lunes 2 de agosto de 2010
España sin toros
José Luis Barceló (Elsemanaldigital.com)
E L Parlament de Cataluña ha votado a favor de la iniciativa popular para prohibir, en el ámbito de la autonomía catalana la celebración de corridas de toros. La votación se perdió por 68 votos a favor de la prohibición contra 55 en contra, y 9 abstenciones.
Para la prensa extranjera, comenzando por la BBC que la sirvió inmediatamente, ha sido un acontecimiento histórico. Y no dejan de tener razón. ¿Se concibe una España sin toros? Hay que contemplar el tema con frialdad y cordura: no hay ningún motivo para que un hecho genérico, como es el de maltratar a un animal hasta matarlo en un supuesto espectáculo público, no pueda ser prohibido. Si nuestro Código Penal puede meter en la cárcel a un señor porque maltrata a un perro de su propiedad, no hay menos motivos para que el maltrato público y con ensañamiento no se pueda prohibir.
Curiosamente, los festejos taurinos no se sostienen por razones de mercado: el público asistente es cada vez menor y la taquilla no se sujeta sola, hay ayudas de los ayuntamientos, que compran las reses, y de las Comunidades Autónomas, que lo subvencionan todo. En suma, los toros los pagan con sus impuestos tanto los que van y los apoyan como los que no van nunca, e incluso los que los odian. Cualquiera que vaya por las fiestas de nuestros pueblos sabe que acuden diez veces más personas a cualquier concierto por la noche que a las cuatro novilladas de turno.
La prohibición catalana anuncia una era de declive que ya había comenzado probablemente hace más de diez años. Dicen que se van a perder empleos, pero son empleos financiados con dinero público, que pagamos todos. Y siempre hay un roto para un descosido. La gente tiene que saber que los interesados en que el negocio de los toros funcione se dedican además a otras cosas, como el padre del torero José Tomás, que fue uno de los peores alcaldes de Galapagar que se recuerdan. Solo aguantó dos años, abandonó antes, se "cortó la coleta", para dedicarse a sus negocios inmobiliarios y a sus asuntos particulares, entre los que estaban los de asegurar que sus suelos prosperaran en un infructuoso Plan General de Urbanismo que jamás de aprobó.
El mérito de una iniciativa como la de los 180.000 ciudadanos que firmaron en Cataluña contra los toros se debe en buena parte a asociaciones como ADDA (Asociación para la Defensa de los Derechos del Animal), fundada en 1975 y declarada de Utilidad Pública en 1981. Sus directores Carmen Méndez y Manuel Cases llevan toda una vida dedicada a la abolición de las corridas de toros, a que el Código Penal se cambiara hasta conseguirlo, a hacer lobby político, a vincularse a proyectos internacionales de protección animal y a que se conocieran por toda España espectáculos crueles y degradantes con animales muchos de los cuales han sido finalmente prohibidos o modificados, como el del burro de "Pero Palo" o la cabra del campanario de Manganeses de la Polvorosa.
Posiblemente nos encontraremos en un futuro no muy lejano una España en las que los únicos toros que se consientan sean los maridos de las vacas –como en Suiza o Francia- y los de Osborne que se ven por las carreteras. Y yo me alegro de esto. Y San Francisco de Asís seguramente también se habría alegrado.
Se puede ser español y no ser aficionado a este espectáculo sangriento que muchos llaman "nacional". Mi única Fiesta Nacional es del 12 de Octubre, o incluso el 25 de Julio de Santiago Apóstol, y nada tiene que ver esto con que España se hunda o desaparezca. Eso es una soberana estupidez. El derecho al pataleo.
http://www.vistazoalaprensa.com/contraportada.asp?Id=2469
lunes, agosto 02, 2010
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