miércoles, agosto 04, 2010

Pio Moa, El año de la Constitución (y II) / ¿Dinamitar el Valle de los Caídos?

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El año de la Constitución (y II) / ¿Dinamitar el Valle de los Caídos?

4 de Agosto de 2010 - 09:52:58 - Pío Moa

El tercer trimestre no resultó menos movido, a pesar de un verano tórrido, “de horno”. El 4 de julio comenzó en el pleno del Congreso el debate constitucional, algo ficticio pese a la multitud de enmiendas (más de mil), pues casi todos los artículos llegaban consensuados al margen de las Cortes, que en doce sesiones solventaron el caso. El problema mayor provino del PNV, que exigía una soberanía propia conforme a la idea medieval de un, por lo demás imaginario, “pacto con la corona”. Para sortear el escollo, UCD, PSOE y PNV mantuvieron infructuosas reuniones “clandestinas” al margen del Congreso. El gobierno y la izquierda rehuyeron el debate sobre un orden público que se deterioraba sin pausa. Carrillo afirmó que la derecha había quemado las iglesias en los años 30 “para provocar”. El día 21 se aprobaba el texto por 258 votos a favor, 2 en contra, 14 abstenciones de AP y ausencia del PNV. Fraga votó sí. El no de Silva Muñoz levantó expectación y él lo explicó a los medios, pero casi todos silenciaron o minusvaloraron sus palabras. La ETA saludaba la votación asesinando el mismo día en Madrid al general Sánchez Ramos y al teniente coronel Pérez Rodríguez.



Pasado al Senado el debate, en agosto, Torcuato Fernández-Miranda presentó enmiendas al título VIII, dedicado a las autonomías, y contra el término “nacionalidades”. Suárez y Abril, enojados, le conminaron a retirarlas y, tras agria discusión, Torcuato dejó la UCD. La cuestión educativa causó también disputas. No menos trascendencia tuvo la inclusión de unos “derechos históricos de los territorios forales”, eufemismo para admitir una “soberanía originaria” vasca pretendida por el PNV. Se buscaba, en vano, complacer a los nacionalistas. Con todo, no dejaba de ser una victoria de Sabino Arana, 75 años después de finado. El PSOE procuraba reducir el Senado a una función poco relevante, sin apenas competencias reales, frente a la oposición de AP.



El gobierno, por su parte, siguió pidiendo sin éxito la admisión en la CEE, y negoció con el Vaticano para sustituir el concordato por acuerdos específicos. La masonería, ya legalizada, se rehacía; el franquismo la había encuadrado entre sus mayores enemigos, como organización conspiratoria y anticristiana, y la había desarticulado. Los socialistas denunciaron que una gira del rey por Hispanoamérica incluía a la Argentina de la Junta militar, aunque los jefes del PSOE habían visitado Moscú y colaborado a la propaganda internacional soviética, mucho más totalitaria. Se estableció definitivamente la mayoría de edad a los 18 años, quedaron constituidos los Consejos generales de Castilla-León y de Baleares, y el 18 de julio una multitud de 20.000 personas llenó la plaza de toros madrileña de Ventas para conmemorar el alzamiento de 1936. Los grupos más a la derecha tenían aún notable capacidad de movilización, aprovechando el prestigio del franquismo.



Durante los sanfermines de Pamplona, grupos separatistas politizaron las fiestas mediante pancartas en la plaza de toros, abucheadas por la mayoría. La policía realizó una intervención desorbitada que motivó un motín por toda la ciudad. Las fiestas fueron clausuradas el día 11, tras la muerte de una persona y decenas de heridos.



UCD siguió utilizando o manipulando la televisión con eficacia, pero su crisis interna proseguía. Plutócratas del partido se pronunciaban por una socialdemocracia “a la italiana” (que resultaría muy corrupta). Continuaba la crisis en el PCE y se agravaba en AP: varios dirigentes reclamaban unas señas de identidad más claramente definidas a la derecha, pero Fraga prefería cierta ambigüedad o camuflaje centrista, esperando así ampliar su masa de votantes a costa de UCD. Tampoco el PCE superaba sus roces internos.



