hombres adictos a moler a palos a sus parejas, llegando hasta el asesinato y promulgó su Ley de Violencia de Género y cuando el número de mujeres asesinadas por sus parejas siguió creciendo le echó la culpa a los jueces por la falta de firmeza en sus condenas y a las propias víctimas por seguir viviendo con su maltratador o teniendo algún tipo de relaciones con él. Y, como ejemplo de sus muchas sabidurías, es experta en clítoris y por ello empleó el dinero de los contribuyentes –bien empleado- en diseñar un mapa con todas las características y detalles del adminículo femenino. Está, por lo tanto, plenamente justificada su promoción si ésta se confirma y así veremos por triplicado su sempiterna sonrisa de suficiencia encuadrada en su larga y graciosa melena.
No es, por lo tanto, un capricho de Zapatero, el hombre del optimismo antropológico y las decisiones disparatadas. En todo caso es la decisión de un político que ha entrado en barrena y confía en sus incondicionales para tratar de paliar el desastre y, de paso, cumplimentar a medias la petición del Parlamento de que suprima ministerios. Por lo menos, los comprime en vez de suprimirlos y suprime también al actual ministro de Trabajo, Celestino Corbacho, del que dicen que está harto, y lo manda a la cola del paro.
Es notorio el apego que el presidente del gobierno muestra por sus fieles. Sobre todo cuando se avecinan tiempos electorales. Un ejemplo de esto es Trinidad Jiménez. En el año 2003, Zapatero la designó candidata a la alcaldía de Madrid y allí se presentó la buena de Trinidad con muchos ánimos y su chupa de cuero para terminar llevándose un sonoro batacazo electoral ante el incombustible Alberto Ruiz Gallardón. Para consolarla, Zapatero la nombró secretaria de Estado para Iberoamérica, un cargo sin mucha relevancia, que todo hay que decirlo, sobre todo cuando el ministro Moratinos hace –más bien deshace- a su antojo. Y finalmente, la hizo ministra de Sanidad. Y ahí Trinidad, justo es reconocerlo, ha dado la talla porque le ha tocado lidiar con serios problemas y los ha solventado con tacto y buen criterio. Si en la mente zapateril hubiera siquiera un escondido rincón para la lógica, Trinidad Jiménez tendría que ser tan superministra como Bibiana Aido si eso se produce, pero no, Zapatero premia de nuevo su fidelidad enviándola otra vez a los leones para que Esperanza Aguirre le dé otro estacazo electoral en las próximas autonómicas. Todo, menos aguantar el desafío del hasta ahora presidente del Partido Socialista Madrileño, Tomás Gómez, que lleva cerca de dos años con la tabarra de autoproclamarse candidato al estacazo. A Tomás Gómez fueron a buscarle hace mas de tres años a Parla, donde fue el alcalde mas votado de España, para que pusiera orden en la tradicional jaula de grillos que es el PSM. Y a Tomás, hombre de ademanes rígidos, cara de asustado y una voz apenas audible, se le ha subido el cargo a la cabeza y ha declarado la guerra a Ferraz, a Zapatero y a cuanto se le ponga por delante con una encomiástica voluntad para ser candidato a la presidencia de la autonomía madrileña y, para ello, ha forzado unas primarias con Trinidad Jiménez, que le han sentado al aparato dirigente del PSOE tan mal como una patada en las espinillas.
Y para demostrar quien manda, por lo menos hasta que la nave se hunda por completo, Zapatero ha designado candidato a la alcaldía de Madrid al actual secretario de Estado para el Deporte, Jaime Lissavetzky. Estaba el hombre tan contento, apareciendo en cada triunfo de los deportistas españoles que llevan una racha de ensueño, y ahora, por mor de la fidelidad al jefe, tiene que cambiar los parabienes y los viajes triunfales por la geografía terráquea por la casi segura derrota electoral ante el actual alcalde madrileño que parece una máquina en eso de horadar túneles y cargarse candidatos opositores.
A Bibiana, lista que es ella, no le ha ocurrido lo que a sus dos exitosos compañeros de partido y, si los rumores se cumplen, se verá convertida en triministra, con mucho más campo para desarrollar sus cualidades. Aunque haya muchos que no se lo crean. Y así nos va.
http://www.vistazoalaprensa.com/firmas_art.asp?id=5812
lunes, agosto 23, 2010
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