viernes, agosto 06, 2010

Ernesto Ladron de Guevara, ¿Fascismo antropológico en estado puro?

viernes 6 de agosto de 2010

¿Fascismo antropológico en estado puro?

Ernesto Ladrón de Guevara

N O soy yo solamente. Sánchez Dragó ha argumentado con razones –es decir sin descalificaciones ni insultos- que la política catalana está derivando hacia fórmulas auténticamente fascistas, es decir, no liberales sino autoritarias.

El hecho de que la política catalana se desarrolle con mecanismos parlamentarios no es eximente de dicha valoración. Hemos de recordar que tanto Mussolini como Hitler llegaron al poder por mecanismos de representación popular, y que Stalin y los sóviets se organizaban de forma asamblearia, de abajo a arriba. Y no por ello esos regímenes eran susceptibles, por las prácticas de persecución al disidente y de ausencia de pluralismo ideológico y por su propia naturaleza ideológicamente totalitaria, de ser calificados como democráticos desde una perspectiva liberal.

El sistema político catalán es plural formalmente pero homogeneizador en la práctica. Es evidente que ni los medios de comunicación gozan de libertad real para diferir del catalanismo esencialista y separatista reinante ni las asociaciones y entidades corporativas gozan de verdadera igualdad de trato ante las administraciones, siendo vigentes prácticas de verdadero ostracismo, cuando no de segregación. El hecho lingüístico que tiene un valor instrumental para la construcción nacional catalana y la endogamia cultural empobrecedora que se va desarrollando al dictado de las consignas separatistas son otro síntoma alarmante de lo que decimos. La prueba del algodón es la persecución con multas a los comercios que etiquetan en español, cuestión que ruboriza en el actual contexto de europeización, más formal que real, en el que estamos insertos. Europeización que siempre ha ido de la mano de la idea de libertad, igualdad y fraternidad, ligada al concepto de democracia liberal de origen anglosajón.

La prohibición de la fiesta de los toros es la muestra palpable de esa deriva hacia el totalitarismo de bajo perfil de la clase política dominante en Cataluña. Hay mucha gente como yo a los que no nos gusta ese espectáculo por razones diversas, o simplemente por pertenecer a latitudes de nuestra España donde no ha tenido tanto arraigo. Como también hay gente a la que no le gusta la caza o la pesca deportivas por considerarlas una actividad que puede ser considerada arcaizante, antropológicamente ancestral. A otros no les gusta comer carne por considerar que ésta procede del sacrificio de animales que son seres vivos próximos en la escala evolutiva a nosotros. A mí tampoco me gusta ver cómo se apalea o pincha en los cuartos traseros a los bueyes en el arrastre de piedras del deporte vasco. Y seguro que habrá gente a la que no le apetece nada ver talar árboles como actividad económica o silvícola. Pero por eso a nadie se le ocurre, hasta ahora, prohibir degollar una gallina, matar en serie a puercos o vacunos, las batidas de jabalíes que coinciden cuando yo voy a coger setas al monte con riesgo de que me atice una posta perdida, o la castración de los animales domésticos. Puestos a prohibir se podría prohibir también la venta de la coca-cola que consumida en cantidades excesivas resulta nociva para la salud, o las máquinas expendedoras de chuches, o el regaliz que parece ser que eleva la tensión arterial. O qué se yo qué. Con esto lo que quiero decir es que entramos en un mundo de la subjetividad que en nada tiene que ver con la pluralidad de opciones ante la vida, pues eso es la libertad: el poder elegir entre diferentes posibilidades con una información previa que nos permita valorar entre las diferentes alternativas.

A mí la feria taurina no me gusta pero tampoco me afecta en lo personal. Tengo muchos amigos a los que les encanta ese espectáculo y a mí nunca se me ocurriría prohibirles ir a las corridas de toros si tuviera poder para hacerlo por mucho que me parezca una fiesta un poco bárbara. Lo que ocurre es que mi punto de vista es sólo una fracción del paisaje y es enriquecedor que existan otras maneras de ver las cosas, pues de lo contrario, de imponerse un único enfoque, estaríamos en eso, en una sociedad regida de forma totalitaria, exclusivista y sectaria. Eso es, precisamente, el fascismo, desde un enfoque conceptual.

¡Qué pena Cataluña, con lo que fue como cauce de la civilización llegada desde el Mediterráneo, abierta, cosmopolita y señorial!


http://www.vistazoalaprensa.com/firmas_art.asp?id=5798

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