jueves 12 de junio de 2008
Gobierno: Y al tercer día reaccionó
José Oneto
Han hecho falta tres días de caos, de desabastecimiento de numerosas gasolineras en Madrid y Barcelona, de acaparamiento masivo de productos básicos en supermercados y grandes superficies de toda España, de paralización de fábricas de automóviles como Mercedes Benz, Nissan (que va a solicitar expediente temporal y cerrará la fábrica de Cataluña), Seat, Iveco y Renault en algunas provincias españolas por falta de componentes y recambios, de luto por la desafortunada muerte de un piquetero en la provincia de Granada, y por las heridas graves por quemaduras en la mitad de su cuerpo de un camionero que no se había sumado el paro y que vio incendiado su camión en un polígono industrial de la provincia de Alicante, del intento de asalto del Parlamento gallego en Santiago de Compostela por un grupo de armadores, y del anuncio de que se boicoteará la inminente inauguración de la Expo del Agua en Zaragoza, centro logístico importantísimo en el transporte de mercancías de todo el eje Mediterráneo, para que el Gobierno haya reaccionado.
Al tercer día el Gobierno ha reaccionado y el ministro del Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba, ha anunciado mano dura contra los huelguistas, y la protección de más de tres mil camiones que transportan productos básicos o combustibles necesarios, al tiempo que el presidente del Gobierno, en el Parlamento, ante la ofensiva de la oposición, ha informado de que en estos momentos son 25.000 los efectivos policiales los que están movilizados para que no se corten carreteras, autovías, pasos fronterizos y lugares considerados estratégicos.
El Gobierno debería haber previsto la gravedad de la situación, que conocía desde hace más de una semana, porque ahora se ha sabido que venían negociando desde hace cinco meses, que no ha tenido la previsión de abrir un periodo de negociación último y definitivo desde el primer día que se hizo el primer anuncio oficial de paro, debería saber que la llamada “mesa negociadora” tendría que haber sido substituida por un auténtico “comité de crisis”, y no ha sabido prever la sensación ciudadana de abandono ante la alarma social que ha producido el acaparamiento de alimentos, la falta de combustible y el corte de comunicaciones.
¿Por qué las primeras negociaciones se han llevado con tanto ocultismo y qué significado real tiene ese medio centenar de medidas que han sido rechazadas por los transportistas? ¿Por qué estamos hablando de huelgas cuando se trata, de hecho, de una actuación de la patronal y de pequeños autónomos? ¿Es verdad que el Gobierno ha actuado de esta forma (mejor, ha dejado de actuar) a la espera de la reacción ciudadana de indignación por la paralización de sectores básicos del país?
Este caos que estamos viviendo, sobre todo por falta de previsión del Gobierno y por la actuación de los piqueteros que están desprestigiando las justas peticiones de muchos transportistas, es el primero que va a tener que afrontar un presidente y un Gobierno que durante cuatro años ha gozado de una tranquilidad y de unà paz social desconocidas en casi todos los gobiernos de la democracia.
¿Cuál puede ser la reacción del presidente del Gobierno cuando se plantee la posibilidad, nada remota, de una próxima huelga general igual que la que sufrieron, en su momento, Felipe González, que le costó la ruptura con Nicolás Redondo y la Unión General de Trabajadores, y José María Aznar, que se convirtió en el principio de su declive? ¿Solucionará los sucesivos conflictos sociales que se van a producir en los próximos meses con diálogo y talante y a costa de un superávit público que dentro de unos meses estará totalmente agotado?
http://www.estrelladigital.es/diario/articulo.asp?sec=opi&fech=12/06/2008&name=oneto
miércoles, junio 11, 2008
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