jueves 12 de junio de 2008
La violencia no es razón, ni el fútbol la panacea
Félix Arbolí
C UANDO este artículo salga a la luz, no sé qué situación vivirá el país. Lo mismo estaremos asistiendo al cierre de supermercados y tiendas por falta de existencias o al asalto de los que aún ofrezcan algo en sus estanterías por parte de una masa enfurecida. Lo más seguro es que aunque no haya pasado nada de esto y pretendan decirnos y convencernos de que la vida sigue igual, como cantaba Julio Iglesias, viviremos bastante más jodidos aún, si ello es posible y nuestra paciencia lo consiente. (Esto lo digo yo y perdonen la expresión algo grosera utilizada, pero es palabra que figura en nuestro diccionario y refleja sin eufemismos la miseria en que nos están hundiendo).
Lo único real es que estamos llegando al límite de nuestras posibilidades y aguantes, por mucho que intente nuestro sonriente presidente aclarar que no ocurre nada, que es una crisis pasajera en vías de solución y que no hay motivos de alarma. Será para él y sus ministros, digo yo, que tienen la despensa bien repleta, la cuenta corriente con más números que el “gordo” de la Navidad, y el futuro asegurado cuando dejen la bicoca del poder, ya que se han legislado unos sueldazos y pensiones “posmandatos” que ocasiona justo cabreo al pobre ciudadano, obligado a hincar el callo durante un mínimo de quince años para cobrar una pensión de miseria y encima tenerla congelada durante más años que el cadáver de Walt Disney.
Estamos viviendo un ambiente de constante inquietud por la carencia de alimentos, cierre y desabastecimiento de gasolineras, huelgas en el transporte, el campo, la pesca, la sanidad y otras muchas actividades que son indispensables para nuestra existencia. Aumenta este desastre la abusiva intervención de intolerantes y violentos piquetes que quieren obligar a todos al seguimiento de esa huelga. No entramos en la crítica o consideración de que éste cese de actividad pueda estar más o menos justificado en todos los casos, sino en la improcedente manera de hacerlo cumplir. Lamentablemente ya han ocurrido dos muertes. La primera podría haberse evitado si al de la furgoneta le hubiesen permitido el paso libre a su destino y no le hubieran tratado de detener. ¿Con qué derecho?. El conductor ante ese panorama de gritos, puños, tijeras y cuchillos, (se han visto en la prensa a piquetes mostrando estos instrumentos sin la menor intención de ocultarlos), y el temor a verse agredido por esos desalmados, optó por continuar su camino y salir cuanto antes de ese infierno. La culpa, y lo siento, fue de los que se colgaron a su vehículo con intenciones nada pacíficas por supuesto. La otra víctima mortal tuvo lugar mientras dormía confiado en la cabina de su camión y sin que se sepan las causas éste ardió y con él el pobre hombre y algunos vehículos que se hallaban cerca. Muertes que se hubieran evitado si el derecho de unos a la huelga, fuera igualmente reconocido a los que no quisieran secundarla y al de los demás automovilistas que ajenos a ese problema, debe usar esa carretera y le hacen sufrir esa cabronada. Seamos claros. Ya está bien de imponer por cojones nuestra voluntad a los demás.
Deben considerar que hay trabajadores y padres de familias para los que el trabajo no es una cuestión de política y de fuerza, sino un obligado medio de ganarse la vida y atender sus necesidades familiares. No todos tienen la oportunidad de los sindicalistas que se meten en huelga y sus nóminas no sufren las consecuencias. Fui propuesto como candidato a las elecciones sindicales en el ministerio de Marina, actual Defensa, por el CSI-CSFI, que no acepté y el compañero que sí lo hizo, nada más tomar posesión de su cargo, dejó de aparecer por la oficina, pretextando reuniones y obligaciones sindicalistas, sin que le pudieran descontar una peseta en su nómina, ni mucho menos incoarle un expediente laboral. No sé si aún continuarán estas bicocas entre los que con tanta facilidad convocan esas huelgas salvajes que lo único que consiguen es perjudicarnos más de lo que estamos. La solidaridad del hombre de la calle hacia el trabajador que defiende sus derechos con la huelga, se convierte en indignación y hasta ira cuando no les corresponden con idéntica solidaridad y les hacen sufrir con sus intolerables posturas, trastornos y daños físicos y económicos. ¿Por qué no hacen las huelgas delante o dentro de la empresa responsable o ministerio correspondiente y dejan en paz al pobre ciudadano que bastante tiene con intentar capear el temporal que le lleva torturando tanto tiempo?. ¿En qué beneficia al ama de casa esta radicalización de los transportistas?. El que más de una les maldiga por esta agobiante situación que le han creado. Al objetivo de su protesta, ni le inmuta, ni le pone nervioso, ni mucho menos le afecta a su régimen de vida plenamente garantizado.
