miércoles, junio 25, 2008

Pablo Sebastian, Zapatero contra el idioma español

miercoles 25 de junio de 2008
Zapatero contra el idioma español

Pablo Sebastián
Los primeros que, en las circunstancias actuales, deben dar ejemplo son los Reyes de España y los Príncipes de Asturias. Mientras el idioma español esté marginado y discriminado en España, por los gobiernos autonómicos de Cataluña, Baleares, País Vasco y Galicia, la Familia Real debería evitar todo discurso o referencia en esas lenguas, por simpático que ello caiga en dichas latitudes, como ocurrió con recientes intervenciones de la princesa Letizia en catalán y del Príncipe Felipe en euskera.
¡Ya está bien! Hasta aquí hemos llegado en la demencial escalada contra la lengua castellana (o el idioma español), que hablan quinientos millones de ciudadanos de todo el mundo, mientras en nuestro país, por causa de la sola connivencia del PSOE y del gobierno de José Luís Rodríguez Zapatero con los nacionalistas, está siendo perseguida y marginada. Violándose, con ello, principios fundamentales como la libertad de expresión y de enseñanza, así como el derecho al trabajo y la igualdad y a todo lo que, referido al idioma español, proclama la Constitución.

Y no puede haber gobierno de la nación española, y menos aún un Tribunal Constitucional, que acepten normas autonómicas que pongan en entredicho este derecho y esta cuestión fundamental. Cualquier ciudadano de España, su familia y sus hijos, y cualquier inmigrante en España, tienen derecho a estudiar, en la escuela y en la Universidad, en idioma castellano, y además el conocimiento de ese idioma debe ser suficiente para conseguir cualquier puesto de trabajo en todo el territorio español. Y, por supuesto, nadie puede sancionar o discriminar a quien utilice el idioma español, para el comercio, los negocios, la enseñanza, la administración pública, el derecho, la justicia y la medicina, etcétera.

Al revés, las sanciones, claras y determinantes, deberán recaer en contra de quien intente dañar el uso y la enseñanza de nuestro idioma. Y todo esto, de una vez por todas, deberá de quedar meridianamente claro, cristalino, en la Constitución y en toda la legislación del Estado, así como en las políticas de la enseñanza y, de manera especial, en los gobiernos autonómicos. Y se deben de acabar, para siempre, cualquier veleidad de introducir otra lengua que no sea el español en el Congreso, el Senado o cualquier institución del Estado, como se ha querido hacer en la Unión Europea.

Ahora que Zapatero parece haber desistido —al menos mientras se ocupa de la crisis económica, que sigue negando— de aquella locura confederal, que se inició con el estatuto catalán y la negociación con ETA, parece llegado el momento de que los ciudadanos se movilicen en la defensa del castellano frente a una clase política, como la que gobierna en Cataluña, Baleares, Galicia y País Vasco, que con el apoyo expreso de Zapatero y del PSOE se han empeñado en causar un daño histórico e irreversible al idioma español.

Ahí está, reciente, lo que acaba de hacer Francia con sus idiomas menores, a petición de la Academia Francesa: dejarlos fuera del circuito europeo, por donde los va prodigando el irresponsable de Zapatero. El mismo Zapatero que, hace pocos días, destacaba en su discurso sobre política exterior en la Real Fundación Elcano la importancia de la expansión del castellano en los Estados Unidos e Iberoamérica. Y lo decía un jefe del gobierno de España que mira hacia otro lado, cuando se persigue y se margina nuestro idioma en nuestro país.

Ahora, una iniciativa de intelectuales de todo signo, acaba de hacer público un manifiesto en defensa del idioma español, y hora es que los ciudadanos de a pie salgan a la calle y se manifiesten, y que se acabe la intolerancia de los nacionalistas y el abuso inconstitucional que sus gobernantes hacen del poder territorial.

Y vamos a ver si dice o hace algo sobre esta cuestión esencial el Congreso de los Diputados. Y, ya que estamos en su víspera, también el Congreso del PSOE. Esa presunta “fuerza del cambio”, que parece más gaseosa que otra cosa visto el empuje de la economía y los problemas que este partido tiene con sus federaciones más radicales, siguiendo el juego y colándose por esa manga ancha con la que Zapatero se estrenó, ofreciendo barra libre a todos los nacionalistas del país, incluidos del amigos de ETA —por aquel entonces Otegui era “un hombre de paz”—.

Y veremos qué hace también, en este capítulo al que llega un poco tarde como casi a todo, el nuevo PP de Mariano Rajoy, al que el partido de Rosa Díez ha tomado en este campo la delantera. Porque no podemos olvidar que fue, precisamente el “patriota” José María Aznar, quien se tragó sin chistar la ley catalana de “normalización lingüística” con la que Jordi Pujol abrió la senda, hoy convertida en autopista, de la marginación y persecución del idioma español desde la Generalitat.

Naturalmente, los gobiernos de Cataluña, País Vasco, Baleares y Galicia, en sus campañas para promover el turismo, utilizan el idioma español. Y nadie quiere volver a la guerra del cava, en el ámbito comercial, o en otras guerras del ámbito financiero, empresarial o industrial. Pero si esto no se arregla, esas guerras interregionales e insolidarias estallarán porque no hay mayor ni peor agravio que el que los gobiernos de las citadas autonomías están, todos los días, promoviendo contra todo lo español. Empezando por el idioma castellano o español. Y todo ello con la bendición y la sonrisa de Zapatero. Un presidente que si hoy no ve en crisis la economía difícilmente verá en peligro o perseguido el idioma español, lo que no sería posible sin su explícita complicidad.

http://www.estrelladigital.es/diario/articulo.asp?sec=opi&fech=25/06/2008&name=manantial

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