jueves 26 de junio de 2008
El periodismo que va contra la Iglesia
Félix Arbolí
S OY periodista, casi puedo afirmar, desde que tengo uso de razón, aunque de manera oficial desde que hice y terminé mis estudios en la Escuela Oficial y católico desde el mismo instante que me bautizaron a los escasos días de nacer. Pero en una y otra creencia y profesión me he ido afianzando con los años y moriré, cuando Dios lo tenga decidido, amando ambas cosas al límite de mis sentimientos y convicciones. El título oficial de la profesión, figura destacado entre los cuadros que adornan mi salón, pero presidiendo todos y a todo la imagen de Cristo Crucificado y de mi Inmaculada. Ninguna habitación de casa está libre de la presencia de un motivo religioso que testimonie la fe que heredé de mis mayores en la que deseo morir y en el seno de la Iglesia Católica. No soy beato, ni meapilas, lo cual no se si es bueno o malo, pero no me gustan los que hacen de la Religión una intransigente y desfasada manera de vivir. Soy de los que prefieren la comunicación íntima y desde cualquier lugar con Dios, al que considero mi padre, asesor y protector y me duelen y enfadan las ofensas que puedan hacerle, a aquellos que asisten a los servicios religiosos entre ostentaciones y bambalinas, y ponen más atención en el vestuario y las curvas de la vecina, que lo que se ofrece en ese momento ante el altar. Creo que a los ojos de Dios, debo ser más comprensible y tolerado.
Mi título de periodista es la culminación de un sueño y la realización de un empeño que me había perseguido a la lo largo de mi vida desde adulto y por el que renuncié a la carrera de Derecho en la universidad de Sevilla, ocasionando un disgusto a mi madre que soñaba con que siguiera los pasos de mi padre. Por el periodismo abandoné casa y familia, región y comodidades y cuantos amigos y recuerdos tenía en esa tierra maravillosa y me vine, casi con lo puesto, a un Madrid que en los años cincuenta no tenía parecido alguno con el que vivimos en la actualidad. Yo diría que entonces era mejor, más cálido y amigable. Aunque en un pobre “fistro” pecador, (perdonen el supuesto “anglicismo” de nuestra ministra Aido), provinciano y aventurero como yo se trataba de una decisión nada razonable y desquiciada. Una auténtica locura, usando las palabras de mi pobre madre, que veía como su benjamín abandonaba el nido y se lanzaba a un vuelo nada seguro y lleno de sobresaltos y peligros. Ahora que lo considero fríamente, pienso que aquello fue un desvarío juvenil que salió bien porque Dios velaba por mí, aunque yo en muchas ocasiones me olvidara de El, y tuve más valor que el Guerra, más moral que el Alcoyano y menos cabeza que la nobleza francesa tras la implantación de Madame Guillotine.
Me gusta tanto el periodismo que sufro con sus tergiversadas noticias que tratan de confundir al lector poco ilustrado y menos convencido, como si se tratara de una profanación a algo muy querido y respetado por el que arriesgué y me esforcé tanto. Me duelen los programas, columnas, comentarios y artículos que usan a esta profesión tan digna y responsable como una inmunda plataforma de mentiras, ofensas y mezquindades. Llega un momento que siento repugnancia y verdadero odio hacia estos mensajeros siniestros y maquiavélicos, porque al denigrar a la profesión, me están denigrando a mí.
A veces, hasta me han dado ganas de olvidarme de la prensa y dedicarme a gozar de la buena música y la excelente literatura no contaminada que aún se encuentra en las librerías, para evitar este suplicio moral. No obstante, el hombre es un animal de costumbre y yo no me considero una excepción. También me lo impide, ¡qué le vamos a hacer!, el que la vida actual está tan llena de cinismo, rencores y puñaladas traperas que nos han convertido en masoquistas y no digo que amemos al peligro y al disgusto, pero sí que instintivamente nos atraen incomprensiblemente. Es como decir que si no existiera el mal, tendríamos que inventarlo para sufrir sus dentelladas y valorar más al bien.