¿Dónde está ese panorama idílico que nos prometía en sus campañas electorales el señor de la eterna sonrisa?. Lo que más me asombra es que haya tenido millones de votantes confiados en sus cantos de sirenas desafinados y obsoletos. Tantos incautos que no se dieran cuenta que esa sirena se hallaba varada en dique seco, donde ya no le queda ni la humedad del mar, porque hace tiempo que se ha ido buscando aires y lugares más propicios y menos brumosos. Dicen que hay gabinete de crisis, para solventar estas situaciones, pero con la huelga del transporte y las gasolineras vacías, sus excelencias deben tener dificultades para su traslado y no han podido llegar todavía. “! Pobrecitos míos, sufriendo las duras consecuencias de esta zozobra colectiva!”.
Los ánimos andan soliviantados en todos los sectores menos en el recién estrenado gobierno que continúa gozando de su luna de miel con el poder, sin que le lleguen los ecos de la calle, ni veamos aún el rendimiento de su trabajo, a pesar del tiempo transcurrido. Por cierto, ¿encontró ya lugar, coche, chofer y demás complementos necesarios para el ejercicio de su cargo la ministra de la Igualdad?. Aún sigo preguntándome qué misión y justificación tiene ese nuevo y extraño ministerio. Creo que ni su misma titular lo habrá asimilado todavía. De momento, todo este nuevo tinglado ministerial ha servido para que mi paisana Bibiana se dirija al hemiciclo en una sesión de comparecencia y empiece su disertación con una patada al diccionario, que en este caso casi se trata de una coz, al decir “Señores miembros y miembras”. Aquí sí que debería haber utilizado la igualdad que preconiza su ministerio y ha usado deliberada y erróneamente la desigualdad para diferenciar a hombres y mujeres. Dicen incluso, que al darse cuenta de su patinazo, quiso camuflarlo y para ello proponer a la RAE, en unión del Instituto de la mujer, (¿ existe otro instituto de este tipo para el hombre?), que acepte el uso de esa palabra. ¡Éramos pocos y parió la abuela!. La siguiente ocurrencia se la brindo yo, solicitar a dicha y docta Corporación la utilización de mujer y “mujera” (como dicen en su deformado castellano los moros), para diferenciar a la que hace el papel de él y el que lo hace de ella, en la unión entre lesbianas. Sin nada ofensivo por mi parte a este común sentimiento amoroso entre dos personas del mismo sexo. ¡Dios me libre!.
No satisfecha con esa metedura de pata a nuestra lengua, lanza la parida de ese teléfono que va a instalar para que el torturador dirija sus quejas, solicite asesoramiento o anuncie sus violencias antes de cometerlas a una psicóloga o asesora. No ha especificado este detalle la señora ministra, pero me lo figuro yo. Primero debería sopesar si el torturador utilizará este medio de comunicación, ya que lo más probable es que pase olímpicamente de él. La persona que tiene instintos e ideas criminales no se detiene en contarle a una desconocida sus macabras intenciones. Esto lo sabe cualquier persona medianamente normal. ¡Qué lástima que haya pasado el Carnaval, porque los letristas de coros, chirigotas y charangas, iban a tener un material inagotable contando las peripecias de tan ilustre paisana!. ¿Justifican estas cosas y deslices idiomáticos un nuevo ministerio?. Debe ser que al gobierno le sobra el dinero y no sabe donde y como gastarlo alegremente.
