jueves 26 de agosto de 2010
A veces es bueno olvidar a los políticos
Félix Arbolí
H AY quienes escriben por necesidad de expansionarse, aunque sus escritos queden guardados en cualquier cajón y terminen perdidos junto a otros papelotes y objetos en los días de mudanza o limpieza general. Los hay que lo hacen porque Dios les ha concedido un maravilloso don y apenas se sientan ante el ordenador le fluyen a la mente las ideas y hacen verdaderas filigranas literarias en las que aunque el tema pueda ser intranscendente, ellos le imprimen su maestría y lo convierten en antológico. Son los llamados consagrados, los monstruos literarios. Por último están los que gustan escribir, más que a un ludópata un tapete verde, y se dedican a ello con más vocación y entusiasmo que aciertos. Son los que como yo hemos echado los dientes en este quehacer literario, aunque más que recibir ditirambos, sólo intentamos hacernos entender y comprender. Desde pequeño he sentido esta necesidad y guardo cajas de escritos inéditos, versos inacabados e ideas para posibles relatos y novelas que han perdido la posibilidad de hacerse realidad. Los he ido escribiendo en mis largas horas de ocio y hartura ante una televisión que cada día está más chabacana y patética. En la actualidad y restándole horas al sueño, que son las que más aprovechan, corrijo por quinta vez la nueva novela que tengo escrita, a base de eliminarle “pajas” y mejorar su contenido. No sé la suerte que correrá, pero el hecho de haber sido capaz de dar fin a mi primer intento de escribir una novela sobre hechos y personas imaginarias, me ha compensado del esfuerzo. Las anteriores han sido biográficas e históricas, más fáciles de lidiar.
Llevo con ustedes cuatro o cinco años llenando páginas de hechos, acontecimientos, críticas, alabanzas y anécdotas en las que he sido protagonista, testigo o simple narrador. Intentando dar libertad a lo que en ese momento bullía por mi cabeza y me parecía interesante. Mi colección de artículos publicados en estas páginas, que superan los quinientos, es una especie de batiburrillo en los que han tenido cabida los asuntos más dispares, transcendentales y sencillos. Y algo tarde me he dado cuenta que todo lo que no sean severas críticas a políticos, lamentaciones ante una España que se hunde en el abismo sin remedio y consideraciones que nos hacen caer en el pesimismo y la desesperación, no merece la pena tratarse. Ha sido un fallo garrafal dedicar algunos de mis artículos a circunstancias personales y aconteceres familiares, temas al parecer indiferentes al posible lector.
Debería rectificar e intentar acomodar mis escritos a lo que es habitual. No obstante, pienso y ya adelanto que en tal caso mis apariciones serán menos frecuentes y más espaciadas. No se puede hablar a todas horas de política, del gobierno que nos está llevando a la ruina, sino estamos ya inmerso de pleno en ella, de los patinazos de un Zapatero empeñado en amargarnos la existencia en cada decreto o decisión que adopta y en resaltar una y otra vez las barrabasadas de sus ineficaces ejecutivos. Algo que por demasiado sabido e insistencia en tratarlo podría dejar de interesar y sorprender. Sin olvidar por supuesto, aunque este detalle no sea tan denunciado por los críticos del sistema, eludir a la ineptitud, ineficacia, mediocridad y falta de visión política de una derecha que no es la más adecuada y conveniente a los tiempos que corren. Que todo hay que decirlo, si se quiere ser honesto con los demás y con uno mismo.
Debo confesar que estaba confundido. Creía que mis artículos tan ajenos al pesimismo dominante, serían una especie de tregua al panorama tan negro y caótico que presentaban otros artículos, con toda la razón a su favor, que conste, y que yo intentaba minimizar hablando de frivolidades, anécdotas e historias emotivas y dispares.Veo que era un craso error He sido un romántico, un sentimental y un gilipollas y ruego que me perdonen la expresión, pero es la más acertada que encuentro.
A partir de ahora pensaré detenidamente el tema a tratar, procurando que se ajuste a los cánones habituales. Repasaré la actualidad buscando esa nueva y cotidiana corrupción, la cabronada de turno de la Chacón, el despilfarro y despiste de la Bibiana y las indecisiones de un Moratinos que cuando acude a zanjar algunos asuntos que incumben a su ministerio, se le han adelantado ya varios compañeros de otras carteras. Sin omitir la visita de Rubalcaba a Marruecos, a besar la mano del monarca alauita y pedir comprensión, sin haber tenido el obligado detalle de pasarse antes por Ceuta y Melilla para saludar a las ofendidas fuerzas del orden y hacerles ver que el gobierno y el pueblo español están con ellas, antes con los camorristas y ofensivos marroquíes. Pero esto es mucho pedir a un gobierno muy dado a la bajada de pantalones ante el moro. Tampoco se deberá omitir la subida de las hipotecas mes a mes, a partir de agosto, así como la luz, el agua, el IVA y el “se iba”. Porque de eso se trata de que todo se vaya a hacer puñetas en esta España que todos sabemos, sin que tengan que decírnoslo, se va al garete a marchas forzadas. ¿Y creen que si hablo de estas cosas de continuo voy a beneficiar al lector?. ¿Es que acaso nuestro pueblo es tan lelo e infantil que no se da cuenta de las cosas si no se las estamos repitiendo cada instante?. Pero no olvidemos a los que tenemos enfrente. A esa extraña oposición que hace mutis por el foro ante los asuntos de vital importancia y no sabe o no contesta a aquellas cuestiones que deben tener prioridad en el interés de todos los españoles, sin dignarse presentar un programa definido y perfilado que satisfaga a sus votantes y aliente a los indecisos. Que no habla respecto al aborto, a la desintegración de la patria en esos absurdos “reinos” que no llegan por su escasa viabilidad ni a los antiguos Taifas y que miran para otro lado en el momento decisivo de dar la cara y presentar batalla a sus oponentes. Una derecha que busca un sitio donde acoplarse y no lo encuentra.