El PSOE, en cambio, ganaba en disciplina y agresividad, y explotaba el acercamiento de Suárez a González y a Carrillo para aislar a AP; la UCD, a su vez, sufría el intento de aislarlo en Cataluña por un pacto entre Convergencia y Unió Democrática en pro de un “centro izquierda catalán no sucursalista”. Sucursalistas llamaban a los partidarios de la unidad española. Los socialistas de Cataluña se unían oficialmente como PSC-PSOE, menos peligroso para los nacionalistas, ya que su dirección lo era en gran parte, al revés que sus bases. El PSC de Reventós habría obtenido pocos votos pero, anota Jordi Pujol, “La maniobra de los dirigentes del PSC federándose con el PSOE (…) encuadró a esos votantes (del PSOE) en un sistema de partidos catalán”. Con tal jugada, como con la Asamblea de parlamentarios catalanes --germen de asambleas parecidas en otras regiones—lograban fragmentar el campo de juego político en España, logro clave para los nacionalistas. Sorprende la destreza de estos y la débil inteligencia de sus teóricos contrarios. Otra molestia para los nacionalistas radicales era Tarradellas, contra quien gritaron en la Diada, mientras que la Asamblea de parlamentarios catalanes rechazaba al presidente de la Generalidad para la redacción del futuro estatuto autonómico.



En Vascongadas moría el 25 de agosto el veterano líder Juan Ajuriaguerra, uno de los artífices del llamado “pacto de Santoña” en 1937, por el que el PNV, de acuerdo con los fascistas italianos, traicionó ocultamente a sus aliados del Frente Popular, facilitando la primera victoria masiva de Franco. Su condena a muerte por su anterior colaboración con los revolucionarios, quedó en cadena perpetua, que no pasaría de seis años.



Aquel verano hubo oleadas de incendios forestales, en su mayoría intencionados. Muchos temían la ruina de la extraordinaria labor reforestadora del franquismo. El ecologismo, aún débil, mostraría luego nula simpatía por los bosques, tachados de “franquistas”. También se hacía habitual la quema de banderas nacionales.



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El trimestre final del año vería la aprobación definitiva de la Constitución, la ruptura de AP, el auge terrorista y alguna conspiración militar.



Las sesiones del Senado sobre la Constitución terminaron el 5 de octubre, y a continuación una Comisión Mixta Congreso-Senado estudió un texto constitucional definitivo. De la comisión, formada por once parlamentarios, quedó excluido Fraga por el veto de la UCD, que temía su oratoria. Con ello, el texto constitucional pasaba ya por cinco tamices, la Ponencia, la Comisión del Congreso, el pleno del Congreso, el Senado y la Comisión Mixta, proceso complicado y un tanto extravagante, por cuanto la elaboración de los artículos se “consensuaba” en gran medida fueran del Parlamento, como hemos visto, lo que daba al debate cierto aire de pantomima Peces-Barba también fue sustituido por Alfonso Guerra. La Comisión Mixta sería acusada de hacer cambios de última hora, que añadían confusión, mediante nuevos acuerdos Abril-Guerra.



Finalmente, el 31 de octubre, Senado y Congreso votaron simultáneamente el texto. En el Congreso 325 votos fueron a favor, 6 en contra (varios de AP, sobre todo) y 14 abstenciones, la mitad del PNV y el resto de AP y otros. En el Congreso hubo 226 votos a favor, 5 en contra y 8 abstenciones.



Quedaba el referéndum que debía culminar el proceso. Casi todos los partidos hicieron una activa campaña por el Sí, menos Fuerza Nueva y otros pequeños grupos continuistas, así como organizaciones comunistas al margen del PCE y nacionalistas proetarras vascos; el PNV llamó a la abstención.



