BUENOS Y BUENÍSIMOS
Tomen ustedes los grandes proyectos de Zapatero y verán reproducido el retrato robot del gobernante utópico
JOSÉ MARÍA CARRASCAL
Día 04/08/2010
PREFIRIENDO a Trinidad Jiménez a Tomás Gómez, Zapatero se ha retratado como ninguno de sus críticos podría haberlo hecho. Al hacerlo, demuestra, primero, su escaso sentido de la realidad. Luego, su falta de principios. Por último, su incapacidad de reconocer errores.
Fue Leibniz quien estableció el principio, hoy universalizado, de que «lo mejor» es siempre el enemigo de «lo bueno». Buscando lo perfecto, lo que se consigue es el fracaso por la sencilla razón de que vivimos en un mundo imperfecto, donde el ideal es sólo un arquetipo. De ahí que Bismarck estableciese aquella otra máxima de gobierno: «la política es el arte de lo posible». Quien aspire a lo imposible se estrella. Tenemos que contentarnos con lo posible, con lo bueno, decoro de todo lo existente. Sólo los indocumentados, los niños bien que no han dado golpe en su vida y conocen de ésta tan poco como de la «real politik», se empeñan en alcanzar, como esos nuevos ricos piden en un restaurante, hotel o tienda, «lo mejor». Ha sido la tónica del mandato de Zapatero. Quiso acabar con ETA negociando con ella, reinventar la vertebración territorial de España, superar económicamente a nuestros vecinos y, por si todo ello fuera poco, aliar las civilizaciones. El resultado está a la vista.
Como las metas son tan altas, este tipo de individuos se creen autorizados a prescindir de los deberes de todo ciudadano corriente, como decir la verdad y ser leal con los demás. Mienten y traicionan con la mayor naturalidad, contradiciéndose e incluso traicionándose a sí mismos, no una vez, sino todas las necesarias, sin importarles lo más mínimo.
Por último, su incapacidad de aprender de sus errores les viene de la convicción de que no son errores, de que se trata de circunstancias pasajeras, que dejarán paso a la verdad absoluta en las que están instalados.
Tomen ustedes los grandes proyectos de Zapatero —el «proceso de paz» en el País Vasco, el nuevo Estatuto catalán, la superación de la crisis económica — y verán reproducido milimétricamente el retrato robot del gobernante utópico. Lo confirma su preferencia de Trinidad Jiménez, «buenísima», sobre Tomás Gómez, meramente «bueno». Si yo fuese votante socialista, que a todas luces no lo soy, preferiría sin dudarlo a Gómez, del que al menos conozco su trabajo y lealtad, a alguien que presta más atención al atuendo que a las problemas de la calle. Aparte de saber que, si pierde, no me dejará en la estacada. Para Zapatero, en cambio, no hay duda. Alguien tan vacío de ideas y rimbombante de objetivos como él tenía que decantarse por la chupa de cuero y el último modelito. Aquí, la única que tiene que alegrarse es Esperanza Aguirre.
http://www.abc.es/20100804/opinion-colaboraciones/buenos-buenisimos-20100804.html
miércoles, agosto 04, 2010
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