jueves 22 de mayo de 2008
Derrota de ETA y alternativa constitucional
LA detención de Francisco Javier López Peña y otros dirigentes de ETA en Burdeos es un duro golpe a la organización terrorista con el que debe consolidarse el camino de la derrota incondicional del terrorismo nacionalista, sin nuevas concesiones a la negociación, menos aún si se confirma que este cabecilla sanguinario participó en el proceso de «diálogo» con el Gobierno y ordenó el final de la tregua. El ministro del Interior, Alfredo Pérez Rucalcaba, ha resaltado la importancia de la operación policial, ejecutada conjuntamente por la Guardia Civil y la Gendarmería francesa, porque, según manifestó ayer, López Peña «es la persona con más peso político y militar dentro de la banda terrorista ETA». Entre los detenidos se encuentra también el prófugo y ex parlamentario batasuno Jon Salaberría, quien huyó de la Justicia española cuando estaba siendo investigado junto a Arnaldo Otegi por su relación con ETA. Es probable que este sea el primer episodio de una serie de actuaciones policiales contra ETA. La documentación incautada en los registros que se llevaron a cabo tras las detenciones permitirá nuevas líneas de investigación y cabe esperar que nuevas detenciones. En todo caso, además del éxito policial que supone atacar directamente la cabeza de ETA, la operación ejecutada en Burdeos tendrá un coste anímico para los etarras, porque el golpe demuestra que las fuerzas de seguridad del Estado tienen buena información sobre la banda y que la colaboración con Francia está funcionando con excelentes resultados.
Estaría de sobra que ahora se incurriera en euforia. ETA ha sido descabezada varias veces, pero es una hidra y siempre ha procurado colegiar sus puestos de responsabilidad. Hay que recordar la caída de la cúpula en Bidart y los duros golpes asestados por los gobiernos de Aznar. Sin duda, ETA pronto designará sucesores a los detenidos, pero lo importante es que estos procesos de sustitución le resulten cada vez más complicados y le fuercen a confiar en terroristas sin experiencia y fácilmente detectables. Además, los recientes atentados con coche bomba en Legutiano y Guecho recuerdan que hay «comandos» operativos sostenidos por una red de apoyo logístico integrada por colaboradores no fichados, según reconoció el consejero vasco de Interior, Javier Balza. El final de ETA está hoy más cerca con estas operaciones policiales, pero aún no está cerca y el Estado tiene que seguir apostando por la aplicación de la Ley y la colaboración internacional.
En el plano político, la detención de López Peña y sus secuaces escenifica la clara rectificación que ha tenido que adoptar el Gobierno en materia antiterrorista. El golpe contra ETA en Burdeos no desacredita las críticas pasadas a la negociación con los terroristas, sino que las justifica plenamente porque esta estrategia de persecución policial y judicial concita el consenso social y político que el Ejecutivo quebró en la anterior legislatura. Esta forma de poner fin al terrorismo sí merece, en lo político y en lo ético, el apoyo que reclama el Gobierno, pero también está claro que no es suficiente sólo la respuesta policial. Hace falta recuperar una política antiterrorista de Estado que en este momento requiere necesariamente, por un lado, el acuerdo expreso y público de PP y PSOE, porque las apelaciones a la confianza, como pretende Zapatero, son inconsistentes, visto lo sucedido desde 2004; por otro, la definitiva expulsión de Acción Nacionalista Vasca de los ayuntamientos; y, finalmente, una política beligerante contra las propuestas del PNV y del lendakari Ibarretxe, cuyo oportunismo sin escrúpulos se hace aún más patente al insistir en las consultas soberanistas aprovechando el retorno de ETA a la violencia terrorista. Es el PNV el que ha querido unir la suerte de su apuesta soberanista a la estrategia de ETA desde el momento en el que Ibarretxe acepta que la consulta se celebre aun con violencia. Por esto mismo, la réplica del Gobierno a la ofensiva de ETA no puede dejar a un lado la actitud de un PNV que está legitimado las motivaciones seudo políticas de los terroristas al reclamar soberanía mientras mueren guardias civiles y ex concejales y la mitad de la clase política vasca vive en el punto de mira. Zapatero debe asumir que un simple «no» a Ibarretxe es insuficiente y que la derrota de los terroristas exige también la deslegitimación de los objetivos que comparte con el PNV. No sólo no debe permitirse la celebración de una consulta soberanista en octubre, sino que el PSOE debería renunciar en este momento a abrir la puerta a la reforma del Estatuto de Guernica, porque sería un error aceptar que el problema, o parte del problema en el País Vasco es de autogobierno o competencias.
Las elecciones vascas están cerca y, como dijo Zapatero, las elecciones también «son soluciones». Los socialistas creen posible ganar las próximas elecciones autonómicas y cuentan, incluso, con el voto útil de la derecha no nacionalista, aunque ésta debería también ser consciente del uso que recibirá ese voto si el PSE opta por una coalición con el PNV. En el País Vasco es necesario forjar una alternativa constitucional que mande al PNV a la oposición y haga posible sustituir el régimen nacionalista por una democracia plena. Es el tiempo de derrotar a ETA y, también, de llevar al País Vasco a un cambio político histórico, sólo posible si el PSOE pacta con el PP y entre ambos forman mayoría en la Cámara vasca.
http://www.abc.es/20080522/opinion-editorial/derrota-alternativa-constitucional_200805220256.html
miércoles, mayo 21, 2008
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