Mucho ministerio de igualdad, asuntos sociales, de pesca y alimentación, de industria, etc, etc, y todos estos sectores están paralizados, sin que nadie sea capaz de hacerlos funcionar con la debida normalidad. No hay que estresar al ciudadano, recomienda nuestro presidente a sus ministros y portavoces, pero no quieren darse cuenta que aunque ellos permanezcan en el más absoluto mutismo, el hombre de la calle que ayer les votó ilusionado y esperanzado en sus idílicas proclamas, se encuentra viviendo momentos muy difíciles y lo que es más desesperante sin que le ofrezcan el correspondiente y oportuno remedio
De nada les va a servir que con motivo del campeonato mundial de fútbol, el hambre y la desgracia se camuflen y minimicen. Serán unos cohetes de euforia o lamentaciones según los marcadores, que más o menos tarde quedarán apagados por el final de la competición, o lo que es peor por la eliminación de nuestra selección (ojalá me equivoque), para dar paso a la traca final preludio del paroxismo que se apoderará de las calles y mercados buscando la rápida solución a una situación que ya se habrá hecho insostenible. Al hambre solo se le combate con alimentos y de nada valen los goles de Silva, Villa, Torres o Iniesta, aunque el “panem et circus” de los antiguos romanos cobre cada vez más vigencia en nuestros días. Y es que tenemos al pobre ciudadano tan machacado, desorientado, decepcionado y carente de esperanzas, que el partido y el gol de su equipo se ha convertido en la única ilusión que aún le queda sin la amenaza de huelga, por el momento. Hasta que al señor Zapatero se le ocurra crear un nuevo ministerio para el Fútbol y nos fastidie a todos.
Que hay crisis mundial por la subida de los carburantes es archisabido. Pero ante una situación de estas características no es medida apropiada cruzarse de brazos y esperar que pase la tormenta para abrir las ventanas y asomarse al exterior. Lo políticamente correcto es buscar las soluciones más rápidas y eficaces para aminorar los efectos de ese temporal que como siempre solo sufren los más débiles y desprotegidos. Los que tienen que hacer malabarismos para llegar al final de cada mes con un sueldo de miseria.
Sobran los intermediarios, esas anónimas y poderosas figuras del mercadeo, sin ninguna responsabilidad o trabajo, porque el campesino, se la juega durante todo el año, luchando contra el clima, los impuestos, los jornales, el trabajo diario y agotador y otras muchas circunstancias y siendo el padre de la criatura, el que la ha parido con esfuerzos y sacrificios, es el que se lleva el trozo más insignificante del pastel. Desde que sale el producto del agricultor o el pescador, tanto monta o monta tanto, hasta que lo adquiere el público para su consumo, se multiplica su precio de origen en un setecientos por cien, que no beneficia a los que con el sudor de su frente y los callos de sus manos lo sembraron, cuidaron y recogieron o pescaron, ni al modesto consumidor que lo adquiere para alimentarse, sino al intermediario, ese buitre leonado que planea incesante sobre nuestros campos y mares y es su mayor beneficiario ante la necesidad de venderlo del primero y de consumirlo del segundo. ¡Esta debería ser la política digna y representativa de un gobierno que como el actual presume de socialista!. El movimiento se demuestra andando y el socialismo socializando.
El fútbol es la mejor panacea para aliviar todos los disgustos, miserias, preocupaciones y necesidades y el Gobierno lo sabe y lo aprovecha. Si España llegara a alcanzar metas históricas en el calendario de la Eurocopa, verían como las huelgas del transporte, el campo, la sanidad, la pesca, gasolineras, etc, etc pasarían a un segundo lugar en el ambiente callejero. Incluso las que van a terminar declarando las prostitutas de la Casa de Campo, Montera y demás lugares públicos convertidos en lupanares ante la escasez de clientes por la falta de “carburante”. Y esto lo sabe el gobierno y por ello espera que el tornado de la Eurocopa se produzca y que todo lo demás vaya desapareciendo o perdiendo interés. Incluso el que algunas comunidades se muevan a su libre albedrío haciendo que lo español, hasta en el habla, sea considerado delito de alta traición en esas parcelas de España con ínfulas de naciones.
http://www.vistazoalaprensa.com/firmas_art.asp?id=4669
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