Del Rey abajo, como en esa comedia de Rojas Zorrilla, ninguno debe quedar libre de las andanadas y aceradas críticas cuando den motivos y se tengan fundamentos para polemizar y dirigirse a los lectores Pero siempre que la ocasión y las circunstancias así lo hagan entender, no como algo fijo y habitual, llueva, nieve o luzca un sol espléndido. En la Contraportada del miércoles, día 25, precisamente, hablo de un asunto de plena actualidad que he creído conveniente destacar, bajo el título de “Hay que estar a las duras y a las maduras”, que como español a secas, sin banderías regionales y partidistas, he creído oportuno resaltar. Pero un hecho aislado y en su momento preciso. Nada más. Porque las advertencias de tanto repetirse pierden su pretendida eficacia. Creo que mi crónica no será tan asidua, por las razones expuestas. Doctores tiene la Iglesia… y en estas páginas los hay excelentes en este sentido.
Mi defecto es que no se someterme a un único temario y estar devanándome los sesos para escribir sobre algo que todos sabemos y mis compañeros tratan con enorme pericia. Creo que para poder desarrollar estos temas como es debido, hay que ser un experto y yo no he pasado del parvulario, pues la política antes no me interesaba y ahora me repugna. En mis artículos siempre he procurado buscar la diversidad. En algunos he pretendido descubrir mi perfil humano y mis querencias familiares; en otros, he contado anécdotas de todas clases y colores; hubo ocasiones en que me salió la vena sentimental y romántica y hable del amor en general y de mis amores en particular y no faltaron aquellos de denuncias, acritudes y actitudes ante hechos y circunstancias que merecían el varapalo. Pero nunca me he sentido influido o cohibido por el color y la tendencia política para realizar mi crítica. No he querido jamás mezclar mi ideología con la realidad, cuando he tratado de informar sobre un hecho o circunstancia que no debe tener bulas para nadie ni patentes de ninguna clase.
Sólo han existido dos temas que me han inspirado un respeto enorme y a los que jamás he tratado con frivolidad: Dios y España. Han sido mis únicos tabúes a posibles ligerezas al tratarlos y a no ser capaz de silenciar su defensa cuando han sido vituperados u ofendidos y de honrarlos poniendo todo mi esfuerzo en el empeño. Los demás, no me merecen excesivo interés. Si tenemos un presidente que nos está jodiendo, pues que no lo voten, ya que no ha venido por obra y gracia del Espíritu Santo. Yo no me apunto a esa película que se repite como las programaciones veraniegas de la televisión. Buscaba un paréntesis a la crispación general y me he encontrado casi en un punto y final. Lo cierto es que tendremos a Zapatero hasta que dentro de dos años haya nuevas elecciones, caso de que no vuelva a contar con los votos de tantos incautos o se produzca algún otro suceso luctuoso o trascendental que cambie la orientación de los votantes y continuaremos con un PP que seguirá sin proporcionarnos alegrías y satisfacciones. Pero este detalle no parece interesante destacarse. ¡Qué oportunidad estamos perdiendo al no contar con una derecha fuerte y unida, capacitada, inteligente, preparada, sin protagonismos personales que impidan la búsqueda y renovación de sus dirigentes y sin la menor sombra de corrupción.!. Pero esto más vale no removerlo, es asunto reservado, por el que les estamos haciendo un flaco favor, ya que creen lo están realizando muy bien y tienen a sus elementos más relevantes y adecuados, ocultos e ignorados en los entresijos del partido, para impedir su posible competencia. Y no hay nada más que hacer. Ya pueden pontificar sobre la triste situación en que vivimos y brindarnos una serie de consejos, que los que deben seguirlos, ni los leen. Es inútil. España se ha desintegrado y esto ya lo sabemos todos. No hace falta que nos lo estén repitiendo como si fuéramos alumnos de parvulario que tenemos que aprender la lección a base de oírsela repetir al “profe” o la “seño”. Como profano y aprendiz no entusiasta de este tema, prometo que de ahora en adelante escribiré sobre aquello que me guste e interese cuando lo crea conveniente, pero les puedo asegurar que no voy a seguir tirando del rabo al gato de la política, esperando que se enfurezca y se revuelva. El estrés y el hígado me lo agradecerán.
http://www.vistazoalaprensa.com/firmas_art.asp?id=5818
jueves, agosto 26, 2010
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