El referéndum tuvo lugar el 6 de diciembre, dos años casi justos después del de la reforma de Torcuato. Pese a no sufrir campaña alguna de boicot, la participación popular, un 67,1%, fue considerablemente menor que la de 1976 (77,4%), con un 5% de noes, por lo que el porcentaje de síes, 87,7% no llegaba al 59% del cuerpo electoral, un porcentaje bastante flojo. Ello revelaba un notable descenso del interés ciudadano después de un largo período en que el terrorismo, las huelgas, el paro y otros desórdenes hacían sus estragos. Aunque demostraba también una básica esperanza.



Las regiones más participativas, por encima de la media, fueron Baleares, Valencia, Murcia, las dos Castillas (con Madrid, Cantabria y la Rioja) y Aragón; las más abstencionistas, Vascongadas (54,5%), Galicia (49,5%) Asturias (38,5) y Canarias (35,5). En la media nacional estaban Cataluña, Navarra, Ceuta y Melilla. Hubo más noes en Navarra (11,3%) Vascongadas (10,8), Cantabria (9,7) y Castilla la Mancha (8,71). Las regiones de menos noes fueron Galicia, Canarias y Baleares. Pese a unos resultados no muy brillantes, puede decirse que la Constitución fue aceptada muy mayoritariamente, excepto en las Vascongadas, donde no fue aceptada ni rechazada (y si descontamos la abstención técnica habitual de un 25-30%, la abstención política propugnada por el PNV superaría poco otro 25%, por debajo de los síes (31,3%). La abstención gallega apenas tuvo carácter político. Y el 12 de diciembre, por fin, el PSOE reconocía como legítima a la monarquía.



Hubo cierta vacilación sobre si Juan Carlos debía jurar la Constitución o sancionarla con su firma. Se decidió al final la firma, efectuada el 26 de diciembre, lo cual daba a la ley cierto aspecto de carta otorgada. Solo en apariencia, porque el documento reducía la potestad del rey poco más allá del terreno simbólico y ceremonial, aunque incluso así tendría relevancia con ocasión del intento golpista del 23 de febrero de 1981.



El año 1978 presenció una escalada terrorista sin precedentes. La ETA multiplicó por seis su cifra de asesinatos del año anterior, llegando a los 68. Por comparación, sus víctimas bajo el franquismo habían sido 2 en 1968, 1 en 1969, ninguna en los dos años siguientes, 1 en 1972, 6 en 1973, 19 en 1974 y 16 en 1975. El GRAPO asesinó a 6 personas, el terrorismo nacionalista catalán a no menos de dos, la extrema derecha a tres, dos de ellas mediante un paquete bomba dirigido a El País. Los daños materiales fueron también cuantiosos. La atención concentrada en los cambios políticos había hecho descender muchos grados la eficacia policial, y Francia apenas ayudaba. Persistía la simpatía por la ETA entre las izquierdas, si bien algo desconcertadas porque habían pensado que, acabado el franquismo, los “jóvenes patriotas vascos” abandonarían las pistolas y les dejarían la política; así, en noviembre convocaron manifestaciones contra el terrorismo, no muy contundentes, en Madrid y Bilbao. El gobierno, falto de una verdadera política en este campo, recurrió puntualmente a la “guerra sucia” con el atentado contra Cubillo, o el que mataría al etarra Argala, jefe de los asesinos de Carrero Blanco, volado con su coche en el quinto aniversario del magnicidio.



Las reacciones ante el fin de Argala son muy ilustrativas del ambiente creado. El País, ya el periódico más influyente y temido por la derecha, le dedicó amplio espacio, dando al terrorista una imagen simpática, encomiando sus dotes intelectuales (pasaba por teórico marxista) y rasgos “humanos”. En el funeral, el cura lo comparó nada menos que con Cristo. El presidente del PNV, entonces Javier Arzallus, lo ensalzó: “Quienes entregan la vida por su pueblo merecen nuestra admiración y respeto”. El PSOE condenó en Vascongadas el “brutal atentado”. Otros ensalzaban su “capacidad de análisis político”, lo convertían en héroe o mártir “del pueblo vasco” que avanzaba como un “torrente arrollador” hablaban de “asesinato fascista”, etc.



