jueves 22 de mayo de 2008
La misteriosa caza del jefe de ETA
Está muy bien y estamos muy contentos con la caza de los jefes de ETA, el capo criminal López Peña incluido. Zapatero estaba eufórico, con razón, y Rubalcaba como unas castañuelas, hasta el punto de que convocó, por la tarde, una rueda de prensa en el Ministerio de Interior en la que no dio una sola noticia y en la que se puso misterioso, aparentando saberlo todo, como misteriosa y extraña fue la operación de Burdeos.
Sobre todo porque están apareciendo versiones distintas en torno a cómo se descubrió al grupo de jefes de ETA, y a cómo vivían en el piso —de solo 34 metros cuadrados, lo que son pocos para cuatro personas— como contaba Rubalcaba, o si estaban de paso, como lo rectificó después. Aunque lo más desilusionante de esta operación, que bien merecería un guión de Spielberg, fue la noticia, primero confirmada y más tarde puesta en duda, de que un seguimiento al ex alcalde de Andoain, el tal Barandiarán, llevó a la Policía y a los servicios de inteligencia franceses a la guarida de Burdeos.
A un lugar, en el que, ¡oh casualidad!, en el mismo momento de la captura estaban allí ¡tres equipos de reporteros de TVE!, naturalmente llevados al lugar de la caza por orden de Rubalcaba, o de Zapatero, para lucir en todas las televisiones del mundo el espectáculo de la captura del que se dijo, al principio, que era el número uno de ETA —López Peña, alias ‘Thierry’—, aunque después no quedó claro que eso sea así. Y se ha matizado que es un jefe muy importante, después de que Erkoreka dijera que tampoco es el number one. Y algo sabrá de ello el PNV, porque, como dijo Arzalluz en la Audiencia Nacional, tenían a su amigo Aguirre por el territorio francés para ver cómo y por dónde andaban los de ETA. Y además, siempre se ha dicho que el jefe de ETA era ‘Txeroki’, y que ‘Ternera’ era el número dos.
O sea, cámaras de TVE y reporteros a granel a la salida de la ratonera de Burdeos, y todo el espectáculo montado en el mismo día que Ibarretxe venía a Madrid con su referéndum ilegal y diciendo que Zapatero había negociado políticamente con ETA, y horas después, ¡oh casualidad!, cae el presunto jefe de ETA. Y a Ibarretxe se le queda una cara de tonto de no te menees y su loco discurso en la Moncloa ocupa la página cincuenta de los periódicos y la trastienda de radios y televisiones, porque el éxito policial hispano/francés inunda las portadas y todo lo demás, con razón.
Resumiendo, que siguiendo por casualidad al ex alcalde de Andoain se encuentran con el piso de López Peña y con otros tres jefazos de ETA, y en ese mismo momento se asciende a López Peña a jefe de la banda y, mire usted por dónde, aparecen por la noche en esa callejuela de Burdeos los equipos de los reporteros de TVE y filman la captura de los etarras, y todo ello, ¡el colmo de la casualidad y de las coincidencias!, en el día en el que Ibarretxe viene a Madrid a soltar su soflama soberanista.
Menos lobos. Vamos a imaginar un guión más complejo como si fuera para una superproducción de Hollywood, un Chacal 3, o cosa así. Empecemos.
Con gran astucia, los agentes del CNI español y de los servicios secretos franceses vigilan y espían, con la colaboración de satélites americanos de altísima precisión —cedidos a Sarkozy por Bush, pero no a Zapatero, porque el americano sigue enfadado, por lo de Iraq, con el presidente español—, la última reunión negociadora entre el Gobierno español y ETA. Esa a la que, tras la bomba de ETA en Barajas, asisten López Peña y Egiguren, entre otros. Al coche de López Peña le colocan, mientras está en la reunión, un canario (micrófono) y un marcador (GPS) de la dirección, conectado al satélite americano en la operación llamada, por ejemplo, “Terrina de Foi”.
A partir de ese momento sólo falta seguir la pista a López Peña, quien, tras el fracaso negociador, mantiene la orden de matar y va activando, poco a poco, sus comandos con coches-bomba, mientras las fuerzas de seguridad y los espías de Francia y España se van poniendo nerviosos. Y el presidente Zapatero también, porque el impacto de las bombas en la opinión pública hace que se ponga tensa la situación. Además, el ataque al cuartel de la Guardia Civil de Álava, y la muerte de un agente del Cuerpo empeora las cosas y sube la tensión entre los mandos beneméritos, que se inquietan e indignan y se preguntan: ¿a qué esperamos para cazar, de una vez, a López Peña y su clan?
Siempre se ha dicho que los espías prefieren agotar el rastro de los jefes criminales a ver si cazan al grueso y la cúpula de la banda y a su cuartel general en pleno, mientras que la Policía y la Guardia Civil prefieren coger al primero que se encuentra, pájaro en mano. Y todo apuntaba a que López Peña los iba a llevar a ‘Ternera’ y a ‘Txeroki’. Pero la bomba de Álava y la de Bilbao, y la proximidad de la llegada de Ibarretxe a Madrid, agotaron los plazos y la paciencia, y Zapatero dio la orden de ¡a por ellos!, el día D, que era el día 20 de la llegada de Ibarretxe a Madrid, y Rubalcaba, de acuerdo con su homóloga francesa, puso en marcha el operativo y envió las cámaras de TVE, para completar el espectáculo y la operación.
Y colorín, colorado, estos cuatro criminales fueron cazados y se montó el patín y los negociadores internacionales amigos de ETA se quedaron con el culo al aire, e Ibarretxe en el mayor de los ridículos, y Zapatero en la gloria y con razón. Y Rubalcaba, que estaba al mando de Interior y Defensa —por causa de la ministra/mamá—, nadaba en la euforia y citaba a la prensa para no contarles nada más, que no es poco pero que tampoco es toda la verdad.
http://www.estrelladigital.es/diario/articulo.asp?sec=opi&fech=22/05/2008&name=marcello
miércoles, mayo 21, 2008
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