En esta continua relación de agravios que padecemos los que nos sentimos católicos, por parte de unos “listillos” que se las dan de “progres” al negar todo menos su cretinismo, nos estamos acostumbrando a poner continuamente la mejilla derecha o izquierda para que nos zurren una y otra vez y un día tras otro, esas firmas que campean por las publicaciones de moda, frutos del mal que padecemos y del libertinaje y la bazofia que han suplantado a la libertad y buenas maneras. Como profesional me duele y sorprende que sean compañeros o al menos con el mismo título, los que ofenden descaradamente, haciendo galas de una gracia que no tienen y una cultura que deja mucho que desear, y atacan sin piedad ni consideración a símbolos, figuras, dogmas e instituciones que saben forman parte de nuestra vida más íntegra y nuestros sentimientos más sinceros.
Para esos señores todo es reprobable en la Iglesia Católica y su credo y doctrina desfasada y absurda. Parece que existe una consigna, que esa borregada sigue sumisa, de atacar sin piedad y desprestigiar lo que tenga relación con el Catolicismo. Todo vale, hasta la calumnia más atroz y la blasfemia más soez. Y los que firman, utilizan nombres cristianos, señal evidente de que han sido bautizados y educados en el seno de la Iglesia, aunque ahora estén de moda y en continua publicidad las apostasías de unos cuantos renegados (¿hay otra palabra para expresar esta decisión?), empeñados en ver sus nombres escritos en el libro de los réprobos, ayudados por ediles y autoridades que también lloraron en la pila bautismal. A éstos sí les dan espacios y titulares destacados. Es conveniente que todos se enteren que hay católicos que reniegan de su fe. He leído que una señora valenciana católica se ha pasado al Islam y ocupa un cargo importante en la comunidad musulmana femenina. A éste caso también amplitud de espacio, titulares y entradillas. Hay que destacar el hecho de que una católica ha abjurado de sus creencias y ha cambiado los Evangelios por el Corán. Si fuera lo contrario, ni tocarlo, ya que estarían expuestos a la ira de los exaltados .líderes religiosos islamistas que no permiten que se diga que un musulmán se ha pasado al Catolicismo. Aparte de que ese “insensato” estaría el resto de su vida amenazado de muerte. Que se lo pregunten a Selman Rushdie, el autor de “Versos Satánicos” y a Magdi Allam, vicedirector del “Corriere della Siera” y egipcio de nacimiento, que renunció al Islam y se convirtió al Catolicismo y fue bautizado por el propio Papa. No pudo venir a España para presentar su Libro, porque nuestro gobierno no garantizaba su seguridad. Lo cual demuestra o que tenemos un gobierno tan débil que es incapaz de garantizar la seguridad de un individuo, con lo nos deja al resto totalmente indefensos, o que la fuerza de la intransigencia islámica en nuestro país es excesivamente potente y consentida. Ninguna de las dos soluciones nos sirve de consuelo. Ni creo tampoco que beneficien y agraden a los musulmanes que siguen fielmente las enseñanzas del Profeta Mahoma, recogidas en su Libro Sagrado, que no están teñidas de sangre y de rencores.
Dando un ejemplo admirable de fanfarronería y valor mis compañeros atacan a Cristo y su Iglesia, y demuestran su cobardía ocultando cualquier noticia o comentario que pueda ofender al todo poderoso Islamismo. ¡Hay que ver las barbaridades que se escriben teniendo como objetivo la entrañable y respetada figura del Papa, sin pensar en el daño que hacen, o precisamente con esa intención, a los millones de católicos del mundo!. El último, un tal Olivares, creo, no le llamo colega porque no me siento identificado para nada con ese señor, en su artículo titulado “Los nuevos pecados de la Iglesia”, publicado en la revista de UGT, según refiere nuestro amigo Luis Losada de Hispanidad,com, en nuestra Contraportada del pasado lunes. ¿Dónde están tus pecados, los de tu sindicato y los de tu partido el PSOE,?. ¿De eso no hablas?. Si yo ahora desbarrara contra ellos y contra ti, te sentirías enojado y ofendido, como es lógico, pero no tengo esa vileza y me tengo que resignar porque me encuentro impotente en un país de alucinados, donde siempre llevaría la peor parte.
Pero no creas que vamos a continuar permitiendo estos agravios una y otra vez, ya que se nos pueden inflar los “mofletes” y puede arder nuevamente Troya, antes que ustedes puedan volver a incendiar a Roma. La Historia siempre se repite. Eso dicen.
http://www.vistazoalaprensa.com/firmas_art.asp?id=4695
miércoles, junio 25, 2008
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