jueves 26 de junio de 2008
MORAL, FAMILIA Y ESCUELA
Un millón de razones para una reforma educativa radical
Por Anthony B. Bradley
Más de 1.230.000 estudiantes estadounidenses fracasarán en su intento de pasar el bachillerato en 2008 según un nuevo estudio conducido por el Centro de Investigaciones de Proyectos Editoriales en Educación (EPE).
Ahora que el drama de las primarias demócratas ha amainado, los candidatos presidenciales deben volver a hablar de los temas que amenazan con hacer cojear a Estados Unidos en la economía global: es decir, millones de futuros adultos que no están adquiriendo las capacidades que les permitan ser competitivos.
Los resultados de la clase de 2005, el año más reciente del que tenemos datos, muestra un índice de graduación de casi el 71%, un aumento de casi medio punto respecto al año anterior. Según el informe, ese número cae en grupos históricamente desfavorecidos: 58% entre los hispanos, 55% entre los negros, y el 51% entre los indios nativos. A los chicos en estos grupos les va particularmente mal.
Iowa, Nueva Jersey, Pensilvania, Wisconsin y Vermont tienen los mejores índices de graduación, con más del 80%. Pero el distrito de Columbia, Georgia, Luisiana, Nevada, Nuevo México y Carolina del Sur arrastran los peores índices ya que están en menos del 60%.
Los nuevos datos que se destacan en un informe titulado Recuento de diplomas 2008: de la escuela a la universidad. ¿Pueden los consejos estatales P-16 facilitar la transición? exploran la crisis de graduación en cada distrito y estado del país. "La nación y muchos estados se enfrentan a durísimos retos para que sus alumnos pasen el bachillerato. La crisis golpea desproporcionadamente a los pobres, a las minorías y jóvenes de las ciudades. Con un índice de graduación subiendo menos del 1% anualmente en los últimos años, aún nos queda mucho por hacer", ha dicho Christopher Swanson, director del Centro de Investigaciones EPE.
Lo que los informes pasan por alto, y lo que toda la retórica política durante la campaña presidencial omitirá, es que los índices de graduación del bachillerato están vinculados a una vida familiar estable, a un sentido de la autoconfianza y a la capacidad moral, y no al dinero invertido en cada alumno o al número de exámenes estandarizados aprobados desde el preescolar hasta el bachillerato.
Los niños sin padre tienen el doble de probabilidades de dejar la escuela que sus compañeros de clase que viven con ambos progenitores. Los niños cuyos padres están constantemente ausentes tienen peores calificaciones que la media en las pruebas de lectura y matemáticas.
Cuando enseñaba bachillerato, me di cuenta de una tendencia que se repetía semestre tras semestre durante años: los alumnos de las familias más estables y comunidades afines eran generalmente los que mejor lo hacían. Siempre lamenté que algunos de mis alumnos más brillantes no pudieran hacerlo bien en la escuela debido al caos en casa. Los niños de hogares donde se les maltrata o de padres divorciados o ausentes tampoco pueden desempeñarse con normalidad sean cuales fueren sus aptitudes. Tenía alumnos que habitualmente sacaban malas notas pero que sacaban altas puntuaciones en pruebas de aptitud y coeficiente intelectual.
La autoconfianza se forja cuando un niño cree que su vida tiene significado y que puede marcar la diferencia en el mundo. ¿Qué mejor incentivo que aprender sobre el mundo y los rudimentos necesarios para que con ese conocimiento contribuya algún día a hacer del mundo un sitio mejor? El materialismo y el consumo como factores motivadores al final no proporcionan los incentivos que hagan perseverar a los jóvenes con problemas. A un alumno de bachillerato que esté deprimido, que consuma drogas, que tenga tendencias suicidas o sea nihilista no le importa lo más mínimo la amenaza de pasarse la vida "friendo hamburguesas".
La capacidad moral se refiere a una clase de madurez, la capacidad de un niño de practicar la virtud tomando buenas decisiones por su propio bien. Esa capacidad requiere a menudo una visión a largo plazo del mundo que se cultiva con el sabio consejo de los padres y de otros adultos y amigos que le sepan dar apoyo y busquen guiar a los niños hacia una mejor salud integral a largo plazo. Aquellos adolescentes con problemas que toman decisiones que sabotean su propio progreso no alcanzarán el éxito.
Sin importar la raza o la clase, una reforma educativa sólo tendrá éxito en consonancia con otras reformas necesarias. La familia, la autoconfianza y la capacidad moral funcionan juntos como los instrumentos de los conciertos de Brandenburgo de Bach. Tenemos más de un millón de razones anuales para dejar de lado los retóricos juegos políticos e ignorar el hecho de que el éxito educativo se forja fuera del aula.
Anthony B. Bradley es investigador del Instituto Acton.
*Traducido por Miryam Lindberg del original en inglés.
http://iglesia.libertaddigital.com/articulo.php/1276235006
miércoles, junio 25, 2008
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