lunes 2 de agosto de 2010
'Si yo fuese dictador en España…'
Joan Pla
E L 28 de julio de 2010 en el Parlamento de Cataluña hubo 68 políticos que propugnaron y votaron la prohibición de las corridas de toros, 55 que votaron justamente lo contrario y 9 más que se abstuvieron. El presidente Montilla votó igual que los perdedores, o sea, en contra de la prohibición, pero eso no indica que piense y sienta igual que ellos con respecto a España. Se apresura a pedir respeto a los que han ganado y se tapa el alma con esa media sonrisa que, más que la sabiduría cordobesa de Séneca, indica su irónica y bastante cínica convicción de que, por el camino del pasteleo y las componendas con los radicales independentistas, no se llega nunca a buen puerto. A determinados catalanes les recordaría yo aquella frase cachonda del viejo maestro Ramón Pérez de Ayala, lema de portada en el diario “El Mundo” del pasado miércoles. Decía así, el gran escritor asturiano: “Si yo fuese dictador en España, prohibiría las corridas de toros; como no lo soy, no me pierdo ni una”.
Gaspar Llamazares no se quiso “mojar”, cuando le preguntaron que qué opinaba acerca de dicha prohibición, mayoritaria y ardientemente votada por sus correligionarios catalanes. Divagó diciendo que, por haber nacido en una región poco taurina, no se sentía, en absoluto, afectado por el tema. No obstante afirmó que él no prohibiría los toros en España. Dijo que era asturiano, pero, si no estoy mal informado, puesto que nació en Logroño, este Gaspar de Izquierda Unida nunca fue paisano de su ilustre tocayo Gaspar Melchor de Jovellanos.
Quien ha puesto a caer de un burro a sus paisanos es el poeta Pere Gimferrer, el escritor vivo más importante de Cataluña, según fuentes fidedignas, que les ha dicho en catalán que esa prohibición es “una grave agresión a la cultura catalana”. Otro ilustre catalán, Boadella, ya tiene tema para otro montaje teatral de los suyos, tan agudos, tan certeros, tan divertidos.
Finalmente, junto al coro de los que plañen el hundimiento de la fiesta nacional está el coro de los necios que confunden el culo con las témporas y piensan que prohibiendo las corridas se separan más de España y de los españoles. El alegato anti taurino de algunos catalanes no tiene nada que ver con las leyes de protección de los animales, ni tampoco con la Ley del Aborto. Se trata de un simple acto de negación. “Jo no sóc espanyol”, dicen algunos. Y por eso votan contra lo que les suena a pasodoble y a toro de lidia. Y no hay más cera que la que arde.
Convendría mitigar fobias viscerales y dejar de decir verdades incompletas como las que transcribo a continuación: “Los catalanes han prohibido la corridas de toros”, “Quien quiera ver toros tendrá que irse a otro país”, “La dignidad ha vencido a la crueldad”, “Les duele que maten a un toro, pero consienten el aborto que es el asesinato de una persona”, “Esta prohibición costará 57 euros a cada catalán” y otras por el estilo. No conviene generalizar, ni manifestar clamorosamente el pesimismo. Creo que el humor es la mejor síntesis de nuestra mente, después del entusiasmo y de la crisis.
Valga, pues, una pincelada de humor:
Si no quieren toros, tal vez, no estaría de más que Zapatero y sus ministros, Montilla y sus socios dictasen una ley del aborto, no para las madres humanas, sino para las vacas bravas, naturalmente.
http://www.vistazoalaprensa.com/firmas_art.asp?id=5794
lunes, agosto 02, 2010
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario