viernes, agosto 13, 2010

Felix Arbolí, Antonio Machado: el poeta de los grandes amores

viernes 13 de agosto de 2010

Antonio Machado: el poeta de los grandes amores

Félix Arbolí

A la muerte de su esposa Leonor,

“Señor, ya me arrancaste lo que más quería,
Oye otra vez, Dios mío, mi corazón clamar.
Tu voluntad se hizo, Señor, contra la mía.
Señor ya estamos solos mi corazón y el mar”.


Cuando se habla de Antonio Machado, el poeta silenciado en el antiguo Régimen, reseñamos su canto poético a los campos de Castilla, su famoso “Caminante no hay camino” y su muerte en el pequeño pueblo francés donde reposan sus restos y al que a pesar de los setenta años que hace de tan luctuoso acontecimiento, se organizan continuas expediciones y visitas de innumerables entusiastas y devotos de su poesía. Porque aunque el artista, poeta o escritor muera, se hace inmortal por sus obras y permanece en el recuerdo de las futuras generaciones. El arte no tiene edades ni fronteras si es capaz de impresionarnos. Yo soy un forofo machadiano y me pasaría horas enteras leyendo y “saboreando” sus versos, recordando con el poeta la España de su tiempo a la que tan bien conocía, tanto amaba y tanto le dolía. Una España que con idénticos problemas estamos padeciendo, aunque no contemos con escritores y poetas capaces de hacérnosla comprender y lamentar. Si acaso buitres carroñeros y voces estridentes que nos la presentan peor aún que la realidad e intentan aniquilarla. Hace falta un nuevo Machado que nos hiele el corazón con sus predicciones y nos haga vibrar ante los pesares de una patria que el quiso con locura y ensalzó con unos versos que han quedado como referencia de nuestra mejor poesía. Unos versos que ni el tiempo ni la censura más rigurosa han podido hacer olvidar.

Hoy me he sentido fuera de este mundo leyendo la vida y poemas de Antonio Machado, que una prima hermana me remite a través de Internet. Ella es hija del único hermano que tuvo mi madre, las otras dos fueron hembras, con el que siempre estuvimos muy unidos y cuyo recuerdo me trae muy gratos sabores de infancia gaditana. A veces un mensaje te hace cambiar la vida o te produce un brusco despertar a los dormidos sentimientos. Leyendo a este poeta del amor y la esperanza, romántico empedernido de vidas y paisajes de su amada España, no entiendo como pudo estar prohibida su lectura en los años posteriores a sus infortunios y a su muerte. No me puedo explicar que por ser defensor de la República, una forma de gobierno que si no llega a ser por las bárbaras reacciones de grupos de desalmados durante el Frente Popular, hubiera sido la fórmula ideal para el gobierno de una España civilizada y moderna, pudiera ser proscrito y obligado a exiliarse más allá de nuestra fronteras sin tener en cuenta que sus versos fueron un constante canto de amor y de profundos lamentos ante el incierto futuro de una España que tanto quería y llevaba muy profunda.

Nunca la pluma y la mente humana deben estar encadenadas o subyugadas por las ideas políticas, si éstas no incitan al rencor y la intolerancia. Al odio y la mezquindad. Y en la poesía de Machado, el poeta “maldito” de mis años escolares, cuando al leerlo te exponía a duras reprimendas y severos castigos, hay amor, mucho amor y una constante nostalgia de esa España que tanto quiso y tuvo que abandonar enfermo y cansado. Tanto que murió a los 64 años, al mes justo de su exilio y llegada a Collioure y tres días más tarde lo hizo su madre, Ana Ruiz, con 88 años. Dos almas que partieron juntas hacia la eternidad y dos cuerpos que se hacen mutua compañía en una lejana tumba francesa con innumerables referencias españolas. En Machado hay una constante añoranza de los campos y pueblos castellanos y andaluces, escenarios de sus años de docencia y un constante y emocionante recuerdo lleno de ternura y resignado dolor ante la muerte de Leonor, su joven esposa, que sólo tenía 18 años y se habían casado tres años antes. Fue una breve esposa y una musa permanente para el poeta. En carta a su amigo Unamuno, le manifestaba : “Hubiera preferido mil veces morirme a verla morir; hubiera dado mil vidas por la suya… Algo inmortal hay en nosotros que quisiera morir a lo que muere. Tal vez por esto viniera Dios al mundo. Sin embargo, el golpe fue terrible y no creo haberme repuesto. Mientras luché a su lado contra lo irremediable me sostenía mi conciencia de sufrir mucho más que ella, pues ella, al fin, no pensó nunca en morirse y su enfermedad no era dolorosa. En fin, hoy vive en mí más que nunca y algunas veces creo firmemente que la he de volver a recobrar. Paciencia y humildad”.

Sincera y emotiva declaración de amor a esa esposa desaparecida en plena adolescencia, con la que se llevaba diecinueve años de diferencia. ¿Dónde está la causa para su prohibición en nuestros libros de textos?. En sus versos, decididamente no. Eran pura poesía, amor, ternura, dolor y añoranza. El poeta que nunca renegó de Dios, a pesar de sus muchas tribulaciones y enormes sufrimientos y fue un ejemplo y magnífico exponente de la fuerza y pureza del amor contra viento y marea, no fue considerado apto para que con su lectura se forjaran las nuevas generaciones, por las absurdas ideas de un gobierno que también tuvo sus fallos garrafales y sus injustas represalias. Machado y esto es innegable, llevaba prendida en cada poema, estrofa o sílaba la esencia y alabanza de una España que sentía muy hondo y llevaba fuertemente enquistada en sus pensamientos. ¿En su defensa de la República, al igual que Ortega y Gasset, Pérez de Ayala, Azorín y Pío Baroja, pudo estar la causa de su pretendido ostracismo? Algo difícil de comprender cuando los que se alzaron en guerra contra el gobierno del Frente Popular, lo hicieron en nombre de la República y enarbolando en sus primeros tiempos la bandera tricolor. Pienso que al igual que con Miguel Hernández y García Lorca, se equivocaron los azules y llenaron a España de crespones negros, porque nada justifica la muerte y condena de un genio o un poeta, si éste no va vociferando y escupiendo consignas de rencores y enfrentamientos. Y ninguno de estos tres, a pesar de sus posibles discrepancias políticas con el gobierno de la posguerra, significó una amenaza para la concordia entre los españoles. Puede que algunos no estén de acuerdo con mis conclusiones, pero así lo pienso y así lo expongo. La inteligencia, el saber, la libertad de expresión dentro de unos cauces lógicos y tolerables no deberían ser nunca motivo de represalias, condenas y hostigamiento. Y esto lo digo para ambos bandos ya que en uno y otro se cometieron idénticas barbaridades contra el saber y la cultura.

Creo sinceramente que el corazón, los sentimientos y la mente humana no deberían ser jamás encadenados. . Ni que gobierno o institución alguna, sea de la índole que sea, se atribuya el derecho a marcar límites e imponer normas sobre el pensamiento y la ideología del ser humano, siempre que no supongan la posible amenaza de un futuro enfrentamiento entre hermanos. Hay que dar alas de libertad a la imaginación para que sus creaciones y sus ideas, el alma del poeta o la expresividad del artista nos hagan sentir esos mundos maravillosos donde el ánimo se serena y el tiempo parece detenerse ante tanta belleza y perfección. “Mi infancia son recuerdos de un patio de Sevilla y un huerto claro donde madura el limonero”. ¿Hay algo más preciso y poético para definir la nostalgia de una tierra que a pesar de sus continuos cambios debido a su docencia en diferentes institutos y sus escaramuzas y huidas ante la incomprensión e intolerancia política de su época, sentía profundamente y con ella en su mente y en su corazón murió lejos de la patria a la que tanto quiso y cantó en sus versos?. Ya muerto, se encontró en uno de sus bolsillos su último verso. “Estos días azules y este sol de la infancia”. El cielo y el sol de su Andalucía natal que jamás olvidó a pesar de los muchos paisajes y rincones que conoció en su vida.

Machado sintió siempre una enorme añoranza de los dos grandes amores que perduraron a lo largo de su vida: el de su amada y joven Leonor y de esas tierras, Sevilla, que le vio nacer, Soria donde encontró su gran amor, Baeza, Madrid y los otros lugares donde el hombre estuvo y habló el poeta romántico y melancólico al que quisieron callar, sin darse cuenta que el verso y la palabra no tienen muros lo suficientemente altos y fuertes capaces de silenciarlos.

“Yo amo a Jesús que nos dijo:
Cielo y tierra pasarán.
Cuando cielo y tierra pasen,
mi palabra quedará.
¿Cuál fue Jesús tu palabra?:
¿Amor?. ¿Perdón?.¿Caridad?.
Todas tus palabras fueron
una palabra: Velad” .
Como no sabéis la hora
esa que os han de despertar,
os despertarán dormidos
si no veláis; despertad”. .(Antonio Machado el poeta prohibido).

Dentro de dos años se cumplirá el centenario de la muerte de su joven y gran amor Leonor. Rojos, azules, verdes y negros, españoles de corazón, deberíamos organizar un homenaje nacional, sin banderías políticas, a la mujer que fue la esposa y musa amorosa de esta figura excepcional de nuestras letras, a la que España debe un desagravio y un recuerdo generalizado. Un homenaje al amor que dominó la vida del poeta y fue protagonista de sus más sinceros y dolorosos versos. Sirvan estas breves líneas como anticipo de mi emocionado testimonio.

http://www.vistazoalaprensa.com/firmas_art.asp?id=5805

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