El terrorismo y reacciones tales indignaban en muchos medios, entre ellos los castrenses, que se sentían impotentes y culpaban al gobierno. Como ya vimos, una vasta mayoría de militares rechazaba entrar en la política y aceptaba una reforma ordenada; pero esta daba la impresión de estar yéndoseles de las manos a los gobernantes. El descontento se expresó durante una gira de Gutiérrez Mellado por las guarniciones, a mediados de noviembre, para explicar la Constitución. En Valencia le acogieron con cierta hosquedad, y en Cartagena con hostilidad abierta, lo que le hizo renunciar a más visitas. Por las mismas fechas se descubrió un conjura, la Operación Galaxia, por el nombre de la cafetería madrileña donde se reunían los conspiradores, y que, al ser denunciada a tiempo, no pasó de planes de café por parte de pequeño grupo mínimo, entre ellos el teniente coronel Tejero, que intentaría otro golpe más peligroso en 1981.



La economía mejoró algo a resultas de los Pactos de la Moncloa. La inflación, disparada el año anterior, descendió a niveles soportables, el déficit en la balanza de pagos se redujo a la mitad y también bajó la conflictividad laboral, si bien todavía con niveles desorbitados: de 16,6 millones de jornadas perdidas a 11,5. En cambio el paro siguió creciendo, de 831.000 personas el año anterior, a más de un millón, sin precedentes desde el Frente Popular; y no cesaría de aumentar los años siguientes.



La política exterior insistió en infructuosas negociaciones para el ingreso en la CEE, y mejoró la relación con el Vaticano, pese a haber expresado varios obispos su disgusto con una Constitución que omitía a Dios y a la ley natural, y no garantizaba, a su juicio, la libertad de enseñanza. Las relaciones con Usa no cambiaron, pues el proceso en España no ponía en riesgo los intereses occidentales en la sensible Península ibérica. Marruecos, incumpliendo los acuerdos de la cesión del Sahara, perseguía y ametrallaba, causando a veces muertos, a los pesqueros canarios. Marruecos y Mauritania habían extendido unilateralmente sus aguas territoriales, impidiendo a los españoles faenar en sus caladeros tradicionales. Y Rabat volvió a insistir en su reivindicación sobre Ceuta y Melilla, manteniendo así una tensión diplomática permanente.



Respecto a los partidos, UCD trató de reforzarse mediante un Congreso muy publicitado, del 19 al 21 de octubre, con asistencia de importantes políticos europeos, entre ellos la líder del Partido Conservador británico Margaret Thatcher, que sería primer ministro el año siguiente. Algo parecido consiguió el PCE con una macrofiesta muy bien organizada en Madrid, aunque su crisis continuaba, sobre todo en Asturias.



AP corría a la ruptura interna al votar varios de sus diputados contra la Constitución o abstenerse, pese a la consigna de Fraga. Abandonaron el partido personajes tan conspicuos como Silva, Fernández de la Mora y otros, más tarde López Rodó. Ninguno de ellos, fatigados de las maniobras políticas, según muestran sus memorias, tuvieron ánimo para promover un partido capaz de combinar la adhesión al pasado con una alternativa democrática. Fraga jugó entonces a refundar AP con Areilza y Osorio, figuras que podían pasar por menos franquistas y más semejantes a UCD.



La oficiosidad, las laxas convicciones y el oportunismo de Suárez habían cedido la iniciativa ideológica a la izquierda. Así, el ambiente público había variado de tal modo que el recuerdo de Franco se había convertido en tabú entre los políticos: al tratar la situación económica en el Congreso, Fernández de la Mora señaló que el país se venía del pleno empleo (bajo Franco), y recibió un abucheo general de la izquierda y la UCD. Mientras, la izquierda y los nacionalistas exaltaban a sus líderes y pasado, presentando como luchadores por la democracia a personajes como La Pasionaria, Largo Caballero, Prieto, Companys, Aguirre o al mismo Carrillo.



El PSOE marchaba tan bien que Alfonso Guerra profetizó a Suárez una “presidencia transitoria”. Fue reveladora la moción socialista exigiendo la devolución del patrimonio de partidos y sindicatos incautado después de la guerra, lo que implicaba deslegitimar a los vencedores. Los partidos y sindicatos incautados habían expropiado, a su vez, innumerables locales y bienes de la derecha.



Una gran masa ciudadana conmemoró el 20 de noviembre, en la Plaza de Oriente madrileña el aniversario del fallecimiento del Caudillo. Los convocantes, Fuerza Nueva y otros de extrema derecha, querían proclamarse herederos y continuadores de Franco, pero demostraban al mismo tiempo su ausencia de alternativa política.


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Internacionalmente, el hecho más relevante para España fue el fallecimiento, en agosto, del papa Pablo VI, probablemente el hombre que con más eficacia acosó y socavó al régimen de Franco, y ayudó a resurgir a fuerzas casi anonadadas tras la experiencia de la II República y la guerra. Quizá empeoró su salud el secuestro (con asesinato de cinco policías) de su amigo el líder democristiano y ex primer ministro Aldo Moro, el 16 de marzo, por las Brigadas Rojas italianas. Moro aceptaba el “compromiso histórico” con los comunistas, y Pablo VI no. El 9 de mayo apareció el cadáver de Moro, causando conmoción en Italia y toda Europa.



A Pablo VI le sucedió Juan Pablo I, que murió de infarto a los 33 días. Se ha hablado de envenenamiento, aunque se trata de meras especulaciones. Y el 16 de octubre era elegido el cardenal polaco Woytila con el nombre de Juan Pablo II. Este papa marcaría un cambio de rumbo frente a los impulsos degenerativos de la Iglesia desde el Concilio Vaticano II. Y tendría un papel crucial en la posterior caída del Imperio soviético, al que habían juzgado irreversible casi todos los expertos, historiadores y políticos.



El asesinato de Aldo Moro fue la acción terrorista más destacada en Europa, aunque en España y Gran Bretaña resultaba más intensa. Un grupo secesionista bretón realizó atentados en París. Seguían los coletazos del escándalo por los sobornos de la Lockheed, que había salpicado a la casa real holandesa y a numerosos políticos y altos funcionarios de diversos países europeos.



Entre tanto, prosiguió aquel año la expansión comunista, con una guerra entre Etiopía y Eritrea, apoyada la primera por tropas cubanas. En Afganistán, un golpe de estado imponía un gobierno pro soviético. En Nicaragua comenzaba la rebelión contra el dictador Somoza, a cargo del comunistoide movimiento sandinista (Pinochet, en cambio, ganaba un referéndum en Chile). La URSS avanzaba en sus éxitos espaciales. Pero la crisis comunista se manifestaba en una guerra entre Vietnam y Camboya. También comenzaban en Irán las revueltas integristas que asestarían un golpe tremendo a Occidente, destruyendo el mayor puntal de Usa en Oriente Medio.



En Israel, un grupo palestino asesinó a 34 israelíes. En diciembre fallecía Golda Meir, jefe del gobierno israelí entre 1969 y 1974, en cuya etapa había tenido lugar la crucial guerra del Yom Kipur, espoleta de la crisis económica mundial. Ese año Israel ocupaba en el sur del Líbano una delgada línea de seguridad frente a los ataques de la OLP; y el 17 de septiembre se encontraron en Camp David, Usa, el presidente egipcio Anuar el Sadat y el primer ministro israelí Menájem Beguin, para ultimar el único acuerdo de paz efectivo en la zona, al renunciar Israel al Sinaí a cambio de ser reconocido como estado. A finales de diciembre moría Huari Bumedién, presidente argelino y líder de un socialismo musulmán, a quien se atribuye el dicho de que el islam “conquistará Europa con los vientres de nuestras mujeres”.



En África ocurrían más guerras que la de Eritrea. Guerra civil en Zaire (ex Congo belga), en Angola, entre Zambia y la aún llamada Rodesia (futura Zimbabwe), y otros.



Un suceso extraño fue el suicidio de casi mil personas, con asesinato de más de 270 niños, en Guyana, a cargo de una secta religioso-comunista y consumidora de drogas, en protesta contra “un mundo inhumano” dominado por poderes capitalistas.



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Una carta sobre el Valle de los Caídos:



“Sr. Director:
Yo estuve hace bastantes meses en el Valle de los Caído y ya habían quitado todos los servicios- funicular, tiendas, etc. A los de la cafetería les habían dicho que al fin del mes se cerraba la cafetería. .. y hasta los retretes de todo el complejo.
Además había una cinta de plástico de esas que pone la policía alrededor de la montaña y no se podía subir a la cruz. La explicación que daban los guardias era que las piedras de granito tenían una enfermedad y podía desprenderse la cruz.
Uno de los guardias-en confianza nos dijo que se iba a hacer correr esa versión para que un día se dinamitara la cruz y toda la basílica y que si no fuera porque los monjes se oponían a irse, ya se habría derribado. Y que estaban presionando a los monjes para que se fueran. De hecho ya no se permitía que se dieran los cursos que se daban en la hospedería ni que se celebraran las reuniones- con cuyos ingresos se financiaban los monjes.


Hoy me consta que lo están pasando muy mal y que los tienen cercados, aunque les permiten decir misa en la basílica -sólo eso- pues el resto está cerrado.


Que se sepa:
- No ha habido, ni hay en estos momentos ningún tipo de andamiajes destinados a obras o a reparaciones en el interior de la Basílica , ya sea para reparar goteras (que siguen en el mismo sitio) o para quitar o alterar algún elemento arquitectónico, artístico u ornamental del templo. En este sentido, en lo que se refiere a la cúpula de la Basílica, lo cierto es que sí se han limpiado las partículas de hollín que había incrustadas en la misma desde el atentado con bomba del GRAPO en 1997 , pero afortunadamente no se ha tocado a nada de la decoración.


- Por lo tanto, es mentira que dentro o fuera del recinto se estén realizando tareas de mantenimiento" o "restauración" de nada. - En consecuencia, la única razón por la que al Basílica está cerrada a cal y canto es porque se trata de una decisión "por c..." de Patrimonio Nacional, siguiendo órdenes del Ministerio de la Presidencia - del cual depende orgánicamente - a su vez éste integrado en al Vicepresidencia 1ª del Gobierno (es decir, De la Vega). De esa forma también se eliminan las visitas turísticas al Valle de los caídos lo que no beneficia a nadie y perjudica a todos.


- Por todo ello, en éstos últimos días el Abad de la Basílica , junto con el Arzobispado de Madrid y la Nunciatura de la Santa Sede (la cual confirman que en Roma se está al corriente de lo que ocurre) están intentando desbloquear conjuntamente a tres bandas esta situación realizando gestiones no sólo con Patrimonio y el Ministerio, sino incluso con la Jefatura del Estado.


- Ante el silencio informativo de lo que esta pasando, el P. Julio Iglesias, en nombre del Abad, nos ruega a todos los fieles que difundamos en todos cuantos medios de difusión e información nos sea posible (correos electrónicos, blogs, foros, SMS, redes sociales, cartas a los periódicos, etc...) los hechos que están aconteciendo, al tiempo que suplica que contemos lo que están haciendo con los monjes del Valle.
Pongámonos, pues, en marcha. PÁSALO
Irene Abad

La idea de dinamitar el Valle de los Caídos podría ser un bulo con intención de poder desmentirlo luego fácilmente. Pero no es nada imposible: desearían hacerlo, y no debemos olvidar que se trata de un gobierno de delincuentes, amparado por una seudo oposición y por la pasividad de quienes debieran movilizar a la opinión pública.

http://blogs.libertaddigital.com/presente-y-pasado/el-ano-de-la-constitucion-y-ii-dinamitar-el-valle-de-los-caidos-6731/

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